Los altos índices de inseguridad en las calles de Nuevo León, el nivel de riesgo de su profesión, y la negativa por parte de la Sedena a otorgarle un permiso de portación de armas, provocaron que Francisco Quintanilla Ruiz mandara una carta a Felipe Calderón Hinojosa y le avisara: “Señor presidente, estoy armado”.
Como consecuencia de su anuncio, hecho el 29 de agosto del año pasado, elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional arribaron a su domicilio para investigarlo -dijo en entrevista con Hora Cero-, pero eso no fue suficiente para que la postura del abogado y criminalista cambiara.
Ahora promueve amparos para que él y algunos de sus clientes puedan portar armas legalmente. El ex agente federal está abierto para asesorar a todos los ciudadanos que atraviesan por la misma situación, ya que considera que desde la década de los 70 resulta casi imposible comprar un arma de fuego o adquirir su permiso en México.
“Yo le envié una carta al presidente diciéndole: ´le aviso, no le pido permiso, que ando armado porque las autoridades que tienen la obligación de darme seguridad no me la están dando y el riesgo de mi profesión es elevado. Soy criminalista, ando entre sinvergüenzas, ando en los penales, entonces el riesgo de mi profesión considero que lo amerita´”, dijo.
A partir de esa fecha, el nombre de Francisco Quintanilla Ruiz comenzó a circular en algunos portales de Internet como un sinónimo de valentía, pero no así en los pasillo del Gobierno Federal, en donde su acción fue tomada como una osadía.
ANTE AVISO NO
HAY DISCULPA
Licenciado en Criminología por la UANL, Quintanilla Ruiz ha desempeñado diferentes cargos dentro de su rama, como coordinador de control de confianza para la Procuraduría General del Estado, perito oficial en criminalística, agente de seguridad gubernamental y de empresas privadas, coordinador del Comité de Honor y Justicia del municipio de San Pedro, entre otros.
Desde los años 70 su desarrollo laboral ha estado relacionado con las leyes, penales, jueces y criminales, convirtiendo en riesgosa su profesión.
De abolengo, Quintanilla Ruiz siempre ha sido un hombre de armas. Su revólver Smith & Wesson calibre .38 especial lo acompaña desde que le fue heredado, siempre como un artículo de tradición familiar.
Pero ahora la realidad de México es otra. La delincuencia ha rebasado los tres niveles de gobierno y nadie puede garantizarle seguridad como ciudadano y mucho menos como profesionista, por lo que decidió convertir al revólver en su herramienta de defensa personal.
Pero existe un problema, Quintanilla Ruiz no cuenta con permiso individual de porte de arma, requisito obligatorio de acuerdo a la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos.
El mencionado permiso ya le había sido negado años atrás cuando la Secretaría de Gobernación era la encargada de otorgarlos. Esa misma suerte es con la que corren ahora sus clientes ante la Sedena, cuyos requisitos a veces parecen vagos.
“Todas las personas que han intentado sacar el permiso reciben por parte de la Secretaría de la Defensa dos excusas: una de ellas que no es necesario porque para eso están las autoridades municipales, estatales y federales, lo cual es una tontería. Y número dos, argumentan que un arma de fuego no es suficiente para repeler una agresión”, comentó Quintanilla Ruiz.
Dada la negativa de la Sedena para con sus clientes, el riesgo que implica su trabajo y la seguridad que impera en las calles, este criminalista tomó una decisión: evadir el reglamento y portar su arma, aunque no cuente con licencia.
Y es que aunque sabía que la ley no lo permitía, la situación sí la ameritaba por lo que Quintanilla Ruiz decidió hacérselo saber al Ejecutivo Federal un 29 de agosto de 2010, por medio de una carta con copia al Secretario General de la Defensa Nacional, general Guillermo Galván Galván, y al secretario de la Marina Armada de México, almirante Mariano Francisco Saynez Mendoza, donde explicó sus motivos.
El destinatario principal era el presidente Felipe Calderón Hinojosa, y el contenido de la carta inmediatamente provocó reacciones en Los Pinos.
Poco tardó para que este vecino del poniente de Monterrey recibiera, el 29 de septiembre de 2010, una carta de respuesta por parte del secretario de la Defensa, en la que en un tono muy sutil se le extendía una felicitación del Presidente por ser un ciudadano participativo, pero por el otro, se le exigía que no portara el arma hasta haber obtenido el permiso correspondiente.
“Recibo una comunicación muy atenta. El secretario de la Defensa me manda una carta conminándome a seguir los trámites y me hace saber cuáles son los ocho requisitos para porte individual de arma de fuego, los cuales de sobra se sabe, que desde hace muchos años es letra muerta en la ley”, dijo el licenciado.
Como respuesta, Quintanilla Ruiz envió un nuevo documento a la Secretaría, fechado el 30 de septiembre de 2010, en el que agradeció la respuesta a su carta, pero también cuestionó el proceso para obtener permiso, “porque es burocrático y sus requisitos son ambiguos, que no van acorde a la realidad actual del país”.
El intercambio de documentos se prolongó por casi dos meses. Conforme circulaban las cartas y correos electrónicos la tensión fue aumentado y el tono de la correspondencia dejaba de ser suave.
La discusión por medio de papeles finalizó el 14 de octubre, cuando elementos del Ejército llegaron al domicilio de Quintanilla Ruiz para interrogarlo, pero no lograron su cometido, ya que éste estaba fuera de la ciudad y fueron a una dirección equivocada.
“Después de un breve tiempo recibo la visita de dos camionetas del Ejército, de aproximadamente un contingente de 14 soldados que fueron a visitarme a mi anterior domicilio”, recordó Quintanilla Ruiz.
“Lamentablemente yo no estaba en casa cuando fueron los del Ejército. Me hubiera gustado saludarlos y preguntarles cuál era el motivo de su visita”, mencionó el regiomontano.
Esa fue la última vez que Quintanilla Ruiz tuvo contacto con los militares, pero más allá de desalentare, su lucha continuó.
TRABAS PARA
PERMISO DE ARMAS
Haciendo alusión a una estrofa del Himno Nacional mexicano, Quintanilla Ruiz mencionó que ha llegado la hora de que la población se arme para enfrentar la guerra que a diario se lidia en las calles, producto de la violencia e inseguridad.
“El propio Himno Nacional nos lo dice: ´piensa ¡oh patria, querida! que el cielo, un soldado en cada hijo te dio´.
“Ahorita el propio general secretario de la Defensa reconoce que hasta dentro de 10 años puede ser que logre controlar la situación de seguridad, y el propio presidente Calderón ha reconocido que él no ve el final, o sea, se están declarando incompetentes”, comentó Quintanilla Ruiz.
Y aunque su opinión es compartida por cientos de mexicanos, no es tan sencillo como se escucha, y es que comprar armas de fuego u obtener su permiso de porte son procesos desgastantes.
La primera vez que Quintanilla Ruiz intentó obtener un permiso para su revólver fue durante el sexenio de Luis Echeverría, cuando la encargada de expedirlos era la Secretaría de Gobernación (Segob), pero no obtuvo éxito.
Considera que aún existen lagunas legales que le impiden a los civiles adquirir permisos.
De acuerdo al Registro Federal de Armas de Fuego de la Sedena, los requisitos son ocho, catalogados por el criminalista como absurdos.
El primero de ellos: tener un modo honesto de vivir, requisito para Quintanilla Ruiz ilógico, pues cada persona modifica sus actitudes a su conveniencia.
“Las cartas de un ´modo honesto de vivir´ son por demás ilógicas, ya que cualquier individuo se impone las gracias a su favor que le venga en gana y las imprime en fin de cubrir este requisito”, enunció en uno de los tantos correos que intercambió con el secretario de la Defensa.
El segundo: carta de trabajo original, especificando puesto, antigüedad y percepciones.
“Como si la antigüedad, rango, nivel económico y comportamiento fueran garantía de estabilidad y honestidad”, indicó en el mismo escrito.
El tercero: copia de la cartilla del Servicio Militar cumplido. Documento que no garantiza que la persona tenga la capacidad para manejar armas.
“Es un requisito menor, aunque tampoco garantiza que haya cumplido sin faltas o que por esto sea diestro en el manejo de las armas de fuego”, indicó.
El cuarto, quinto, sexto y séptimo: presentar comprobante de examen médico, psicológico, toxicológico y carta de antecedentes no penales, los cuales resultan temporales, además de que pueden estar certificados por laboratorios de bajos escrúpulos que por una cantidad de dinero dan un resultado fraudulento.
El octavo: acreditar a criterio de la Sedena la necesidad de portar armas, requisito que cumple debido a los altos niveles de inseguridad de Monterrey y su oficio.
“¿Quién o quiénes determinan los criterios? Como si no fuera demasiado evidente la situación de guerra que estamos viviendo. De todas maneras, este último requisito lo salvo con el ejercicio de mi profesión, como criminalista de campo”, indicó en su escrito Francisco Quintanilla.
Estas peticiones anacrónicas y alejadas de la realidad actual mexicana, sirven a la Secretaría como excusa para negar los permisos
“Entonces para qué está escrita la ley en las letras muertas en donde dice que todo mexicano podrá portar un arma de fuego, siempre y cuando sea acorde a sus necesidades, a sus riesgos inminentes de su profesión y demás”, indicó el ex agente federal.
COMPRA
DE ARMAS
Aún con trabas, afortunados son aquellos que no tienen permiso, ya que comprar un arma es un proceso aún más tedioso que obtener un permiso.
La Sedena es la única dependencia autorizada para vender armas de fuego y solamente aquellas cuyo calibre sea menor al .380 están disponibles para los civiles.
Los interesados puede ingresar al portal oficial de la Sedena (www.sedena.gob.mx), en donde se muestra un catálogo de armas a las que el público puede acceder, mismas que en su mayoría son usadas para fines cinegéticos y deportivos.
Pero el inconveniente es que sólo hay un lugar en donde se pueden vender y es en las instalaciones de la Dirección de Comercialización de Armas y Municiones, ubicado en la Ciudad de México.
Lo anterior significa que forzosamente los interesados deben de dirigirse a la capital para hacer la compra del arma, la cual no se concretará en ese momento debido a que la dirección no cuenta físicamente con todas las armas que se exhiben en el catálogo o el mostrador.
“Usted va y la ve, la paga y se regresa porque ahí no hay armas. Tienen a la vista armas de muestra. El problema es que no las tienen disponible ya inmediato, usted la paga y se regresa a su lugar de origen”, mencionó el entrevistado.
De acuerdo con antecedentes que ha vivido el criminalista, la espera se prolonga hasta que arriben remesas de armas a la dirección de comercialización que acudan por su artículo, pero a la brevedad posible, ya que éstas pueden acabarse.
“Allá cuando les lleguen las remesas de armas, le hablan y le dicen que ya llegaron las armas, que vaya por ellas, pero que no se tarde porque es muy probable que cuando llegue ya no haya, porque están volando”, dijo Quintanilla Ruiz.
En ocasiones algunos de sus clientes han tenido que regresar con las manos vacías, debido a que las armas ya se agotaron, por lo que tienen que esperar a la próxima vez.
Pero ese es tan sólo el primero de los inconvenientes que encontró Quintanilla Ruiz. A su parecer otro gran error es la falta de aplicación de un examen psiquiátrico que compruebe que realmente se tiene la capacidad de comprar y portar un arma, mismo que no existe.
“Los patrones de conducta es lo primero que hay que revisar para poder asignar un arma a alguien. Tengo dos clientes que ya han hecho el trámite y no han tenido que presentar ningún examen, sólo muestran su cartilla militar y carta de antecedentes no penales. Ellos no llevan un control”, dijo.
Y es que en efecto el portal en Internet de la Secretaría no menciona la aplicación de ninguna prueba psiquiátrica o psicológica para los aspirantes a tener un arma.
Hora Cero solicitó una entrevista con elementos de la Sedena para conocer sus procesos de evaluación de interesados, pero hasta el cierre de la edición no se ha tenido respuesta alguna.
AMPARO
Miembro activo del grupo México Armado, este criminalista está aprovechando sus conocimientos en leyes para hacerle frente a la negativa de las autoridades a facilitar permisos para portes de arma.
A través de un amparo, que se promueve dentro de los primeros15 días tras la respuesta negativa de la Sedena, Quintanilla Ruiz puede promover este documento para que a pesar del rotundo “no” todo ciudadano interesado pueda portar su arma sin problema.
Hasta el momento este beneficio se está tramitando a dos personas, pero se tiene la capacidad para atender a los más de 60 mil integrantes de México Armado y demás interesados.
“Tenemos la preparación suficiente para tramitarse colectivamente o individualmente, pero en masa, el amparo”, mencionó.
Por medio de la empresa Programación Criminalística S.A de C.V, de la cual es director, todo civil interesado puede promover su amparo.
Necesarias o no, el tiempo será el encargado de dar el veredicto final sobre si las armas en posesión de civiles son la real solución para combatir la inseguridad. v