Con cuatro tumores cancerígenos malignos, el más grande del tamaño de un melón, Claudia Garza Rodríguez enfrenta con optimismo los meses, semanas o días que le quedan de vida. Hora Cero supo de su historia y la encontró en su modesta casa del municipio de Guadalupe. Es empleada en un centro comercial; la enfermedad no la doblega y es un ejemplo de vida.
A Claudia Garza Rodríguez su enfermedad la abrasa por dentro y tiene los días contados. Y pese a tener una fecha fatídica siguen adelante sin doblarse… ni rendirse.
Esta es la historia de una mujer de 42 años de edad originaria de Ciudad Guadalupe, quien enfrenta el cáncer de ovarios y sufre dolores inenarrables que la doblan físicamente.
Madre de una joven preparatoriana, Claudia es empleada del área de salchichonería y carnes frías en una tienda departamental, y se dice dispuesta a vivir intensamente lo “que me reste de vida, bendecida por Dios por los días que me deje seguir aquí”.
Tiene menos de un año de haber sido diagnosticada, o como dice ella en conversación con Hora Cero, mal informada del padecimiento mortal que la aqueja, y según el médico que la atendió “no hay ya nada que hacer”.
Y hasta fecha fatídica le puso el galeno a Claudia: “Dentro de unos cuantos meses”, le dijo.
Antes de llegar a este punto, como toda historia, la hoja de su vida inicia hace muchos años, más de 30 cuando su padre sufrió un accidente laboral que lo dejó cuadrapléjico apenas pasando las tres décadas de vida, y con tres hijos pequeños.
“Ahí empezó todo”, narra, al recordar que su madre afrontó su nueva realidad. Con los hijos pequeños y con un ingreso mermado que llegaba vía pensión por accidente, las penurias fueron mayores acentuadas con la atención que debería recibir el padre enfermo hasta en sus más míninas necesidades.
Así han sido más de tres décadas de atenciones personalizadas de bañar, alimentar y cuidar a un cuadripléjico. Hasta que hace 13 años su madre enfrentó otro desafió.
“A mamá le detectaron cáncer de riñones y eso la derrumbó, la dejó durante más de tres meses casi sin ánimos ni para pararse de la cama”, agrega al relatar lo difícil que fue para toda la familia recibir un golpe más de la vida. “Mi madre sentía que sin ella todo se vendría abajo, la salud de papá y lo poco que habíamos logrado sus hijos”.
Sin embargo un día, dice, las cosas cambiaron de manera radical.
“Solita se levantó y salió de su depresión. Y nos dijo: ’esta enfermedad no me vencerá’… y no lo ha hecho’”.
La decisión fue cambiar el tratamiento médico que atendía el cáncer de riñón por métodos homeopáticos, dietas verdes y una disciplina rígida que le permitió combatir la enfermedad y expulsar los tumores malignos. “Afortunadamente ya no volvió a enfermarse y sigue cuidando de mi padre todos los días con ayuda mía”.
En Ginecología del Instituto Mexicano del Seguro Social donde inicialmente le detectaron el cáncer en los ovarios, consideran que no hubo factor hereditario que incidiera en su padecimiento, aunque su madre lo afrontó pero en los riñones. “Sólo dijeron que pudo haber sido la alimentación u otro factor”.
La detección temprana fue en agosto del 2016. Le adelantaron la noticia pero no se la confirmaron rápido. ”Solo me dijeron: ‘hay que hacerle estos estudios porque parece que traemos esto’.
Refiere que personal médico le llamó por teléfono en diciembre del año pasado porque el segundo estudio de laboratorio tampoco salió bien, pero en esas fechas su padre cayó enfermo y fue hospitalizado, e inició para Claudia jornadas de hasta 20 horas de actividad ininterrumpida.
“Salía de la tienda a las nueve de la noche y me iba a quedar al hospital toda la noche, y a las seis de la mañana salía de la clínica y regresaba a casa para dormir un rato; me bañaba y hacia la comida y cerca de las dos me presentaba de nuevo al trabajo”. Casi un mes, del 9 de diciembre hasta el 13 de enero, lo hizo todos los días.
De enero y hasta marzo su padre permaneció en casa hasta que de nuevo regresó al hospital por complicaciones de salud, y con ello las desveladas y guardias nocturnas se sucedieron todos los días.
Fue en mayo de este 2017 cuando fue a consultar y saber sus resultados médicos y entró de nuevo al hospital, y fue lo mismo: el doctor le dijo que era muy tarde, que leaestuvo hablando y había que operarla, darle unas radiaciones y extirparle algo ajeno a su organismo.
Ante la crudeza del galeno ”tomé la decisión de hacerlo naturalmente, no quitarme nada de mi cuerpo. Si diosito me ha de recoger, que lo haga completa”.
“Desafortunadamente me tocaron unos doctores muy déspotas. En Gine un día que me sentía muy mal, mi esposo me llevó pero no quisieron atenderme porque yo había decidido hacerlo de manera natural. Les dije si un paracetamol me tienes que dar, un paracetamol me debes de recetar porque es una prestación que yo me he ganado como trabajadora y no me puedes negar el servicio. Y sólo le dieron un medicamento para el dolor.
TODO POR MI HIJA
Claudia se dice y se sabe feliz, contenta, agradecida con Dios que le ha permitido casarse y tener a una adolescente que cursa la preparatoria con las más altas calificaciones, amén de practicar varios deportes.
“Sólo tengo una hija, Itzel de 15 años y tengo que sacarla adelante, más que nada; estoy tratando de que ella tenga esta oportunidad que uno no logró.
“Hay días en que nomás miro al cielo y le pido a Dios que me de muchas fuerzas, porque si me caigo mi familia, mi esposo, mi hija y mis papás se caen.
Opté por cambiarme de colonia, del municipio de Juárez a Guadalupe para estar más al pendiente de mis padres, y por eso me descuide. Desafortunadamente no me atendí y las cosas se complicaron.
“No me quejo, yo lo acepté así, bendito Dios me da muchas fuerzas y me da mucho coraje para enfrentar lo que se me presente.
Agrega que la empresa le ha brindado mucho apoyo, con una supervisora muy estricta pero también muy humana. “Le digo ‘jefa me siento mal’, y ella me responde que no me preocupe, que ella avisa y me da la mano.
FUEGO POR DENTRO
La plática con Hora Cero se realiza en la sala de su casa ubicada en la colonia Camino Real en Guadalupe, un espacio sencillo con pocos muebles que es rentado. “Nos robaron todo en mi casa (propia) en Juárez. Se metieron con camión de mudanza y por una vivienda vacía atrás de la mía se llevaron hasta las macetas.
Claudia dice que hay días que amanece con los dolores muy intensos, aunque se que no me puedo quedar en la cama porque tengo muchas cosas qué hacer. No me permito caerme, porque siento que todo se viene abajo.
Si no es el dolor, hay días que tiene depresión y no pasa mucho tiempo junto a su esposo. Le tocó ir de noche al trabajo y aunque están en la misma empresa los horarios a veces no les permite compartir mucho tiempo.
“Nos conocimos ahí, en la empresa. Como ha andado conmigo en vueltas no ha visto a su mamá en días y ahora le tocó ir a visitarla un ratito, y mi hija al rato llega de la prepa, sale a las 6 de la tarde”, dice.
La joven trabaja de paquetera en un HEB porque los tratamientos médicos homeopáticos son caros. Cada 10 días son 2 mil 500 pesos cada uno.
Su alimentación ha cambiado y un 90 por ciento es a base de verdura. Nada de lata. Regularmente todo tiene que ser verde. “Me dice el médico que lo verde me vuelve a renovar todo lo que traigo lastimado por dentro, y sí he sentido cambios. Aunque a veces traigo los dolores muy fuertes.
“Dice el doctor que tengo un tumor del tamaño de un melón, uno como una toronja, otro más como una bolita de ping pong y uno más al tamaño de una nuez. Y no hay por dónde atacarlos porque todos son malos”.
También le dijeron que hay muy pocas opciones para atenderla. Lo mas viables es sólo como podarlos, pero se van a quedar por dentro las raíces. Y se van a esparcir por otro lado.
Ella tomó el ejemplo de su madre, quien decidió no operarse y al ver resultados tras 11 años de tratamientos optó por lo mismo: la homeopatía.
Explica que el tumor mas grande en 10 o 12 días se redujo el tamaño, según la ecografía. Y el segundo también disminuyó. “Me dice el médico que cada vez que vayas arrojando parte de esos tumores te vas a ver muy mala. Y sí, hay días en que no me puedo parar. Yo mismo me digo ‘¡estás loca, no te vayas a dejar!’.
¿Estás consciente lo que enfrentas? ¿Es difícil afrontar una realidad que para otros es fatídica?
Mi hija sabe lo que enfrentamos. Ya que le cambié la vida. Ella dice que nunca se imaginó que al ser hija única tendría que trabajar cuando apenas está estudiando, y por una situación de enfermedad. Pero lo afronta con fuerza, con alegría y con ganas de apoyarme.
Ella entra a las seis 30 de la mañana y está en preparatoria privada, En calificaciones no me he quejado. En la preparatoria la calificación más baja es 9.2 que es como reprobado, y ella no me baja de 9.6. No la traigo como cuchillito de palo, sino que ella nos ve a su papá y a mi cómo andamos, y pues le echa ganas.
Aun enferma de calentura Claudia no quiere faltar. Comenta que en los siete últimos años en la empresa sólo he tenido dos faltas, y han sido porque no se he podido levantar de lo duro que son los tratamientos. Pero al siguiente día está repuesta y lista para ir.
“Una gripa no nos tumba, la responsabilidad y la obligación son primero. Ella lo sabe y me apoyan mucho, y no me dejan acercarme a la lumbre. Y además recogen la casa.
¿Hablas con Dios?
No voy a ninguna iglesia, pero no vinimos a éste mundo solos. Le agradezco más que nada a Él por la vida.
¿Has sido feliz?
Sí, sí lo he sido. A pesar de todo, y que desde muy chicos mis hermanos y yo batallamos con la enfermedad de mi padre y luego con la de mi madre.
Ella es el más grande ejemplo porque aunque esté muy mala no se ha dejado caer nunca. Aguanta y mucho. Nos ha puesto el ejemplo de que una enfermedad no nos va a manejar la vida. Tiene 72 años y dice que las enfermedades están en la cabeza. Y siempre anda muy activa.
Yo digo que tampoco el dolor me va a doblar. Ahorita lo traigo muy fuerte y no me importa, aquí estoy.
“Cuando me empieza mi dolor siento que me quema, como una brasa en el vientre, y hay días que me la paso encerrada en el cuarto, con el aire lavado encendido para mantenerme fresca y así poderme aguantar. En mi trabajo estoy en el frío y soporto el calor que yo siento, me es agradable. Pero mas que el dolor, que es como una punzada, es esa sensación de que me quemo, que me abrasa el fuego. Y no lo soporto.
ARREGLAR TODO ANTES DE PARTIR
¿No has requerido terapia psicológica?
Claudia dice que no ha tenido necesidad de ir con un psicólogo porque aún no es tiempo. “Me ayudo a centrarme en la enfermedad, el ver y recordar cómo lo afrontó mi mamá con todos sus problemas. Me ayudó a pesar qué tan grave es la enfermedad y a la vez de que si la dejó entrar a la casa, ella se queda conmigo así de fácil.
“Sencillamente hasta el día que yo quiera estará conmigo. En ese aspecto creo que estoy preparada para lo que venga. Las amistades me han ayudado mucho y mi supervisora, que está atenta de mi, le habla para alentarme a que me ponga guapa y me vaya a trabajar. No me deja estar tiempo con mi enfermedad”.
Con una sonrisa dice le gusta su trabajo, disfruta. Y hasta en broma le dijo a su esposo en que en caso de fallecer la vista con el uniforme de la empresa: “El día que yo falte, Arturo, me pones el uniforme de Sigma con todo y zapatos, para irme completa. Y el gafete y la tarjeta de puntualidad también”.
El día en que le confirmaron la fatídica noticia se quedó dormida en su casa y pidió a su hija y esposo no la molestaran. Se guardoó el secreto una noche entera.
“Yo sola estaba procesando la noticia y volví a pensar en mi familia y no en mi. Porque si me voy a morir no quiero dejar problemas. La casa es para la niña; el seguro de vida la mitad para ella y lo otro para mi esposo. No pienso en la enfermedad sino en no dejar problemas.”
¿No fue la actitud egoísta de estar sufriendo y de evitar que mi familia sufra después?
Al resolver los temas de papeleo, sabía que ya podía platicarle a mi esposo y mi hija cómo estaba y qué sucedía, y ellos me dieron el segundo aliento, otro impulso para seguir viviendo y yendo hacia adelante. Bendito Dios llevo dos meses en los que sí he andado muy mal, pero no me he dejado.
¿Qué mensaje le das a quienes tienen no solo enfermedades, sino otro tipo de problemas que los agobian?
Hay que vivir al máximo intensamente, sacarle provecho a la vida. Que nos queramos mas uno mismo.
Uno como mujer se agarra queriendo a la familia, a atenderla, y se olvida de uno. Y pues como mujeres hay que cuidarnos, hay que procurarnos nosotras mismas. El hombre es la cabeza de la familia, pero la mujer son todos los pilares.
La vida es bien hermosa. Aunque te golpee. Lo dulce empalaga, para qué tanta miel. Si no vienen esas desavenencias no aprecia uno lo que ha logrado, subir al siguiente escalón.
Con una mirada firme y segura, Claudia concluye la entrevista: “Mi conciencia y mentalidad están intactas, y se que me puedo ir tranquila”.