Actitudes que no concordaban con su edad fue el común denominador que sus madres encontraron en Fernando y Diego cuando eran pequeños, y aunque esto las hizo reflexionar que algo no andaba bien, nunca imaginaron que sus vástagos pudieran poseer una inteligencia por arriba de la normalidad.
Los juegos favoritos de Fernando siempre tenían que ver con números, y aunque su madre Adelaida López le enseñaba letras y sílabas, nunca se dio cuenta en qué momento comenzó a practicarlas para leer cuando apenas cursaba el kínder.
En el caso de Diego las matemáticas escolares fueron poco para él, por lo que su madre Petra Montoya se vio en la necesidad de canalizarlo a un centro especializado en esta materia, en donde no sólo pudo desarrollar sus aptitudes, sino demostrarlas por medio de concursos obteniendo medallas como reconocimiento.
Juan Jose Quintero, coordinador del Programa de Talentos de la Secretaría de Educación Estatal, mencionó que contrario a lo que se pudiera pensar, los niños superdotados no son siempre niños de 10, e incluso en ocasiones pueden tener bajas calificaciones, ya que al no poder avanzar al ritmo que ellos necesitan pierden el interés en sus materias.
Fernando y Diego ya han sabido como explotar sus conocimientos, aunque por el momento se dedican a cultivarlos y seguir aprendiendo. Pero hay muchos chicos que como ellos han tenido que sortear obstáculos para entender que simplemente el método tradicional de aprendizaje les queda corto.
JUGABA CON NÚMEROS
Aunque las matemáticas siempre fueron el fuerte de Fernando Josafath López nunca imaginó que en esta área podría llegar tan lejos; actualmente gracias a esta disciplina ha podido competir en diferentes partes de la república mexicana, trayendo consigo buenos resultados para el estado de Nuevo León.
Aunque para este chico de 15 años de edad no todo ha sido tan bueno, su madre Adelaida López Hernández cuenta que el talento de Fernando fue descubierto luego de que en la primaria le informaron que la actitud del menor era muy distante para con sus demás compañeros.
“Era algo antisocial, se distanciaba mucho, lo tuvimos que llevar a psicología porque la maestra nos dijo que era muy participativo, pero se aislaba mucho, que jugaba solo, que estaba en el descanso solo y pues si nos empezó a preocupar”, recuerda la madre de familia.
Mientras tanto su padre, Fernando Añorve, agrega que cuando pequeño era más común verle acompañado de maestros y maestras que de niños de su edad. Gracias a las terapias psicológicas que solicitaron pudieron darse cuenta que esto se debía a que buscaba gente de nivel más alto, y no es que fuera antisocial.
Lo señalado por el profesional de la psicología poco a poco se iba cristalizando, mientras que lo máximo para los pequeños de su edad era el futbol, para Fernando su pasión eran los juegos de mesa, sobre todo si éstos tenían algo que ver con los números.
“Desde chico lo veíamos porque jugaba mucho con los números, a veces nos decía: ´si sumas 21 más 23 te da tal cifra, pero si volteas esas cifras te da el mismo número volteado´, y pues bueno en mi vida yo había pensado en eso y apenas estaba en tercero de kinder.
“Yo le enseñaba las letras y cómo se juntaban, pero no me di cuenta cuándo el empezó a practicarlas, a mí me sorprendió cuando fuimos a comer con mi suegra y le leyó el menú, él estaba en segundo de kinder y pues yo suponía que era por ver las fotos, pero no el dijo: ‘no mamá es que aquí dice´”, señaló Adelaida.
Contrario a lo que pudiera pensarse, el problema para la familia Añorve López comenzó cuando su segundo hijo llegó al hogar, y es que los padres acostumbrados a la agilidad mental de Fernando esperaban que su segundo pequeño aprendiera de la misma manera.
“Cuando tuvimos al otro niño estábamos acostumbrados al ritmo de Fernando, y pues queríamos ver lo mismo con él, pensé que tenía déficit de atención y me preocupaba, ya después la psicóloga me explicó que muy seguramente era un niño normal, y Fernando no es que sea anormal, sino que es especial de la media hacia arriba y el otro es un niño estándar”, dijo la madre de familia.
Los padres del hoy estudiante de preparatoria coinciden que para ellos la gran ayuda vino a ser la psicóloga, ya que fue ella quien les explicó la situación real de lo que su hijo estaba pasando, sacándolos así de muchas dudas.
“La psicóloga nos advirtió que este tipo de niños pueden tener problemas con algunos maestros ya que no van a estar de acuerdo en cuanto a resultados, y pues nos dijo que lo que debemos de hacer nosotros es orientarlo, ya que a pesar de que tenga buenos conocimientos siempre tratar de conciliar y respetar las ideas de otras personas.
“Si tienen un hijo que sea demasiado inquieto o aislado, porque el más pequeño es al contrario, es demasiado inquieto, que los lleven con un profesional para que los orienten porque si es de gran ayuda”, explicó la madre.
Fernando Josafath Añorve López comenzaba la escuela secundaria cuando por primera vez los concursos de matemáticas se atravesaron en su vida; la primera cita fue en Zacatecas, luego de que tras la aplicación de unos exámenes resultó ser convocado para la Olimpiada Nacional.
“Me gustaban las matemáticas, desde niño me ponía a hacer problemas de mate, pero nunca pensé que fuera a participar en concursos, en la mayoría de las materias he sacado 10, pero la que más me gusta es computación, también me gusta matemáticas pero me gustan más las computadoras”, confiesa sin ocultar su sonrisa adolescente.
Para Fernando lo más divertido de los concursos es viajar, de hecho, uno de los que recuerda con más alegría es de los concursos organizados por la Olimpiada Mexicana de Matemáticas que se desarrolló en Sonora, ya que pudo estar en la playa con sus amigos.
Gracias a los diferentes concursos que ha participado tanto en matemáticas como en el área de infomática, estas asignaturas le resultan más sencillas ahora que cursa el primer semestre de bachillerato bilingüe en la UANL, incluso le han hecho considerar que en el área de la informática se puede desarrollar profesionalmente.
Aunque en estas áreas Fernando ha sabido destacar, confiesa que también le gusta el deporte y aunque antes practicaba la natación, la escuela ya no le deja tiempo libre.
Por el momento el estudiante se encuentra preparándose para un concurso que se desarrollará en Colima el próximo mes de octubre y señala que ahorita que puede no le queda más que disfrutar este momento, ya que sabe que pronto tendrá que olvidarse de estos concursos.
“Cuando fui a Zacatecas fue más la emoción de la sorpresa porque realmente no me lo esperaba, ahorita yo creo que ya lo estoy disfrutando más antes de que esto se acabe”, explicó el recientemente recipendario de la Medalla al Mérito Juventud Regia 2009, que otorga el municipio de Monterrey.
SE ADELANTABA EN LOS EJERCICIOS
Diego cumplía tres años de edad y aún se le dificultaba comenzar a hablar, incluso, recuerda su madre, Petra Montoya Coronado, que para él era difícil tener amigos debido a esta misma situación, por lo que al acudir al psicólogo en busca de ayuda pudo darse cuenta que su nivel de aprendizaje era superior al de los demás.
“Batallaba mucho para hablar y me recomendaron que lo llevara a una psicóloga, no le entendía nadie, de hecho no tenía amigos porque no le entendían, le dieron terapia de lenguaje y para iniciar les hicieron un examen general y ahí fue en donde me dijeron que tenía un coeficiente intelectual alto”, recuerda.
Sin embargo, fue hasta que entró a la primaria cuando comenzó a observar la capacidad de aprendizaje de su vástago. Los libros de matemáticas le resultaban insuficientes y aunque siempre le tenía en casa actividades extra, sus ganas de saber más lo llevaron a integrarse a un centro de aprendizaje especializado en matemáticas.
“Desde los cuatro años ya se sabía la tabla de multiplicar del 9, que es la más difícil, me salía de repente con muchas cosas raras que un niño de esa edad, pues no. Él no sabía hablar bien, pero si sabía sumar, restar, multiplicar y se me hizo raro, pero no le presté atención hasta que la maestra de Kumon me dijo que traía mucho conocimiento, que lo intuye, no era de que se lo hubieran enseñado”, dijo.
Prueba de esto fue que apenas ingresó a este sistema y lo subieron a cuarto grado, por lo que entrando a los siete años de edad terminó el método a los 12, aun y cuando este programa está diseñado para cursarse de primaria a preparatoria, así Diego fue el primero niño en toda la República en terminar el curso estando en la primaria.
Con estos antecedentes que sorprendían a los conocedores del tema, el pequeño llegó a los 10 años de edad a su primera competencia en Tamaulipas, siendo la primera ocasión que invitaban a un alumno de primaria a participar en un concurso que estaba dirigido a estudiantes de nivel preparatoria.
“Esa vez estuvo a dos puntos de sacar un tercer lugar, pero le fue bien, para ser su primera vez y teniendo 10 años pues todos estaban asombrados que resolviera problemas de ese grado. Cada año hay concursos, la Academia Mexicana de Ciencias que organiza concursos de primavera y la Sociedad Matemática que organiza otro concurso, y pues bueno entra en los dos y cada uno lo va llevando a diferentes lugares”, señaló la madre.
La parte complicada, admite la madre de tres hijos, viene cuando tienen que apoyar a su pequeño para salir a competir, y es que aunque por parte del Programa de Talentos cubren los gastos de transporte y hospedaje, no pueden dejarlos ir sin dinero.
“Ahorita les llegó del centroamericano una beca para unas clases, pero nada más era para uno la beca que cuesta 845 dólares, entonces mandaron a otro niño que ya había ido, a Diego no le tocó y él lo quiere tomar, pero pues anduvimos tratando de conseguir en el municipio, la secundaria nos ofreció la mitad, pero pues como no teníamos la otra mitad ni como, si batallamos a veces con los recursos”, confesó.
De aspecto serio y reservado, Diego Alonso Roque Montoya enumera todos los logros académicos que ser bueno en matemáticas le ha dejado a sus 13 años de edad. Hong Kong, Argentina y varias ciudades mexicanas ha podido conocer a su corta edad gracias al talento nato que tiene por los números.
“Desde que tenía 9 ó 10 años, en cuarto de primaria, estaba en un centro de matemáticas llamado Kumon y una maestra en el centro dijo que su hijo había entrado a las Olimpiadas, le recomendó a mis papás que me metieran porque yo era de los mejores.
“Primero participé en el de primavera y no saqué nada, después participé en la Olimpiada Mexicana de Matemáticas, para el Nacional quedé como suplente, después participé para el de primavera y saqué el primer lugar, hicieron otro examen y participé en el concurso Po Leung Kuk, he sido uno de los mejores resultados de México”, confesó.
Actualmente también compite en las áreas de informática y física, aunque ha tenido que dejar de lado algunos de estos concursos ya que tiene en la mira la competencia centroaméricana de matemáticas que se realizará en Colombia los primeros días de octubre.
Diego define las Matemáticas como “bonitas”, por las curiosidades que tiene, mismas que muchos no ven y simplemente dicen que no les gustan.
“Ahorita me ponen problemas, pero esos no son hacer cálculos sino demostrar cosas, muchas personas tienen la idea equivocada de las matemáticas porque es demostrar. Hacemos demostraciones, no podemos decir: ´este segmento mide 3 centímetros por que lo medí con la regla, sino tenemos que demostrarlo´”, dijo.
En un futuro a Diego le gustaría convertirse en un investigador de matemáticas, aunque tampoco descarta estudiar el ramo de la programación, física o mecatrónica. A sus 13 años de edad, lo único que tiene bien definido es que le gustaría seguir demostrando que es bueno en esta área.
NO TODOS SON DESCUBIERTOS
Tres de cada 100 niños en México pueden ser considerados como genio, según la Asociación Mexicana para el Apoyo a Sobresalientes; sin embargo, tan sólo una mínima parte pueden ser encauzados, señaló Juan José Quintero, coordinador del Programa de Talentos de la Secretaría de Educación en Nuevo León.
El maestro señala que actualmente las pruebas para detectarlos en las primarias del Estado solamente tienen carácter de invitación, por lo que algunos se niegan al ser apáticos a las competencias, aunque otros se quedan en el camino al no ser alumnos de 10.
“Son aquellos alumnos que no son 10 promedio, son alumnos que incluso pueden tener calificaciones bajas, pero cuando llegan a hacer un trabajo de investigación y se les propone un problema a resolver llegan a ser brillantes.
“A veces el por su misma brillantez chocan con el sistema o les importa muy poco lo que el sistema diga, pero a la hora de resolver problemas son altamente efectivos”, explicó.
El programa para encauzar talentos surgió en la UANL en 1998, aunque posteriormente fue atraído por la Secretaría de Educación para detectar alumnos brillantes en educación básica.
Concursos como La Cotorra de la Academia Mexicana de Ciencias o la Olimpiada Mexicana de Matemáticas, son las actividades a las que prinicpalmente están motivando a los estudiantes.
Actualmente en áreas como la historia, geografía, física e informática Nuevo León también tiene actividad; tan sólo en este año el Estado consiguió primer lugar en estos concursos.
Desafortunadamente el maestro lamenta que muchas veces los talentos se queden en el camino, ya que al estar inmersos en un sistema tradicional éste los obliga a desertar echando a perder sus conocimientos.
“Ellos están frecuentemente sancionados por problemas de conducta, van con el orientador, psicólgo e incluso psiquiatra, que terminan medicándolos para normalizarlos y los desgracian, aunque también están aquellos que son pasivos.
“Hay señales muy claras para identificarlos, su rapidez para el aprendizaje, no necesita la repetición, tienen un hambre de saber que no lo sacias con nada”, mencionó.
Incluso, recordó el caso de un alumno que estaba de manera permanente fuera en la clase de matemáticas desde la primaria, pero fue hasta la secundaria cuando lo detectaron y aunque brillaba por sus resultados en los concursos en esta área, contradictoriamente estaba reprobado en esta materia.
Estudios señalan que en Europa un 60 por ciento de los chicos superdotados estaban en situación de fracaso escolar. Quintero estima que en México la situación es aún más desfavorable.
Contradictoriamente otros países y universidades como Harvard, ya han detectado la necesidad de este tipo de capital humano, y ahora lo que buscan es canalizar estos talentos incluso desde la preparatoria.
“Ahorita lo que hacen es buscar a estos chico y tratar de ligarlos para asegurar que uno de ellos esté al frente de su negocio y le invierten a esto, incluso hay países que tienen un indicador económico cuantos talentos tienes, ya se cotizan como un producto de patrimonio nacional”, explicó.
En México a partir de este año están siendo considerados por la ley; sin embargo, ¿cuánto tiempo pasará para que este talento no se siga forzando a vivir en la normalidad?