
Eran las 16:00 horas cuando, la ciudad de Monterrey ya se pintaba de amarillo y azul.
Los aficionados auriazules lucían uniformados, cada quien se dirigía a diferente rumbo, pero con el mismo pensamiento: Tigres se coronaría campeón.
Mientras algunos felinos se transportaban en coches, otros caminando o en el transporte público, todos lucían contentos y sus rostros mostraban emoción, pues ya se sentían triunfadores.
A temprana hora, el metro ya lucía abarrotado y muchos de los usuarios se dirigían al mismo destino: estación “Fundidora”, donde sería la celebración.
Una afición segura del triunfo de su equipo se comenzó a instalar en el Parque Fundidora para presenciar el partido y así apoyar a su equipo.
Pero no sólo la afición de la “U” esperaba el campeonato, pues algunos albiazules se sumaron al apoyo del equipo regiomontano.
Se llegó el momento, 18:00 horas, iniciaba el encuentro entre Tigres y América. El equipo felino tenía la ventaja de un gol hecho en casa. El árbitro, Paul Delgadillo, silbó para que diera inicio el encuentro.
La reacción de los asistentes fue inmediata, “Vamos Tigres”, gritaban al unísono para trasladar las buenas vibras hasta el Estadio Azteca.
Ambos equipos iniciaron jugando de forma interesante, aunque hubo muchas llegadas por parte de las Águilas en los primeros minutos, la afición no cesaba y apoyaba, desde el parque Fundidora se sentían victoriosos.
“Olé olé olé, olé olé olé oh la, cada día te quiero más… Yooo, soy de Tigres, un sentimiento que no puedo parar”, cantaba la afición.
Los cánticos, porras y gritos se hicieron presenten durante todo el encuentro, pues debían alentar a los felinos, ya saboreaban lo que sería su cuarta estrella.
Mientras que los jugadores ya comenzaban a desesperarse, gracias a que al minuto 36 Michael Arroyo abrió el marcador con un izquierdazo que Nahuel Guzmán no logró atajar.
Se eliminó la ventaja de los auriazules sobre las Águilas, pero aún estaban a tiempo de contraatacar, sin embargo, al segundo tiempo las esperanzas se comenzaban a esfumar, cayó el segundo gol del América al minuto 61 por parte de Pablo Aguilar.
Pero un gol de diferencia no le hacía mucho daño a la afición, pero sí a los jugadores; la afición no dejó de mostrar fe en su equipo.
Desafortunadamente, eso no fue suficiente, el equipo se derrumbó tras una serie de errores, lo que llevó a tres expulsiones: Darío Burbano, Damián Álvarez y el portero, Nahuel Guzmán, las cuales transcurrieron en menos de 10 minutos.
Con ocho hombres en el campo, parecía difícil alcanzar al rival, mas no imposible, ya corría el minuto 73, pero Oribe Peralta se encargó de matar las ilusiones de miles de aficionados al marcar el 3-0 que definió el cierre del juego.
Con esto, las Águilas del América se convirtieron en el equipo con mayor número de títulos ganados al llegar a 12 y Tigres dejó ir su cuarta estrella.
Se pensaría que la afición felina estaría triste, devastada, molesta, pero aunque hubo lágrimas de coraje, terminaron por aplaudir gustosos el esfuerzo de su equipo.
Las porras y cánticos se intensificaron y para muchos Tigres fue campeón, así lo mencionó Ilse Rangel Salas, “pues ganamos, qué te puedo decir yo, y gracias a esto somos más Tigres. Para nosotros es campeón aunque haya quedado en segundo lugar”.
Otros por el contrario, decían que sabían perder y que a pesar de la derrota estaban con los felinos, en las buenas y en las malas, “A la final no cualquier equipo llega, sólo los mejores. Yo digo que fue justo, estuvo bueno el juego, pero hay que saber perder y hay que saber ganar”, dijo Luis Antonio Hernández.
Después de terminado el encuentro, la porra auriazul, algunos libres y lokos y familias felinas que se encontraban al interior del Parque recorrieron las instalaciones cantando.
Al ritmo de la batucada resonaban los tambores y las voces roncas de la porra auriazul. “De corazón, de corazón, está es la hinchada que te quiere ver campeón… “No me importa lo que digan, lo que digan los demás, yo te sigo a todas partes y cada día te quiero más”, entonaban mientras marchaban por los alrededores.
Pero ya eran las 22:00 horas, tiempo de cierre de Fundidora, la afición fue retirada pero con alegría por al menos haber llegado a la Final de la Apertura 2014.
“Nosotros ganamos, independientemente del resultado, para mí ser Tigre es un honor, un orgullo, porque hoy es la institución que es, gracias al esfuerzo, corazón y garra de sus jugadores, no por el dinero”, dijo emocionado Eliud Alvarado Estrada.
Las voces de los aficionados se desvanecían, pues su marcha continuaría ahora, a las afueras del parque: “Vamos, vamos auriazules; vamos, vamos, vamos auriazules”.