El simple gusto de tener la camioneta mas vieja que se pudiera, llevó a Óscar González a adentrarse en el mundo de las antigüedades. De esta manera el ingeniero de profesión y anticuario por convicción se inclinó a este ramo que lo ha llevado a conocer más de nuestros antepasados.
Cartas de Vidaurri, una espada y un cuadro de Maximiliano, billetes del banco de Milmo, una cabeza reducida de los jíbaros y hasta acciones de una empresa petrolera regiomontana han pasado por las manos de este hombre que atesora cada objeto.
Desde hace 15 años el Ingeniero Mecánico Administrador se ha dedicado al negocio de las antigüedades, instalado en su local Tadeo Antigüedades, en el Barrio Antiguo.
“Empecé como coleccionista y por azares del destino empecé a vender lo que tenía, de ahí me fui para arriba hasta que dejé mi trabajo como ingeniero y me dediqué a las antigüedades.
“Cuando estaba joven, que empecé a trabajar, comencé instalando cortineros y necesitaba una camioneta. Junté un dinerito, mi papá era mecánico y le dije que me ayudara a comprar una camioneta, la más vieja que se pudiera; llegué a tener ocho camionetas y las guardaba en el taller, dejé el taller y me tuve que deshacer de ellas”, explicó.
Los antiguos vehículos de motor siguieron siendo su pasión, sólo que por cuestiones de espacio cambió a las motocicletas, que también atesoró durante un tiempo y después se deshizo de ellas cuando la euforia por las marcas Indian y Harley estaba en su apogeo entre europeos y estadounidenses, quienes las compraban como estuvieran para después repararlas y hacerlas alcanzar precios de entre 60 y 70 mil dólares.
Su día de trabajo comienza cada mañana cuando sale en busca de artículos que pudieran complementar lo que él ofrece, otros negocios del mismo tipo que el suyo o bien anuncios del periódico son los primeros objetivos en donde hurgar.
“Los artículos llegan de muchas formas, las mañanas las ocupo para andar buscando en los bazares más pequeños, con la gente que se anuncia en el periódico o ya tenemos gente que se dedica a andar recogiendo en las calles y andar buscando cosas.
“Regularmente compro primero y ya después investigo qué es, me voy por lo que me gusta, yo digo ´si lo compré yo debe de haber alguien más que también tenga que comprarlo´”, dice.
Tras observar la pieza y suponer para qué puede servir o a que época puede pertenecer, empieza a hilar su procedencia, de esta forma ha dado con documentos históricos, mapas de la Revolución, pinturas coloniales de 1500 ó 1600.
“He vendido desde fotografías hasta roperos, de todo. Sólo con cosas prehispánicas no me meto porque son propiedad de la nación. En una ocasión me llegó una cabeza reducida de los jíbaros de Brasil, la verdad si yo todo lo que he comprado lo hubiera juntado no hay museo que me llegara a todo lo que ha pasado por mis manos”, señaló entre risas.
El mercado de las antigüedades es muy volátil ya que aunque hay piezas más solicitadas que otras, a veces pasan años sin que estas se muevan. En su caso considera que lo que más demanda tiene en su negocio son las planchas, las imágenes de la Virgen de Guadalupe y las fotografías de niños muertos que siempre tiene encargadas.
“La gente también me pregunta que cada cuando me llegan las cosas, y pues bueno yo todos los días salgo a buscar y pues a veces llego sin nada y aveces si me traigo o un bastón, un sombrero, lentes, unos nunca sabe que se va a encontrar.
“La virgen de Guadalupe es la más buscada, tuve una de 1700 y la vendí a un particular, de manuscritos seguido me caen de la época de la Revolución, de Vidaurri, decretos, billetes del banco de Milmo que nunca salieron a circulación y llegué a vender tres en 75 mil pesos. En una ocasión conseguí una espada que después de andar investigando encontré que era española de 1524, nosotros hablamos de algo antiguo de la época de la Colonia para acá”, detalló.
Sin embargo, explicó que hay mucha diferencia en cuanto a las antigüedades ya que hay piezas con más de 2 mil años pertenecientes al viejo mundo y las más recientes pertenecientes al nuevo mundo.
Dentro de su catálogo de clientes este anticuario tiene de todo, desde coleccionistas, decoradores, personas que buscan candiles o puertas para restaurar una casa, hasta museos de la región.
“Los museos son clientes nuestros, por ejemplo el Museo del Noreste empezaron a buscar piezas de la región desde herramientas, artículos de cocina, libros, materiales de forja y todo lo que sea característico del noreste lo compran, ahorita les acabo de llevar unas acciones de una empresa petrolera en Monterrey que se llama compañía petrolera en Monterrey y viene sellado y timbrado y pues me llamó la atención.
“Le he vendido al museo del Blanqueo de Santa Catarina, al Museo Metropolitano, al Museo de San Nicolás, al del Palacio, al de Historia Mexicana y pues ahorita el que más está comprando es el Museo del Noreste”, dijo.
De sus clientes coleccionistas hay uno en específico que gusta de piezas de Maximiliano, a quien le vendió una pintura en donde aparece con Carlota y una espada, objeto que también consiguió junto con el cuadro. El propietario de Tadeo Antigüedades también tiene sus colecciones, entre las que se encuentran alhajeros, bolsas y teléfonos.
“Hay cosas que de repente me caen y no las vendo, son cosas que me gustan y me quedo con ellas un tiempo y luego ya vuelven a la circulación, como que las disfrutas, por ejemplo, un grifo que es un dragón tallado en madera que aparenta estar sujetando un espejo, esas son las piezas que más me gustan y la tengo en mi casa.
“También colecciono alhajeros tallados a mano porque me regaló uno mi abuelita, teléfonos, bolsas de dama del siglo pasado, perfumeros de bolsillos, motocicletas de juguete y planchas que tienen más de 600 años”, señaló.
Cada espacio de su local parece sacado de un mundo diferente, fotos, relojes, lámparas, cabezas gigantes y muebles pueden verse compartiendo espacio en este local que ha venido desde dedales de cinco pesos, hasta pinturas de 300 mil. v