
Por Berenice Rojas Rosas
Fue en 1919 cuando murió uno de los líderes más importantes de la Revolución Mexicana, Emiliano Zapata, también conocido como el “Caudillo del Sur”. En ese mismo año nació la regiomontana Beatriz Zapata Cerda, que en el próximo mes de septiembre cumplirá 100 años de vida.
Rodeada de sus seres queridos: ocho hijos, 20 nietos, 34 bisnietos y una tataranieta de apenas 6 meses, Beatriz festejó por adelantado un siglo de vida en la Casa del Centro 958.
Beatriz, la mayor de 10 hermanos, creció en la colonia más antigua del municipio de Monterrey: la Independencia, nombrada así en 1910 en el marco de la celebración de los cien años de la emancipación de México.
En calles Tlaxcala, cruce con Tepeyac, fue donde Beatriz vivió una niñez feliz asistiendo a fiestas, ayudando a su mamá en la cocina y a su papá alimentado las mulas, además, de ir al Cine Edén con su abuelo, que se ubicaba en la calle de Querétaro, entre 16 de septiembre y Morones Prieto. Se inauguró en 1921 y fue adoptado como un cine del barrio.
Aunque ya tiene su piel arrugada y su cabeza llena de canas, aún cuenta con fuerza para posar de pie para la foto junto a su pastel de celebración por su siglo de vida.
SU PRIMER Y ÚNICO AMOR
Conoció a su primer y único amor a los 15 años. Su nombre era José Isabel Medina Salazar quien era su vecino y tenía 14 años más que ella; sin embargo, eso no impidió que llegasen a formar una familia unida.
A los 19 contrajeron matrimonio y tuvieron 8 hijos: Ana María, Francisco Cruz, Mercedes, José Leobardo, José Isabel, María Anselma, María Blanca y José de Jesús Medina Zapata.
Medina, quien trabajaba como carpintero en la fábrica de mueble “La Malinche”, fundada el 7 de junio de 1909, insistió en pedirla en matrimonio en tres ocasiones, recuerda Doña Beatriz.
“Yo tenía 15 años cuando conocí a José Isabel; me conquisto con cartitas que las escondía en un cuadro de la virgen, para que mi mamá no las viera.
“Un día en mi cumpleaños, me pregunto qué me podía regalar, yo le dije algo que no me vea mi mamá para que no me regañe y me regalo 4 pares de medias con 4 pares de ligas color verde, porque era su color favorito, mi mamá nunca se dio cuenta de mis medias cuando me las ponía”, al recordar ese momento se le dibuja una sonrisa en sus labios arrugados.
“Me pidieron a los 18 años un día de San Juan (24 de junio), pero me dieron para un año y me case cuando ya tenía 19, nos casamos el 30 de abril 1939. Nunca nos peleamos, nunca nos enojamos”, enfatizó.
Durante ese año de plazo Beatriz se puso a tejer servilletas y colchas para llevárselas a su nuevo hogar.
Al formar su nueva familia se dedicó 100 por ciento a ella, ayudo a su esposo en la tienda de abarrotes donde también vendían calzado y ropa que traían de Aguascalientes.
El matrimonio de Doña Beatriz junto con José Isabel, duró 53 años, pues su esposo falleció en 1993 por problemas del corazón.
— ¿Lo quiso mucho?- preguntó la reportera.
— Con toda mi alma, lo quise mucho, fue mi primer y único amor”, afirmó nostálgica.
RECUERDOS
Beatriz tiene ojos obscuros y las bolsas debajo de ellos que hacen que su mirada luzca cansada, pero no dejar de ser profunda y transmitir brillo cuando se pierde entre sus recuerdos que revive con gran rapidez y los cuenta con fluidez, tal como si el tiempo
no pasara.
“Me dio fiebre cuando era muy pequeña y quede muy flaquita, perdí un año en el colegio, había un muchacho muy malo que me empezó a decir carrizo porque estaba muy flaquita, era muy malo.
“En un festival 10 de mayo mi papá me llevo en caballo al colegio, yo iba vestida de golondrina y me empezaron hacer de burla, pero mi niñez fue muy bonita, mi mamá nunca me golpeo, ni papá tampoco.
“Yo le ayudaba a mi papá alimentar las mulas, desmenuzaba las pacas de alfalfa, lavaba el baño y la tina en la que comía la mula, son animales muy limpios.
“Yo preparaba la cena, a mis 12 años, todos los días cenábamos carne, utilizaba el chile de cascabel para mis salsas, ponía mis frijoles, se sentaban todos a cenar y mi papá me decía ‘siéntate a cenar hija’, yo le respondía ya ‘cene aquí parada’.
“Mis papas se quedaban en la cocina después de cenar, a él le gustaba que mi mamá le leyera, tenían libros que le llegaban por mes, pero leían uno que se llamaba ‘Abandonada en sus noche de Bodas’, nunca lo leí, quien sabe de qué se trataba”.
ANILLO DE COMPROMISO
La celebración tenía que continuar, Beatriz se levantó de la mesa con ayuda de su hija y a paso lento caminó hasta el patio para partir su pastel, sus familiares le cantaron las mañanitas al tiempo en que se consumía la luz de una bengala junto a las velitas.
De repente llego el mariachi. Después de entonar unas canciones que pidieron sus hijos Beatriz solicitó que le cantaran Anillo de Compromiso de Cuco Sánchez, una de sus canciones favoritas, que no dudo ni un segundo en cantarla también.
“Anillo de compromiso,
cadena de nuestro amor;
anillo de compromiso
que la suerte quiso que uniera a los dos”.