Una llamada telefónica la tarde del 6 de noviembre, dejó en shock a Jesús Peña Sánchez mientras realizaba una entrevista para su próximo reportaje. Le notificaron que era acreedor al reconocimiento nacional en la categoría de reportaje de investigación.
“Tenía mucha fe pero no me lo esperaba, de hecho era tarde, ya me había desilusionado. Me tomó de sorpresa porque estaba ocupado en una entrevista. No me la creía”, expresó Peña Sánchez con una sonrisa en su rostro al recordar aquel momento.
Su esfuerzo y dedicación, rindieron frutos. No sólo por lograr una condecoración en el gremio periodístico sino por el cúmulo de historias de la realidad social que proyecta en sus textos.
“Es recoger lo sembrado en 15 años de trabajo en este campo, a veces árido y hostil del periodismo. Es un logro importante pero sobre todo un aliciente para seguir adelante,hacer cosas diferentes, o atrevidas”, señaló.
Ser acreedor a un mérito nacional “es un sueño hecho realidad”, agregó el reportero. Pero más allá de los estímulos, el saltillense ha encontrado en su oficio un camino para servir como foro de expresión a la gente que no se escucha.
“Me gusta ser ese portavoz de lo que a la gente le afecta. Uno es idealista y creo que puedo ser agente de cambio de las personas que no tienen agua o cuenta con ella en condiciones insalubres,como la del arsénico en La Laguna, entre otras problemáticas”, explicó.
“Peñita” como lo llaman sus colegas de Vanguardia, mencionó que durante el contacto directo, la gente le han manifestado que la prensa es su única esperanza ante los problemas que les aquejan, ya que el Gobierno y las instituciones, les han dado la espalda.
“Me dicen que no los abandonemos. Por eso he sido, soy y quiero seguir siendo un foro de expresión para quienes creen no tener voz y necesitan solución o mejoras en su calidad de vida”, manifestó.
“SOY REPORTERO…
Y DE LA CALLE”
Peña Sánchez recalcó que es un “reportero de la calle” porque siempre está en busca de las situaciones que atañen a las comunidades, y considera que no es un “periodista”, porque cada día aprende de su profesión.
“Siempre trabajo en esa línea social y de lo que está afuera. Eso es lo que hacemos y deshacemos en cada edición de Semanario. Siempre estoy pensando que temas abordar, los platico con mi jefa y los trabajo”, detalló.
Mencionó que trabajar en Vanguardia ha sido una aventura periodística, porque escribir reportajes, uno de los géneros más laboriosos, le apasiona pese a las dificultades que enfrenta al buscar los testimonios adecuados.
Comenzar a escribir sobre crónica urbana, desde que estudiaba el séptimo semestre de la carrera en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Coahuila, lo ha llevado a ser tenaz.
“Las personas que necesitan ayuda, son los que hacen de tu tema un buen reportaje, ya uno con la creatividad le da forma y contexto a la diversidad de historias que están a tu alrededor”, expresó el reportero.
Adentrarse al aspecto social de su localidad, rememoró, fue el inicio de una carrera prodigiosa que poco a poco pulió al entregar esas crónicas que recolectaba en la tierra del sarape y se publicaron en la edición quincenal Espacio 4.
Por otro lado, y por la relación estrecha que guarda con la gente de la calle, Peña Sánchez no se considera periodista y se enaltece de ser un reportero. Normal, sencillo y no presuntuoso.
“El término periodista se me hace muy elevado para mi condición porque uno nunca termina de aprender… aún me equivoco, por eso, soy reportero porque llevo 15 años escribiendo pero me sigo forjando en el medio”, puntualizó.
PERDER LA VISTA…
OBSTÁCULO SUPERADO
Identificar temas sociales, o contactar a las fuentes informativas, no ha sido el único contratiempo que Peña ha sorteado en su vida laboral. Perder el ojo derecho, fue quizás, el fin de su carrera.
“Recién egrese de la universidad y entré a Espacio 4, en el 99, perdí el ojo. Ya me habían realizado varias operaciones porque tenía catarata congénita pero no hubo mejoría, la calidad de la vista disminuyó por completo”, explicó el comunicólogo.
Los cuestionamientos llegaron a su pensamiento, recuerda. No sabía que iba a ser de su vida porque el camino se vislumbraba complejo ante la situación. Incluso, presentó su renuncia al Director del quincenario.
“Le dije que que ya no podría trabajar pero no aceptó mi decisión. Me dijo que hiciera otra cosa en la empresa y hasta me asigno contestar el teléfono pero ahí me cayó el veinte” manifestó.
“No era para tanto”, dijo y decidió seguir su intuición. Salió a la calle para adaptarse a ver con un solo órgano visual y aunque fue difícil, poco a poco venció el obstáculo.
“He batallado mucho pero aquí estamos. Uso lentes y lupa para leer o revisar mis textos porque no puedo quedarme cruzado de brazos. La vida sigue y se aprende a vivir con lo que se tiene”, dijo el periodista.
El comunicólogo señaló que inició su sendero en el periodismo en Espacio 4, donde laboró por cuatro años, pero Vanguardia se convirtió en su segundo hogar, desde hace 10 años y 5 meses.
LA FAMILIA: SU GRAN APOYO
René Peña Arriazola (Q.E.P.D) su padre, así como su madre y hermanos, han respaldado cada paso que Peña ha dado tanto a nivel personal como profesional.
Y aunque hace meses su padre murió, la unión familiar ha permitido superar la pérdida del hombre de la casa. Lo llevan siempre en su mente y corazón, demostró Peña.
“Fue un golpe duro, nos ha pesado mucho pero hay la llevamos. Siempre hemos tendido una buena relación en la casa que es lo que nos ha ayudado a salir adelante”, expresó conmovido.
Un minuto de silencio le invadió, mientras intentó no soltar el llanto. Contempló las fotografías de su padre que dan realce a la sala de su humilde hogar y tomó fuerza para continuar la entrevista.
“Sigue con nosotros, eso es lo importante. Nadie de mi familia me ha dejado solo en ningún momento, aún y cuando no saben en que partes ando cuando trabajo”, enfatizó.
Peña no tiene muchos amigos, reconoció. Pero cuenta con una segunda familia que es Vanguardia. De ahí en fuera, declaró; “mi familia y el periodismo son mi vida”.
ODIA LA POLÍTICA: PREFIERE EL PERIODISMO SOCIAL
Hacer periodismo social es lo suyo, y en ese sentido, el reportero dio a conocer que odia la política porque esta ente, es quizás, la responsable de las carencias que la sociedad tiene.
“Odio a los políticos por su indolencia, por su comodidad ante la realidad que vive la gente. Son unos mentirosos- los políticos-. La política no es para mí”, señaló Peña Sánchez.
En su afán de ejercer el periodismo social y para encontrar historias reales, el comunicador ha interpretado una serie de papeles con el fin de obtener información.
“He sido limosnero, drogadicto, desempleado, entre muchos más y la inspiración para esos personajes vienen de la lectura de libros de periodismo de inmersión que mi maestro Jesús Cedillo me recomendó”, reveló.
La lectura ha enriquecido su vocabulario, creatividad para escribir nuevas y mejores reportajes.
Peñita” considera que leer es parte de la noticia pero además es un “placer” que disfruta en todos los sentidos.
“En los libros y diversidad de autores he encontrado distintas formas de hacer periodismo, tal como el texto de “Los Hijos de Sánchez”, de Oscar Lewis, uno de mis favoritos, porque es el que más me ha acercado a los temas de la gente”, expresó.
UN DÍA LABORAL DE JESÚS PEÑA
Eran las 11:00 horas. El reportero salió de Vanguardia e interrumpió la escritura de su nuevo reportaje para la entrevista, aunque desde las 09:00 horas, había llegado a su trabajo para integrar la primera parte de su reciente material informativo.
Serio, Peña caminó hacia donde lo esperaba, pero un caluroso saludo rompió la frialdad del encuentro. -”Vamos a mi casa, mi madre y hermana nos esperan”-, dijo.
Camino a su hogar, iba nervioso. Comentó que no está acostumbrado a que lo entrevisten sino a entrevistar. Pero poco a poco entró en confianza. Llegamos a su hogar y su familia nos recibió.
Ese hombre de 37 años de edad, de estatura media, tez morena, de vestimenta casual, y con discapacidad de uno de sus ojos, guarda una historia detrás de su apariencia.
Tomó asiento en el sillón de una sala acogedora y no cesó al hacer un recuento sobre su trayectoria periodística y vida personal, conforme se le fue cuestionando.
Una repisa llena de premios resaltó en cuanto nos adentramos a la sala. Ahí, Peña conserva los 18 premios estatales y locales que le ha otorgado el Gobierno del Estado y la Universidad Autónoma de Coahuila por la calidad de piezas con las que ha participado en los certámenes que organizan.
“Los reconocimientos como tal, no son todo, pero cuando a raíz de mi trabajo puedo hacer que la vida cambie para esas personas afectadas por al arsénico en el agua, quedo satisfecho”, expresó el reportero.
Tras esas transformaciones sociales, Peña Sánchez logra salir de la crisis existencial que a veces a traviesa, porque dice sentirse impotente, -como una voz en el desierto- por no poder hacer más al conocer la realidad de la gente enferma.
“Al final me doy cuenta que mi trabajo ha valido la pena”, recalcó con una sonrisa en el rostro, como una muestra de que su labor no es en vano.
Luego del receso que “Peñita” tomó para la charla, regresó a Vanguardia. Habría de proseguir con su siguiente reportaje, que saldrá en la edición de Semanario del próximo lunes.
Este año “fue intenso”, agregó; “primero la muerte de mi padre, luego el seguir preparando nuevas historias porque algunas las logre y otras no, y ahora, cierro con broche de oro al obtener el Premio Nacional de Periodismo: es un sueño cumplido que le dedico a mi familia”, finalizó.