
Transformar el coraje en una lucha pacífica, pero firme, es lo que hacen en este momento cientos de personas en Nuevo León para protestar por la desaparición inexplicable de algún familiar.
Madres o voluntarios que desde hace tiempo ya no tienen a su retoño, familiar o conocido en casa, se unen al movimiento nacional e internacional “Bordando por la Paz” con el fin de presentar y realizar pañuelos con los nombres o reseñas de quienes han desaparecido o muerto como consecuancia de hechos delictivos.
Los que añoran a ese ser especial, buscan suavizar su dolor al plasmar, cuándo y cómo fue que la persona que añoran partió de su vida, con la ilusión de que cada trazo de hilo les dé la dicha de ver a entrar a a su hogar a su hijo, de escucharlo o que las autoridades les digan qué es de ellos o dónde están.
Desde hace cinco meses, mujeres e integrantes de Fuerzas Unidas por nuestros Desaparecidos y Desaparecidas en Nuevo León, se reúnen cada jueves a las 10 de la mañana en la Macroplaza, a la altura de la Catedral, para bordar, representar y mostrar a la población las historias que llevan en sus corazones.
“A través de pañuelos representamos las ausencias, el dolor que tenemos por haber perdido a un hijo o familiar, pero es también una forma de denunciar lo que nos pasa. Con hilaza verde se bordan los pañuelos con la historia breve de los desaparecidos, y con hilo rojo, símbolo de sangre, se enuncia la desgracia de quienes han fallecido”, explicó Irma Leticia Hidalgo Rea, promotora del movimiento y a quien le arrebataron a su hijo desde hace 18 meses.
Junto a otras mujeres, que también han perdido a sus hijos, Leticia, de San Nicolás de los Garza, llegó como cada jueves al Foro de la Macroplaza para acomodar y tender los casi 40 pañuelos que han bordado.
Mientras, las compañeras iniciaron a entrelazar un sentimiento de esperanza. Con hilo verde y aguja en mano, comenzaron a bordar otras de las historias de personas que desaparecieron a marcha forzada o que les quitaron la vida, y de quienes esperan, regresen o conozcan de su paradero.
“Hace año y medio que se lo llevaron de mi casa y no sabemos nada de él. Pagamos el rescate pero no me lo regresaron. Ha pasado el tiempo pero se viven días de angustia, de desesperación y de lucha por saber dónde y cómo está. No me resigno a perderlo”, manifestó la madre del desaparecido, Roy Rivera Hidalgo, de 18 años de edad, estudiante de cuarto semestre de la Facultad de Filosofía y Letras.
Desde el 11 de enero de 2011, la vida de Roy, “hombre de bien, amoroso, respetuoso, estudioso, inteligente y serio, así como deportista”, señaló su madre, así como la de sus familia, dio un vuelco. La noche de aquel lunes, ya casi a horas de dormir, unas personas entraron a su hogar, tomaron algunas cosas y en vista de que no eran objetos de valor, se llevaron al joven.
Como ellos, muchas familias más viven en la incertidumbre. No tienen conocimiento verídico de qué ha pasado con sus primogénitos o integrantes del seno familiar, no saben, si quizás, algún día los vuelvan a ver, o bien, que las autoridades les den avances sobre las investigaciones de los casos denunciados, porque no hay apoyo eficiente de las dependencias de justicia en el Estado.
María de Lourdes Huerta dice que desde que su hijo desapareció, el 12 de agosto de 2011, no ha tenido noticias de él.
Cristian Flores Huerta, de 24 años, iba con su cuñado, de Villa de Juárez a Piedras Negras, Coahuila por motivos de trabajo, cuando ya no se supo nada de ellos.
“Ha sido un calvario, no hay llamadas, no sabemos nada, pero es en movimientos como ´Bordando por la Paz´, donde unidos, podremos mover conciencias y orientar a quienes no se han atrevido a hacer algo por quienes añoran y no están en casa.
“Con los pañuelos bordados difundiremos nuestra lucha por el país y el mundo, por lo que invitamos a solidarizarse con nuestro dolor, al bordar un paño de alguno de nuestros hijos desaparecidos o de algún caso similar”, dijo María de Lourdes.
La historia de Cristian es otro de los tantos testimonios que se integra en la muestra de bordados que se muestra cada jueves en el Foro Lucila Sabella y que toma fuerza con la consigna “Desaparecidos: ¿dónde están?”.
Cientos de voluntarios regios que conocen este movimiento se han dado a la tarea de bordar desde sus casas para luego incorporarlas al “gran memorial” de 63 mil paños que el grupo activista plantea reunir a nivel global.
Este movimiento comenzó hace casi un año en la Ciudad de México y se ha propagado a países extranjeros como Japón, El Salvador, Guatemala, Argentina, Canadá. La meta es llegar a España, reveló Cordelia Rizzo, activista e integrante del mismo, quien coordinará la actividad allá.
Pero no bastará con juntar más pañoletas y dar a conocer lo que acontece. “Bordando por la Paz” pretende llevar todos los pañuelos al Zócalo de la Ciudad de México en un momento crucial: el fin e inicio de un nuevo gobierno presidencial.
“Despediremos a Calderón con los nombres de las víctimas que dejó en su lucha contra la delincuencia y lo haremos también para recibir a Enrique Peña Nieto, con el afán de que sepa las necesidades de los nuevoleoneses y los mexicanos que estamos habidos por la paz y la justicia”, coincidieron Cordelia, Leticia y María de Lourdes, que conforman “Bordando por la Paz de Nuevo León”.