A sus más de 80 años la mirada de Bedrich Steiner luce cansada y su voz tambalea tan pronto emite palabra, pero una parte de su cuerpo se mantiene intacta: su mente, esa que le permite recordar cada instante de su pasado, documentado en la historia como una de las páginas más trágicas de la humanidad.
Y es que Steiner, originario de Checoslovaquia, es uno de los millones de judíos que durante el dominio nazi en Europa perdió a su familia e identidad para convertirse en un simple número; y uno de los pocos que logró sobrevivir a la barbarie del holocausto, “el acontecimiento único que no tiene paralelo en la historia”, en sus propias palabras.
Su andar es lento y con frecuencia requiere de ayuda para caminar, pero cuando se coloca en un estrado su presencia impone y su frágil voz resuena en cada oído de quien con expectativa asiste a escuchar uno de los testimonios más crudos de las víctimas del régimen de Hitler.
Han pasado más de 70 años desde de que el ejército de Estados Unidos lo rescató de un campo de concentración en Auschwitz, en donde la muerte era su única garantía, pero el recuerdo de las atrocidades presenciadas sigue tatuada en su memoria, así como el número que los nazis le colocaron en el brazo.
Con un poco de esfuerzo físico y emocional, el ahora residente de la Ciudad de México, levanta la manga de su camisa para que la gente aprecie el número 169101 que le fue asignado y que tienen hasta la fecha, como el recuerdo constante del pasado que siempre lo acompañará.
Y es ahí cuando el punto cumbre de su plática arriba. Por años, el sobreviviente del holocausto judío se ha atrevido a describir las crueles imágenes que su mente resguarda para exponer a la sociedad moderna los alcances del odio y la intolerancia con el fin de que no se repita.
LAS ENTRAÑAS DEL CONFLICTO
De acuerdo a Steiner, antes de la Segunda Guerra Mundial los judíos alemanes eran apenas el 1 por ciento de la población, pero representaban el 37 por ciento de los premios Nobel obtenidos por alemanes.
La relación entre judíos y alemanes era amena, especialmente porque los primeros llegaron incluso antes que los católicos a Europa, en palabras del sobreviviente.
“Los judíos vivían en Europa desde hace 2 mil años. Los judíos participaron en el desarrollo del viejo continente. En 1938 cuando la población judía en Alemania no representaba más que 1 por ciento, 38 de los premios Nobel ganados por alemanes 14 eran judíos”, recalcó Bedrich el 22 de enero en su visita a Monterrey.
Sin embargo, la armonía de la diversidad cultural terminó en Alemania con la llegada de Adolfo Hitler al poder y la imposición de una política que diferenciaba razas.
“Pero todo cambió con la llegada al poder de Adolfo Hitler, su ascenso al poder fue acompañado del terror, asesinatos y violencia. Alemania cambió, la política del partido Nacional Socialista (Nazi), se dictaron nuevas leyes, se eliminaron partidos políticos”, externó en su ponencia el sobreviviente.
“Suponía la existencia de razas humanas superioras e inferiores, la raza superior era la área germánica, y las otras eran las inferiores destinadas a servirles o al exterminio”, agregó.
Y es que al hablar del holocausto, no sólo se refiere a los millones de judíos asesinados por el régimen nazi, también al resto de las minorías que fueron víctimas de los arios germánicos que buscaban la raza perfecta.
“También fueron exterminadas otras minorías: 70 mil gitanos, un pueblo cristiano, más de 200 mil enfermos mentales, discapacitados, homosexuales y demás”, aseveró Steiner.
Textualmente holocausto, palabra de origen griego, significa sacrificio por medio del fuego, haciendo referencia a las gigantescas chimeneas en las que los nazis incineraban los cuerpos de las víctimas, sin embargo, ese no fue su único método de extermino.
Por tal razón, Bedrich afirma que los judíos le dieron otro término al genocidio judío: Shoá, que quiere decir destrucción o aniquilación.
“Se han escrito muchas cosas al respecto, se efectuaron conferencias, congresos, se erigieron memoriales, monumentos, museos, pero el tema no se podrá olvidar, es probablemente una de las partes más aterradoras de la historia y más estudiada”, indicó.
“Nunca antes un pueblo, una etnia o un grupo fue perseguido, cazado, encarcelado y exterminado en una extensión tan grande como del tamaño del antiguo imperio romano. Nunca antes se exterminó a tal número de personas: 6 millones, entre ellos, un millón de niños”, añadió.
El impacto del máximo genocidio en la historia de la humanidad continúa presente en 2014, ya que acorde al checoslovaco, 70 años después de la tragedia, los judíos en Europa no logran recuperar el número de miembros que tenían previo a la Segunda Guerra Mundial.
Además, tras el holocausto nacieron organismos internacionales como la ONU, la Corte Internacional de Justicia, los Derechos Humanos, así como el surgimiento del término genocidio, que ya se ha detectado en otras partes del mundo.
Actualmente, la ideología nazi está condenada en todo el mundo, especialmente en Alemania, que se ha convertido en el mayor defensor de los Derechos Humanos en Europa y el mundo.
“La ideología nazi está condenada por todo el mundo y por el mismo gobierno, sociedad y estado alemán. Hoy, el mayor aliado de Alemania es Israel, país de los judíos”, mencionó el sobreviviente.
Por tal motivo, a más de 70 años de los hechos que dieron inicio a la Segunda Guerra Mundial, las palabras se han convertido en la terapia del octogenario, quien aún se sorprende por el interés que despierta el acontecimiento en el mundo.
“Es curioso y hasta raro que este acontecimiento que llamamos holocausto despierta, casi 70 años después, tanto interés, interés no sólo entre los judíos y no sólo en Europa sino también en México, tan lejos de este acontecimiento”, comentó.
Y es que en palabras de Bedrich, el mundo ha mejorado, ya que “si no tuviéramos esta creencia que el mundo va hacia su mejoría no tendría sentido seguir viviendo”.
CRONOLOGÍA DEL TERROR
Nacido en Praga en 1931, la vida del ahora octogenario transcurría con normalidad, su padre era ejecutivo de banco y madre ama de casa.
Sin embargo, en 1939 con la entrada de los nazis a Checoslovaquia su padre perdió el empleo y el entonces niño de ocho años se vio obligado a abandonar sus estudios.
En 1944 con apenas 12 años, Steiner salvó su vida al ser seleccionado por los nazis para laborar en los trabajos de campo, luego de que meses atrás fue trasladado junto a sus padres y hermana a Aswitch, en donde fueron separados. Sus padres y hermana fueron asesinados en las cámaras de gas.
Ese mismo año, Bedrich fue llevado a un campo de concentración en Auschwitz, en donde su fortuna estaba regida por la muerte, pero fue liberado por el Ejército de Estados Unidos.
Ya liberado pasó por diferentes campos de desinfección en donde obtuvo sus primeros documentos de identificación y regresó a Checoslovaquia en donde estuvo en un sanatorio y después en un orfanato.
Empezó a trabajar y terminó la universidad, graduándose en Ciencias Sociales y Periodismo. Trabajó en la televisión de Praga, en donde conoció a la mujer con la que se casó y tuvo una hija.
En 1968 presenció la invasión rusa a Checoslovaquia, escapando a Yugoslavia y después a México, a donde llegaron el primer día de los Juegos Olímpicos, en octubre de 1968. Solicitó y obtuvo la ciudadanía mexicana.
Desde entonces trata de regresar algo a la sociedad mexicana y a la comunidad judía de México.
VISITA MONTERREY
El pasado 22 de enero, Bedrich fue invitado por la Embajada Internacional de Activistas por la Paz para exhibir su testimonio en la Sultana del Norte.
Apoyados por el Centro Israelita de Monterrey A.C. (CIMAC) durante varios días el sobreviviente compartió con los regiomontanos parte de sus recuerdos, aquellos que no ha podido superar, pero que ha podido sortear para continuar con su vida.
“Mi presencia se debe a la invitación de la Embajada Mundial de Activistas por la paz y considero que el tema, el asunto sí merece hacerse público, hacerlo del conocimiento de lo que pasó, la atrocidad que no tiene paralelo en la historia, un asesinato masivo, un intento de exterminio de un pueblo. Todo esto está bien documentado, bien conocido,”, dijo el entrevistado.
“Es una pregunta un poco difícil de responder (¿cómo superó la tragedia?). La vida sigue y hay que vivirla y no tuve tiempo de pensar demasiado sobre lo acontecido porque tenía que luchar para superar para incorporarme otra vez a la sociedad, buscar sobrevivir económica y socialmente como una persona libre. Esto no me dio mucho tiempo de pensar sobre otras cosas o sobre las consecuencias”, añadió.
Durante años, Steiner ha dedicado parte de su vida a dar testimonio de la tragedia del holocausto y aunque mucho se ha dicho al respecto, hay cosas que simplemente su memoria no puede sacar.
“Hay cosas que se pueden platicar, hay otras que no se pueden platicar porque no se encuentran palabras ni se pueden describir, no puedo decir que me ayudaron terapéuticamente se puede decir que si antes no hablaba sobre el asunto y desde hace tiempo me abrí un poco y pude relatar algunos sucesos que me han pasado”, enfatizó.
Tras la intervención de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, algunos afortunados como Bedrich pudieron sobrevivir a la barbarie; sin embargo, una parte de ellos murió con sus familiares y amigos.
“Rehacer la vida es una palabra especial, no tenemos otra vida más que el presente, no sabemos qué hubiera sucedido, cuáles serían los caminos si mis padres y mi hermana hubieran sobrevivido, sabemos que en la vida no existe la palabra hubiera, las cosas son así”, comentó.
Tras el holocausto, el mundo ha sido testigo de otras genocidios, por lo que Steiner resalta la labor del organismo que lo llevó a Monterrey por promover la paz entre las culturas del mundo.
“Es una actividad o una intención encomendable, apreciable porque siempre había gente y siempre hay gente que trata de hacer bien y evitar el mal, y estas personas que forman la organización sí merecen nuestro apoyo y admiración y consideración por el valioso trabajo que están haciendo”, puntualizó.
La ONU institucionalizó el 27 de enero como el día Internacional en Conmemoración de las Víctimas del Holocausto, pero para los sobrevivientes como Bedrich cada día se conmemora la oportunidad de seguir viviendo.