La introspección conduce a una serie de estados contemplativos en los que el artista puede profundizar en su psique y desarrollar imágenes mentales que posteriormente plasma en sus cuadros, así lo concibe Ignacio Salazar, cuya obra se exhibe en el Museo de Arte Contemporáneo desde el pasado 15 de marzo.
“Inesperada Extrañeza” es el título de la muestra que reúne 35 piezas del pintor nacido en la Ciudad de México, pero quien inició su carrera en 1976 en Monterrey y desde entonces se considera regiomontano.
“La práctica contemplativa, es la práctica de un estado introspectivo es lo que podríamos denominar como una especie de práctica espiritual. El hecho de pintar es estar presente en el instante haciendo lo que uno tiene que hacer, no pensando ni haciendo otra cosa.
“Es algo fascinante que se va enlazando de la vida y que nos lleva a un estado de armonía y de relación cuidadosa, atenta y respetuosa con todo lo que nos rodea”, manifestó Ignacio Salazar al ser cuestionado sobre la espiritualidad en torno a su obra.
Abundó que todo se trata de integrarse al universo, al todo. Y ese es básicamente un ejercicio espiritual en el que se requiere paciencia y constancia.
“Es difícil ver la unidad en todo. Es difícil hacerse uno con los otros, es difícil hacerse color, es difícil hacerse espacio, es difícil hacerse ritmo, dibujo, textura, atmósfera, todo; tratar en el momento que uno está componiendo, cuando todos elementos llegan de una manera aparentemente individual y los va uno encadenando, los va uno ensamblando y va creando una unidad.
“Pero esta unidad es una unidad mundana, es una unidad material, es un objeto concreto, es una cosa que tiene una lejana referencia de lo que realmente existe en la vivencialidad interna de cada uno de los artistas”, señaló.
En opinión de Guillermo Sepúlveda, quien tuvo a su cargo la curaduría de “Inesperada Extrañeza”, en las obras de Salazar se puede ver más allá del primer plano, pues combina una serie de elementos que están anunciando que hay algo atrás, que es lo sagrado.
“Creo que esta obra invita mucho a la contemplación, a la reflexión y sobre todo a detectar ese aliento, a esa parte que está ahí, no visible, pero que es lo que une todos los elementos. O sea, esa calidad de transparencia, esa calidad de acentos, esa calidad de combinar el dibujo con lo construido o simplemente la transparencia que funde una cosa y otra nos lleva a esas sensaciones como de espíritu de lo sagrado”, indicó.
Sepúlveda, quien conoce a Ignacio desde hace 35 años, dijo que es un artista con gran sensibilidad y espiritualidad, lo cual es evidente en sus obras.
PLANOS TRANSLÚCIDOS
“Nacho es un hombre procurado por la metafísica, por el espíritu, por el equilibrio, por la armonía de la vida y ha invertido mucho tiempo y ha logrado permanecer en ese estado y así es como él también percibe el mundo y también realiza sus obras”, destacó.
Su pintura fluye entre elementos figurativos y abstractos, en planos translúcidos, en los que la imaginación viaja entre umbrales, recovecos, túneles, corredores que se superponen con edificios que se desvanecen en distintos submundos.
“Esta obra es la síntesis más reciente de sabiduría pictórica del pueblo imaginario que él posee. Condiciones que hace converger elementos de la cultura artística occidental y una versión simbólica de la naturaleza”, expresa Espinosa en su texto que incluye el catálogo de la exposición.
Y a decir del propio Salazar, su intención es unificar las corrientes, pues considera que al final todo va hacia la unidad y el arte es un medio para ello.
“Tratar de que todo se unifique, de que la dualidad, este mundo un dual en que vivimos, donde hay orden y caos: tratar de crear una unidad en eso. La pintura es un catalizador de estas posibles unificaciones.
“Todas las corrientes van a separarnos, a dividirnos, a creernos mejores o superiores a otros, a crear discrepancias; estamos viviendo una era que se denomina la era de Kali, que es la era de la discrepancia y el pleito.
“Entonces primero tratemos de unificarnos a nosotros mismos y tal vez con este catalizador que es la pintura, el arte podamos ir viendo la posibilidad de unificarnos”, expresó Ignacio Salazar.
“Inesperada Extrañeza” está instalada en la planta baja de Marco y permanecerá hasta el 2 de junio.