El número de venezolanos que pide refugio en México ha crecido de manera exponencial debido a la crisis económica y social que azota a la nación sudamericana, misma que ha provocado una ola de autoexiliados que buscan mejores condiciones de vida en otros países.
De acuerdo a Mark Manly, representante de la Agencia de la ONU para los Refugiados en México (ACNUR), en 2016 el Instituto Nacional de Migración (INM) entregó 4 mil 912 tarjetas de residentes temporales a venezolanos, la cifra más alta sólo detrás de los estadounidenses.
Y aunque el 91.6 por ciento de los solicitantes de asilo en el país siguen siendo centroamericanos, desde inicios del 2017, cuando se agravó la situación en la nación sudamericana, el número de solicitantes venezolanos se disparó. Para muestra un botón: en los primeros tres meses del presente año se registraron 405 solicitudes de refugio de venezolanos en todo el país, mientras que 2016 se hicieron 361.
A pesar de que no existen cifras oficiales de cuántos de ellos se ubican en Nuevo León, el padre Luis Eduardo Zavala, director general de Casa Monarca, sentenció que Saltillo y Monterrey se están convirtiendo en importantes polos de atracción para los sudamericanos.
“La Oficina Nacional para los Refugiados ha visto a Monterrey y a Saltillo como ciudades muy atractivas para el refugio y han dado todo el apoyo y vinculación para sustentar inclusive la parte económica a las casas de migrantes para que los migrantes que solicitan refugio lleven a cabo su trámite”, mencionó el activista.
Y es que, acorde a un estimado de la misma asociación, que se encarga de dar apoyo jurídico a los migrantes de todas las nacionalidades, el número de refugiados en la entidad va en aumento, tal y como lo señaló Andrea Rodríguez Zavala, directora jurídica de Casa Monarca.
“Es como un jarrón, que poquito a poquito se ha ido incrementando la cuestión de los refugiados. Principalmente de dónde están viniéndose es de Venezuela y Cuba, pero actualmente Casa Monarca los procesos que está trabajando son de Venezuela.
“Son personas que tienen un estatus económicos bien, que han tomado la decisión de salir de Venezuela por la cuestión de la crisis económica, de la guerra civil que se está viviendo en el Estado Venezolano orillándolos a tener que emigrar a México.
“En Monterrey tienen su comunidad de venezolanos. Están ubicados en varios puntos de la ciudad”, dijo la activista.
Desde 2011 comenzó la oleada de venezolanos a México, pero no con fines de asilo. Fue hasta inicios de 2016 que inició el auge de exiliados que multiplicaron las solicitudes de refugio en el país.
“La cuestión de refugiados como tal ya tiene siete meses aproximadamente y nadie le está poniendo atención. Y cada vez se están viniendo más y más”, expresó Rodríguez Zavala.
En palabras de la activista, Nuevo León se ha convertido en un foco de atracción para los migrantes por su actividad industrial, pero también porque ya cuentan con conocidos o familiares en tierras regias.
Acorde a la abogada, aunque la cifra de venezolanos va al alza, durante los próximos meses el número de migrantes venezolanos a México podría frenarse, no por decisión propia, sino por la salida de aerolíneas internacionales del país, lo que los llevaría a dirigirse a Colombia y tal vez más adelante a tierra azteca.
“Ya se están restringiendo las salidas, también la expedición de pasaportes. Está empezando una migración irregular de venezolanos que salen a Colombia, pero hay algunos que se van a Colombia para venirse a México y específicamente a Monterrey.
“Aquí en Monterrey hay familias de venezolanos, que dejaron familiares allá y que están buscando cómo traérselos para acá. La esencia del refugio es que una vez que lo tienes proteges al resto de la familia”, mencionó la directora jurídica.
Actualmente, Casa Monarca está apoyando a cinco familias de Venezuela para que tramiten su refugio en México.
A diferencia de los centroamericanos, quienes llegan a México escapando de la extrema pobreza y violencia, los venezolanos son parte de una clase acomodada que perdió su estatus económico por la inflación y que usó sus últimos recursos para escapar de tierras bolivarianas.
Y aunque en teoría, el trámite para otorgar asilo debería de ser igual, Rodríguez Zavala destacó que actualmente casi todos los venezolanos que solicitan refugio son aceptados, pero no así los centroamericanos.
“Los venezolanos que se vienen para acá, salvo a uno u otro que sí viene en estatus muy bajo, todos los venezolanos normalmente son de clase media o media alta, pero que la situación los ha puesto en una alta vulnerabilidad y que tienen que salir. Los centroamericanos vienen de una condición social muy baja.
“En teoría no debería de ser así, pero en la realidad sí le están dando más preferencia a los venezolanos que a los centroamericanos. En caso de los refugiados el Instituto Nacional de Migración se está portando muy bien con los venezolanos y con los centroamericanos es más estricto, más duro”, dijo la activista.
EXILIADOS DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA
De clase media a clase baja en apenas unas semanas, así de drástico fue el cambio social de Jennifer Diez y Daniel Gómez a causa de la crisis económica de Venezuela.
La alta inflación en el país sudamericano provocó que el poder adquisitivo de los ciudadanos casi desapareciera.
Con la falta de alimentos no sólo llegó el hambre, también la delincuencia, que terminó por ahuyentar a estos dos venezolanos que ahora radican entre fe y nostalgia en la zona metropolitana de Monterrey.
Los exiliados de la Revolución Bolivariana, como la llamó años atrás el ex presidente Hugo Chávez y replicó más tarde el actual mandatario Nicolás Maduro, forman parte de los solicitantes de refugio que eligieron Nuevo León como su nuevo hogar.
Originaria de Caracas, Jennifer Diez conoció la Sultana del Norte nueve años atrás cuando llegó a la Facultad de Contaduría Pública y Administración (FACPYA) de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) para realizar una maestría de dos años en Administración de Recursos Humanos.
El 22 de septiembre de 2016 la mujer de 40 años se reencontró con Monterrey, pero ahora orillada por la deteriorada situación económica y social de su país.
Desde tres años atrás, su rutina en Venezuela estaba plagada de incertidumbre. El estallido social ya había comenzado y la tensión en las calles era palpable.
En primera instancia los constantes enfrentamientos entre grupos opositores provocaron que se planteara la idea de huir.
“Siempre era un susto una zozobra el no saber si salías y podías llegar a casa con bien. Si había enfrentamientos violentos entre los opositores y defensores del gobierno y eso fue lo que comenzó a mermar la calidad de vida de mi familia y primordialmente de mi hija que en ese momento tenía tres o cuatro años.
“Era muy difícil hacer nada, si siquiera podías salir a comerte una nieve porque no sabías lo que te ibas a topar en las calles. Eso fue lo que primeramente me hizo sentir que no quería continuar en esa situación, que no era justo para mi hija.
“Luego estaba el día a día de batallar por no saber qué comeríamos ese día porque sencillamente desde hace más o menos diez años el Gobierno empezó a enfrentar a la empresa privada: a cerrar muchas empresas con la promesa de que ellos las podría producir, lo cual fue falso”, sentenció Diez.
Posteriormente la escasez de alimentos y medicinas confirmaron su teoría de que para avanzar debería de abandonar su patria.
Y es que, recuerda Diez, la crisis se volvió tan aguda que ya era difícil encontrar alimentos básicos como arroz y pollo o incluso pastillas para dolor de cabeza, lo que originó un mercado negro de oferta y demanda.
Por ejemplo: si un producto costaba un día 16 pesos, al siguiente ya se había elevado a más de 50 pesos.
“Si comprabas arroz no había pollo, si encontrabas pollo no había verdura, era una situación bien difícil de conseguir el alimento del día a día y ni hablar de situación de salud”, aseveró la entrevistada.
Al ya conocer Monterrey, México fue la primera opción para Diez, quien laboraba como maestra de primera en la capital venezolana y que la colocaban en un estratos social medio.
“Si trabajabas y le echabas ganas garantizabas vivir bien, no con lujos, pero sí tranquilo, pero todo se fue mermando de una manera muy rápida”, enfatizó la maestra.
Con el apoyo económico y moral de sus ex compañeros de Maestría y profesores mexicanos, Diez llegó junto a su hija y esposo a Monterrey diez meses atrás, en dónde inició su nueva vida.
En afán de regularizarse en el país, tan pronto se enteró de Casa Monarca se comunicó para solicitar apoyo y fue ahí cuando comenzó su proceso para buscar ser refugiada.
Fue en ese momento también que se percató del alto número de venezolanos que actualmente radican en Nuevo León y que buscan protección nacional.
Sin tener certeza de la cifra, la mujer señaló que cada lunes que tiene que ir a firmar al INM se encuentra con 15 compatriotas que viven una situación similar a la suya.
“Somos una cifra no quizás tan grande, pero sí importante a considerar porque somos muchos los que estamos buscando mejorar nuestra calidad de vida y en este caso, México y Monterrey han sido una opción importante para nosotros”, manifestó Diez
Actualmente su solicitud de refugio ha sido pre aprobada, pero aún falta la decisión final.
Mientras tanto, la venezolana agradece la atención que ha recibido por parte del INM.
“Hasta ahora no tengo de qué quejarme. La persona que nos ha atendido en migración siempre ha sido bien empática con nosotros”
Diez pasó de ser docente en Caracas a auxiliar administrativa en unos condominios en Monterrey y aunque el cambio es radical, la venezolana está agradecida con la oportunidad de tener un empleo que le permita llevar ingresos a su nuevo hogar.
Además, se mantiene optimista de poder regularizar su situación migratoria y poder aspirar a un empleo de su campo o algo nuevo.
“Se afronta con mucha tolerancia y humildad porque la situación de vida ningún venezolano se la imaginó nunca y si no se viene con una mentalidad abierta a que tienes que adaptarte a lo que sea para que puedas pagar un techo y pagar la comida de tu casa del día a día pues yo pienso que no tendrías éxito porque nadie que venga con pretensiones a un país extranjero en calidad de refugiado pienso que va a tener ningún tipo de ganancias
“En ocasiones es difícil, pero no es imposible y lo importante como siempre decimos es que al menos aquí hay una oportunidad porque en Venezuela ya no había”, expresó la entrevistada.
Y aunque está consciente que México no es un país perfecto, sí es el que ella eligió para iniciar una nueva vida y en el que espera permanecer, ya que enfatiza “parte de la sangre que corre por sus venas ya es mexicana”.
“No podemos decir que México es el país perfecto porque como todo tiene sus detalles. Si tenemos que poner una balanza y hacer una comparativa definitivamente aquí están como reyes. Tienen muchas cosas positivas para rescatar. Ni punto de comparación, allá no podías ya ni asomarte a la ventana de tu casa”, dijo Diez.
Daniel Gómez es otro de los venezolanos que llegó a tierras azteca a consecuencia de la crisis.
De profesión Ingeniero Industrial, el oriundo de Anaco, laboraba para la constructora Odebrecht, pero cuando el gobierno de Nicolás Maduro se enfrentó a la iniciativa privada y los escándalos de corrupción salpicaron a la compañía brasileña el proyecto en el que estaba contemplado se eliminó y quedó desempleado a finales de 2015.
Junto a él, otros mil trabajadores se quedaron sin empleo en un país con un panorama laboral adverso que coincidió con el estallido de la crisis nacional marcada por la inflación y la delincuencia desbordada.
Inconforme, Gómez fue uno de los firmantes que apoyaron el referéndum revocatorio contra el mandatario venezolano y en automático se convirtió en un ciudadano no grato para el gobierno.
Con su firma, el joven de ahora 31 años cerró toda posibilidad de recibir becas y mucho menos el apoyo alimentario de gobierno -CLAP’s- que ya de por sí sólo era enviado a los seguidores chavistas.
“Todos los que firmamos y participamos en ese proceso, que recogimos las firmas porque ya no queríamos nada con el gobierno por toda la situación que se está presentando, comenzamos a entrar a una lista en dónde ya no teníamos trabajo por no apoyar al gobierno”, dijo el entrevistado.
Sin empleo, con los precios de los productos incrementándose más de mil por ciento y sufriendo asaltos por parte de los mismos cuerpos de seguridad, el venezolano decidió vender sus cosas y viajar a México, en donde ya tenía amigos a distancia por su club de meditación.
Fue así que en noviembre de 2016, Gómez arribó a la Ciudad de México, en dónde permaneció dos días para después trasladarse a Los Cabos; tres meses más tarde viajó para Monterrey con el afán ubicarse en una ciudad industrial.
En abril, Gómez inició su proceso de refugio, gracias a la información proporcionada por la ACNUR y al momento su solicitud ya fue admitida.
“Me asesoraron en cuanto los pasos que hay que cumplir para solicitar refugio en México y la verdad es que la Ley es amigable. Si tú sientes miedo o temor de regresar a tu país tú puedes expresarla ante la COMAR la necesidad de ser reconocido como refugiado”, comentó el entrevistado.
El solicitante consideró que el proceso de refugio es sencillo y que está diseñado para ser llevado sólo, sin necesidad de ayuda externa.
Mientras que arregla su situación migratorio, Gómez ha conseguido trabajos temporales para mantenerse, pero su intención a mediano plazo es conseguir el refugio y poder revalidar sus estudios para desempeñarse como ingeniero.
Además a largo plazo intentará traerse a sus papás de Venezuela, ante el panorama hostil que parece no tener un final pronto en la nación sudamericana.
REFUGIO
La Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados define al refugiado como la persona que “debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determina o grupo social u opiniones políticas, se encuentra fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de su país; o que careciendo de nacionalidad y hallándose, a consecuencia de tales acontecimientos fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o, a causa de dichos temores no quiera regresar a él”.
En el caso de los venezolanos que lo solicitan en México se debe esencialmente a opositores al gobierno del presidente Nicolás Maduro, que según Rodríguez Zavala, temen por su vida al tener una ideología política distinta.
La Secretaría de Gobernación, a través de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), especifica que el refugio es “el trámite mediante el cual una persona extranjera busca la protección del Gobierno Mexicano para no ser devuelto al país donde su vida, seguridad, libertad o integridad se encuentran en riesgo”.
De acuerdo a la COMAR todo extranjero en territorio nacional tiene derecho a solicitar la condición de refugiado y para hacerlo se requiere de: presentarse ante la Comisión o el INM dentro de los 30 días siguientes a su ingreso a territorio nacional.
El interesado debe de llenar de su puño y letra, frente a la autoridad, un formulario de información “en el cual deberá proporcionar datos personales y los hechos por los cuales emigró de su país de origen o residencia habitual”. Cabe destacar que en dicho trámite, los interesados tienen derecho a contar con representación legal.
Al ser entrevistado, el solicitante “deberá narrar los hechos que motivaron su salida del país de origen o residencia habitual, así como aportar las pruebas que sustentes sus dichos. En caso de requerirlo, se le proporciona asistencia de un traductor o intérprete de su lengua natal o de su comprensión”.
Las pruebas a las que se refiere la COMAR pueden ser notas periodísticas o partes de denuncias en el país de origen, acorde a la directora jurídica de Casa Monarca.
La Comisión enfatiza que desde el inicio del proceso se garantiza el respeto a los derechos humanos de los solicitantes y refugiados, así como la confidencialidad, no discriminación y la no devolución al país de origen o de residencia en donde su vida, seguridad o libertad sean amenazadas.
Y aunque la dependencia federal asegura que el plazo de duración del proceso es de 45 días hábiles, Rodríguez Zavala asegura que en su experiencia, el trámite puede demorar de siete a ocho meses.
Otro aspecto importante que resalta la activista a los interesados es que cuando se inicia la búsqueda de la protección es imposible regresar a su patria e incluso salir de las fronteras del estado en dónde iniciaron el proceso.
“Cuando uno pide refugio le hacemos especial hincapié en que no van a volver a su país y ellos están de acuerdo con todo el dolor de su corazón porque se rompen familias al final del camino.
“Aclaro, en el trámite de refugio no se pueden salir de su estado, ya una vez que termina ya puedes circular por la república mexicana, pero no puedes regresar a tu país hasta que la situación se haya mejorado”, aseveró la entrevistada.
Una vez que los solicitantes son aprobados, adquieren su visa permanente y CURP, que cinco años más tarde puede convertirse en nacionalidad mexicana.
Para la jurista, el mayor reto que enfrentan los venezolanos ya aprobados es hacer valer su documentación oficial, pues se han encofrado con rechazo por parte de empleadores.
“El reto es que hagan válido su documento oficial. Tenemos que empezar a hacer conciencia que una credencial de residencia permanente tiene validez oficial. El reto es que los acepten como trabajadores, que lo acepte el Seguro Social para poder hacer sus trámites.
“No los contratan. Ese el mayor reto que tenemos”, expresó la abogada.
Y es que, según cifras de la ACNUR del total de refugiados en México, el 68 por ciento tiene un trabajo, pero el 47.1 por ciento registró una pérdida de sus estatus laboral y apenas el 5.9 por ciento lo mejoró.
Agregó que el 89.5 por ciento no cuenta con un contrato por escrito.
Y aunque el auge de refugiados recae en los venezolanos, los activistas de Casa Monarca piden a la ciudadanía y autoridades no olvidarse del grupo que históricamente ha solicitado más asilo en México: los centroamericanos.