Sin duda es una de las periodistas más reconocidas por el público mexicano en los últimos 45 años, sin embargo Valentina Alazraki, corresponsal de Televisa en Ciudad de El Vaticano, aceptó abrirse en una entrevista para hablar sobre su vida personal y familiar.
En el marco de su reciente visita a Monterrey donde dictó una conferencia por la Universidad Autónoma de Nuevo León como parte de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, y además se presentó en el Municipio de Apodaca, Alazraki hizo una pausa en su agenda para dialogar con su colega y amigo, Héctor Hugo Jiménez, sobre algunos de los temas desconocidos para el público mexicano.
En la conversación, la periodista habló sobre sus gustos, sus penas, su familia y su verdadera relación con el Papa Juan Pablo II. De los seis matrimonios de su padre, del desceso de su mamá italiana y de su pequeño hijo al mes y medio de nacido, que ha llevado con discreción.
— A mí me preguntan si eres mexicana, si naciste en México o Italia…
Nací en la ciudad de México, mi papá era mexicano y mi mamá italiana, de aquí un poco la duda quizá y la niñez, adolescencia y juventud viví entre Italia y México hasta que en el 74 me fui a Roma a estudiar periodismo y ya me quedé.
— ¿Tu estado civil, estás casada, tienes hijos?
Estoy casada con Guido, un italiano muy simpático, de sangre ligera afortunadamente, tengo dos hijas, Carolina y Camila.
— ¿Eres católica como tu madre o profesas el judaísmo como tu padre?
Soy católica porque crecí con mi mamá, mi papás se divorciaron cuando yo tenía dos años y medio, entonces toda la vida estuve con mi mamá y ella me crió como católica, aunque hay un mito, siempre en las conferencias creen que era judía y me convertí al catolicismo por Juan Pablo II, pero no fue el caso porque fui bautizada y seguí todo el camino.
— A ti te tocó vivir el tema del divorcio y ahorita se dan más, aunque estabas muy chica, ¿qué le sugieres a los hijos de padres divorciados?
Yo viví una etapa muy difícil y muy larga porque mi papá se casó seis veces, entonces aparte de sobrevivir a seis madrastras, como digo de broma, eso de por si es un problema, hijos, medios hermanos, etcétera.
Yo tuve muy claro una cosa, para mí fue de gran sufrimiento esa situación y decidí que si un día tenía hijos, no iban a pasar por lo mismo, entonces el día que me case dije, voy a echarle todas las ganas del mundo y si de mí depende que sea hasta que Dios quiera, hasta el final.
Yo tomé esa decisión y llevo casi 38 años con mi marido, desde el 84, con los problemas de todos, puede haber crisis, puede haber problemas pero nunca he deseado que mis hijas pasen por un divorcio.
— ¿Seguiste viendo a tu padre que era un reconocido cineasta, Benito Alazraki?
Cuando era muy pequeña nos fuimos a Italia, lo vimos muy poco, luego en la etapa de entre los 10 y 15 años, lo que hacíamos era que vacacionábamos en España, donde él vivió muchos años.
Luego el regresó a México y nosotros también, en esos años nos vimos un poco, luego hubo rupturas y después una larga fase de reconciliación cuando nació mi segunda hija y Carolina tenía seis años, pues hubo la posibilidad de re acercarme a él y lo hice no sólo por mi sino para darle un abuelo a mis hijas.
Pues mi mamá falleció cuando yo era muy joven, los papas de Wido también fallecieron, entonces fue esa idea de darles un sentido de familia porque finalmente allá no teníamos a nadie, más que amigos que se vuelven familia.
Entonces vivimos unos años con una muy buena relación, él con su esposa Rosario, venían mucho a Roma, estaban un mes o dos con nosotros, vacacionábamos en México con ellas, toda la fase de la niñez de mis hijas, eso fu muy bonito, luego desafortunadamente hubo una nueva ruptura y ahí quedó.
— Era una ruptura normal entre padre e hija…
Finalmente él decidió dejar a Rosario, empezó otra relación, yo me quedé del lado de Rosario, en fin, historias complicadas de familia. Después (mi padre) falleció sin que nos volviéramos a reconciliar, es una cosa que no la he trabajado.
— ¿Dónde creciste en la ciudad de México, qué hacías de niña, a qué colegios fuiste?
La parte de la niñez estuve siempre entre Italia y México, no me acuerdo el nombre del kínder pero luego en la adolescencia estuve en el Liceo Franco-Mexicano de la Ciudad de México.
La verdad pasé mi niñez y adolescencia estudiando, era una gran lectora muy poco dada a las fiestas, a los amigos, un poco ensimismada digamos.
En esos años descubrí a mi abuela paterna, la descubrí en España como a los 12 o 13 años, entonces cuando volví a México en las tardes me iba a casa de la abuela en lugar de estar con las amigas, porque para mí era muy importante tener ese sentimiento de una estructura familiar, un punto de referencia.
Ella era una mujer que era como la matriarca de esa familia, entonces para mí era muy importante contar con esa presencia que me daba el sentido de familia, pero falleció cuando yo tenía como 17 años, entonces la gocé muy poco.
— ¿Qué idiomas hablas?
Hablo italiano y español siempre en casa, mi mamá desde muy chica me hizo que fuera a clases de inglés y cuando llegué a México al Liceo, en la escuela aprendí francés de primaria que era prácticamente nada, ni siquiera me querían inscribir porque decían que era imposible que yo siguiera las clases y mi mamá les dijo que no se preocuparan, que al final del año iba a obtener un premio especial de francés, de verdad que me lo dieron.
Claro que eso significaba, ir al colegio, estudiar toda la tarde, tener clases privadas en la casa, iba a la Alianza Francesa y me despertaba a las cinco de la mañana a estudiar, claro que al final del año me dieron el premio especial de francés, pues así a quien no.
— ¿Te divertías, te gustaban los deportes?
En mi juventud los deportes los aborrecía y aparte era nula, bueno sigo siendo, con la edad aprendí a ir al gimnasio pero ya por otras razones, porque si no dices, bueno vas a acabar como la Torre de Pisa que se va, se va (risas), pero bueno, ya con disciplina como a los 30 empecé a ir al gimnasio por deber, para estar bien.
Pero en los deportes soy absolutamente nula, si me he ido a esquiar, en la montaña me rompí algo al segundo día.
La única vez en la que mentí en la escuela fue cuando falsifiqué la firma de mi mamá para decir que no podía hacer gimnasia por alguna razón (risas).
— ¿Entonces que te gustaba?
El cine sí me gustaba, tenía muy pocos amigos, iba a casa de mi abuela, estudiaba y leía, muy aburrida.
No era de novios, cuando se usaba minifalda yo la llevaba hasta los tobillos, así medio vieja, creo que me puse más juvenil después.
— ¿Conservas a alguna amistad de esa época?
Tengo a mi mejor amigo Philip, cada año nos vemos cuando vengo a México, nos sacamos una foto y ya, tenemos 51 años de amistad.
— En las charlas se ha dicho que te hubiera gustado estudiar psiquiatría…
Siempre me ha gustado mucho tratar de entender lo que pasa en el cerebro de una persona, pienso que el cerebro es algo absolutamente fascinante y tratar de entender a las personas o los mecanismos, porque una persona piensa de una manera.
Siempre he tenido una curiosidad sana de entender o captar lo que piensan las personas, darme explicaciones, escucharlas, me gusta más escuchar que hablar aunque no parezca por mi profesión, pero la verdad en una reunión casi siempre estoy callada, prefiero escuchar, es como entender lo que pasa ahí adentro.
— Tu mamá te dio ese empuje, te adentra a tu profesión…
Si porque de pequeña era muy buena escribiendo, cuando estaba en Italia en primaria y nos pedían un tema a desarrollar, todas mis compañeras escribían una paginita y yo hacía capítulos, como telenovela; tenía mucha facilidad para escribir y lo fui conservando, mi mamá era muy sensible a muchas cosas y tenía mucha visión, yo creo que ella pensó que era lo mío y me dio un empujoncito al momento de decidir.
—¿Dónde se conocen tu papá y tu mamá?
En México, mi mamá era italiana de Trieste, pero luego había vivido en Roma y ella hacía teatro y su compañía de teatro decidió ir a México en Barco, llegaron a Veracruz por 1950, por ahí, ella con dos amigas italianas y el director de esa obra era mi papá y se conocieron ahí, empezó el romance, se casaron, vivió aquí en México enamorada de su gente y del País, y luego nacimos mi hermana y yo.
Mi mamá murió muy joven, de cáncer, iba a cumplir 54 años. Todo empezó en el verano del 78 cuando empieza toda mi historia con los Papas, fue justamente en ese verano cuando ella se enfermó y de hecho nosotros venimos a México con ella muy mal ya.
Del aeropuerto al hospital en silla de ruedas, nos fuimos a acostar y esa noche murió Juan Pablo I, esa noche me retacharon al Vaticano, ella de se quedó en México y como no había celulares Televisa me enlazaba con su oncólogo.
En el enlace se escuchaban las conversaciones, entonces las personas de la oficina de corresponsables escucharon que el doctor me decía que tenía tres meses de vida, en realidad duró más de un año, entonces le fueron a decir al licenciado Zabludovsky y él me llamó y me dijo -mira vas a cubrir muchos Papas más, en este momento lo más importante es tu mamá, entonces te regresas a México- y me devolvió.
— Me consta que eres una persona muy sensible con quienes padecen cáncer…
Creo que me quedó un poco de esa experiencia porque yo era muy joven, tenía 23 años, a parte obviamente te marca para siempre, pero siempre fui muy consciente de que la salud es lo principal, pero a partir de ahí fui todavía más consciente.
— Tienes una hermana producto de tu mamá y tu papá…
Sí y luego tengo medios hermanos, ella es menor dos años que yo, ha sido tanatóloga, ha hecho reiki, sigue clases de escultura, pintura, es muy buena, es muy creativa en todo lo que a mí se me ha negado con lápiz o pincel.
—Seguramente el fallecimiento de tu mamá fue uno de los momentos más tristes…
Yo creo que sí
— La gente debe saber que tuviste también un bebé…
Murió al mes y medio de cuna y también fue un dolor y un trauma muy grande, creo que son dolores diferentes perder una mamá muy joven y perder un niño son experiencias de dolor muy fuertes, pero evidentemente son diferentes, pero bueno así es la vida.
— Quienes te vemos en la pantalla desconocemos esa parte triste…
Lo que pasa es que no me gusta compartir problemas o tristezas, prefiero compartir la parte positiva cuando las cosas van bien y no entristecer a las personas con problemas, a parte siempre he tratado de que mis conflictos personales no intervengan con el trabajo.
El trabajo de alguna manera también ha sido mi salvación en esos momentos porque obviamente si reanudas, después de un duelo, inmediatamente el trabajo no digo que te distraigas pero por lo menos tienes la mente ocupada.
— Comentábamos que tu mamá te había empujado, cuéntanos esa anécdota con Jacobo Zabludovsky…
Es que mi mamá trabajó un tiempo en Televisa, entonces cuando decidimos volver a Italia y yo estaba que no sabía si iba a estudiar medicina para psiquiatría o periodismo, mi mamá fue a despedirse de sus amigos en Televisa, entre ellos estaba el licenciado Zabludovsky y ese día no sé por qué me pidió que la acompañara.
Yo la verdad no tenía ni ganas, ni entendía porque tenía que ir a Televisa, no conocía a nadie, en fin, de esas veces que dices voy porque ella me lo pidió.
Entramos a la oficina del licenciado Zabludovsky, ella para despedirse normal, y él me dijo -hola chiquita que sabes hacer- yo le contesté que nada, pues estaba estudiando preparatoria.
Después me preguntó que cuántos idiomas hablaba, le conteste que cuatro, me dijo -ah y no sabes hacer nada pero hablas cuatro idiomas-.
Me preguntó que qué iba a estudiar y cuando apenas le iba a responder que estaba indecisa, mi mamá dijo rápidamente -va a estudiar periodismo- yo me le quedé viendo como diciendo a que buena novedad que sepamos qué carrera voy a hacer.
Pero claro, muy educada, no dije nada y el me comentó que fuera a Roma, estudiara, me preparara y después hiciera prácticas, me dijo que un día, si yo quería, fuera su corresponsal.
El pregunté qué significaba eso porque yo no veía tele, ni programas, entonces me dijo mira serás mis ojos y mis oídos en el Vaticano y en Roma, yo le contesté que si era tan fácil ser corresponsal.
— Y ahí empezó la carrera…
Sí pero por mi mamá y por él de alguna manera y las circunstancias que se dieron que eligieron a Juan Pablo II, ya me quedé en Roma, yo pensaba en esa época en estudiar, regresar a México y trabajar en Televisa, en fin, se fueron dando muchas cosas para que finalmente yo me quedara ahí.
— ¿En qué momento de tu día a día estando en Roma, extrañas a México?
A la hora que quiero escuchar música o de repente extraño la comida o vienen algunos amigos mexicanos y mi marido dice que cuando hay amigos mexicanos en casa él me ve diferente, que soy diferente con los italianos, más ensimismada y con los mexicanos más simpática, abierta, me divierto y la gozo más.
A veces en la plaza de San Pedro, si estuviera deprimida, me voy a la plaza de San Pedro, me encuentro a un fiel mexicano y la depresión se me pasa porque te abrazan. Te apapachan, te agradecen, es muy bonito.
— Tú has contado que cuando vuelves a Italia después de los apapachos en México como que medio te deprimes…
Pues ya vuelvo a ser ama de casa anónima, que también tiene sus ventajas, pero esa parte del apapacho no la tengo al menos que me encuentre a algún peregrino en la plaza o a algún fiel, pero llevo dos años sin ver a nadie porque los mexicanos no podían viajar a Italia por la pandemia.
— ¿Vale, tú quiste que tus hijas Karolina y Camila siguieran tus pasos?
Las he dejado absolutamente libres: Carolina creo que habría tenido vocación y lo habría hecho muy bien, pero tuvo muy claro desde joven que no quería ser hija de y que quería hacer su camino absolutamente sola. Entonces, acabó la prepa en Roma a los 17 años, se fue a Madrid, luego a París, siempre estudiando y trabajando, y se hizo su propia carrera y su propia vida.
— Deben de saber que Karolina la hija mayor de Valentina se llama Karolina por…
Por Juan Pablo II porque cuando estaba embarazada todo mundo me hacía chistes de que si sería niña se llamaría Karola, Karol y si es niño Karolo o Juan Pablo y como nació una niña se llama Karolina.
— Muchos mexicanos piensan que por tu trabajo ya eras prácticamente amiga de Juan Pablo II..
No es cierto, no era amiga de Juan Pablo, pero sí me tenía muy identificada. Yo para él al principio era México porque obviamente me vio en el primer viaje a nuestro país. Entonces, al principio cuando me veía correr atrás de él en todos los continentes me señalaba y me decía México, pero ya después supo cómo me llamaba.
Él hacía parte de la familia en el sentido en el de que en mi casa sabían que yo siempre estaba trabajando con algo relacionado con el papa. Entonces, aunque yo estuviera en el súper, en el gimnasio, en el salón o donde fuera, mis hijas, si alguna llamaba a casa, siempre respondían que yo estaba con el Papa.
Era como parte de la vida familiar. Cuando me iba de viaje mi marido las sentaba frente a la tele y les decía que yo estaba de viaje con el nono, con el abuelo. Entonces, ellas crecieron un poco con esta idea de cercanía y cuando murió fue como su hubiera muerto una persona de la familia.
— Cuando murió Juan Pablo II la verdad estabas muy triste. Me consta porque te vi y platiqué contigo y era como si hubiera muerto alguien de la familia…
La cosa que más me sorprendió al día siguiente del fallecimiento, porque había mexicanos en El Vaticano, y lo que más me impresionó es que la gente me daba el pésame, me abrazan y me daban el pésame, lo cual a mi se me hizo como algo rarísimo porque no era familiar suyo, pero finalmente después de 26 años y medio para la gente yo era la mexicana más cercana al Papa y como que la gente percibía que había cariño.
— ¿Y sí lo había?
De mi parte sí porque su historia fue única: yo no creo que volvamos a tener un Papa que comience su Pontificado en México, que viene cinco veces, que se enamora de los mexicanos, los mexicanos de él hasta la fecha. Digo, si calculas que han pasado 17 años desde que murió y seguimos hablando de él en todas partes de México quiere decir que es como una persona que no se ha ido. Pienso que se ha quedado dentro de mí y de los mexicanos.
— En tus tres embarazos ¿cómo pudiste sacar adelante tu trabajo tan intenso y tan demandante?
Afortunadamente en mis tres embarazos estuve muy bien de salud, trabajé siempre hasta el último día, reanudé poco tiempo después de tenerlos, como un mes y medio. Lo llevé bien porque nunca tuve problemas de salud, siempre tuve mucho ánimo. Hubo una navidad en la que prácticamente estaba dando a luz en una transmisión porque mi hija nació el 29 de diciembre y yo fui a trasmitir la misa del 25. La gente me miraba como esperando haber si no nacía la niña en plena transmisión.
En los viajes me dejaban subir hasta el sexto mes porque el portavoz de ese momento, Joaquín Navarro-Valls me decía: con tus ocurrencias te dejo subir con más de seis meses y me nace la niña en el avión. Entonces, no me dejaban subir.
— Vale, entonces te adelantaste a los tiempos y optas por el home office, por instalar la oficina en tu casa…
Sí, cuando Karolina cumplió un año tomé esta decisión, la mejor decisión porque si estaba en el trabajo me sentía culpable de no estar con ella y si estaba con ella me sentía culpable de no estar en la oficina. Entonces, lo que se me ocurrió fue el home office 47 años antes del Covid.
— A tu esposo Guido ¿dónde lo conoces?
Se lo debo a mi hermana porque en ese momento ella salía con un amigo de él y un sábado me invitó para que saliera con ellos. Fui a verlos jugar tenis, de ahí nos fuimos a comer y sí fue como una especie de flechazo.
— ¿Y tus hijas son muy diferentes a ti?
Sí
— En estos nuevos tiempos tú te has dado cuenta que eres influencer, pero para bien. Tú misma has contado que en tus redes sociales las reacciones son muy positivas. Es muy difícil que una personalidad logre tantos comentarios positivos en estos días, eres un fenómeno en las redes sociales, ¿así te consideras?
No, me extraña mucho cuando leo a veces más de mil o dos mil respuestas a una foto y que no haya nadie que me diga algo negativo o algo feo. Eso me pasa, porque obviamente veo las redes sociales y veo lo que pasa con otras personas. Eso es muy llamativo, pero creo también es por el perfil, que nunca he tocado temas polémicos o de interés nacional. Aparte creo que he logrado establecer con las personas una relación muy humana y creo que a la gente le gusta ver qué haces en tu día a día, si te gustan las flores, si plantas algo, si vas al mercado, creo que es una relación muy bonita y rara, tal vez, para las redes sociales.
Lo que siento que es más afín a mi es esta página de Facebook porque Twitter lo veo como más como algo de trabajo, Instagram es diferente también. En Facebook yo empecé en la pandemia a hacer unos videos cada noche explicándole a las personas lo que estábamos viviendo allá, no desde el punto de vista informativo, sino para decirles lo que estaba pasando en Italia.
Lo empecé a hacer y las personas lo esperaban. La gente estaba muy al pendiente y muchos me agradecieron porque me dijeron que gracias a los videos empezaron a entender lo que iba a pasar en México y empezaron a cuidarse.
— Valentina esos videos los vieron millones…
Tú los contaste, pero así salió de una forma espontánea una noche.
— Ya no era la Valentina del Vaticano, ahora era la Valentina que daba información valiosa sobre la pandemia…
Y de lo que nosotros vivíamos porque finalmente Italia fue el primer país en Europa que le tocó eso.
— ¿Cómo le hicieron en la pandemia?
Lo que hicimos fue encerrarnos en una casa de campo que tenemos. Mi marido y Camila se encerraron ahí. Yo iba y venía. Yo dormía en Roma porque tenía enlaces hasta muy tarde, a la mañana me iba al campo, hacía el mercado, la compra, les cocinaba y a la 1:00 pm máximo me regresaba para Roma y así viví prácticamente toda la pandemia, pero finalmente nos quedamos finalmente viviendo en el campo.
— Fue un país que estuvo prácticamente sellado…
Sí, todo sellado. No podíamos ir ni al pueblo de al lado que estaba a dos kilómetros.
— En la pandemia muere Jorge Sandoval, tu gran amigo, tu compadre, tu guía…
Sí, fue la primera persona que me ayudó como periodista. Me dolió muchísimo por muchas razones, entre ellas, porque a mi lo que más me afectó y más me llamó la atención durante el Covid fue el hecho de que las personas murieran solas. Hay muchas enfermedades que arrebatan la vida, pero a final uno se muere acompañado por los suyos. Lo que me pareció dramático en el Covid era que la gente entraba al hospital y si no salía no volvía a ver a nadie, estas personas morían solas. Yo recuerdo que cuando Jorge entró todavía tenía su celular y vas viendo como cada día te contesta menos hasta que un día ya no contesta, es muy feo y triste. Es algo que se queda como suspendido porque no te puedes despedir de esa persona.
Fue una gran persona, además de padrino de mi hija Camila. De verdad, un caballero y fue la primera persona que me ayudó de una forma absolutamente desinteresada siempre cuando yo llegué a los 19 años allá a Roma.
— Si usted va a Roma y tiene suerte Valentina lo va a invitar a su casa, le va a hacer una rica pasta porque es muy hospitalaria y muy buena anfitriona…
Sí, me gusta mucho recibir invitados en casa y me encanta cocinar para los demás. Es raro porque creo que para mi misma nunca me cocinaría nada más que una ensalada, pero me encanta cocinar para los demás, poner la mesa, poner las flores, considero que es como una forma de darse a las personas. Me encanta que la gente venga, que deleite su paladar, la mesa bonita. Mi marido es muy buen anfitrión también, a veces son mis amigos, a veces son los suyos.
— Y en Televisa ¿quiénes han sido tus mejores amigos o amigas?
La gente piensa que Jacobo (Zabludovsky) y yo fuimos muy cercanos, pero en realidad era mi jefe, yo siempre le hablé de usted. Sé por muchas personas que me quería muchísimo y siempre me ponía de ejemplo. Hasta hay libros donde él contó la anécdota cuando yo entré a su oficina y sé que me quería ver. Cada vez que le llegué a preguntar qué me había visto para decirme que un día fuera su corresponsal nunca me quiso decir. No puedo decir que fuimos amigos, siempre hubo una relación de jefe y de mucho respeto.
— Sé que eres muy amiga de tu ex jefe de corresponsales Leonardo Kourchenko…
Sí, es como un hermano. Soy muy amiga de él y de su esposa. Ha sido un gran jefe, un gran amigo, un hermano, una guía, la quiero muchísimo.
— Vale ¿has pensado en jubilarte? sé que quieres ser abuela…
Bueno, yo quisiera ser abuela, pero eso habría que preguntárselo a mis hijas porque los tiempos han cambiado y ellas se lo toman con mucha calma, pero sí tengo mucha ilusión de ser abuela, pero los tiempos allá en Europa están muy dilatados así que no sé cuanto me tocará.
Yo creo que un periodista nunca se retira, si se tiene el amor por la profesión seguramente se le bajará al ritmo, las cosas van cambiando y ahora estoy en una fase híbrida. ¿Qué sigue? no lo sé, espero tener más tiempo para poder leer más, escribir, dar conferencias y compartir.
— ¿Te imaginaste este mundo de redes sociales y sus alcances?
No, para nada. Yo empecé en la prehistoria con cinta de película, que había que ir a relevar a un laboratorio a las afueras de Roma y luego se enviaba a México por avión y llegaba al día siguiente. No había internet, celulares, redes sociales, las computadoras eran enormes. Ahora ya es otro mundo, es otra historia.
— Incluso hasta de mayores alcances que la propia televisión…
Creo que hay una crisis de la televisión. Tengo entendido que hay mucha menos gente que ve televisión, que ve noticieros y si estás presente en redes, a veces, la gente ni se entera que no estás apareciendo en televisión porque como ya no la miran tanto y todo el mundo está con el celular para informarse, todo es inmediato, es impresionante.
Pero también tiene sus desventajas porque circula todo tipo de información porque hay muchas llenas de fake news.
— ¿Valentina no sería Valentina sin Televisa?
Afectivamente, había sido otra cosa. Televisa ha sido mi casa, mi familia. Llevo 47 años ahí y obviamente todo lo que he vivido ha sido gracias a que Televisa me dio la oportunidad de vivirlo: que me mantuviera en Roma, hacer la cobertura de todos los viajes Papales. Nunca se interrumpieron hasta hace muy poco. Entonces, sin Televisa no sería Valentina.
— Valentina: podríamos estar platicando horas y el público estaría muy atento a tus palabras. Te agradezco mucho de nueva cuenta la entrevista para Canal 28, para Hora Cero y bienvenida a Monterrey. Sabemos que vuelves a Italia, pero nos vemos pronto aquí otra vez…
Ojalá. Muchas gracias.