El escuchar en la televisión que los casos de Influenza A H1N1 se multiplicaban, era una situación que veía muy lejana la familia Quirino Bolaños, incluso confiesa Martha que les pasó por la mente que era una mentira.
Sin embargo, a finales de agosto, Mario presentó tos, pérdida de apetito y la evolución rápida de los síntomas en tan sólo unas horas, lo que los llevó a considerar que posiblemente esta nueva cepa se había albergado en el cuerpo del joven de 15 años de edad.
“El 28 de agosto llegando de la prepa me enteré que varios amigos de la prepa tenían síntomas de la Influenza y no los dejaron entrar, y ya en la tardecita empecé con tos pero muy leve, ya más noche fuimos a un restaurante porque íbamos a celebrar a mi hermana y yo no tenía mucho apetito, pero al día siguiente ya amanecí con mucho dolor de cabeza y fiebre”, recuerda Mario Quirino.
La primera reacción de su madre fue tratar de aliviar los síntomas con algunos de los medicamentos que tiene en el hogar, aunque optaron por acudir a un centro de salud particular en donde inmediatamente lo mandaron a hacerse la prueba de la Influenza.
Tras tener en sus manos los resultados positivos, la nueva tarea era buscar el medicamento, y es que en la farmacia del nosocomio no estaba en existencia, incluso recuerda Martha, su padre tardó un día en poder conseguir un frasco de esta fórmula.
El aislamiento total fue una de las recomendaciones que el médico emitió, por lo que los Quirino Bolaños acordaron que Mario permaneciera en un cuarto solo, mientras que su madre sería la única que ingresaría para atenderlo.
“Estuvo aislado, con tapabocas, le dijeron que de preferencia se bañara de dos a tres veces al día y que cada cosa que tocara se lavara las manos y usara el gel antibacterial.
“Mi mamá era la única que entraba y salía, pero en ese tiempo todo lo que usábamos era desechable y todo lo tiramos por que había que tener mucha higiene, incluso ella también traía guantes y tapabocas”, recuerda Martha.
Dos semanas después el estudiante de la preparatoria 22 regresó a consultar, ya que la indicación del médico fue que regresara a la clínica un día después de que pasara la fiebre. Aunque para Mario fueron dos semanas muy largas, los doctores le dijeron que su evolución había sido muy rápida, ya que en algunos casos la enfermedad hace que los malestares se prolonguen por tres semanas o más de un mes.
“Nos preocupamos mucho cuando mi hermano le dijo a mi mamá que se sentía mal; ella fue por un medicamento, pero antes de dárselo se le vino por la mente la Influenza y mejor lo llevamos a consultar”, dijo Martha.
Cuando empezó a decirse todo esto de la Influenza nosotros pensamos que era puro rollo, pero después nos dimos cuenta que era verdad y hay que cuidarnos mucho.
“Todavía seguimos con las medidas de higiene, para nosotros todo ha cambiado, cualquier cosa que agarramos nos lavamos las manos, nos ponemos gel antibacterial, nos bañamos dos o tres veces al día”, explicó la joven.