Un simple martillo y ganas de ayudar son las únicas herramientas que se necesitan para que jóvenes universitarios cambien la vida de decenas de familias marginadas en Nuevo León.
Se trata de hombres y mujeres, en su mayoría estudiantes, que de manera voluntaria forman parte de la organización internacional “Un Techo para mi País”, movimiento que desarrolla un proyecto comunitario basado en la construcción de viviendas de emergencia para personas vulnerables.
“Trabajamos en conjunto con pobladores o familias que viven en una condición vulnerable, normalmente asentamiento irregulares, en condición de extrema pobreza, nuestra población objetivo son esas familias. Nuestra principal intervención es la construcción de viviendas de emergencia”, indicó Valeria San Miguel, directora de la Región Norte de la organización.
Un fin de semana es suficiente para que el plástico, la madera y las láminas deterioradas que erigen el hogar de algunas familias, sean reemplazados por una vivienda prefabricada de madera, sólida y fuerte, de 18 metros cuadrados.
“Nos vamos un periodo de tres días con voluntarios universitarios y construimos una vivienda completamente de madera, es una vivienda modular, transitoria, temporal, que sabemos que es lo mínimo que le podemos ofrecerles a las familias para poder romper paradigmas”, indicó la entrevistada.
Son viviendas temporales con un plazo de vida de siete a 10 años, dependiendo del cuidado y el uso que le den las familias, pero con la intención de crear en sus habitantes una base sólida de poder aspirar a otros proyectos.
El mecanismo de operación del organismo en México es sencillo: dos meses antes de que la brigadas de jóvenes inicien la jornada de construcción, un grupo de voluntarios identifican las comunidades en condición marginal por medio de un diagnóstico general. A partir de ese resultado se realizan encuestas habitacionales a cada una de las familias en el área determinada. El sondeo se somete a un sistema de puntuación que arrojará a las familias que dentro de la comunidad son las que más necesitan una vivienda.
Tras el estudio, “Un Techo para mi País” lanza una brigada masiva de tres días, en las que un grupo de voluntarios llegan a comunidades marginadas para construir los hogares. Para convocar a los jóvenes se apoyan en las redes sociales semanas previas al evento.
“Las viviendas son prefabricadas, son como modulares para ensamble básicamente y tiene una base de 15 pilotes de madera, que miden 60 cm aproximadamente. Nosotros nos vamos el viernes, repartimos a los chavos con envío y motivación”, señaló la dirigente de la zona norte.
El primer día de trabajo consiste en la nivelación del terreno y excavación para la colocación de los pilotes, mientras que el sábado y domingo se desarrolla el levantamiento de la casa y la inauguración de la misma.
“Prácticamente nos llevamos casi todo el día del viernes en la base y luego ya ponemos las parrillas, que van sobre los pilotes, luego van las duelas. Posterior se levantan los ocho paneles que son los que conforman la vivienda que es el frente de puerta, dos ventanas laterales y la puerta trasera. Posterior se pone la estructura de techo y por último ya se ponen las tejas, que ahorita manejamos teja de fibra cemento, que son 16 láminas que van sobre la vivienda. El domingo normalmente a las 4 de la tarde, estamos haciendo inauguración para las familias”, indicó Valeria San Miguel.
Para cada vivienda se ocupa entre cinco y ocho voluntarios, quienes reciben capacitación previa a la brigada.
Durante el proceso de construcción, un grupo de “monitores” del organismo verifican la calidad de los trabajos.
El costo unitario de cada vivienda es de 30 mil pesos, de los cuales el 95 por ciento corre a cargo del movimiento y el resto lo cubren las familia beneficiada, ya que uno de los lemas del organismo es “no al asistencialismo” con la intención de crear una conciencia de esfuerzo-logro en la población.
“Trabajamos previamente con ellos para generar como una especie de pagos, lo máximo que nosotros podemos realizar son tres cobros hacia las familias para que exista un verdadero esfuerzo-logro, que es uno de los -chips- que queremos generar en los pobladores, que no es un regalo, un sorteo, no es como que llegó de la nada una organización, sino que existe un verdadero esfuerzo por parte de la familia y que se empieza a generar ese trabajo conjunto”, dijo.
Es a través de empresas privadas con responsabilidad social de donde “Un Techo para mi País” obtiene cerca del 80 por ciento de sus fondos, a partir de los cuales programa sus tres brigadas al año. Aunado al monto de la iniciativa privada, el organismo realiza sus propias actividades como “boteos” para adquirir recursos.
El pago del trabajo conjunto entre voluntariado, empresas privados y organización se obtiene el domingo de la inauguración, son las sonrisas y el agradecimiento sincero de una familia a quien se les está cambiando la vida.
MOVIMIENTO QUE
CAMBIA VIDAS
“Un Techo para mi País” nació en Chile en 1997 y poco a poco se fue expandiendo al resto de Latinoamérica. En 2006 llegó a México, específicamente a la capital del país y de ahí se fue propagando a otras entidades como el Estado de México, Jalisco, Guanajuato y Nuevo León.
En 2010, tras el paso del huracán Álex que devastó la zona noreste de México, la organización realizó sus primeras operaciones en la entidad, fabricando 50 casas de manera simultánea en los municipios de Galeana y Hualauises.
A partir de ese momento, el organismo ha apoyado a familias en los municipios de Juárez, García y Guadalupe, incluso en ciudades fuera de Nuevo León como Saltillo, Coahuila, pues la intención actual del movimiento es expandirse a otras zonas del norte del país.
“Justo estamos en ese proceso para ampliarnos, para abarcar más estados y poder hacer una oficina local regional”, mencionó Valeria San Miguel.
Además de la construcción de viviendas el movimiento también se involucra en proyectos de desarrollo comunitario en base a las necesidades de su población como asesorías jurídicas, capacitación de oficios y demás, para lo cual se apoyan de expertos en la materia o funge como vínculo entre la población y gobierno u organizaciones.
“Lo que más urge es en el sector de salud, el sector educativo, capacitaciones en oficios, asesorías jurídicas son los rubros de mayor necesidad en las comunidades. Sabemos que como jóvenes y como organización no podemos abarcar todo, entonces, ahí nuestra gran estrategia y ventaja es siempre la vinculación, siempre hacemos vinculación con las organizaciones, involucramos también al sector gubernamental en la parte de corresponsabilidad”, indicó la entrevistada.
El organismo ha logrado en poco tiempo la transformación radical no sólo de viviendas, también de pensamientos, pues si algo se sabe con seguridad es que el aprendizaje que viven los voluntarios es única y crea en ellos una nueva visión de la realidad que vive la sociedad.
“Es una reflexión para el chavo de la realidad del país, de las condiciones en las que vive las familias, toda una serie de actividades formativas que nosotros cerramos en las escuelas esos días de construcción”, comentó Valeria San Miguel.
“Un Techo para mi País” es una fiel promotora de la idea de que con voluntad y esfuerzo se puede cambiar historias.