La vida de Cristopher cambió de la noche a la mañana cuando el destino le jugó una broma pesada. Debido a un mal entendido con uno de sus amigos estuvo al borde de la muerte, pero como todo un guerrero sobrevivió para contar su historia.
El pasado 23 de diciembre Cristopher Jair González Muñoz, de 18 años, quien padece hemofilia, se remontó a aquella tarde de abril de 2012 en su casa, donde se encontraba cuidando a su hermanito Víctor y no sospechaba que ese día terminaría mal.
“La golpiza fue el año pasado. Yo estaba aquí con mi hermano y vino una chava que vive por aquí cerca (ella andaba con el muchacho que me golpeó), pero luego llegó su novio, que también era mi amigo y me dijo que lo acompañara a ir con los demás a la esquina.
“Entonces le expliqué que no podía ir porque mi mamá me había encargado a mi hermanito, pero ella se ofreció a cuidarlo. Entonces acepté y nunca me imaginé lo que iba a pasar. Me llevaron a un lugar apartado y ahí el que era mi amigo, me empezó a reclamar y acusar que yo me había metido con su novia y me empezó a golpear. Yo le decía que no era cierto, pero me siguió golpeando y los demás no hicieron nada para detenerlo”, relató.
Para cualquier persona, un golpe en la cabeza puede ocasionar lesiones graves, pero para Cristopher, por ser hemofílico, el evento provocó severos daños en su organismo, ya que se le formaron grandes coágulos en el cerebro.
Sentado en una cama, que junto con un sillón y un librero, los únicos muebles que están en la sala-comedor-cocina de su humilde vivienda y custodiado por la Virgen de Guadalupe y un enorme Cristo, del cual penden una serie de rosarios en ambos lados de la cruz, Cristopher recordó aquel trágico episodio como si fuera un espectador.
Y aún cuando narraba los momentos difíciles que ha tenido que pasar, aseguró que no le guarda rencor a su agresor, quien luego fue a buscarlo para pedirle perdón.
“Él vino después arrepentido a pedirme perdón. Me dijo que le habían calentado la cabeza y que le ganaron los celos, entonces yo le dije que lo perdonaba, pero que no quería saber nada más de él”, afirmó.
“Estuvo una semana en coma”, recordó con lágrimas su mamá, Irasema Concepción Muñoz, quien ha vivido todo el doloroso proceso con su primogénito, además por el hecho de que la familia es de escasos recursos y los ingresos que obtienen es gracias al sueldo del abuelito de Cristopher y de las manualidades que ella vende por temporadas.
Antes de que ocurriera ese hecho violento que puso en peligro su vida, el chico que vive en Villa Juárez había aprendido a lidiar con su enfermedad (hemofilia). Sabía que tenía que cuidarse y evitar cualquier golpe o caída que eventualmente podrían producir un derrame interno.
Como a todos los jovencitos de su edad, le gusta bailar, escuchar música, especialmente los discos de la desaparecida cantante Jenni Rivera, pero también tiene aspiraciones. Su mayor anhelo es llegar a ser médico, pues afirma que siempre fue buen estudiante.
“Yo quiero estudiar Medicina, pero no pude hacer el examen porque me operaron, de hecho ya van cuatro veces que pierdo la oportunidad porque no me he recuperado del todo.
“Por eso me gustaría tener una computadora, para estudiar en línea mientras me recupero, porque me gustaría ir a la Facultad de Medicina como cualquier otro estudiante y salir adelante”.
SOBREVIVE A DOS CIRUGÍAS
El viacrucis para Cristopher ha sido largo. Cuando Irasema se enteró de lo que había pasado, llevó inmediatamente a su hijo a un consultorio de las farmacias similares, pero ahí no le dieron la debida atención.
Posteriormente se puso en contacto con Maribel Curiel Martínez, la presidenta de la asociación Hemofilia Siloe, quien acompañó a la señora a diversos hospitales del IMSS para que Cristopher recibiera atención médica lo antes posible, pues estaba perdiendo mucha sangre y requería el factor VIII con urgencia.
“Aquí se convulsionó cinco veces y en la Clínica 20 me dijeron que mi hijo estaba drogado y luego me lo mandaron a la 4 y también me dijeron lo mismo, porque veían que tenía el brazo con moretones, y aunque les explicaba que lo tenía que inyectar porque es hemofílico, no me creían.
“Les tuve que enseñar una carta para demostrarles que padece hemofilia y fue cuando lo mandaron a la 21 en calidad de urgente y ahí lo operaron. Batallé mucho para conseguir el factor VIII, pero Maribel, la de la asociación, tuvo que presionar para que se lo aplicaran y gracias a Dios me regresó a mi niño del coma”, recordó Irasema con la voz entrecortada.
Le realizaron la primera cirugía. El doctor le comentó que probablemente no podría caminar ni hablar. Un pedazo de su cráneo está alojado temporalmente en su estómago, pues según les comentaron, es la única manera de evitar una infección.
“Le quitaron un pedazo de cráneo porque tenía el cerebro muy inflamado y el doctor dijo que se lo pusieron en el estómago para que no se fuera a infectar”, indicó.
“Es un milagro. Un año después, también en mayo de este año, le hicieron la segunda operación y ya se estaba despidiendo; yo estaba muy desesperada, pero gracias a Dios salió adelante, poco a poco se está rehabilitando y habla perfectamente”, destacó.
Cristopher comentó que antes de todo lo que pasó él no creía en Dios, y el haber sobrevivido a dos cirugías lo hizo cambiar en ese sentido, pues dice estar más cerca de Dios, además de que sabe que aún tiene una misión que cumplir.
“Antes no creía en Dios y después me di cuenta que él hace las cosas por un motivo, y si me dejo aquí es por un propósito”, reflexionó.
Su mamá no puede evitar romper en llanto al recordar todo lo que han pasado desde esa noche: las dos cirugías (y falta otra), los traslados en eco taxis, el buscar apoyo para el medicamento que requiere Cristopher (factor VIII) y dejar su trabajo para estar al cuidado de su hijo mayor.
Irasema denunció el hecho ante las autoridades, pero hasta ahorita no han sentenciado a los culpables y hasta el “amigo” que lo golpeó se fue a vivir a otra ciudad.
Destacó que entre las graves secuelas que estos golpes le dejaron a Cristopher, son el estar inmovilizado de un lado de su cuerpo y las convulsiones que le dan con cierta frecuencia.
Esta condición de salud ha impedido que el joven pueda continuar sus estudios, pues la asociación Hemofilia Siloe lo apoyó para que estudiara en una academia, pero lamentablemente tuvo que suspender sus clases porque le daban convulsiones.
Para Navidad Cristopher pidió una lap top, porque su intención es estudiar la carrera de Medicina en línea, además porque a través de Facebook es la forma en que puede “convivir” con poco más de 700 amigos que están en su cuenta.
Actualmente tiene un celular que le regaló su abuelo en su cumpleaños y constantemente le pone saldo para que su nieto tenga contacto con el exterior, porque por lo regular, el jovencito de complexión delgada se la pasa encerrado en su casa.
En cuanto al medicamento, comentó que requiere ocho ampolletas que tiene un costo de 3 mil 500 pesos si se compra por fuera, pero Cristopher como afiliado del IMSS tiene derecho a que se lo proporcionen, pero ahorita le preocupa que ya se le va a vencer el seguro y necesita conseguir 3 mil 500 pesos para adquirirlo nuevamente y le puedan realizar la tercera cirugía.
“Cuando le hicieron la segunda operación ya se le había vencido, pero una enfermera que se llama Zulema de la Clínica 25 se movió y juntó para comprarle el seguro y le estamos muy agradecidos”, mencionó.
Cristopher no se da por vencido. Tiene la esperanza de que cuando le realicen la tercera cirugía va a volver a caminar y probablemente disminuyan las convulsiones. Mientras tanto, se cuida, sonríe y agradece a todas las personas y asociaciones que se le han acercado a apoyarlo y en un futuro próximo convertirse en médico para servir a sus semejantes.