
Desde que la guerra contra el nacrotráfico comenzó en diciembre de 2006, el Ejército Mexicano salió de sus cuarteles para proteger a la ciudadanía de la delincuencia organizada; aunque desde un principio se supo que esta podría cobrar vidas inocentes, cada vez más estas sensibles pérdidas pesan en la comunidad.
Tan sólo en el último mes cuatro decesos se han registrado por esta causa en el estado de Nuevo León. Javier, Jorge, Sandra y Carmen, se encontraban en el lugar y la hora equivocados, momento que lamentablemente cada día alcanza a más.
El pasado viernes 19 de marzo, integrantes de la delincuencia organizada y elementos del Ejército Militar, se enfrascaron en un enfrentamiento que tuvo lugar en la esquina de las avenidas Eugenio Garza Sada y Luis Elizondo, justo a las puertas del ITESM.
Los disparos se prolongaron por más de una hora y las explosiones de granadas se pudieron escuchar por quienes alcanzaron a resguardarse del tiroteo. Al final, se reportaron dos decesos que en primera instancia se catalogo como sicarios; más tarde, se confirmó que eran estudiantes.
Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Francisco Arredondo Verdugo, de 23 y 24 años de edad respectivamente, salían del campus cuando quedaron atrapados en el tiroteo. Ambos eran estudiantes de excelencia de la Escuela de Ingenieros, ambos a punto de concluir sus estudios de posgrado.
Tras terminar ese enfrentamiento, los pistoleros que huían del lugar se llevaron en su camino un automóvil tipo Tsuru conducido por Carmen Gámez Loera, de 25 años de edad, y su novio, José Sánchez Torres de 25.
El hombre resultó lesionado, aunque su pareja no sobrevivió al precance y perdió la vida. La mujer acababa de terminar su jornada laboral y un pequeño de un año de edad que sufre leucemia lo esperaba en casa.
Ese mismo día en la colonia San Jerónimo, Sandra de la Garza Morales y su esposo, Julio César Peña Rodríguez se encontraron de repente en el indeseable lugar equivocado.
Ellos iban a una fiesta con unas amigas de la mujer cuando se vieron frente al tiroteo; al tratar de esquivarlo, tomaron una calle en contra y cinco balas les alcanzaron, mismas que terminaron con la vida de la madre de familia.
Aunque estas historias tuvieron un trágico final, en la urbe se tejen otras más de todos aquellos que ya sea por asalto a mano armada, secuestro o quizá por que fueron afectados por uno de los tantos bloqueos que se llevaron a cabo en el área metropolitana, ahora cargan en su día a día el sentimiento de la intranquilidad.
El presidente de la república, Felipe Calderón Hinojosa, sigue repartiendo el pésame a los familiares de las víctimas inocentes, mientras que el resto implora por que en su día no se tope con el lugar y momento equivocado.