
A lo largo de tres décadas como ultratleta donde acumuló 14 récords mundiales, uno de los mayores reconocimientos que recibió Silvia Andonie en el ápice de su carrera vino de dos medallistas de oro en Juegos Olímpicos, los marchistas Daniel Bautista y Ernesto Canto, quienes le dijeron: “Tú tienes mejor condición física que nosotros juntos”.
Dedicada a su hogar a los 66 años, la émula de Forrest Gump, el protagonista de la película que corría día y noche, combina su faceta de esposa, madre de tres hijos y abuela de cinco nietos, con el gusto por recoger perros y entregarlos en adopción.
—¿Cuándo se retiró? — le pregunté.
Aún no me retiro. Las pruebas de resistencia son una adicción y aún puedo participar en mi categoría— respondió.
Según estadísticas, la ultratleta originaria de Torreón, Coahuila, daría 15 vueltas al mundo nadando, pedaleando y trotando. Compitió al menos en cuatro de los cinco continentes e implantó 32 récords nacionales, latinoamericanos, americanos y mundiales.
Pero nunca recibió de manos de un gobernador o presidente de la República el Premio Estatal o Nacional del Deporte.
En cambio, agradece a políticos como Luis M. Farías, Jorge Treviño Martínez, Mauricio Fernández y Sócrates Rizzo García por los apoyos que recibió; a Daniel Bautista, medalla áurea en 20 kilómetros de marcha en la Olimpiada de Montreal 96 y ex director de Deportes de Monterrey, así como a Ivar Sisniega, ex titular de la Comisión Nacional del Deporte (1994 y 2000).
—Silvia Graziano de Andonie, toda una trayectoria en pruebas de ultradistancia viajó por todo el mundo, tuvo récords panamericanos y mundiales, era nota diaria en la prensa local, nacional y mundial por los logros conquistados, gracias por recibir a Hora Cero y al Canal 28.
Al contrario, gracias a ustedes es un honor.
— Diatlonista, triatlonista, carrera de distancias extremas, orgullo de Nuevo León y orgullo de México; señora a los 66 años si hiciera un balance de su vida como atleta ¿cambiaría todo lo que ha logrado por haber convivido más con su familia y sus hijos?
No, de ninguna manera, pienso que Dios me dio este talento, que con él nací, con el deporte en mis venas y desde que era chiquita estaba en la escuela participando en cualquier evento deportivo, fuera atletismo, voleibol, basquetbol, hasta futbol, cosa rara en aquel entonces en los sesentas. Así que gracias a ese deporte que compartí junto con mi esposo que siempre me apoyó, Jorge Luis Andonie, nuestros tres hijos: Denisse, Farid y Giselle y mis nietos Karime, Farid, Isabela, Leo y Mía, ¿cómo puedo yo cambiar eso?
—En alguna de sus competencias alguno de sus hijos le dijo: ‘Mamá ya no queremos que des vueltas al mundo, queremos que vengas a casa’…
La verdad sí hice mis buenos viajes. No eran muy seguidos puesto que estas pruebas no era que las pudiera hacer tan seguidas, pero cuando salía a correr las mil millas en Nueva York, que eran pruebas de dos semanas, mis hijas llorando me decían: ‘no vayas’, pero hablaba a diario con ellas.
Sin embargo, se llegó el momento en que ellas crecieron, fueron hasta Francia a hacer un triatlón, que era una prueba de 24 horas de natación, 24 horas de ciclismo y 24 horas de trote; seguido me acompañaron hasta que esos triatlones. Crecieron tanto que llegamos hacer lo que fue el famoso decatlón en la pista del Parque Niños Héroes. Mi esposo lo organizó, pero siendo aquí en la ciudad yo feliz de la vida porque podía ver a mis hijos a diario, estaban conmigo.
Mi esposo se lanzó a organizar carreras con mucho éxito y fue así como tuvimos a muchos atletas y triatletas participando en nuestros eventos.
—En 1970, en sus primeros 100 metros planos en una pista atlética en Torreón ¿la niña Silvia se imaginó que llegaría a convertirse en una mujer de acero?
No, de ninguna manera, yo veía las Olimpiadas y lo que más me llamaba la atención era la natación y sí, deseaba estar ahí, pero no tuve los medios ni el entrenador que me pudiera impulsar hacia ese objetivo.
El objetivo de la familia fue mudarse para acá precisamente a fines de los setentas y la opción aquí era terminar de estudiar secundaria, una carrera de secretariado y trabajar para apoyar a los gastos de la familia.
Vivíamos en la esquina de Río Colorado con Tamazunchale (en San Pedro Garza García). Mi esposo vivía enfrente, yo tenía 17 y el 19, así que definitivamente el destino ya estaba escrito y todo fue sucediendo, nos casamos después de que él terminó su carrera en el 76, y ya cuando nació la tercera de mis hijas -que fue en el 82-, resulta que tenía varices en ambas pierna. Todavía tengo las cicatrices a causa de los embarazos y cuestiones de genética, o sea defectos de fabricación.
—Cuando nace Giselle y el doctor le dice que tiene que seguir corriendo porque tiene varices ¿qué hubiera pasado si no le hubiera dicho eso?
El deporte ya me encantaba, simplemente vino a decirme lo que ya tenía pensado hacer. Lo que no tenía pensado era quedarme con tres hijos, yo quería cuatro y me dijo: ‘No, ni un bebé más, corre peligro de trombosis’.
Quiero que sepas que al día siguiente que nació mi hija, un 16 de marzo de 1982, ahí mismo en el hospital me operé de las varices, dije: ‘Al mal paso darle prisa, ni un bebé más’; tenía 26 años pero para ese mismo año estaba planeando meterme al deporte de lleno porque según yo tenía poquita familia
Participé en diciembre de ese año en lo que fue verdaderamente el primer maratón, porque todas las carreras me llamaban maratón. Terminé en segundo lugar con 4 horas y 8 minutos.
—Y no le gustó ese segundo lugar…
No, no me gustó, dije: ‘El próximo año ahora sí voy a entrar bien preparada’, porque con el nacimiento de mi hija, la operación de las varices y la recuperación, realmente no me pude preparar bien.
—En 2007 dijo en una entrevista que de niña no se entretenía con juegos propios de su género y hasta que pensaron que era marimacha, así usted lo ha declarado.
Sí hay algo de eso, me gustaban las muñecas, pero me gustaba más trepar en los árboles, andar en patines en la cuadra, me gustaba agarrar la bici de mi hermano y darle las vueltas a la manzana. Siempre fue la cuestión física y el deporte lo que me llamó más la atención. Ahora ya sabemos que es normal.
— La ubican como la persona que hizo popular las competencias de ultradistancia. Si algo el deporte le agradece a usted, es eso.
Fui pionera, la primera persona -no digamos mujer-, que participó en carreras de ultradistancia, digamos con distancias certificadas sobre pavimento porque sabemos que los tarahumaras son de ultradistancia ya por tradición, entonces no hay que quitarles su mérito ni mucho menos.
Pero ya digamos que una carrera organizada como tal, con una medida certificada, sí fui la primera persona que hizo 80 kilómetros en Dallas en 1985, en 7 horas 26 minutos.
—Señora nadar 38 kilómetros, paladear mil 800 kilómetros, trotar 422 kilómetros en 9 días ¿no fue una locura? Usted ha dicho que es un poco de locura lo que hizo.
Nunca faltaron los comentarios cuando me veían entrenando. Seguido pensaban que yo entrenaba todos los días, día y noche y no era así, pero sí típico que te digan ‘¡estás loca!’. Y yo pensaba: ‘¿de verdad estaré loca? ¡Ni modo!’.
Pero sí te puedo decir que cuando comienzas a practicar un deporte con mucha disciplina, lo haces porque sabes que es bueno para la salud, porque te gusta y eso es muy importante, ya que puedes tolerar el esfuerzo que eso significa, el dolorcito o las ampollas, y por último que se hace adicción.
— Que no puedes vivir sin ello…
Desde la noche anterior ya estás pensando a qué hora te vas a levantar porque quieres ir a Chipinque, a la Calzada o quieres correr 40 kilómetros, nada más para entrenar.
Trataba de no estar tantas horas fuera de casa, por lo cual me ayudaba mucho tener una bicicleta estacionaria. Ahí créeme que me la podía pasar desde una hora hasta cinco dándole y estando con mis hijos que estaban muy chiquitos en aquel entonces.
—¿Cuál era la competencia que más reputación le ha dado?
A mí se me hace muy difícil compararlas. ¿Por qué?, porque cada prueba fue diferente en sus distancias.
—El clima…
Claro, lo que te puede asegurar es que cuando compites fuera de tu ciudad y más en otro país, eso lo dificulta más por el clima y el horario, porque a la hora que tienes estar dormido estás compitiendo y luego te viene el sueño a deshoras porque no tuviste tiempo adaptarte a ese horario, en fin, son muchas cosas.
Pero cada carrera tuvo su interés, su encanto, su esfuerzo y todo eso me llevó a poder hacer un ultramaratón, el de 2 mil kilómetros y me llevó a hacer unos triatlones 20 veces seguidas en el 98. No me conformé con 10 y vieras que no dejo de pensar en el 30.
—¿Todavía?
Es que ahora tengo tiempo, antes no lo tenía.
—¿Y no era un desafío a la condición física del ser humano?, o sea, ¿no tiene miedo?
Lo que pasa que cuando eres joven te sientes Superman, o sea tienes tanta condición que te sientes capaz y piensas positivo. De que es un riesgo, claro que lo es.
—¿Pero tenía médico?
Sí, desde el doctor Oscar Salas y Pedro Morales que me acompañaron también, siempre estuve muy cuidada y hasta mi cardiólogo, Jaime Tamez, que en paz descanse, se quedaba asombrado de lo bien que tenía el corazón, la oxigenación, y todo eso me daba tranquilidad.
Lo que sí había que cuidar era los aspectos externos, los peligros de la competencia, porque hubo uno en especial un triatlón en Cousins, Alabama, en 1988, en el que mi esposo prácticamente se puso detrás de mí pues un carro iba a destrozarme la vida; oí el golpe y le digo: ‘¿qué pasó?’. Y me dice: ‘Es que te iba a matar un carro’, un carrito pequeño que traía ahí junto con el equipo de soporte se amarró, se puso atrás de mí y fueron los que recibieron ese golpe.
Las pruebas de ciclismo las hacían en carreteras abiertas al tráfico, entonces sí era peligroso. En Francia, en las montañas de Grenoble, en circuitos de 100 kilómetros, es como irte para Saltillo, bueno algo así, y hazlo cinco veces porque eran triatlones.
—Y por la carretera libre a Saltillo…
Y la neblina o si llueve, era parte de todo, entonces la del ciclismo era la parte más peligrosa.
—Aún cuando usted considera todas las competencias como sus hijos y las quiere igual, ¿la del 98 en el Parque Niños Héroes de Monterrey tiene un lugar especial en su corazón de acero?
Sí, ¿cómo no? Se describe como la mayor prueba de triatlón que hice, o sea fue un Ironman pero 20 veces, fue nadar 76 kilómetros en la alberca de Ciudad Deportiva, una alberca de 50 metros; luego fueron 3 mil 600 kilómetros de ciclismo, estamos hablando casi lo del tour de Francia, y 844 kilómetros de trote que pude terminar en 26 días.
Entonces digamos que todas esas pruebas me llevaron a poder hacer tanto esa carrera como los dos mil kilómetros en la pista Chico Rivera, donde también había sus detractores que decían “no puede ser” y “hace trampa”.
Entonces dije: ‘Por favor que esta prueba la avale y que cuenten las vueltas la Asociación de Atletismo de Nuevo León’. Y así se hizo. No quería dudas porque es demasiado grande el esfuerzo para poner en duda eso.
—¿Y se prestaba para dudas?
No, lo que pasa que había machismo y lo sigue habiendo, entonces decían: ‘¿Cómo una mujer queda en primer lugar?’. Y deja el primer lugar, fui la única que lo terminó.
—Entre hombres y mujeres…
Sí, el segundo lugar quedó 300 kilómetros atrás de mí y participaron hombres fuertísimos, campeones de triatlones, pero a veces los calores de aquí en marzo eran de 40 grados y pude tolerar mejor todo eso.
—Señora Silvia, cuando en las Olimpiadas del 2000 debutó el triatlón usted tenía 45 años, ¿Qué sintió al ver esa competencia? ¿Se pudo haber imaginado en la delegación mexicana? Porque ya había hecho triatlones.
No, porque lo mío eran pruebas de más resistencia. Una prueba de triatlón era de velocidad y eso no era lo mío, lo mío era prueba de ultradistancia y desde que corrí las 24 horas en Houston supe que eso era lo mío.
Mi hija la mayor, Denisse, también hizo sus primeros pininos tanto en 80, como en 100 kilómetros y en un doble triatlón, pero me dijo: “Esto no es lo mío”.
—Comparándolo con los alpinistas, aunque el alpinismo no es una prueba olímpica pero da una satisfacción increíble; no necesariamente gana una medalla, pero subes al monte Everest varias veces.
Sí, pues ya sabes que los movimientos feministas estaban muy a la orden. Entonces yo también me motivaba a contribuir en el pensamiento masivo de que las mujeres podíamos ser capaces. Eso me motivaba, no era que yo hiciera las cosas por eso, porque realmente es algo por lo que uno se siente llamado, pero hay que estar dispuesto a pagar el precio y no es nada sencillo.
—Usted demostró que la mujer no es el sexo débil…
No, al contrario, por eso creo que Dios nos dio esa capacidad de tener hijos, porque cuando tienes el primero dices: ‘ya no’, pero como se nos olvida y así sucede con estas pruebas de ultradistancia, eran tan duras que yo pensaba: ‘ya terminó esto’, pero en la comodidad de tu hogar se te olvida y decía: ‘que padre, si pude y ahora qué sigue’.
—Señora una ultraatleta ¿nace o se hace? En su caso ¿qué aplica?
Siento que ya nací con eso, con el gusto por el deporte, pero respecto a las pruebas de resistencia me fui dando cuenta que se me daba y me gustaba porque esas son cosas que definitivamente te tiene que gustar. Y lo más padre de estas pruebas es que tienes la ilusión de hacer algo y te entrenas para eso. Ya a la hora que se presenta la prueba es como que te tapas los ojos y nomás te lanzas porque no sabes lo que va a pasar, nunca lo has hecho y, sin embargo, ahí estás.
—¿Usted se motivaba más todavía cuando sabía que en esa competencia había ultraatletas, mujeres y hombres y que tenía que ganarles?
Fíjate que lo curioso de todo, sobre todo en los triatlones empezando por el de Alabama, es que yo no fui la primera mujer que participó, fui la segunda o tercera.
Pero a partir del triple triatlón de Ironman en Francia, fui la primera mujer en todo el mundo que participó en esa distancia, entonces hicieron un show que para qué te digo. Eso fue en el 89 y así fueron dando otras pruebas como en el cuádruple iron, el quintuple iron -en el que fui la primera mujer en el mundo que participó-, eso significa que no había otra y llegaba a estar dentro de los 10 primeros lugares generales.
—Eso era un logro y orgullo.
El logro era terminar en el tiempo límite que establecen, y créeme que eso no te dejaba dormir más que dos o tres horas al día. ¿Por qué?, porque si no, no terminas y la prueba se acabó, y tú te quedaste sin terminar y era como si no hubieras hecho nada.
—Era frustrante, me imagino…
Esa era la presión.
—Voy y no termino. ¿Cómo regreso?
Sí claro, y me acompañaban reporteros. Entonces la presión crecía y era un estrés muy grande, pero bueno, al final de cuentas los reporteros ya formaban parte de nuestro equipo de soporte y éramos amigos.
—Según estimaciones de los conocedores de ultradistancia, usted dio como 15 vueltas al mundo corriendo, nadando y en bicicleta.
Pues no lo dudo ni tantito, e increíblemente puedo caminar y moverme muy bien. Puedo hacer mis actividades de trabajo porque ya soy más ama de casa que antes, mis quehaceres los puedo hacer perfectamente bien y siento que es gracias al deporte.
Hubo un tiempo desde 1988 que mi esposo se convirtió en mi entrenador porque cuando no tenía el récord mundial de doble iron triatlón, yo le decía que lo quería. Estaba a cuatro horas de ese récord, o sea, muy lejos.
Entonces ya llevando un entrenamiento especial tenía toda la resistencia pero me faltaba velocidad. Al final lo pude lograr, pude obtener el récord mundial en 25 horas.
Una vez que pruebas los récords ya quieres hacer puros récords.
—Y acumuló muchísimos…
Sí, muy importantes.
—En el 86, y a la mejor voy a ser reiterativo en la pregunta-, cuando participó en el triatlón Ironman de Hawái donde fue la primera mujer en hacerlo según los archivos, ¿qué la orilló?
Fui a participar a mis 80 kilómetros en Dallas en el 85. Había obtenido el segundo lugar con 7 horas 26 minutos y de regreso, ya en casa, en la tele estaban pasando el famoso Ironman de Hawái, y pues olvídate, me clavé y me encantó ver cómo era eso y le dije a mi esposo: ‘Yo voy a estar ahí el próximo año’. Y me dijo: ‘Sí cómo no’, y ahí estábamos en octubre del 86, participé y terminé en 12 horas y fracción.
Fue precisamente en ese Ironman que había un competidor de Holanda que decía que en Dallas había un doble Ironman, me dio la información y dije: Aahí voy a estar’, y ahí estuvimos.
—Ahora, para esas pruebas señora Silvia ¿no importa la edad?. Tenía 31 años.
Estaba en la edad perfecta, estaba en donde me correspondía y la ultradistancia no tiene edad.
—A diferencia de otros deportes donde después de los 30 ya eres veterano y ya piensas en el retiro…
Lo que sí te puedo decir es que si una persona muy joven, de 18 a 22 años, le metes hacer estos triatlones larguísimos, es muy posible que no le vayan a gustar. ¿Por qué?, porque se necesita más resistencia y esa la ganas con el tiempo y tu mejor resistencia puede estar ahí por los 40 años, cuando los futbolistas o tenistas se retiran.
—Y a una edad más joven ¿no significa mayor riesgo?
No, recuerda que son pruebas muy aeróbicas. ¿Qué puede pasar?, que te canses, las ampollas y siendo en un circuito controlado al tráfico con atención médica. Es un deporte muy seguro porque es aeróbico.
Ahora toma en cuenta que hasta en una carrera de 100 metros planos suceden cosas, y en una de ultradistancia sucede todo, pero si te la llevas calmada y tienes la atención y la alimentación, todo transcurre con mucha seguridad.
—Ahorita que mencionaba las carreras de 100 metros planos, de niña una salida en falso en Torreón en la pista de la Unidad Deportiva usted la iba a ganar…
Sí, en esa ocasión en Torreón cuando se atravesó ese perrito descontroló a todos, pero la carrera terminó y no ocupé un lugar para pertenecer a la selección de La Laguna. Pero dijeron: ‘No, la carrera se repite’ y gané en 14 segundos con 8 décimas.
—Señora, ¿qué tan difícil fue en aquellos años ochenta y noventa conseguir patrocinadores? Para no cargarle a su esposo que era el que costeaba sus viajes.
Éramos muy jóvenes, no contábamos con un patrimonio muy solvente que digamos, y eran gastos fuertes porque aparte necesitaba rentar un camión-casa, llevarte un médico de soporte, en fin, así que a las autoridades que estaban en aquel entonces les pedíamos los apoyos. Unas veces nos iba muy bien y otras no tanto.
En cuestión de agarrar el teléfono y pedir patrocinios francamente se lo dejé a mi esposo porque a mí no se me daba la negociación, pero a él sí. Y tuvimos patrocinadores muy importantes hasta de aerolíneas (Mexicana).
—Recuerdo las fotos en donde tenía su uniforme y chalecos llenos de marcas.
Sí, aerolíneas muy importantes me patrocinaron. Digamos que todo eso allanó el camino y todo eso me ayudó a lograr todos los objetivos.
— Aparte tuvo mucho apoyo de la prensa, de El Norte, El Porvenir, Multimedios, Televisa, no había competencia previa, durante o posterior que no la publicaran.
Para ser sincera mi esposo se ocupaba de eso, y decía: ‘Este es un evento muy importante, todo lo que entrenas y tu esfuerzo vale la pena como para que invitemos a los principales medios de comunicación’. Y así fue como lo hicimos, lo manejamos para tener una mayor credibilidad y testigos de lo que se estaba haciendo.
—Aparte del incidente del vehículo, ¿qué otro incidente hubo durante alguna competencia que usted haya pensado: ‘Hasta aquí llegué’?
Más que pensar: ‘hasta aquí llegué’, mi esposo siempre me lavaba el coco diciéndome: ‘Es ahora o nunca, ya estás aquí, llevas más de la mitad, sé que nos estamos muriendo de sueño y cansancio pero hay que terminar esto’. Y esa era la primera idea que tenía en mente y son las ideas que tiene alguien que deveras quiere terminar, cumplir y que quiere que sus hijos se sientan orgullosos de uno. También es una gran responsabilidad pues estás portando no sólo en nombre de Nuevo León, sino de México.
Entonces yo sentía mucha responsabilidad y a veces si se hacían muy tormentosas esas competencias. Pero al final, cuando se lograba el objetivo pensabas qué padrísimo y gracias a Dios, porque hay momentos en que te sientes miserable preguntándote: ‘¿Qué hago aquí?’, en medio de la noche, a miles de kilómetros de casa, teniendo sueño, pasando frío, accidentes, ampollas, al igual chillas o te pones a rezar y son las llamadas crisis que pasan y no llegan para quedarse; pasan y ya te desahogaste; un descanso, una comida rica y a seguirle.
—¿Nunca tuvo en mente Silvia Andonie atravesar continentes, correr desde Alaska hasta la Tierra de Fuego en el Con Sur?
Sí, la verdad que se me hace fascinante. Siempre tuve ganas de organizar un triatlón alrededor de México. Hhaces ciclismo de una ciudad a otra, la natación la puede hacer en un lago, presa o alberca, haces cierto recorrido de trote, y me fascinaba la idea.
—Pero tu dime con la inseguridad que hay en el país ¿lo harías?
Ahorita no.
No, ni ahora ni antes porque los accidentes en las carreteras siempre llegan. Acuérdate que hasta en la ruta a México había accidentes y eso que llevaban mucho apoyo y carros cuidando; todo era sumamente riesgoso .Esto es más posible en países que tengan más infraestructura, seguridad, cultura y respeto hacia el ciclista, porque cuántas bicicletas blancas no vemos por todas partes.
Aquí definitivamente me gustaría decirle a Samuel García que ordene que en todas las calles haya una línea verde y un carril no exclusivo, sino donde el ciclista tenga la preferencia. El respeto del conductor hacia el ciclista y de esa manera matas dos pájaros de un tiro, además que no contaminas y le haces bien a tu salud.
—Lo que ha sido un sueño de políticos y ciudadanos, algo como en Europa…
En México ya lo hicieron, donde sí hay tráfico pesado, y en Guadalajara nos están comiendo el mandado. No puede ser, somos pioneros pero es que estamos muy americanizados con el uso del carro para todo, hasta para ir al OXXO de la esquina, y así no es. Ya no hay que contaminar, mira cómo hemos cambiado el clima y cómo estamos haciéndole tanto daño al planeta.
—Si tuviera la oportunidad de decirle al gobernador: ‘Vamos hacer esto…’.
Yo le diría al señor gobernador que tanto mi esposo como yo nos ponemos a sus órdenes en cuanto proyecto deportivo haga; la verdad nos gustaría que al menos pidiera nuestra opinión, porque veo que hay muchas instalaciones como en Ciudad Deportiva donde está la alberca, pero no hay ciclopista, faltan ciclopistas. Por Dios, solo hay una en Parque Niños Héroes, y en un estado como Nuevo León eso no es posible.
—Hablando de políticos, ¿a qué personaje de la política, gobernadores, alcaldes o empresarios le agradece por haberla apoyado?
La primera persona que me abrió las puertas, que no me hizo esperar y sentí su apoyo fue Luis Marcelino Farías. Él fue el primero que me apoyó. También como Jorge Treviño, Sócrates Rizzo y Mauricio Fernández. Y muchos más que no tengo su nombre pero sí me apoyaron.
Hubo otras autoridades que en su momento sí creyeron en mí y toda la vida se los agradezco.
—¿Y sin el apoyo de ellos no hubiera logrado lo que hizo?
Hubiera sido más difícil. En realidad yo le decía a mi esposo que mi carrera deportiva no se puede parar; igual y vendíamos la casa como en una ocasión se nos ocurrió hacerlo, pero no hubiera sido lo correcto.
—¿Qué tan difícil era conseguir los apoyos cuando lo que usted hacía no era una disciplina avalada por la Federación Mexicana de Atletismo?
Eso fue algo que siempre tuvimos en contra, que no era un deporte olímpico. Sin embargo te puedo decir que Ivar Sisniega, que era director de CONADE, nos abrió las puertas y nos dijo lo que necesitábamos; andábamos organizando el campeonato nacional de los 100 kilómetros, queríamos traer a los campeones mundiales rusos y gracias a su apoyo lo pudimos traer.
Nos dijo: ‘Necesitas formalizar la Asociación de Deporte UltraDistancia para que con eso te facilite conseguir apoyo’.
Ivar también fue pionero en el triatlón, entonces fue una persona sumamente amable y comprensible con nosotros; estábamos hablando en el mismo idioma.
—Señora Silvia he leído que uno de sus pasatiempos favoritos es el cine. ¿No me diga que su película favorita es Forrest Gump?
Fíjate que sí, yo la podría ver muchas veces. Un día me dieron ganas de correr e iba y venía y me decían: ‘¿Por qué corres?’ Y les respondúa: ‘No sé, porque me gusta’; lo quería hacer, sencilla y simplemente.
— ¿Y se reflejaba en el actor de la película?
Sí, me encantó.
—Las revistas especializadas y organizaciones de competencias de ultradistancia la han reconocido pero ¿Por qué se le negó el Premio Estatal y Nacional del Deporte? ¿No queda algo inconcluso en su carrera?
La gente que quiere prosperar en el arte, en el deporte, ¿qué tiene que hacer? Irse a México. Entonces yo no estaba viviendo allá y no tuve ese acercamiento tan importante para haber tenido un reconocimiento de esa naturaleza.
Pero cualquier premio que tú me hubieras querido dar, te digo algo, no paga ninguno de mis eventos de ultradistancia; el esfuerzo que se necesita tan grande, la tolerancia al sufrimiento y dolor que eso implica, pues no lo paga. Simple y sencillamente me quedo con la satisfacción de haber aceptado el reto y haber cumplido muchas de mis metas. Otras tal vez no, porque no todo es color de rosa.
Aunque todo es parte de y muchas veces cosas que no lo logré me sirvieron para decir: ‘Pues regreso y lo hago porque lo hago’, como lo fueron las mil millas a las que fui la primera vez en el 93 y por una lesión en los pies no pude terminar, pero en el 94 ahí estaba e inclusive mejoré la marca mundial.
— A su edad a los 66 años, ¿cuál considera que ha sido la mayor aportación que le ha dejado a la nueva generación de deportistas que practican la ultradistancia?
Niños, niñas, jóvenes, señores, señoras, no importa su edad, practique deporte. Nno tiene que hacer lo que yo hice, pero sí practicar deportes por su salud que es lo más importante en la vida.
—También estará muy orgullosa de que una competencia de 80 y 100 kilómetros lleven su nombre. Que a partir de lo que usted hizo se creó la Asociación Mexicana de UltraDistancia, y eso supongo que le llena de satisfacción más allá de un Premio Nacional o Estatal del Deporte.
Sí claro todo es parte de, esas cosas se fueron dando. Yo no fui la única que trabajó, fuimos un equipo, mi esposo, mis hijos con su compresión; digamos que fueron unas metas compartidas y muy apoyadas, y eso ayudó muchísimo.
—¿Nunca fue sometida a un ultrasonido y le detectaron que su corazón, sus piernas, sus pulmones eran de acero?
Fue precisamente el doctor Óscar Salas quien me mandó a llamar y me dijo: ‘A ver, quiero hacerle una radiografía a su corazón’ y a una hermana mía que no hacía deporte. Y otro futbolista hizo ahí sus comparaciones y provocó mucho revuelo con eso
—¿Cuál fue el resultado?
Resulta que sí tenía un corazón crecido por lo mismo de tanto deporte.
—¿Pero nada que la pusiera en riesgo?
No, en ese tiempo te puedo decir que en cuanto condición física yo si le podía competir a cualquiera en resistencia.
Fuera de entrevista contó que una vez en su casa fue visitada por dos medallistas de oro olímpicos, Ernesto Canto (QEPD) y Daniel Bautista, entonces director de Deportes de Monterrey, de quien recibió uno de los mayores reconocimienos a su trayectoria: “Tú tienes mejor condición física que nosotros juntos”.
—Por último, ¿qué sigue? ¿Cuándo se vuelve a poner su casco de ciclista, sus tenis de competencia y su traje de natación?
Sigue que me ponga el refuerzo de la Covid, porque pienso que si todos los médicos te están diciendo: ‘vacúnate’ es por tu bien. Así que sigue eso. Y como te comento, trabajo en un negocio de dormitorios, tengo un gimnasio y alberca en donde me puedo ejercitar y seguir moviendo ¿Por qué? Porque con más razón a nuestra edad, si no te vas a atrofiar la mente y tu cuerpo, y eso es muy aburrido, hay que seguirse moviendo y cuidar la salud de uno mismo.
— Agradezco mucho a usted Silvia de Andonie por esta entrevista para Hora Cero y el Canal 28. Y los jóvenes deben saber que fue una atleta que tiene récords mundiales, panamericanos, continentales y nacionales. Una inspiración para las nuevas generaciones.
Gracias muy amables y Feliz Navidad.
En 39 años de carrera…
:: 288 carreras
:: 78 triatlones cortos
:: 83 duatlones cortos
:: 94 carreras de ciclismo
:: 72 triatlones de ultra distancia
:: 86 carreras de ultra distancia
Sus récords
:: 10 récords mexicanos
:: 5 récords latinoamericanos
:: 3 récords del Continente Americano
:: 14 récords mundiales