Como uno de los decanos de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, que ha dejado huella a lo largo de su trayectoria docente y periodística, el maestro Silvino Jaramillo Osorio fue recibido por colegas, alumnos y ex alumnos, en el homenaje que se le rindió con motivo del 35 aniversario de la creación del Colegio de Periodismo.
El tiempo transcurría sin detenerse a observar los rostros de decenas de personas que ahí se concentraban a la espera de escuchar las experiencias del homenajeado, mientras un fuerte aplauso como bienvenida anunciaba que el invitado había llegado.
De andar lento y pausado entró acompañado de sus ex alumnos, Héctor Hugo Jiménez, director editorial del periódico Hora Cero; José Garza Acuña, director de Publicaciones de la UANL, y Bertha Wario, redactora y coeditora de la revista Término, para recordar aquellas anécdotas que marcaron su carrera en el paso por las aulas.
“La experiencia del maestro Silvino Jaramillo no solamente está en el cúmulo de años, sino en la transmisión de conocimiento y acopio de valores que ha sabido entregar durante muchos años en está facultad”, comentó el catedrático José Luis Esquivel, moderador y gran amigo del homenajeado, al hacer referencia de su entrega y puntualidad.
“No me he hecho viejo, estoy desgastado, nada más, no me he hecho viejo porque nunca he visto para atrás, siempre estuve viendo al frente y en el futuro, sembrando la semilla sin fijarme quién la recogía, vi que la recogieron muchos, que bueno, y le doy gracias a Dios y gracias a ellos, porque precisamente esa semilla hace que me recuerden ahora, con afecto”, agradeció.
Con la tinta que recorre por sus venas y un rostro que refleja sabiduría, escuchó atentamente la semblanza que se proyectó mientras evocaba sus inicios como estudiante en la escuela de periodismo Carlos Septién García de la ciudad de México en 1955, año en el que además, entró a El Porvenir.
Por su parte, Garza Acuña rememoró aquellos días en las aulas donde Silvino imprimió la naturaleza romanticista de la mejor y más noble acepción del término de la actividad periodística que tiene como objetivo al hombre y sus más grandes valores como verdad y justicia, además de ejercerse con todos los sentidos.
“La sentencia máxima del profesor, que quedó impresa en mi memoria y en mi corazón, es que el periodismo tiene que estar bien investigado y bien escrito”, añadió.
Los sentimientos afloraron en la charla de Garza Acuña, pues confesó que con el maestro fue la única materia que reprobó, a causa de su inasistencia.
“En mi séptimo semestre de periodismo tuve la oportunidad de aborrecer a mi maestro y olvidarme de él para siempre, pero la ocasión me permitió quedarme en el extremo de lo que siento por Silvino Jaramillo: respeto, admiración y cariño”, expresó.
Además de músico, Jaramillo Osorio se define como un “periodista por accidente”, recordando que su primera clase encontró una manera de divertirse y que sus alumnos también lo hicieran. Sin embargo, fue la disciplina que marcó el destino de sus alumnos.
Wario recordó las palabras dirigidas por el docente en la clase de periodismo noticioso a la que asistió.
“No se si felicitarlos o compadecerlos por haber elegido esta carrera”.
Además, dijo, será recordado como un maestro tan férreo como eficaz; como el tirar textos a la basura al hallar en su lectura tres errores ortográficos o cerrar la puerta del aula a la hora justa de inicio de clases.
“Fue el primer encuentro de muchos con la gastritis”, recordó Wario, señalando la tensión y el esfuerzo de quienes formaban parte en su clase, pero a la vez lo recuerdan como uno de los mejores frente al aula, al grado que en la novedosa herramienta de facebook cuenta con un grupo dedicado a recordarle.
Entre tanto elogio, Jaramillo se apoyó de una singular hoja, escrita de manera rústica que en tiempos actuales se ha olvidado, pues la tecnología ha desplazado a la antigua herramienta de los periodistas, y donde línea tras línea su historia sigue escribiéndose.
Jiménez dijo que “ha sido un orgullo tenerlo como maestro, exigente y muy puntual; y para mí la amistad que tenemos hasta la fecha es invaluable”.
También le agraddeció que en 1984 lo haya recomendado para trabajar por vez pimera en un periódico: el Porvenir, donde fueron compañeros.
“Aunque tuvieron que pasar tres años para que escribiera algo que le gustara”, expresó Jiménez.
Con un dejo de nostalgia, Jaramillo Osorio recordó los inicios del Colegio de Periodismo cuando en la primera generación, los alumnos eran estrictos con los maestros, pues no se podía improvisar.
“Quiero agradecer a la generación Alba, porque ellos me enseñaron cómo ser maestro, esos muchachos estaban deseosos de aprender periodismo, y los vi bravos, exigentes, preguntones, qué bueno, así es cómo se forman los maestros”.
Recordó que los inicios de la Facultad de Ciencias de la Comunicación fueron difíciles, pues las veces que les negaban las aulas, incómodamente tenían que impartir clase en el jardín de la Facultad de Derecho.
El amor por la universidad y por sus alumnos sobresalen en sus palabras.
“Gracias a estos tres alumnos, que son de presumir, entre muchos más”, dijo el cazador de noticias sin agenda, que imprimió en sus alumnos verdad y justicia.
Ese cazador ejemplar en la búsqueda de la nota, que encontraba en los aspectos más humildes la oportunidad de revelar un hallazgo, vibra ahora en los recuerdos que afloran en lo más profundo del alma periodística que lo identifica.
“Las satisfacciones más grandes las estoy recibiendo ahora, ya como jubilado. Al menos yo nunca trabajé esperando un premio, yo siempre trabajé con la obligación de regar las semillas y que los alumnos las recojan”.
Confiado en los periodistas que apenas se están formando, llamó a cultivar esa sensibilidad, sentido critico y capacidad de análisis para trabajar como servidores del ser humano y no de un patrón.
Exhortó además a defender el título a capa y espada ente la competitividad de otras personas que no se han preparado.
“Porque ahora cualquier cuenta chismes de esos que abundan en la televisión, dicen que son de espectáculos y les llaman periodistas; ustedes saben lo que les cuesta ser periodistas. ¡Por favor defiendan su título!”, dijo.
El periodismo es concebido por uno de sus mejores impulsores en la historia de la Facultad de Ciencias de la Comunicación como un sacramento auténtico, que llega al llamado del bien social al cual los periodistas deben acudir.
“Recuerden: el periodismo es un sacramento en el que hay materia y forma, la materia es el asunto que trata, la forma es la manera en que lo tratamos. Pero lo más importante, que lo hace ser un sacramento auténtico, es el espíritu que uno pone en esa factura del periodismo; recuerden que trabajamos para los seres humanos”, señaló.
Fue así como el sembrador de periodistas compartió el aula una ves más con quienes ahora se forman en la responsabilidad de trabajar en busca de la verdad.