Aunque según las estadísticas aún hay alrededor de 350 niños “de la calle” en el área metropolitana de Monterrey, verlos es cada vez menos frecuente porque las brigadas oficiales trabajan de manera constante para que encuentren un lugar donde se atiendan su necesidades.
Rosa Nelly Meza Mendoza, coordinadora del programa mejores menores del DIF Nuevo León, señala que la problemática se ha logrado contener y Nuevo León es uno de los estados con el más bajo número de niños que laboran en la calle.
“La zona del centro de Monterrey, todo el primer cuadro, entre la calle Arteaga hasta Ocampo y lo que es Zaragoza hasta Pino Suárez, es más o menos el área donde se concentra el mayor número de niños, pero hay un crucero en Guadalupe, por avenida México y Eloy Cavazos, ese es un punto bastante fuerte”, afirmó la trabajadora social.
Desde vender semillitas y periódicos, hasta limpiar parabrisas, es a lo que se dedican cientos de niños en el estado, sin importar el horario y los riesgos a los que se puedan enfrentar.
Actualmente, el DIF Nuevo León realiza brigadas sorpresivas en diferentes puntos de la ciudad con el fin de ayudar a combatir esta situación.
“No avisamos, más que en las colonias, lo hacemos en los cruceros, son constantes nuestras visitas a las calles, lo diario es atender los reportes, pero una vez cada 15 días, una vez cada tres semanas, hacemos propiamente las brigadas de atención”, dijo Meza Mendoza.
Monterrey es el municipio que alberga más niños en la calle, seguido por Guadalupe y San Nicolás.
LAS CAUSAS
La falta de recursos económicos y la desunión familiar son algunos motivos por lo que el menor se ve obligado a salir a las calles a trabajar.
“Aproximadamente el 60 por ciento de los casos son un problema económico, un problema en las familias; nos hemos dado cuenta que es un problema en la distribución del ingreso, porque a veces dicen ´mijo tiene que trabajar para poder sacar adelante a la familia´, pero a la hora que analizamos la situación de la familia vemos que hay un joven de 22 años, de 23 años que no encontró trabajo, la salida más fácil es que el muchachito de 12 años se vaya a la calle a vender”, destacó la coordinadora.
La desorganización al interior de la familia para poder solventar los gastos es otra de las cuestiones por las que los niños salen de casa.
“Por la cantidad de horas que dedican la calle, por el valor que le dan a ir una escuela o al recibir unas monedas, el niño dice: ´pues sin estudiar yo saco 30 pesos diarios, 40 pesos diarios, ¿para qué estudio?´”, puntualizó la coordinadora.
Y es que el niño, al ver las carencias que tiene en el hogar, busca alternativas para poder ayudar a su familia económicamente, realizando alguna actividad, pero dejando a un lado la escuela.
UNA ESPERANZA
A casi 20 años de haber sido instauradas, las Casas Club apoyadas por el DIF Nuevo León han rescatado a miles de niños que vendían en las calles.
Fue en 1993 cuando comenzaron a funcionar y se han logrado establecer por todo el estado.
“Tenemos aproximadamente unas 11 casas club distribuidas en distintos municipios del área metropolitana, en donde se brinda la intención integral al niño y a su familia.
“Nos interesa mucho que la familia estén dispuesta a recibir el apoyo, nos interesa que la familia acepte que el DIF Nuevo León tenga un acercamiento ya constante, permanente con ellos. No es solamente una visita para investigar, es de que vamos y les ofrecemos alternativas para apoyarlos en las problemáticas que están propiciando que el niño salgan a las calle”, mencionó Rosa Nelly.
La Casa Club de DIF Nuevo León atiende 220 niños por ciclo escolar, son menores que han sido rescatados del riesgo y situación de calle.
“En la medida en que se incorporan a las actividades y que hacemos un proceso de sensibilización con los papás, tanto con los niños como con los papás, va obviamente disminuyendo su salida a la calle, hasta el grado a que ya no vuelven a la calle”, dijo.
Al paso del tiempo hay niños que van creciendo y requieren de nuevas oportunidades de estudio y crecimiento, por lo que Casa Club mantiene convenios con diversas preparatorias a través de talleres de orientación vocacional.
“Hay niños que están con nosotros desde hace 4 años, 5 años, que ya son adolescentes, pero que no los hemos querido soltar porque si vienen aquí es porque están necesitando que alguien los escuche, que alguien les atienda y lo que hacemos es localizar algunos talleres para ellos”.
Aunque al principio la negación de los padres por aceptar que su hijo se encuentra en peligro no es fácil, al ver los resultados que generan este tipo de escuelas, viene una mayor confianza y la aceptación de ellos.
Con orientación social, escuela para padres de familia, talleres formativos, actividades deportivas, recreativas y culturales, es como estas casas se convierten en un nuevo hogar para cada niño que requiere de atención.