por José Luis Esquivel
Jacobo Zabludovsky es una de las figuras capitales en la vida mexicana de nuestro tiempo, dotado de una gran inteligencia periodística, amplia cultura y sensibilidad humana, y que ya se ha convertido en leyenda por su larga trayectoria, colmada de logros y diatribas, en los medios de comunicación de masas más importantes en nuestro país, y también por ser un experto en la tauromaquia y en el tango argentino.
Pero el “güerito”, como se le conoce popularmente –nacido en el barrio de La Merced en 1928– no solamente sigue transmitiendo noticias diariamente de 1 a 3 por Radio Centro, sino que también él es noticia, pues no cualquiera, a su edad, sigue recorriendo el mundo con el micrófono en la mano y con su agudeza mental, como ahora que anuncia su presencia en los Juegos Olímpicos de Londres, al lado de otro experimentado periodista deportivo como lo es José Ramón Fernández.
Mientras otros, mucho antes de los 80 años, ya están pensando en el retiro o en la muerte, este periodista da ejemplo de enjundia y hace ya maletas para embarcarse a la sede de esta competencia internacional que exige una enorme energía y viveza para reportearla y comentarla día a día.
Durante los 17 días que seguirán a la inauguración de las Olimpadas el 27 de julio, Zabludovsky se instalará en el estudio Winston Churchill –como lo ha hecho otras veces desde el Tabaco y Oro de Madrid–, para dejar oír su voz en el popular programa radiofónico “de 1 a 3”, que cumplirá 10 años al aire el próximo 1 de septiembre, cuando inició el camino de las transmisiones durante el primer informe presidencial de Vicente Fox en 2001.
“El nombre se lo puso Carlos Aguirre”, comenta el veterano periodista, quien platica que no estaba muy convencido de aceptar la propuesta de trabajo por razones personales y porque “le hacía ruido” tener un programa de radio después de tantos años en la televisión y además no quería desplazar a nadie.
Obviamente venía de triunfar en el programa estelar de Televisa “24 Horas”, donde durante casi 30 años recogió simpatías y antipatías así como amigos y enemigos, de modo que se resistía a regresar a sus inicios en radio como cuando era joven.
“Pero la familia Aguirre me convenció, y a dos años de dejar Televisa ya estaba encaminado en lo que ha sido para mí un placer cotidiano por la cercanía con un público tan especial desde aquel 1 de septiembre de 2001”, enfatiza. “También me atrajo la nueva amistad con Enrique Galván Ochoa, quien venía de La Jornada, y había sido director de diarios en Tijuana y San Diego”.
La única condición que puso fue que no hubiera ninguna orientación. Y le han cumplido hasta la fecha, según dice en cada entrevista.
PERIODISTA POR VOCACIÓN
Y revivió sus ansias de periodista joven, incubados en su mente desde los 15 años de edad (1943) cuando, después de asistir al Teatro Colonial a ver al popular “Palillo”, de regreso a su casa se encontró en la calle 16 de Septiembre un incendio en la tlapalería La Sirena, donde murieron 8 bomberos, lo cual hizo que tomara nota del suceso, pues el edficio se derrumbó estrepitosamente.
Con su credencial de locutor del año 1944, trató a figuras históricas como la actriz Yolanda Mérida en la XEX, y a los 18 años se inscribió en la escuela de Leyes de la UNAM donde disfrutó mucho encontrar de nuevo al filósofo Eduardo García Maynes, quien había sido su profesor de Ética en la preparatoria y luego de Introducción al Derecho y, en el último año, de Filosofía del Derecho.
Al mismo tiempo reafirmó su paso por el mundo de la información del que no ha salido, pues su primer puesto de ayudante de redacción de la cadena Radio Continental lo ayudó a consolidar su vocación, ya que al año siguiente sería subjefe de noticieros de la XEX, por eso en los 50 años de fundada esta estación los festejos el 30 de octubre de 1997 avivaron la nostalgia de Jacobo, al ser homenajeado por sus compañeros.
“El primer trabajo fijo en la XEX me lo dio el reportero de radio más reconocido de la época, Alonso Sordo Noriega, por quien guardo un respeto profundo y lo sigo poniendo de ejemplo a las nuevas generaciones”, insiste con firmeza.
Amigo de Miguel Alemán Velasco, estudiante también de Derecho en la UNAM e hijo del presidente Miguel Alemán Valdés (1946-1950), el nuevo periodista aprovechó ese contacto para llegar al periodismo escrito en varios medios, especialmente el diario alemanista Novedades (puesto a nombre de la familia =’Farril), destacando por sus columnas “Clepsidra”.
También fue gran amigo de otro enorme periodista mexicano, José Pagés Llergo, fundador en 1953 de la revista Siempre!, donde Zabludovsky se dio a conocer con sus artículos y reportajes como un observador perspicaz y muy enterado de la política nacional y las relaciones internacionales.
Hombre de una charla amena y fino trato, era asiduo a las reuniones en la cantina de don Florentino, en Guerrero y Matamoros, y en esa esquina de la ciudad de México hizo grandes amigos y tejió datos de grandes reportajes, antes de la ampliación del Paseo de la Reforma. “Ahora la cantina está en la colonia Guerrero”, apunta muy ufano.
Jacobo presume en su historial la serie de entrevistas y reportajes desde Cuba en las primeras horas del 1 de enero de 1959, siendo testigo del triunfo de Fidel Castro al inicio de la revolución que marcó, como ninguna otra en el siglo XX, un cambio en la política interamericana.
Jacobo mantiene en el borrador de sus memorias inéditas, que anticipa dará muy pronto a la luz pública, un conjunto de grabaciones invaluables que se transmitieron originalmente por la XEW con la voz de Castro, Che Guevara y otros protagonistas del suceso que daría nacimiento a un régimen comunista que, contra todos los pronósticos, ha rebasado el medio siglo.
Pero también está ahí descrito su paso por el gobierno al ser coordinador de radio y televisión de la Presidencia de la República durante el sexenio de Adolfo López Mateos, y consejero de la dirección de prensa presidencial bajo Gustavo Díaz Ordaz, justamente al graduarde tardíamente de abogado en 1967.
Sus libros “La conquista del espacio”, “Charlas con pintores”, “Siqueiros me dijo” y “Cinco días de agosto” dan pie a encontrar infinidad de materiales para hablar largo y tendido sobre Jacobo, pero sobre todo para destacar el mérito de haber sido obra suya en 1950 el primer noticiario de la televisión, patrocinado por General Motors, como lo sería el cinematográfico “El mundo en marcha”.
Inolvidable son todavía hoy para las primeras generaciones de televidentes las emisiones periodísticas “Primera plana”, “Telemundo”, “Hoy domingo” y el cotidiano mañanero “Su diario Nescafé” en Telesistema Mexicano, lo cual llevó al sagaz Zabludovsky a concretar el proyecto informativo de la familia Azcárraga, embelesada con el entretenimiento de la TV y que gracias a él viró su mirada también al poder de la difusión noticiosa, a partir de 1972, con Televisa.
Acusado de la enorme manipulación informativa, se defiende ahora atribuyendo las decisiones a los dueños de la TV y al sistema en que operaban los medios en tiempos del partido hegemónico y presidencialista, además de tener argumentos para derribar el descrédito que le causó no tener éxito en Estados Unidos cuando Azcárraga quiso hacer de Eco y de “Contrapunto” un imperio noticioso y de opinión.
EN ESPERA DE SUS MEMORIAS
Todo lo abordará a plenitud en sus futuras memorias, pero lo que más desea que trascienda es haber superado la operación de una hernia hiatal, a los 80 años de edad, y la aparición de melanomas en el rostro, además de señales cancerígenas en la próstata, en los brazos, en la axila y en los ganglios linfáticos.
“Por eso me deben estar haciendo un examen general cada tres meses, porque a estas alturas del partido uno no puede confiarse”, comenta con cierto sentido del humor para apuntar su optimismo de una larga vida, dados los antecedentes de su familia longeva, de modo que acostumbra decir en las entrevistas en son de broma: “Hay Jacobo para rato. Por eso les pido que pongan en su agenda que asistirán a mis 100 años el 24 de mayo de 2028”.
Y sí, parece un joven todavía por su vitalidad y su arrojo como periodista. “Es que nunca he hecho otra cosa y como no me cuesta mucho, porque le encontro un gran placer, pues aquí me tienen todavía”, asienta, al asegurar que pondrá su mejor esfuerzo ahora que transmita los Juegos Olímpicos desde Londres.
Lector insaciable que vive su día a día entre unos 6 mil libros en su oficina más lo que tiene en su biblioteca personal, Jacobo recomienda a los nuevos periodistas no perder jamás el hábito de la lectura ni frenar el impulso de este hermoso oficio: “El día que creas que ya hiciste todo, entonces chupaste faros y no hay más que decir”, reitera animosamente.
Y no deja de ponderar la obra de Gabriel García Márquez, su amigo que lo invitó en 1982 a Estocolmo, cuando el colombiano recbió el Premio Nóbel de Literatura, y pide que todo buen periodista ha de hurgar en los antecedentes del autor de “Cien Años de Soledad” así como de otros grandes periodistas-escritores como Ernest Hemingway y Ryzard Kapuscinski.