
Don Chuy era un hombre deportista, esposo y padre de familia. Para quien lo ve ahora resulta difícil entender que es el mismo que alguna vez juró amar y proteger a María Teresa Vázquez, con quien se casó hace seis años, luego de haber vivido juntos 13 años, y con quien tenía planeado pasar el resto de su vida.
En cierto modo, don Chuy está pasando su existencia al lado de la mujer de la que se enamoró, sin embargo, no sabe que ella está junto a él todos los días, que lo baña, lo cambia, que le sigue entregando tanto o más amor que cuando contrajeron matrimonio.
Y es que después de un derrame cerebral don Chuy quedó en estado comatoso. Nadie sabe si alguna vez despertara y mucho menos tienen idea de las consecuencias, pero su mujer está al pie del cañón por si algún día la reconoce y recomienzan sus vidas justo donde las dejaron.
“Voy a relatar la vida de un hombre que cambió la mía, unimos nuestros caminos hace años, llenos de proyectos, sueños, hicimos planes juntos: veríamos crecer a los hijos, envejeceríamos uno al lado del otro”, dice Vázquez.
Los planes no se cumplieron, en determinado momento, sus caminos se separaron de una forma, aunque ella se aferra a la esperanza.
“Mi esposo sufrió un derrame cerebral, eso no estaba en los planes, sigo sin comprender por qué le sucedió a él”, expresa, “era un hombre que no tomaba, no fumaba, acostumbraba ejercitarse todos los días, cuidaba su alimentación: nada de grasas, picantes ni comida muy condimentada”.
Los recuerdos vienen a la mente de Vázquez, quien es egresada de la Facultad de Ciencias de la Comunicación. Duele cuando llega al punto en que rememora la vida al lado de don Chuy.
“Nos gustaba ir al cine, reunirnos con nuestras amistades, salir con los hijos, escuchar música, ir a la iglesia de nuestra comunidad cristiana. Era muy bromista, actualmente está jubilado por la UANL”.
Es una mujer que aprendió a lidiar con las piedras en el camino. Cambió el miedo por el valor y la incertidumbre por la fuerza, aunque a veces sienta que no puede más.
En lugar de lamentar su suerte, prefiere viajar a aquel punto cuando sentía que nada malo le iba a suceder porque tenía el apoyo de su esposo, quien le dejó grandes enseñanzas, aunque quizá la mayor sea la de ahora: continuar luchando, aunque nunca se tenga la certeza del mañana.
“De él aprendí a ser paciente. Cuando algún hijo se enfermaba, siempre me decía: ´El niño se siente mal, no te desesperes, ahora es cuando más necesita de tu cariño´.
“Hoy lo atiendo con la misma dedicación con la que atendió a nuestros hijos cuando se enfermaban”.
Su matrimonio, recuerda, era como cualquier otro, con pleitos, diferencias, mas nunca se insultaron; prevalecía el respeto, ante todo.
“Parecía que todo marchaba bien hasta que sucedió lo que nunca imaginé”.
“Señora, su esposo sufrió un derrame cerebral, no hay nada qué hacer, es cuestión de horas para que fallezca. Mejor vaya a su casa a arreglar sus papeles”, le dijo el médico luego de que don Chuy fue llevado inconsciente a la sala de emergencias del hospital.
Vázquez revela que en aquel momento se preparaban para salir. Él entró a bañarse y nunca salió de la regadera por su propio pie. Cuando ella notó que había pasado demasiado tiempo, entró a averiguar qué sucedía y lo encontró desfallecido en el piso.
“Las palabras del doctor son las más crueles que he escuchado en toda mi vida. En ese momento mi mente se bloqueó, no podía creer lo que acababa de escuchar, rompí en amargo llanto, no sé si por la fatal noticia o por la forma tan fría y cruel con la que me notificaron el estado de salud del compañero de mi vida”.
Don Chuy permaneció internado un mes y contrario a todo pronóstico médico ha sobrevivido. El 28 de julio cumplirá seis años postrado en cama.
Enfrentando
el destino
Vázquez se acostumbró, pero no se ha resignado a ver a don Chuy en cama. Aunque estable, sabe que cada día se deteriora más.
“Está muy delgado, pesa aproximadamente 47 kilos, su piel es tan delgada que ya no lo rasuro por miedo a cortarlo; le recorto la barba con tijeras”, explica sobre el aseo diario, “al bañarlo ya no tallo su cuerpo porque en seguida se le rompen pequeños vasos sanguíneos y le aparecen moretones en el cuerpo.
“Está tan delgado que la sonda que le colocaron del cerebro a su estómago se nota bajo la piel, a simple vista”.
La situación se agrava cuando la petición de ayuda no encuentra eco en ninguna institución.
“No hay sensibilidad para este tipo de males; toqué puertas pidiendo ayuda y no la encontré, los ahorros se acabaron, las pocas joyas de oro que tenía sirvieron para solventar algunos gastos generados por su estado de salud”.
Las instituciones, asegura, le negaron ayuda ya que su situación no era de extrema pobreza y los programas de apoyo están diseñados para familias de muy escasos recursos. Como tenía un trabajo estable y servicio médico por eso, ni ella ni don Chuy eran candidatos a recibir ayuda.
“Sí, todo eso era verdad, pero lo que no toman en cuenta (las instituciones) hasta hoy es que los gastos generados por este tipo de males rebasan todo bolsillo y agravan la economía familiar”.
Vázquez no encontró institución que se tocara el corazón para ayudar, pero sí muchas personas que quieren lucrar con la desgracia ajena.
“La ambulancia cobraba, hasta hace un año, 800 pesos por transportar a mi esposo al hospital o a sus consultas”, comenta, “la renta de la camilla que ocupaba comenzaba a correr después de cierto tiempo; hay quienes quieren cobrar hasta el clima de la unidad que sirve como transporte”.
¿Cómo se vive así?
Gracias a su fe y a la fortaleza espiritual, Vázquez agradece a Dios cada día que se convierte en un reto para ella y para don Chuy, aunque él no se dé cuenta de que es una meta alcanzada y él no lo sabe.
“Yo vivo dando gracias a Dios día a día, tratando de rescatarme de la tristeza, la amargura, la desesperación y el sentimiento de soledad; en estos casos uno tiene que estar bien para que todo esté bien (hijos, hogar, trabajo y todo lo que te rodea). Si estoy mal, entonces todo va a estar mal”.
A pesar de su fortaleza y empuje sólo tiene un gran temor: que de repente su esposo se vaya sin estar ella presente.
“No es que esté pensando todo el tiempo en eso, pero sí es un temor latente… al mismo tiempo callado, frío, que me roba la calma”.
Cada que recibe una llamada de su casa, el corazón le da un vuelco porque imagina una escena funesta.
“Me asalta el peor pensamiento que pueda tener… la muerte de mi esposo”, dice.
Por sus hijos, por ella y porque sabe que a don Chuy no le gustaría verla caída, saca fuerzas y alienta a sus hijos para que salgan adelante.
“No ha sido fácil para mí… me imagino que para nadie que está en la misma situación que yo; me he enterado de otros casos y están igual o peor.
“No sé si existe algún registro con la cantidad y lugares en que viven este tipo de pacientes, la verdad lo dudo, nadie voltea a vernos, no hay quién se preocupe, cada uno nos rascamos con nuestras propias uñas porque aunque quiera uno ayudar a los demás, simplemente no se puede”.
El caso de don Chuy se ha visto involucrado, incluso, en la política.
“(Los políticos) Se aparecen para pedir tu voto, prometen enviarte ayuda con médicos, pañales y medicamentos, pero pasan como los cometas cada cierto tiempo y no regresan ni envían lo prometido”.
Medio muerto
o medio vivo
Al principio, señala Vázquez, pretendió evadir la realidad. En lugar de enfrentar la situación cayó en la amargura, el llanto, el coraje y simplemente se acobardó.
“La vida me había jugado una mala pasada. De repente me encontré sola, semiviuda, con dos hijos pequeños y un esposo, no sé si medio muerto o medio vivo, ya que el estado en que quedó no era nada alentador (como no lo es ahora)”.
Ante el panorama sombrío que Vázquez visualizaba, se sentía un poco aliviada cuando los médicos aseguraban que don Chuy no amanecería.
“Me dijeron que era cuestión de horas para que muriera, el derrame cerebral que había sufrido era tan grave que no había ni la mínima esperanza de sobrevivir”.
A casi seis años, los médicos no se explican cómo está vivo.
Con el paso de los años transformó la incertidumbre, el miedo y las dudas en valor y coraje.
“Hoy, a diferencia de hace tiempo, enfrento la situación y estoy luchando por darle una mejor calidad de vida, consciente de la gravedad en la que quedó”.
Y es que a pesar de su estado don Chuy le está dando un ejemplo de entereza y fuerza.
“En la consulta, le pregunté a un médico: ´Doctor, ¿qué hago si se agrava su estado?´. Él me contestó: ´Señora, él quedó grave, más grave no puede estar. No sé cómo está vivo, en cualquier momento puede morir’”.
En el peregrinar que implica tener a un ser cercano enfermo, posiblemente tratando de encontrar una cura a la enfermedad, Vázquez se ha topado con diferentes médicos; la mayoría de ellos insensibles.
“En lugar de infundir ánimos le bajan a uno la moral, he procurado ignorar este tipo de comentarios y no alimentar mi alma con ellos para no envenenar mi pensamiento. Ayudas como ésta mejor las hacemos a un lado.
“Tal parece que los doctores se olvidan que nosotros nos volvemos más sensibles y vulnerables”.
Al principio, indica, la hicieron sentir la mujer más desgraciada sobre la Tierra.
“Pensaba que mi esposo moriría en cualquier momento por falta de apoyo, lo único que aliviaba mi tristeza era la visita de amistades; llegaban con palabras de aliento, pañales, despensas y una que otra ayuda económica”.
Al pasar las semanas todas estas personas se fueron cansando de apoyarla.
“Poco a poco se fueron espaciando las visitas, hasta que un día ya no llegó nadie a mi casa, me quedé sola frente a mis miedos y necesidades”.
Pero no reprocha ni echa en cara a los demás su actitud.
“Es entendible que las personas se cansen de ayudar, todos tenemos nuestros propios problemas, agradezco a todas esas almas buenas que me apoyaron con oraciones, visitas al hospital o a mi casa; a quienes pellizcaron del gasto familiar para llevarme algo de despensa y pañales, a quienes me dieron palabras de aliento, a todos ellos muchas gracias”.
Esperanza
“Su esposo morirá antes del amanecer”, le dijeron hace casi seis años.
Sin embargo, don Chuy se aferra a la vida, como Vázquez se aferra a la esperanza.
“Es lo que la sostiene a una, aún y cuando te dan el peor pronóstico te aferras a la esperanza, la abrazas, clamas a Dios con fe, Dios se convierte en tu esperanza y no importa que los médicos diagnostiquen lo peor, tú tienes la fe que es más grande y poderosa que cualquier enfermedad y diagnóstico”.
Reconoce que la esperanza es la que la mueve día a día para luchar por su esposo.
“También tengo a mis hijos y mi madre anciana. El día que no tenga esperanza es porque ya habré muerto”.
Pero no se ciega por la fe, sabe que recuperar a su marido al 100 por ciento ya es prácticamente imposible.
“Su salud se ha deteriorado en gran medida, hace poco amaneció con una mano hinchada y un gran moretón en ella, he de hacerle estudios, para descartar problemas en riñones”.
El destino de don Chuy está en manos de Dios, expresa Vázquez con resignación.
“No sé cuánto tiempo más me lo deje Dios, pero mientras esté conmigo seguiré con la esperanza de un mejor mañana para él, para mis hijos y para mí”, expresa.
“Le pido a Dios que no permita que nada me robe la sonrisa porque es el único regalo que tengo para los que me rodean.
“Que nada me robe la valentía y el coraje de seguir adelante porque es el ejemplo que dejo a mis hijos. Que nada me robe la ESPERANZA porque ese día habré muerto”.
Su nombre o el de su esposo no importan, dice.
“Es lo de menos, porque mi caso es uno más entre tantos ignorados por las instituciones médicas, gubernamentales o de beneficencia”.
Síntomas de un derrame cerebral
Los síntomas dependen del área del cerebro afectada, sin embargo, las señales de alerta son las siguientes
- :: Entumecimiento agudo, debilidad o parálisis en el rostro, en algún brazo o pierna, lo más común es que esto ocurra en un solo lado del cuerpo.
- :: Cuando una persona no puede levantar ambos brazos a la vez por encima de la cabeza, o si no puede sonreír normalmente, puede estar sufriendo un derrame cerebral.
- :: Una inesperada pérdida del equilibrio, mareos, falta de coordinación motriz.
- :: Disminución de la visión, visión doble o bien visión borrosa en uno o ambos ojos.
- :: Dificultad para estructurar, expresar o entender enunciados simples.
- :: Aparición inesperada y sin motivos de fuertes dolores de cabeza, que a su vez pueden estar acompañados de vómitos.
¿Qué es un derrame cerebral?
Es también conocido como “ataque al cerebro” y se produce cuando se corta el suministro de sangre y oxígeno a las células cerebrales que controlan las funciones básicas tales como hablar, caminar o respirar.
- :: Cada año, los derrames cerebrales afectan a 6.22 millones de personas en el mundo. En México según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), se encuentra dentro de la 10 primeras causales de muerte e invalidez grave y prolongada en los adultos.
- :: Para personas de más de 55 años de edad, el riesgo de un derrame cerebral es mayor que 1 en 6. De hecho, es la tercera causa de muertes en Norteamérica y la causa número uno de discapacidades.
- :: La mayoría de los derrames cerebrales ocurren cuando las arterias son bloqueadas por coágulos, placa u otros depósitos grasos. Algunos derrames ocurren cuando partes débiles en las paredes de los vasos sanguíneos se rompen y, a su vez, rompen las arterias. El tejido cerebral necesita un constante suplemento de oxígeno y nutrientes para funcionar correctamente. Cuando éste deja de recibir oxígeno durante un derrame cerebral, este tejido comienza a morir.
Tipos de derrames
De acuerdo a los últimos reportes de salud, existen diferentes tipos de apoplejías o derrames cerebrales.
- :: Isquémico: Es ocasionado por una obstrucción arterial y representa alrededor del 85 por ciento de los derrames cerebrales.
- :: Trombótico: Se forma un trombo (coágulo de sangre) en una arteria del cuello o del cerebro, esto ocurre por la acumulación de materias grasas, llamadas placas, en dichas arterias.
- :: Embólico: Se produce una obstrucción a causa de coágulos sanguíneos que se forman en otras partes del cuerpo (generalmente en el corazón) y se desplazan hacia el cerebro.
El problema suele originarse cuando las dos cámaras superiores del corazón (aurículas) laten a un ritmo anormal (fibrilación auricular), ocasionando que se formen coágulos. - :: Hemorrágico: Se refiere a un derrame de sangre. Este tipo de derrame cerebral es ocasionado por la ruptura de una arteria en el cerebro o en su superficie. Dichas rupturas pueden ser causadas por un aneurisma (presencia de una zona delgada o débil en una pared arterial) o por una malformación del sistema vascular del cerebro.
- Las hemorragias pueden ocurrir en el cerebro propiamente dicho, o bien en el espacio existente entre éste y su capa protectora externa. Este tipo de derrame representa alrededor del 15 por ciento de los casos.
- :: Accidente isquémico transitorio: También llamados “miniderrames”, son breves episodios (suelen durar unos pocos minutos) de síntomas similares a los de un derrame cerebral. Su causa es una disminución temporal de circulación sanguínea en una parte del cerebro, y no dejan secuelas duraderas evidentes.