::Mátalos suavemente (Killing them softly)
:: Director: Adrew Dominik
:: Actores: Brad Pitt, Ray Liotta
:: Dos estrellas
Brad Pitt presta su imagen de súper estrella para la promoción de Mátalos Suavemente.
Pero sólo eso. Su carismática presencia no puede sostener una película convertida en un comentario social sobre las corporaciones criminales que mantienen el flujo de circulante en Estados Unidos.
El microcosmos de maleantes de poca monta, es una metáfora de lo que le ocurre al país: todos quieren tomar tajada de los débiles, el pez mayor engulle al pequeño, se ofertan servicios de legalidad cuestionable y las disputas, en última instancia, se resuelven a balazos.
La normalidad entre estos mafiosos es el ajuste de cuentas mediante el crimen. La cotidianeidad de la violencia no altera a nadie. Es lo mismo que en las grandes corporaciones de la Unión Americana.
Mátalos Suavemente contempla a un grupo de jugadores clandestinos de póker que son víctimas de unos tontos criminales que fácilmente los desvalijan. La mafia está ofendida. En su sucio orgullo les duele que un grupo de imbéciles los hayan sometido para despojarlos de sus billeteras.
Insospechadamente, el atraco trastoca la economía de la mafia. Brad Pitt es enviado a encontrar a los culpables, a recuperar la plata y a restablecer el orden.
Pitt es actor secundario y productor de la cinta, pero tiene un lugar preponderante en la pantalla. Aparece muy poco. Ni siquiera es el protagonista, pero se roba las escenas.
Hay algo deficiente en el discurso estilizado de Dominik. Su preocupación por el estilo relega el contenido. Especializado en cintas de acción y en trucos digitales, pretende dar una variación a su usualmente interesante propuesta.
Por una razón extraña, no aparecen mujeres en la historia. Si acaso una, intrascendente, maltratada por los varones. Hay mucha testosterona en pantalla.
Su producción menor está muy por debajo del gran casting.
No hay un rol principal, aunque aparecen grandes nombres. También tienen momentos Ray Liotta, Richard Jenkins y James Gandolfini. Todos ellos tienen participaciones mayormente estáticas.
Aunque se vende como una cinta de acción es, en verdad, de diálogos y reflexiones. El también guionista Dominik ha sido lastimado severamente por Quentin Tarantino. En un intento por convertirse en otro de sus imitadores –algunos les dicen admiradores que rinden homenajes-, crea escenas de largos intercambios verbales.
Los mafiosos, como en las fábulas tarantinescas, permanecen imperturbables mientras recuerdan sus hazañas brutales o sus incidentes insólitos en su quehacer ilícito. Pero lo que Quentin hace con brillo, aquí se ve como una repetición de estilo.
Hay una sola gran escena. Dominik hace lo que se espera de él, con una sorprendente digitalización en cámara super slow motion, pero con una envoltura musical tan obvia que la demerita.
En su número final, Mátalos Suavamente contiene alusiones directas a Estados Unidos como una fábrica de criminales que prosperan.
“América no es un país, es un negocio”, dicen en la última línea.
Barack Obama y George W. Bush permanecen de manera permanente como comparsas en el juego sucio de los pillastres. Aparecen, de fondo, sus discursos como dioses paganos de la política del país.
Brad Pitt se encargó de promocionar la cinta con un discurso antigobiernista. Se lanzó en todas las entrevistas de prensa contra el sistema político y abjuró de los funcionarios que operan el país.
Como si el mundo no supiera de lo orgulloso que está en verdad de ser estadounidense.