Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que en el mundo existen más de mil millones de personas con alguna discapacidad, de las cuales 450 millones sufren de alguna discapacidad psiquiátrica.
Las enfermedades mentales son trastornos psicológicos que alteran los procesos cognitivos, el carácter, las emociones o la facultad de reconocer la realidad.
El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) asegura que alrededor de 15 millones de mexicanos presentan alguna enfermedad mental; la cifra aumenta en todo el mundo conforme crece la violencia, las guerras, el consumo de drogas, los desastres naturales y la atención médica insuficiente.
Las personas con discapacidad son a menudo rechazadas a causa de estigmas sociales, aspecto más acentuado en los enfermos mentales.
Alma Silvia Rodríguez Pérez, investigadora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación y del Centro de Estudios Humanísticos de la UANL, realiza una investigación sobre el desarrollo de la inteligencia lingüística, enfocándose en el aspecto de la creatividad, con la finalidad de apoyar el proceso de rehabilitación en jóvenes con discapacidad psiquiátrica.
El proyecto basó su hipótesis en la llamada teoría de la neuroplasticidad cerebral, capacidad que tiene el cerebro para, en base a estímulos, adaptarse a cambios y modificar las rutas que conectan las neuronas. Desde esta línea de conocimiento se busca producir en los alumnos el proceso de neurogénesis, que permite regenerar circuitos neuronales en patologías con enfermedades neurodegenerativas; crear nuevas neuronas aún en personas adultas.
De esta manera inducen la regeneración neuronal para combatir enfermedades como esquizofrenia, trastorno bipolar, trastorno obsesivo-compulsivo y depresión mayor.
Con el apoyo de la Facultad de Psicología (FaPsi) y de la Asociación de Beneficencia Privada Ingenium, que brinda educación en salud mental a personas con enfermedades mentales y sus familiares, se realizó el primer taller que pretendía acercar a estas personas hacia la lectura.
Lanzaron una convocatoria abierta a la comunidad con la que se obtuvo una buena respuesta. Por medio de entrevistas, psicólogos de FaPsi evaluaron a los postulantes; uno de los requisitos fue que la persona se encontrara en una condición estable con ayuda de sus medicamentos.
“Mi idea fue acercarlos a la literatura, lograr que los alumnos sean concientes que son capaces no sólo de leer y escribir, sino también de desarrollar otras habilidades”, comentó en entrevista Alma Silvia Rodríguez.
Desde un inicio la cantidad de personas que acuden a los talleres fluctúa entre 15 y 20, pues se presentan ocasiones donde algunos alumnos atraviesan etapas de crisis y deben ausentarse por un tiempo. El rango de edad de los participantes ronda entre los 15 y 35 años, aunque también han acudido personas mayores.
Ninguno de ellos tenía antecedentes sobre escritura al momento de ingresar al taller, incluso a algunos los obligaron sus familiares a asistir.
Sin embargo, conforme avanzaba el tiempo, los resultados sorprendieron a la investigadora, por lo que sus estrategias se han modificado en función de enriquecer su método de enseñanza.v