Por Roberto Espinoza Nueva York/Enviado
Poco les importa lo que pasa en Puebla. No es que estén desinteresados de la condición de su familia y la situación política de su estado, más bien están enfocados en tratar de mejorar para evitar que los suyos la pasen mal.
En esta metrópoli se encuentran casi un millón de migrantes poblanos, la mayoría de ellos trabaja en el ramo restaurantero; otros, los menos, son profesionistas que logran ubicarse en empresas trasnacionales o que después de estudiar un posgrado se quedan a trabajar en tierras estadounidenses.
Son ellos, los que con las remesas que envían a alguno de los 217 municipios de esa entidad mexicana, activan la economía de sus familias, pero son ellos también los que tienen que vivir un verdadero calvario para poder mantenerse en esta urbe de hierro.
VIctor, el mesero
Víctor López es un joven de 27 años que apenas tiene un poco más de 10 meses viviendo en Nueva York. Después de buscar una forma de vida aceptable en su natal Atlixco, decidió emigrar a esta ciudad en la que dice sentirse cómodo gracias a que tiene al menos tres amigos y dos familiares viviendo cerca.
Víctor terminó la preparatoria en 1998 y después de ello se dedicó a trabajar. Primero como encargado de una zapatería, después como ayudante de contador y meses antes de decidir cambiar su vida se desempeñó como mesero.
“Busqué de todas las formas ganar dinero para ayudar a mi familia y las cosas no se dieron”, señaló López aún con acento poblano.
Una vez que se convenció de que Atlixco no era el lugar para mejorar económicamente, Víctor decidió aceptar la invitación que desde hace unos años le hicieron amigos y conocidos: cruzar la frontera y buscar una nueva vida en Nueva York.
“No quería dejar a mi familia, pero no hay de otra, la verdad es que aunque estoy lejos de ellos sé que acá todos estamos mejor”, dijo López.
Y es que los ocho dólares por hora más propinas que Víctor gana en su trabajo como mesero del Peter´s Tavern, son un gran aliciente para seguir su vida en Nueva York.
De acuerdo con Víctor, en una jornada de seis horas de trabajo llega a ganar hasta 100 dólares, algo que en su natal Atlixco no hubiera logrado ni con una licenciatura, confesó.
“Por eso digo que aunque esté lejos todos estamos mejor, acá gano el dinero suficiente para mandarle a mi familia y que estén bien, yo también me la paso bien”, aseguró.
Susana, la publirelacionista
Susana Enríquez es el otro lado de la moneda. Ella es titulada en Administración de Empresas y llegó a Nueva York hace cuatro años para realizar un diplomado en Relaciones Públicas, después de terminarlo decidió no volver a Puebla.
A sus 29 años, Susana está segura de que ni las labores que realiza ni el salario que percibe aquí podrían siquiera compararse con un puesto gerencial en México, además a ella le encanta la vida “movida” de esta metrópoli.
“Unos venimos por estudios y nos quedamos, otros vienen buscando sobrevivir y también se quedan y sobreviven”, aseguró Susana.
Aunque la empleada de la consultoría Snap Public Relations admite que de acuerdo a los estudios que ella ha leído, las oportunidades en Estados Unidos cada vez son más complejas para los migrantes.
Susana aseguró que desde los trabajos más básicos como los de la construcción, la agricultura, entre otros, son cada vez peor pagados y más escasos.
“Muchos mexicanos vienen pensando en cumplir con su sueño americano, pero a veces viven una pesadilla americana, es la verdad, muchos de nuestros paisanos a veces se van con las manos vacías y pierden más de lo que ganan”, dijo Enríquez.
Catorce dólares por hora más compensaciones y tiempos extra hacen que Susana piense cada vez menos en regresar a Puebla para seguir con su vida, y a pesar de que extraña a sus padres y hermanos, mantiene firme su idea de conseguir su estabilidad económica, “en el país que sea”.
Miguel, el intendente
Nacido en Santa María Zacatepec, lugar muy cercano a Huejotzingo, Miguel Cuautli vive en Nueva York desde hace 10 años. Llegó como ilegal primero al estado de Texas, pero tras algunos meses de pesadilla decidió emigrar a esta ciudad motivado por un primo suyo.
Ahora Miguel trabaja como intendente en el Grand Hyatt, uno de los más lujosos hoteles de Manhattan, lugar donde por cada vez que decide tomar tiempo extra –el cual puede alargarse hasta a 12 horas diarias de labor- alcanza ingresos que superan los 100 dólares por jornada.
Apenas con estudios básicos, Miguel, de 31 años, valora mucho lo que hasta ahora ha conseguido, aunque gran parte de ese dinero que gana lo envía a Santa María Zacatepec, donde sus padres están juntando para terminar de construir una pequeña casa que podría ser su refugio en unos años más, cuando decida regresar.
“Aún no sé cuándo voy a volver, o más bien no sé si voy a volver a mi casa. Aquí trabajo mucho pero me pagan bien y recibo un dinero que allá nunca podría ganar”, aseguró.
“Hay pocas cosas que me interesan de México, creo que mi familia es lo más importante, realmente no tengo otro motivo para pensar en regresarme”, dijo.
Antes de emigrar a Estados Unidos, Miguel trabajaba las tierras de sus padres, cosechaba y pizcaba, pero se aburrió, se enteró que podía ganar más dinero con menos esfuerzo y entonces decidió partir.
Economia extranjera
De acuerdo al último reporte presentado por Alejandro Chávez Palma, investigador de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), esta entidad ocupa el quinto lugar a nivel nacional en recepción de remesas.
Tan sólo en el 2006, el estado percibió un total de mil 332 millones de dólares por este concepto, lo anterior según datos de la Oficina del Migrante de ese gobierno estatal.
De esta manera, a pesar de que los poblanos sufren para emigrar y lograr una estabilidad económica en los Estados Unidos, también consiguen que fluyan ingresos hacia el estado.
Agencia Universal