Una gran inquietud por el arte despertó en Gerardo Nevárez el deseo de dedicarse a vivir por y para el teatro, afición que se convirtió en oficio desde que descubrió su vocación de actor y, posteriormente, de director y dramaturgo, facetas que actualmente combina con la de promotor cultural.
El conductor de Informativo Nuevo León es además ingeniero agrónomo, pero antes de que cursara esta carrera, ya daba muestras de sus capacidades histriónicas, por lo que decidió entrar al taller de Teatro de la UANL.
“El oficio de teatrista es mi plataforma, es el soporte de toda mi carrera; desde la promotoría cultural, los medios de comunicación y principalmente sobre el desarrollo de proyectos en museos o diferentes instituciones culturales”, afirmó el también director del Museo de Culturas Populares.
Dijo que mientras estudiaba Agronomía alternaba sus actividades artísticas, ya que además de pertenecer al taller de la UANL, también impartía clases de teatro en escuelas secundarias.
“Habíamos iniciado a finales de 1976 un taller de teatro de la Universidad Autónoma de Nuevo León y teníamos de maestros a Rogelio Villlarreal, Paco Sifuentes y Jorge Segura, entre otros”, mencionó.
Por su parte, añadió, los integrantes del taller fueron muy activos y se sentían comprometidos a pesar de ser amateurs en el campo de la actuación.
“El grupo que formamos permanecimos juntos y trabajamos mucho durante tres años o tal vez más, y entre algunos de mis compañeros se encontraban Alma Rosa Beltrán, David Gómez, Tere Medellín y nos dirigía Rogelio Villarreal (actual secretario de Extensión y Cultura de la UANL)”, agregó el autor de Pastores a la Diabla.
AMOR AL ARTE
Gerardo Nevárez pertenece a la ge-neración de 1978-82 de la Facultad de Agronomía y al salir se encontró con que había muy pocas plazas dentro de este ramo laboral, por lo que tuvo la oportunidad de conseguir otro trabajo que lo acercó al medio cultural y artístico, que ya lo había seducido.
“Llega mi primer trabajo más formal en la Casa de la Cultura de San Pedro justo cuando salí de Agronomía porque en ese momento nos recibimos muchos agrónomos y no había suficientes plazas. Afortunadamente me ofrecieron este trabajo de promotoría cultural”, señaló el funcionario quien además ha prestado sus servicios en otros recintos como Marco, Museo del Vidrio y el de Historia Mexicana.
Por el contacto regular que tenía con pintores, músicos y artistas en general, el actor tuvo la iniciativa de extender sus conocimientos y realizó estudios adicionales sobre música, danza y apreciación estética.
“El teatro me abre la puerta para querer saber acerca del arte; el arte para mí era un enigma enorme. Y es que había empezado a hacer teatro de manera bastante inconsciente, solamente por hacerlo y entonces me metí a estudiar música, también algo de danza, crítica visual, etcétera.
Además, por el trabajo que tenía en la Casa de la Cultura sampetrina, donde primero fui coordinador y luego director, me fue llevando a tratar de comprender las artes plásticas, entablar contacto con bailarines, escritores y con intelectuales en general”, reveló.
Nevárez no quiso limitarse a realizar su trabajo de promotor cultural y con lo aprendido en sus cursos empezó a redactar algunos análisis sobre arte que más tarde se convirtieron en artículos para el periódico El Porvenir.
“En algún momento hablé con Gerardo López Moya, -a quien considero mi padrino en este ambiente de los medios- y le envié un texto para conocer su opinión como editor de la sección cultural; entonces me invitó a que empezara a publicar en El Porvenir y así me inicié en los medios”, recordó.
OFICIO EN ASCENSO
En esta nueva faceta, el entrevistado dijo que enfocaba sus editoriales básicamente en lo relacionado a la política cultural, ya que en esa época a mediados de los noventa estaba en proceso la formación de Conarte.
“Me tocó vivir todo el proceso de institucionalización por una parte de la cultura, porque en ese momento existía a nivel municipal, Acción Cívica y Cultural y esto último quedaba en quién sabe dónde. Por otra parte ,a nivel del Gobierno del Estado se tenía la dirección y luego el Instituto de Cultura, es decir, empezaban los intentos por darle una validez oficial a este asunto de expresión cultural.
“Sí había desde luego instituciones que ofrecían cosas aisladas y eran esfuerzos particulares, pero el asunto de la cultura era tratado como con barniz, y existía la idea de que era dirigido para ciertas elites, como algo que no tenía una función social importante, y me tocó esa parte. Entonces fue a partir de 1992 cuando empecé a colaborar para el periódico”, reiteró.
Cinco años después el polifacético profesionista recibió una invitación para ser conductor del noticiero cultural Imaginarte, transmitido por TV NL , espacio en el que permaneció durante siete años.
“Había hecho algunas incursiones en televisión educativa que se hacía en el canal ocho a través de SEMPAE, además de algunos videos para la universidad. Luego se da una invitación para entrar a Imaginarte en donde estuve poco más de siete años”, precisó.
Nevárez considera que su labor como comunicador y teatrista es un oficio más que una carrera, porque en su opinión el oficio se hace día a día y fundamentalmente es una cuestión de práctica que de teoría.
“Las carreras no dejan de llamar a mi mente este asunto formativo, masificado, un tránsito obligado; al momento de salir de una carrera es cuando formas tu oficio, es decir, todo ese cúmulo de conocimientos se fortalecen en algo que ya tienes muy interiorizado y que ya te permite ser y hacer”, aseveró.
VIVIR DEL TEATRO
Aunque divide su tiempo como conductor del noticiero y funcionario cultural , también dedica algunas horas para escribir, ya que es dentro de todas las actividades la que más tiene interés en reforzar.
“Mi apuesta a futuro, es terminar de consolidarme como escritor de teatro principalmente, es una fantasía que tengo y ojalá ocurra, porque como escritor el esfuerzo depende mucho de la mente. Puedes estar escribiendo y decir ahorita regreso y morirte al minuto siguiente, entonces me gustaría completar mi vida en ese sentido”, enfatizó.
En su haber tiene 27 textos, de los cuales en 1995, obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia para Niños que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), por Beto y el Ciclo Maestro, una obra que pertenece a la categoría de teatro didáctico y que su trama gira en relación a la ecología.
Por otra parte consideró que aunque en Nuevo León sí existe el talento y la disposición, todavía faltan las condiciones favorables para que se den los agentes de cambio que necesita el teatro local para ser autónomo y más abierto a propuestas con un mayor contenido de tipo social e intelectual.
“El teatro no puede dejarse de ver como un producto de consumo para la sociedad; tanto el teatro comercial cuyo ingrediente principal es el recurso de la risa fácil, como el otro tipo de teatro que no ofrece tanto eso, sino que te invita a la reflexión, las facturas son un poquito distintas. Creo que el trabajo que están haciendo las instituciones públicas van sensibilizando a la sociedad sobre la importancia de consumir ciertos productos culturales.
“Sin embargo, creo que aún no se dan las condiciones favorables para que esto suceda. Probablemente en unos 15 ó 20 años podamos encontrar que quienes nos dedicamos a esto podamos vivir de nuestro trabajo, producir y crear un teatro diferente a lo que estamos acostumbrados”, subrayó.