Ciudad de México.-
Un avión a punto de estrellarse contra las Torres Gemelas, bajo el titular: “La Montaña viene a Manhattan”. Un anuncio, publicado en la prensa estadounidense en 1968, pareció predecir lo que ocurriría 33 años después.
La construcción de las Torres Gemelas no alegró a todos. Para muchos neoyorquinos, se trataba de dos rascacielos, dos “cajas”, como les llamaban, que afearían el paisaje de la ciudad. Circulaba la broma de que eran las cajas en las que venían envueltos edificios como el Empire State.
Justo fue el dueño del Empire State, quien veía como el WTC destronaría a su edificio como el más alto del mundo, el encargado de encender las alertas.
Abogado, millonario, filántropo, Lawrence Wien encabezó una campaña contra la construcción de las Torres Gemelas. Usó como ejemplo un accidente ocurrido en 1945, cuando en medio de la niebla un bombardero estadounidense se estrelló contra el Empire State. Murieron los tres tripulantes del avión y 11 personas en el edificio. Los daños fueron millonarios, aunque el inmueble resistió.
La construcción de las Torres Gemelas comenzó en 1966. Dos años después, Wien, quien adquirió el Empire State en 1961, junto con su socio Harry Helmsey, financió un aviso de casi toda una plana que se publicó en The New York Times.
En él, aludía a los peligros que implicaba la construcción de dos torres tan altas (una tendría 417 metros de altura; la otra, 415) para el tráfico aéreo. Wien, y un comité integrado mayoritariamente por operadores de bienes raíces, pensaba en la posibilidad de un accidente, no de un atentado terrorista.
Pero cuando la mañana del 11 de septiembre de 2001 dos aviones se impactaron contra las Torres Norte y Sur del WTC, aquel anuncio pareció convertirse en una profecía.
El anuncio, firmado por el Comité para un WTC Razonable, iba acompañado de un texto que señalaba que “los patrones de tráfico aéreo de Nueva York están peligrosamente sobresaturados”. Y cita al presidente de la Asociación de Pilotos Aliados, cuyo nombre no menciona, alertando de que “una navegación segura incluye no sólo patrones de vuelo planeados, sino previsiones acerca de distractores visibles y no visibles”.
El texto lamentaba que se tendrían que cambiar, tras la construcción de las torres del WTC, los patrones de tráfico aéreo, y que no se reconociera el peligro que todo ello representaba.
Wien no estaba solo en sus críticas al WTC. De acuerdo con diarios como Clarín y Vanguardia, en 1964 el diario The New York Times publicó un artículo donde hablaba de un grupo de comerciantes y activistas opuestos a la construcción de las Torres Gemelas, que alegaban los riesgos que se corría “en caso de una explosión o un accidente aéreo”.
Richard Roth, de Emery Roth & Sons, la empresa que se asoció con el arquitecto Minoru Yamasaki para la construcción de las torres, aseguró en aquel momento que se habían realizado decenas de estudios y que el daño que un avión podría provocar en caso de estrellarse contra alguna de las torres sería “mínimo, localizado” y que aquellos que no estuviesen en el punto de impacto no corrían riesgos.
En aquel momento, un atentado terrorista como el ocurrido en 2001 no estaba en la mente de nadie. Sin embargo, cuando los Boeing 767 se estrellaron, a 750 kilómetros por hora, y cargados con más de 38 mil litros de combustible, las torres no resistieron. Se desplomaron y miles de personas que se encontraban allí perdieron la vida.