Se acerca el día en que ya no necesitaremos teléfonos inteligentes. Tendremos un “chip” en la cabeza para enviar mensajes, encender aparatos o grabar nuestros sueños. Por ahora, ya hay cascos que mueven objetos con las señales del cerebro, robots que exploran las plantas nucleares de Fukushima y otros que ayudan a personas con discapacidad. Todo esto es producto de la avanzada tecnología en este país y del talento de investigadores japoneses… y también mexicanos.
México es el segundo país con más emigrantes del mundo (después de India) y es conocido el gran desplazamiento de su fuerza laboral a países como Estados Unidos y Canadá. Aunque la mayoría son trabajadores no calificados, en los últimos años se ha incrementado también la presencia de académicos e investigadores. México es así el país latinoamericano con mayor fuga de cerebros.
Los mexicanos que alcanzaron el grado de maestría o doctorado pasaron de 354 mil en el año 2000 a más de un millón en el 2015. Lamentablemente, por falta de presupuesto y oportunidades de desarrollo en áreas de investigación y educación, muchos se han ido del país.
Japón está enviando sondas al espacio, desarrolla nanotecnología para avanzados tratamientos médicos, produce coches que se auto-conducen, cascos para mover objetos con el cerebro y tiene robots ayudando en plantas nucleares y trabajos peligrosos…todo esto es producto del gran talento local, al que últimamente se suman las mentes que se “fugan” de México por falta de presupuesto y apoyo a la investigación científica.
Japón está enviando sondas al espacio, desarrolla nanotecnología para avanzados tratamientos médicos, produce coches que se auto-conducen, cascos para mover objetos con el cerebro y tiene robots ayudando en plantas nucleares y trabajos peligrosos…todo esto es producto del gran talento local, al que últimamente se suman las mentes que se “fugan” de México por falta de presupuesto y apoyo a la investigación científica.
Aunque con algunas dificultades por el idioma, el choque cultural o el sistema de trabajo, algunos de estos talentos mexicanos han encontrado un espacio importante (e incluso recursos económicos) en proyectos de ciencia y tecnología, en Japón.
Especialistas como Gandini, consideran que la fuga de cerebros es una pérdida: se invierte en la educación de investigadores que se ven obligados a buscar otros espacios, dejando el subdesarrollo y atraso de sus propios países. Por otro lado, la ganancia es que estos trabajadores altamente calificados pueden enviar remesas, retornar con grandes habilidades o insertarse en redes globales de desarrollo científico y tecnológico.
Presentamos tres de las muchas historias que ahora convierten a México en una referencia de investigación avanzada en los laboratorios japoneses. Más que pura mano de obra, la migración mexicana tiene mucho de cerebro.
CRUZANDO FRONTERAS…
EL PODER DEL CEREBRO
“En un futuro no muy lejano ya no vamos a necesitar teléfonos inteligentes. Tendremos un “chip” en la cabeza que enviará mensajes, encenderá aparatos, estará lleno de información y podremos hasta grabar nuestros sueños”, según la visión de Christian Peñaloza, investigador mexicano que trabaja en el conocido Laboratorio Ishiguro de Inteligencia Robótica, en la Universidad de Osaka.
Cruzar las fronteras entre la ficción y la realidad, se ha vuelto para él tan natural como lo fue cruzar diariamente la frontera geográfica entre su natal Tijuana y el sur de Estados Unidos, para completar sus estudios básicos. Así, sus primeros contactos internacionales le permitieron soñar con ser investigador en el paraíso de la ciencia y la tecnología: Japón.
Es justo en este país donde ha desarrollado AURA, un dispositivo para procesar señales del cerebro que se convierten en movimientos. En varios foros ha demostrado cómo una persona con discapacidad puede mover tres brazos, controlar una prótesis o una silla de ruedas, con la mente.
Los avances de este inventor mexicano se han comparado a las pruebas que hace Facebook buscando sistemas para que la gente escriba con el pensamiento, o compañías de autos que están diseñando modelos que reciban señales del cerebro para evitar accidentes.
En el caso de Peñaloza, esta especie de casco que conecta electrodos a la cabeza de una persona para codificar sus pensamientos y controlar un robot o mover una silla de ruedas, ya es una realidad. Precisamente por esta invención que permite a personas con parálisis una posibilidad de movimiento, Peñaloza fue reconocido en el 2016 como el “Innovador del año” por el MIT Technology Review.
El científico también ha luchado por hacer el costo de su invento accesible a más personas y esté disponible en países como el suyo: México. Con esto, él mismo evidencia que la “fuga de cerebros” es la búsqueda de oportunidades de desarrollo en otros lugares, pero que el talento mexicano busca devolver a su tierra el beneficio de lo aprendido.
Un verdadero cambio en México requiere mayor presupuesto para la academia e investigación.
Salir de México no ha sido pose ni capricho sino la necesidad de brillantes investigadores para desarrollar proyectos que han de retribuir beneficios a su país.
Un verdadero cambio en México requiere mayor presupuesto para la academia e investigación.
Salir de México no ha sido pose ni capricho sino la necesidad de brillantes investigadores para desarrollar proyectos que han de retribuir beneficios a su país.
Finalmente, con recursos de su familia y trabajando en un restaurante, se costeó la vida y una maestría en Japón. Aquí, superando también barreras lingüísticas y el choque cultural, se abrió oportunidades para concluir su doctorado y ahora el mismo gobierno japonés le ha dado los recursos que su propio país le negó para desarrollar sus inventos.
Christian Peñaloza es Ingeniero en Computación con estudios de Maestría en Ciencias de la Ingeniería y Doctorado en Neurociencia Cognitiva, de universidades en Estados Unidos y Japón.
Su sueño es tener su propio laboratorio de innovación tecnológica: “…invitar a otros investigadores de todo el mundo a que vengan a mi laboratorio y podamos desarrollar más tecnologías futuristas. Y que al mismo tiempo podamos vincularnos con empresas para poder comercializar estas tecnologías y hacerlas más accesibles a toda la gente”.
ROBOTS PARA ENFRENTAR
EL PELIGRO
Los robots pueden ayudar a disminuir accidentes o a trabajar en lugares peligrosos como las plantas nucleares. En Japón, desarrollar este tipo de robots es labor de un mexicano.
Arturo E. Cerón-López trabaja en la compañía HiBot, como ingeniero robótico. Como muchos destacados mexicanos, tuvo que dejar su suelo, pero piensa que la llamada “fuga de cerebros” es más bien una oportunidad para desarrollarse e investigar en aspectos que aún no se encuentran en México. A su regreso, espera poder aplicar todo lo aprendido.
Este ingeniero regiomontano sueña con la creación de robots que ayuden en las calles día a día para tener menos accidentes en tareas peligrosas. “Deseo que la tecnología pueda ayudar a los humanos, para que no sufran las consecuencias de hacer trabajos de alto riesgo”, comenta como miembro de esta compañía que integra el talento japonés y de otras nacionalidades, en el desarrollo de robots con forma de serpiente o brazos, que se han utilizado para explorar los reactores nucleares de la accidentada planta nuclear de Fukushima.
En la Universidad de Monterrey empezó a soñar con proyectos de investigación mucho más allá de las fronteras. Su gran deseo es que los robots salven a los trabajadores del peligro.
En la Universidad de Monterrey empezó a soñar con proyectos de investigación mucho más allá de las fronteras. Su gran deseo es que los robots salven a los trabajadores del peligro.
Salvar vidas en trabajos peligrosos es un punto positivo de la robótica, pero “quizá se generaría un problema por la pérdida de empleos, pues muchos trabajadores podrían ser reemplazados por robots”, según Katya Roldan, estudiante en la Universidad Autónoma de México (UNAM). Por su parte, Aura Balzary, también alumna de la UNAM comenta: “creo que los robots pueden ayudarnos a realizar algunos trabajos y facilitar nuestra vida, pero no pueden hacer las cosas de la misma forma que los seres humanos”.
Sin embargo, países donde ya los robots operan de manera cotidiana, han encontrado que la reducción de jornadas laborales puede aportar mayor tiempo a los trabajadores para el ocio o para disfrutar con la familia. Este tipo de escenarios, así como el incremento de la seguridad, son las ideas que inspiran a este talento originario de Monterrey, que espera algún día ver aplicadas todas estas ventajas de la robótica en su propia ciudad industrial y en todo México.
PERSEVERANCIA Y ROBOCUP
¿Le gustaría pasar más tiempo con su familia mientras un robot le ayuda con su trabajo? El mexicano Luis Ángel Contreras, especialista en la materia e investigador en un equipo japonés, confía en que la robótica ayude cada vez más en los servicios humanos.
Japón, el paraíso de la tecnología, se enfrenta a un serio problema por el envejecimiento de su población. Este ingeniero, que realizó sus estudios en la capital mexicana, ha trabajado con varios investigadores en el desarrollo de robots que pueden asistir a personas mayores o con alguna discapacidad. La tecnología futurista nos permite ver robots con brazos y cámaras que pueden auxiliar a las personas y otros muy comunes como robots aspiradoras o ayudantes en las labores domésticas.
Llegar a este mundo de la robótica no fue fácil para este mexicano, que de niño desarmaba radios y se divertía con libros de ciencia y experimentos. Cuando era estudiante de ingeniería en la UNAM intentó varias veces seguir su carrera como investigador en Japón, pero no logró su objetivo. Mantuvo sus proyectos de laboratorio y consiguió una beca para hacer estudios en Inglaterra, donde completó un doctorado y entendió los alcances amplios de las aplicaciones científicas.
Desde 2011 ha participado en el torneo internacional RoboCup…ahí se encuentra cada año lo más novedoso de la robótica en el mundo.
Desde 2011 ha participado en el torneo internacional RoboCup…ahí se encuentra cada año lo más novedoso de la robótica en el mundo.
México y Japón son países altamente sísmicos. Precisamente uno de los proyectos de investigación de Luis Contreras fue el modelado del comportamiento de grandes objetos durante un sismo, es decir cómo se mueven los televisores o las mesas en los temblores.
Su curiosidad y experiencia en robots para atender las necesidades humanas lo llevaron a participar en el torneo internacional RoboCup, y ahí los japoneses empezaron a valorar su experiencia y trabajo. Así, llegó finalmente a este país a realizar un post doctorado en la Universidad de Tamagawa.
¿Cómo ve el futuro este investigador mexicano? “Más integrado -comenta- con más computación, inteligencia artificial, robótica, ya más integrada en la sociedad”. En concordancia con esta idea, le agradan iniciativas de arte multimedia, como las que se pueden ver en el Museo Digital en Tokio, en el que “el artista dialoga con la sociedad; es como una antesala del futuro, ver cómo se va integrando toda la tecnología en la vida diaria”. v
Elaborado por alumnos de español de la Universidad de Estudios Internacionales de Kanda (KUIS): Sakura Furuya, Naoya Kurishima, Nanako Yokoyama, Lucas Masuno, Satomi Laura Takahata, Rina Shimada, Ryunosuke Ito, Kodai Komine y Silvia Lidia González (profesora). Con la colaboración de profesores y estudiantes de la ENALLT, Universidad Nacional Autónoma de México.