El actual coordinador de la bancada de MORENA en el Congreso del Estado puede presumir que en sus años mozos no sólo formó parte de las filas de los Rayados del Monterrey sino que, incluso, entrenó durante tres semanas con la Selección Nacional, a lado de figuras como Ignacio Ambriz, Ramón Ramírez, Carlos Hermosillo y Hugo Sánchez, entre muchos otros. Esta es su historia.
Su amor por los Rayados del Monterrey es tan grande que no duda ni un segundo parea enfundarse en la casaca edición especial que el equipo utilizó en el pasado Mundial de Clubes de Qatar.
Sin embargo, a diferencia de los miles de aficionados que el equipo regiomontano tiene, Ramiro González, actual diputado local y coordinador de la bancada de MORENA en el Congreso del Estado, sabe lo que representa portar estos colores en una cancha, dentro de un partido oficial.
Y es que en su juventud, González Gutiérrez fue un destacado arquero quien logró ascender desde la liga infantil hasta el primer equipo de los Rayados de Monterrey, bajo las órdenes de técnicos como Gregorio Cortés, Luis “Huesos” Montoya, Pedro García, Miguel Mejía Barón y Arturo Salas.
Recordar esta faceta, que no es tan conocida en la trayectoria del legislador, le provoca una enorme sonrisa que no deja durante toda la conversación, donde recuerda su paso por las canchas, las tres semanas que entrenó con la Selección Nacional y el desafortunado evento que lo llevó a retirarse de las canchas, pero incursionar en la política.
— ¿Cómo inició toda esta faceta en el futbol profesional?
Siempre he tenido un gusto por el futbol, yo empecé a jugar a los nueve años en el Club Vaqueros de la Lindavista y a raíz de ahí me gustó mucho.
A los 10 años me empezaron a llevar a ver a Tigres y a ver a los Rayados, ahí fue donde me nació la pasión por el futbol
Llegaba de la escuela, aventaba los libros y era patear el balón todo el día con mis amigos y vecinos. A los 13 años le dije a mi mamá que me llevara a probarme a los Rayados del Monterrey; antes las pruebas eran en las canchas de la empresa Válvulas de Calidad, en Santa Catarina, ahí estaban las fuerzas básicas.
Entrábamos 100 niños, nos probaban y luego nos iban recortando. Cada miércoles, durante un mes, estuve yendo a probarme hasta que el entrenador, Gregorio Cortés, me recluta y me dice que me van a registrar como propiedad de Fuerzas Básicas de Rayados.
De ahí me mandó al equipo de la Venustiano Carranza donde él era el entrenador, ahí estuve hasta los 15 años cuando me mandan a la Petrolera con el profesor Luis “Huesos” Montoya; ese grupo era el preámbulo para la reserva profesional, en aquel entonces eran las reservas profesionales las que jugaban antes de los partidos.
Cuando cumplí 16 años, en 1989, llegó como entrenador Don Pedro García; a ese equipo del Monterrey le decían “La Aplanadora” porque contrataron infinidad de jugadores de muy buena calidad, seleccionados nacionales de la talla de Carlos Hermosillo, Armando Manzo, Carlos de los Cobos, ya estaba aquí “El Abuelo” Cruz, el portero era Gustavo Adolfo Moriconi, Richard Tabares… era un equipazo.
Don Pedro García tenía la característica que entrenaba con grupos reducidos, entonces ocupaba cuatro porteros, pero en el primer equipo nada más tenía a Gustavo Adolfo Moriconi, Tirso Carpizo y Román Ramírez quien venía de Jabatos.
Como yo era el portero de Fuerzas Básicas más adelantado me mandaron llamar y a partir de ahí mi vida transitaba entre El Cerrito y la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, porque eso sí, mi señor padre siempre me dijo que sí al futbol, pero nunca dejar la escuela.
— Entonces desde niño siempre fue portero…
Siempre. Desde niño admiraba mucho la portería y tuve la suerte de que mi visoreara un ex portero como lo es Gregorio Cortés.
SU PASO CON RAYADOS
— ¿Cómo fueron esos años de estar tan cerca de esas figuras del Monterrey y el futbol mexicano?
Fue una vida muy bonita, con muchas experiencias, yo vivía prácticamente en El Cerrito los fines de semana porque por los tiempos de los traslados era mejor que ahí me quedara. En ese momento yo andaba en camión, iba y venida de raid, recuerdo que me llevaban Bautista, Manuel Negrete y Carlos Hermosillo, yo viajaba con ellos; a mi me decían “El Pelos” y me decían: “‘Pelos’ ¿quieres un raid?” y yo les decía que sí; ése fue mi vivir todos los días con esas figuras muy humildes, muy seres humanos, jugadores de talla internacional pero que tuvieron esa calidad humana.
— ¿Qué tan cerca estuvo de la Primera División?
El entrenar con el primer equipo es una experiencia muy bonita, muy importante, me tocó debutar con el primer equipo en un partido internacional contra Los Angeles Salsa, nos dividimos, unos se quedaron aquí, jugando contra el Morelia, y otros nos fuimos a Houston, ahí fue mi debut con el primer equipo, ganamos dos cero y también me tocó salir en un clásico de pretemporada que ganamos uno-cero con gol de Bahía.
— Estaba compitiendo con figurones de la portería de esos años…
Moriconi fue de la época de “La Aplanadora”, pero luego se va Don Pedro García pues el equipo califica pero no queda campeón y se tiene que ir.
Es entonces cuando llega Miguel Mejía Barón, quien tenía un prototipo de portero que era Jorge Campos, sin embargo nunca encontró alguien en el futbol mexicano con las características de Jorge Campos, era único.
Por ello trae a Rubén Ruiz Díaz, la famosa “Bomba” -apodo que le puso Roberto Hernández Junior porque siempre decían que “Monterrey iba a fichar una bomba”-; Ruiz Díaz llega de 23 años, yo tenía 18 y era imposible tumbarlo, era un porterazo, muy joven y ahí estuvimos bajo la sombra de él muchos como Raúl Salas o mis suplentes, que eran Oscar Dautt y “El Gato” Ortiz, ellos eran los chavitos que nos estaban aprendiendo a nosotros.
A mi me tocó la época de Miguel Mejía Barón con figuras como “El Tato” Noriega, “El Cadáver” Valdez, Memo Vázquez Junior, entre muchos otros, sin embargo ya no hubo la oportunidad de seguir pues en 1994 se va Mejía Barón a la Selección Mexicana y llega como entrenador Arturo Salah y él ya tenía un portero contratado, entonces a Raúl Salas lo mandan a La Piedad y a mi me prestan al Morelia con “La Tota” Carbajal, ahí estuve seis meses.
En una pretemporada en Acapulco se me queda la pierna incrustada en la arena durante un entrenamiento y ahí me trueno lo meniscos. Como yo tenía contrato con Monterrey, pues estaba prestado, me regreso, paré un año, termino la escuela y ya me metí a la política.
CON EL TRI
—Con Mejía Barón tuvo uno de los momentos más bonitos de su carrera…
En 1994 la Selección Mexicana entrenó aquí en El Cerrito, los porteros eran Jorge Campos y Pablo Larios quien se lastima y tuvo un proceso de tres semanas de recuperación, entonces en lugar de mandar hablar a un portero para venirse a entrenar, me mandaron hablar a mí y estuve entrenando con la Selección Mexicana del 94 durante tres semanas.
Fue una experiencia hermosa vivir con la Selección Mexicana con jugadores de la talla de Ambriz, Ramón Ramírez, “El Abuelo” Cruz, entre otros.
— La que dicen es la mejor Selección Mexicana de todos los tiempos…
Ahí me tocó entrenar. Ahí estuve con ellos, al final del entrenamiento me quedaba a que Ambriz y los que tuvieran buen cañón me tiraran balonazos, entonces fue una experiencia muy bonita.
— Entonces le tocó entrenar con los cañoneros de la Selección
Con todos, con David Patiño, con Ramón Ramírez, Nacho Ambriz, “El Cadáver” Valdez…
— ¿Y quién le pegaba más duro?
Ambriz, sin duda. En Monterrey Memo Vázquez Junior tenía un buen cañón pero Nacho Ambriz creo que es uno de los jugadores que me pegada más potente a la pelota.
SU LLEGADA A LA POLÍTICA
— ¿Cómo se dió la decisión de retirarse del futbol e ingresar a la política?
Pues yo siempre continué con la escuela, soy de la generación de Leyes 90-95, me faltaban seis meses para terminar mi carrera pero Monterrey decide prestarme a Morelia entonces mientras estoy allá me toca la mala fortuna de lesionarme, me regreso, estuve con mi rehabilitación en El Cerrito y estudiando en la Facultad de Derecho.
El Monterrey me regala mi carta y debo de decidir si termino la carrera o me voy de andariego, a jugar en Segunda División o alguno de Primera. Estoy seguro que Miguel Mejía Barón me hubiera recomendado con cualquier equipo de Primera División, pero decidí que así como comencé muy temprano mi carrera, la terminé muy temprano.
— ¿Y cómo ayudó el paso por el futbol profesional en el servicio público?
Por el futbol estoy en la política. En aquel entonces me ve jugar César Garza, actual alcalde de Apodaca, un hombre muy apasionado del futbol quien me ve jugar porque un tío mío iba como regidor en Apodaca.
Como yo venía de recuperarme me invitan a la administración de Apodaca con la condición de que les ayudara con un equipo de futbol amateur, de ahí me tomaron confianza y ahí despegó mi carrera política.
— Viéndolo en perspectiva ¿dónde están más duros los trayazos en el futbol o en la política?
En la política sin duda (risas). El futbol a fin de cuentas es un deporte, a fin de cuentas es algo que depende de tu capacidad, mientras que en la política hay escenarios que no ves venir.
— El amor a Rayados es indudable ¿Como ve al equipo en la actualidad?
Veo que les falta ritmo, todavía traen el confeti en la cabeza, aunque ya les está cayendo el veinte les va a costar mucho entrar a su nivel, faltan como unas dos jornadas para que Monterrey se ajuste, creo que van a cerrar muy bien el año, pero les va a costar mucho tras el proceso de haber quedado campeón.
— Futbolísticamente hablando sorprendió que siendo Rayado de corazón haya propuesto el homenaje a Tigres por sus 60 años…
Al fin del día cuando ves al deporte como un aliado para ayudarte a que la sociedad esté mejor creo que no hay colores, ni aficiones, ni partidos políticos, yo creo que los equipos de Tigres y Rayados han hecho unas inversiones importantes, tenemos los mejores equipos del futbol mexicano y cada fin de semana hay satisfacción para la afición, hay una manera de convivir, hay una alianza, hay una fiesta futbolera, hay una hermandad a través del futbol, entonces ¿por qué no hacer eso?
Independientemente si soy Rayado, si soy Morena, priista o panista, este es un reconocimiento al equipo porque con ellos se está reconociendo a su afición.