Ha estado técnicamente muerto en tres ocasiones. Nació en Bogotá y lleva en Washington, DC, desde los 16 años. Tiene 74, ha estado casado tres veces y tiene cinco hijos. Ha sido periodista durante 44 años, principalmente en la cadena Univisión, de la que se acaba de retirar. Fue Productor Ejecutivo del Noticiero Nacional, reportero, Productor Ejecutivo del programa político semanal Temas y Debates y productor en Washington.
Por Pablo gato
Washington.-
“Señor Sánchez, usted debería de estar muerto”. Esta fue la frase lapidaria que escuchó Pablo Sánchez cuando vio a su cardiólogo en el pasillo del hospital, en 1997. El médico caminaba por los corredores del centro hospitalario mientras observaba con atención los últimos partes médicos de los pacientes a su cargo. Al leer el informe respecto a Pablo Sánchez, temió lo peor. Sin embargo, al levantar la vista lo vio frente a él. Impactado, el doctor sólo fue capaz de articular esas palabras.
Sin embargo esa fue sólo la primera vez que Pablo burló a la muerte. Lo hizo en otras dos ocasiones. Sus médicos afirman que es la única persona que conocen que ha estado técnicamente muerta tres veces. En total, Pablo Sanchez ha estado 97 minutos en las puertas del más allá. No obstante, este veterano periodista tiene muchas historias más que contar y lo hace, como siempre, sin filtros.
> ¿Quién es Pablo Sánchez, el periodista?
Un tipo con tremenda suerte. Llegué tarde al periodismo. Ya tenía treinta años. Estaba casado y con dos hijos. Durante el día trabajaba en una tienda de ropa de lujo para hombres y por la noche era el manager de un 711. No fue fácil. Estudiaba Historia en la universidad, pero me inscribí en un curso para escritura y luego en otro de periodismo. Al finalizarlos, ya vi claro que lo mío era el periodismo. Conseguí mi primer trabajo en los medios casi por casualidad y después continué en una carrera que duró 44 años.
> Si un joven te pregunta si le aconsejarías ser periodista hoy en día, ¿qué le responderías?
Un periodista es como un artista. Si tú eres un pintor o un escultor y tienes que trabajar en un restaurante para poder seguir creando arte, lo haces. Lo mismo con el periodista. Es una vocación. O la tienes o no la tienes y punto. También es una responsabilidad pública.
> Tú viniste de Colombia a Estados Unidos. ¿Aconsejarías a ese joven, si no vive en este país, que venga a EEUU para ejercer la carrera periodística?
Yo creo que mejor es que se queden en sus países. Venir aquí te da el caché de decir que trabajé en Estados Unidos, pero hoy en día es muy difícil entrar en el negocio. Si no estudias tu carrera universitaria aquí y no haces pasantías durante esos años, olvídate de que después alguien te contrate. Esos contactos son vitales. Además, si tú eres periodista puedes reportar de dónde quieras, en especial hoy en día con los medios tecnológicos que hay. Por otro lado, en nuestros países también hay una formación que antes no teníamos. Todo ha cambiado mucho.
> Pero si es ese joven es latinoamericano como tú, encara más riesgos quedándose. Reportar desde ciertos países de Latinoamérica también es mucho más difícil e incluso peligroso.
Sí. Son los riesgos de la profesión. Las oligarquías y las estructuras de gobierno tienen allí mucha más capacidad para hacer cosas fuera de la ley y dificultar o impedir el trabajo de los periodistas. En EEUU, no tanto. La opinión púbica aquí pesa mucho y hay ciertas cosas que no es tan fácil hacer, aunque el gobierno de Trump ya está poniendo todo esto en duda.
> ¿Te han censurado como periodista alguna vez?
Sí. Un canal local me envió en los años 80 al Líbano para hacer un documental sobre los palestinos. En especial, el impacto que tenía la guerra en los niños palestinos. Regresé con mucho material. Otra persona fue enviada a Irlanda del Norte a hacer el mismo ángulo. Al cabo de unos días, el gerente general del canal me llamó y me dijo que decidieron no tocar el tema de los niños palestinos. Me hicieron entregarle todo el material y nunca salió al aire. El de Irlanda del Norte, en cambio, sí se hizo y fue emitido.
> Después de toda tu experiencia en el mundo del periodismo, ¿cómo ves la profesión? ¿Qué sabor de boca te ha dejado? ¿Qué idea tienes del periodismo actual?
Dos ideas principales. La primera, que estamos en una revolución tecnológica que está cambiando mucho nuestra profesión. La segunda, que es un reto decir la verdad.
> ¿Te has arrepentido de haberte dedicado al periodismo?
No, para nada. Además, yo creo que el periodismo es el mejor entrenamiento para un escritor y a mí lo que me gusta es escribir.
> ¿Te has arrepentido de algo profesionalmente a lo largo de tu carrera?
Tuve la oportunidad de ser reportero en inglés y poco después de rechazar la oferta pensé que me había equivocado. Sin embargo, después me di cuenta de que no porque sino no hubiera podido vivir la maravillosa experiencia del periodismo televisivo en español en Univisión.
> Con toda la desinformación y propaganda que nos inunda hoy, ¿crees que el periodismo serio y objetivo es más importante que nunca?
Definitivamente. Por eso la gente está regresando a los medios que tienen una reputación sólida, como el Washington Post, el Los Angeles Times, el Chicago Tribune o el New York Times. Dicho esto, el periodismo también es un negocio y los periodistas saben hasta dónde pueden presionar para conseguir la verdad y revelarla. Hay bastante autocensura por miedo a perder el trabajo. Al final, el factor económico es el que domina. El buen periodista no sólo debe luchar para encontrar la verdad, sino también para sortear todo tipo de censuras internas para que después esa verdad se haga pública.
> ¿Cuál es la cara positiva y la negativa del periodismo?
La positiva, criticar al poder. La negativa, no desafiarlo lo suficiente.
> ¿Crees que los periodistas estadounidenses, incluso los más profesionales, están prejuiciados porque en el fondo piensan que EEUU está normalmente en el lado correcto de la historia?
Totalmente. Un claro ejemplo es el tema de la inmigración latinoamericana. ¿Cuál es el motivo principal de la inmigración de Centroamérica a EEUU? La injerencia política y militar de EEUU en toda la región. Eso ha sucedido a través de décadas, manteniendo dictaduras en complicidad con las oligarquías. Eso ha significado guerras, represión y desestabilización social. Al final, claro, la gente emigra. Sin embargo, eso no lo escuchas aquí.
> ¿Ha mejorado o empeorado el periodismo a lo largo de las últimas décadas?
Había empeorado hasta que llegó Trump. Los medios fiables recobraron peso y pusieron los recursos necesarios para cubrir a Trump. Desgraciadamente, el periodista promedio de radio y televisión no ejerce verdaderamente la función de periodista porque no tiene el tiempo para investigar nada, sólo para resumir y contextualizar lo que está pasando. En cambio, los grandes medios como el New York Times tienen redacciones con cientos de personas muy capaces que sí pueden dedicar el tiempo y los recursos a investigar. Eso sí marca una diferencia.
> ¿Cuál ha sido el impacto de Trump en el mundo del periodismo en Estados Unidos?
Ha dejado claro que el periodismo es importantísimo. Hoy en día es el único contrapeso a Trump. Trump ataca a la prensa porque no quiere información objetiva que cuestione lo que hace.
> ¿Y los jueces?
Sí, pero él está cambiando los jueces a un ritmo mucho más acelerado que cualquier otro presidente. Y no es que esté poniendo jueces conservadores, sino Trumpistas. Son ideólogos, no magistrados imparciales.
> ¿Qué falta en el periodismo actual y qué falta?
Faltan recursos para que haya un periodismo activo y de contrapeso que cumpla con su misión de informar, de sacar la verdad. Sobra que el aspecto comercial sea el que impere.
> ¿Hay demasiado entretenimiento en el periodismo?
Si, el periodismo se ha convertido muchas veces en entretenimiento. Es un tema simbiótico entre el público y el periodismo. Las personas trabajan muy duro durante el día y cuando regresan a casa quieren ser entretenidas. Quieren noticias pero que al mismo tiempo los entretenga.
> ¿A qué periodistas admiras y por qué?
Dan Rather es uno, pero en especial a los que se convirtieron en escritores. Albert Camus fue periodista durante la época de la ocupación alemana. Resultó crucial para mantener informados a los franceses durante la invasión. Hemingway, Dos Pasos, Camus, García Márquez, todos fueron periodistas. Para el escritor, el periodismo es la mejor matriz.
> ¿Qué cobertura nunca olvidarás?
La elección y la inauguración de Barack Obama, tanto por ser el primer presidente afroamericano como por lo que inspiró.
> ¿Cómo crees que se podría mejorar el periodismo televisivo?
Ha sido muy importante en la historia moderna del país. La televisión jugó un papel muy importante, por ejemplo, en la lucha por los derechos civiles o en la guerra de Vietnam. Las cadenas necesitan más recursos para poder investigar más, igual que hacen los diarios importantes.
LA MUERTE
Hace apenas un par de meses, fui con Pablo Sánchez y el camarógrafo Jorge Contreras a una entrevista. Pablo se quedó en el coche esperándonos. Cuando regresamos, estaba en muy mal estado. Sudaba, temblaba y apenas podía hablar. Insistía en conducir, pero le convencimos para que fuera al asiento de atrás. Al acompañarlo, vimos que casi no podía caminar. Se desplomaba. Prácticamente lo tuvimos que llevar a cuestas.
Consciente de los problemas médicos que había tenido, por un momento temí que nos dejaría. Nunca lo había visto así.
Al llegar al canal, Lili, su mujer, vino a buscarlo, lo llevó al hospital y Pablo, afortunadamente, se recuperó. Al cabo de unos días, este peculiar colombiano ya estaba de nuevo en la redacción contando sus chistes habituales. Sin embargo, ese episodio se me quedó grabado. Pablo ha caminado varias veces en la cuerda floja.
> Has tenido varios episodios graves de salud. ¿Qué condición médica tienes?
Tengo un síndrome que se llama Marfan, que se expresa espontáneamente.
> ¿Qué es exactamente?
Es un defecto del colágeno en los tejidos que precisan fuerza y flexibilidad. Es decir, los ligamentos, los tendones y la misma piel. En todas las arterias y las venas hay tres capas de tejidos. La del medio es el colágeno, que permite que la vena se contraiga y expanda cada vez que hay un latido del corazón. Cuando la sangre sale del corazón tiene un impacto tremendo en la base de la aorta y a medida que pasa el tiempo provoca que la arteria se dilate. Si sufres de este síndrome, al final se crea un aneurisma que hace que la vena explote.
> ¿Y a ti te explotó la arteria aorta?
Si. Tuve tres grandes operaciones. La primera, en 1985. El médico me examinó y me dijo que tenía que operarme de inmediato porque la aorta se había expandido y podría estallar. reemplazaron la aorta que salía del corazón con un tubo artificial y me pusieron una válvula. Fue una operación complicada y peligrosa porque te puede pasar de todo: desde quedar paralítico hasta sufrir un daño cerebral irreversible o incluso morir.
> ¿Cuántas horas de operación?
Ocho. Para poder operarte han de detener el funcionamiento del corazón, así que te congelan. Esa fue la primera vez que estuve técnicamente muerto.
> ¿Cuánto tiempo?
Cuarenta minutos.
> ¿Cuándo fue la segunda vez?
Doce años después. Yo estaba paseando mis perros y simplemente me desplomé. La aorta había estallado. Cuando me desperté, estaba tumbado en el suelo. No sabía lo que había pasado, pero tenía un dolor enorme en la espalda, como si me estuvieran hincando un cuchillo en la espalda. No me podía mover, pero poco a poco me levanté y llegué hasta casa. No podía ni hablar. Mi mujer de ese entonces me llevó al hospital. Me empezaron a entubar y me realizaron una cistoscopia sin anestesia porque no había un segundo que perder. No te puedes imaginar los gritos que yo pegaba. La operación duró 11 horas, pero después seguí sangrando, así que tuvieron que llevarme de nuevo al quirófano cinco horas más. En total pase unas dieciséis horas en
el quirófano.
> ¿Te volvieron a congelar?
Sí. Volví a estar técnicamente muerto durante otros cuarenta minutos.
> ¿Y la tercera?
Seis meses después. Los médicos seguían mi evolución y me dijeron que tenían que volver a operar. Esa vez la operación fue once horas. Me congelaron otra vez y estuve técnicamente muerto 27 minutos.
El postoperatorio también fue muy duro. Yo lo he comparado a la tortura y expertos en el tema me dicen que es así. Tienes mucho dolor, sudas muchísimo, no te puedes mover y estas completamente entubado. Es un martirio.
> ¿Tiene secuelas médicas ese tipo de operación?
Sí, he perdido muchos recuerdos. Te pongo un ejemplo. Un amigo me pidió siete mil dólares para renovar su casa. Se los presté y luego no me acordaba.
> Tras leer esta entrevista, creo que más de uno también te pedirá dinero prestado.
Que tengan cuidado. También puede ser al revés. Que yo les pida el dinero y luego no lo recuerde.
> Tienes una fortaleza natural increíble. Muchas personas nunca hubieran aguantado todo eso.
Sólo puedo decirte que morir nunca me ha intimidado.
> Eres más feliz tras tus experiencias con la muerte?
Sí. Estoy mucho más tranquilo conmigo mismo y me centro en los que me quieren.
> Y last but not least. Te has pasado a la moda de llevar siempre un sombrero puesto. ¿Por qué?
Mi amigo José me regaló uno. Me di cuenta de que cuando llegaba a un lugar con el sombrero, la gente siempre se acordaba de mí. Sin sombrero, no.
> Es decir, lo llevas no porque te guste sino para que la gente se acuerde de ti.
Así es —sonríe Pablo.
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