Vicente Fernández es un sello de garantía en cualquier escenario donde se presenta y la Arena Monterrey no fue la excepción. El viernes 29 de enero tuvo su debut en este recinto al que acudieron 9 mil fanáticos que refrendaron su lealtad y cariño al intérprete de la música ranchera con más de 40 años de trayectoria artística.
Aunque en un ambiente totalmente diferente al del Palenque de la Expo Guadalupe, donde la gente acostumbra verlo, el charro de Huentitán se sintió muy cómodo y cantó con la misma “enjundia” de siempre.
Con un traje claro apareció entonando Qué chulos ojos, acompañado del mariachi Azteca, y a manera de saludo dijo que le gustaba mucho la plataforma en donde estaba ofreciendo su espectáculo.
“Quiero felicitarlos por su Arena, está bien bonita”, dijo, para luego recordar su lema: “Ya saben, si no dejan de aplaudir, yo no dejo de cantar”, provocando la primera ovación entre los seguidores, que como su ídolo, habían sido puntuales a la cita, pues el resto de los asistentes llegó en el transcurso de la velada.
Pero no pasó mucho tiempo para que el papá de “El Potrillo” se adueñara por completo del espacio que el propio Alejandro ya había estrenado anteriormente, pues los que se encontraban en las primeras filas se levantaron a bailar en repetidas ocasiones y algunas damas intentaron en vano acercarse al artista.
Y es que nunca había faltado alguna mujer, joven o madura, que se llevara de recuerdo el beso apasionado del cantante, pero ante la barrera de seguridad, se tuvieron que conformar con demostraciones de afecto a distancia.
Los varones en cambio, brindaron con el hombre de las cejas pobladas y cabellera cubierta de canas al momento de interpretar temas como Lástima que seas Ajena, No me sé rajar, Urge, Si acaso vuelves, Ojalá que te vaya bonito, Por tu maldito amor, Me voy a quitar de en medio, entre otras.
Estos éxitos parecían dedicados especialmente a los “despechados”, que a todo pulmón le hacían coro a don Chente, quien además deleitó con frescas melodías como Me tienes mimado, Estado Civil y Necesito de ti, del disco que lleva el mismo nombre, por el que recientemente obtuvo el Grammy en la categoría de Mejor Álbum Regional Mexicano en la pasada entrega número 52 realizada en Los Ángeles, California.
Y de las más aplaudidas por el público destacaron Si nos dejan, Para Siempre, Acá entre nos, esta última le valió un prolongado aplauso de parte de la multitud alborotada que todavía tenía “cuerda” para rato.
Aunque está por cumplir 70 años, el padrino artístico de Pedro Fernández nunca se mostró cansado y cantó ininterrumpidamente por más de dos horas y media. En momentos le daba un trago a su bebida y en otros encendió un par de cigarrillos.
Con la sencillez que lo caracteriza, agradeció las porras que le brindaban sus admiradores.
“Por eso los quiero tanto”, les dijo y pidió un reconocimiento especial para el mariachi Azteca.
Y del repertorio inagotable, don Chente ofreció De qué manera te olvido, Hermoso cariño, Vale más un buen amor, Mujeres divinas y luego La ley del monte, Las llaves de mi alma y Mi viejo, en memoria de su padre, cuyo retrato fue mostrado en la pantalla central.
Antes de concluir su espectáculo, el máximo exponente de la música mexicana interpretó el Corrido de Monterrey, su versión de A mi manera, Cruz de Olvido y el gran éxito de José Alfredo Jiménez, El Rey, que le sirvió para manifestar lo contento que estaba en esta ciudad.
“Porque en Monterrey me siento el rey…” y efectivamente, fue aclamado como “el rey” de la canción vernácula que pone en alto el nombre de México en el mundo.