Europa tiene mucho que aprenderle a Estados Unidos en materia de animación.
Un Monstruo en París deslumbra por una propuesta llena de colorido, con innegable aspiración a emular las hazañas visuales de Pixar, Disney y Dream Works.
Sin embargo en el intento por orbitar junto a los grandes de la generación computacional de imágenes (CGI), el director Bob Bergeron y su guionista se olvidaron de estructurar una trama sólida que se difumina en una larguísima presentación del problema y un show anticlimático como número fuerte al final.
El director y guionista genera desconcierto al hacer una película sin protagonista definido y con una profusión de subtramas que se diluyen en un conflicto tenue, que es superado por sus ramificaciones amorosas.
Pero, además, el monstruo que asola a la romántica Ciudad Luz pierde originalidad, por su mezcla fácilmente identificable de El Jorobado de Notre Dame y El Fantasma de la Ópera, con algunos guiños hacia La Bella y la Bestia, con adobo de King Kong.
La acción se ubica en 1910 cuando el río Sena que parte la ciudad se desborda provocando un caos generalizado. Un romántico proyeccionista y un inventor, crean, por error, una creatura monstruosa que aterroriza la metrópoli con apariciones nocturnas.
Las calles se han vuelto un lugar inseguro, la bestia es omnipresente y en cualquier momento puede descargar sus garras mortales.
El cine antiguo de horror está de regreso. De Nosferatu, al Gabinete del Doctor Caligari, las alusiones son constantes. La amenaza que se cierne sobre París es objeto de la imaginación y espanto de la azorada población.
Hasta que el horror muestra su verdadero rostro.
Cundo parece que hay una tendencia hacia el cine de terror, la historia da un giro hacia el humor presentando a un monstruo con habilidades sorprendentes y con una propensión lúdica encantadora.
Un Monstruo en París muestra un ambiente deslumbrante de una época perdida llena de soñadores y donde absolutamente cualquier sorpresa puede surgir entre los callejones miserables y las luminosas marquesinas.
Sin embargo, su humor es dirigido hacia un público adulto. Los chicos difícilmente podrán entender las referencias culturales de la que fue la capital del arte en su tiempo. Batallarán en entender la paradoja de un ser monstruoso que puede ser capaz de desarrollar semejantes cualidades en un mundo que comienza a florecer y a descubrirse, como fue la capital francesa.
Esta es una cinta que, pese a su caótica historia, ofrece momentos luminosos con algunos momentos elevados que se encuentran en los números musicales graciosamente coreografiados y con voces excelentes.
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Un Monstruo en París (A Monster in Paris) :: Director: Bob Bergeron :: Actores: Vanessa Paradis, Francois Cluzet
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