Por el universal
Después del entusiasmo que provocó su designación como compañera de fórmula de John McCain para disputar el voto femenino, el pasado de Sarah Palin, ex aspirante a miss Alaska y actual gobernadora de ese estado, amenaza con convertirse en un peligroso bumerán que podría no sólo mancillar la reputación de héroe de guerra de McCain, sino sepultar sus aspiraciones presidenciales.
Presentada como la candidata ideal, capaz de arrebatarles a los demócratas la bandera de la defensa de los derechos de las mujeres, Palin se ha convertido en lo que algunos periodistas, estrategas y delegados del partido ya definen como “la tormenta perfecta”, por el grado de incertidumbre y peligrosidad que ha traído a la campaña.
“Me temo que tendremos un periodo de sorpresas e interrogantes. Pero quizá la más importante será saber: ¿hasta qué punto conocía realmente McCain la vida de su compañera de fórmula?”, comentó Priscilla Rakestraw, delegada por Delaware y miembro del Comité Nacional Republicano.
El pasado de Palin se ha convertido en objeto de un intenso debate entre los delegados del Partido Republicano. Las versiones que apuntan hacia un proceso de selección apresurado y descuidado se han acumulado en el curso de las últimas horas mientras el propio McCain defiende la elección de Palin como exhaustivo y meticuloso.
“El proceso de selección fue completamente minucioso y yo estoy contento con los resultados”, aseguró McCain al restar importancia al alud de dudas y críticas que ha creado Palin tras revelarse el embarazo de su hija Bristol, de 17 años.
Sin embargo, las seguridades de John McCain contrastan con los detalles de una biografía llena de claroscuros que varios medios de comunicación —entre ellos The New York Times y The Guardian—, se han encargado de ventilar para poner en entredicho lo idóneo de la candidatura de Palin y el buen juicio del virtual candidato del Partido Republicano.
Al conocerse su elección, Sarah Palin era el retrato de una mujer dinámica y enérgica que había sido capaz de compaginar su carrera política con su rol de madre de cinco hijos. Su pasado como hija de un modesto profesor de educación física, como ex aspirante a miss Alaska y reportera de programas deportivos en una estación de televisión de Anchorage, le imprimieron un carácter inédito a su candidatura, hasta que detalles de su biografía, menos gratificantes, comenzaron a emerger.
Por ejemplo, su antigua pertenencia al Partido Independentista de Alaska —una organización que pugna por la secesión de ese estado, aunque la autoridad electoral de la entidad aclaró que el militante fue su esposo, Todd Palin, en 1995 y en 2000— o su coqueteo con el mundo de las drogas en sus años de estudiante.
Y, más recientemente, las acusaciones que pesan sobre ella por un caso de abuso de poder en la ciudad de Anchorage o sus presuntos vínculos con el senador por Alaska, Ted Stevens, acusado de siete cargos criminales en Washington.
Hasta tal punto se han multiplicado las revelaciones que el mercado de predicciones políticas por internet Intrade calculaba en 12 por ciento de posibilidades de que Palin acabe retirando su candidatura.