
Por primera vez en su historia, el Estadio del equipo Monterrey abrió sus puertas para albergar por un Clásico Regio, y Rayados se encargó de darles una “incomparable” e inolvidable bienvenida a su acérrimo rival, Tigres.
Tras dos años de no poder alzarse con la victoria en el derbi, el Monterrey se impuso con mínima diferencia en el marcador ante los auriazules en un partido con altas expectativas por tratarse del líder de la tabla general contra el campeón del futbol mexicano. Un duelo que fue “caliente” tanto dentro como fuera de la cancha.
Desde cuatro horas antes de que iniciara el partido, celebrado el sábado 5 de marzo, se desplegó un operativo por parte de las autoridades para salvaguardar la seguridad de los asistentes.
Un total de mil 400 elementos de seguridad -entre miembros del Ejercito Mexicano, Fuerza Civil, Policía de Guadalupe, Monterrey, San Nicolás y Seguridad Privada- fueron los que custodiaron el evento.
Pero el número de elementos y las estrategias de seguridad planeadas por las autoridades y el Club de Futbol Monterrey no fueron suficientes para evitar que los aficionados del equipo de casa y los visitantes tuvieran un altercado a las afueras del inmueble deportivo.
Alrededor de las 17:30 horas, un grupo de seguidores felinos y de Rayados se encontraron y comenzaron a dedicarse insultos mutuamente; pese a estar rodeados de policías, la situación avanzó hasta los golpes y posteriormente a lanzar piedras. La situación fue controlada a los pocos minutos.
Incluso el presidente de Tigres, Alejandro Rodríguez, fue víctima de un ataque por parte de La Adicción, pues cuando arribó al estadio fue interceptado por la barra, quienes aprovecharon para golpear y empujar su camioneta.
Otros seguidores albiazules salieron a la defensa del directivo felino, quien se mostró nervioso ante el incidente.
En los pasillos del inmueble se reportó otro conato de bronca entre un pequeño grupo de fans de ambas escuadras, donde no pasó de sólo insultos y baños de cerveza.
Conforme se acercaba la hora del encuentro número 106, las localidades del Estadio de Rayados se pintaron de azul y blanco, con algunos puntos amarillos esparcidos por todo el lugar.
Con gran orgullo, caras pintadas y hasta lágrimas, la afición del Monterrey cantó a todo pulmón el himno del equipo, previo al encuentro.
Antes de salir al terreno, los jugadores de ambos equipos se saludaron, e incluso algunos de ellos charlaron como viejos amigos en una reunión. Apenas salieron del túnel, la afición les recordó que eran rivales de toda la vida.
El árbitro del clásico, Fernando Guerrero, dio el silbatazo inicial y la locura se desató.
Cada toque del rival era abucheado; el propio, celebrado.
La afición hizo que los locales de Rayados pesara, pues dominaron parte del primer tiempo, pero Tigres supo cómo sobreponerse y tuvo las más claras con un remate de Pizarro al 33’ y otro de Gignac al 44’; además de una acción inválida de Rivas.
Los conatos de bronca no fueron cosa ajena en el terreno de juego, pues durante los primeros 45 minutos se dio un pequeño altercado entre Walter Ayoví y Guido Pizarro, que culminó con tarjeta amarilla para ambos y una ceja “reventada” para el ecuatoriano.
Durante el medio tiempo, la banda regiomontana Plastilina Mosh ofreció un “miniconcierto” y adelantó para promocionar un festival en el que participarán en abril. Algunos aficionados cantaron y grabaron su presentación, pero la mayoría esperaba la reanudación el partido.
Sólo tres minutos después de iniciada la segunda mitad, Monterrey abrió el marcador.
El que sería el único gol del Clásico regio 106 fue anotado por Efraín Juárez, quien remató de cabeza un centro a balón parado. La anotación la dedicó a su hijo recién nacido.
A partir del minuto 72, el Monterrey jugó con 10 hombres por la expulsión de Walter Ayoví, y antes de terminar el tiempo de compensación fue expulsado también Guido Pizarro.
Poco después, comenzó a circular vía redes sociales un video donde se demuestra que tras su expulsión, Pizarro explotó contra la afición del Monterrey.
“¡Hijos de puta, la concha de su madre a todos los Rayados!”, gritó el jugador cuando se dirigía al vestidor.
El arquero Nahuel Guzmán también se enganchó con una persona del estadio a quien acusaba de haber ordenado esconder los balones para que no reanudara rápido el juego el arquero felino.
Ricrdo Ferretti regañó a sus jugadores para que “supieran perder y se dejaran de mam…”.
Entre tanto, los aficionados albiazules no dejaban de corear a todo pulmón “Tienen mieeeeedo, ¡los Tigres tienen mieeeeedo!”.
Cuatro minutos de compensación y se dio el silbatazo final. El Monterrey volvió a probar las mieles del triunfo en el derbi tras dos años de amargos empates y derrotas.
Esta fue la primera victoria en clásicos para Antonio Mohamed, pues como jugador de La Pandilla y DT se le negó la victoria, hasta ahora.
Estadísticamente, Rayados ahora cuenta con 36 victorias ante 37 de Tigres, con 32 empates.
Tras el duelo, Monterrey aseguró la cima en la tabla con 21 unidades, mientras que Tigres se quedó con 14.
“TUCA” FERRETI, INCONFORME CON SEGURIDAD DEL ESTADIO
Aunque el técnico de Tigres, Ricardo Ferreti, expresó que le gustó la nueva casa de Rayados, también criticó ciertos aspectos del inmueble.
Consideró que el estadio tiene que mejorar muchas cosas antes de recibir el próximo Clásico regio.
“Es muy bonito estadio, me gustó la verdad, pero faltan cosas que para recibir un Clásico, se puso a la luz muchas cosas que se tienen que mejorar y yo creo que van a tomar cartas en el asunto para que así puedan mejorar”, comentó en conferencia de prensa el técnico.
“El Tuca” señaló que sus jugadores sufrieron agresiones por parte de la tribuna al momento de salir de cambio o durante los tiros de esquina y saque de banda.
“No hay una protección para los jugadores que salen, les escupen, les dicen de todo, les echan líquidos. Yo al comisario le hago la observación y después creo que al salir hay demasiada gente, porque un tipo se burla y la gente caliente como está, propicia toda esa vergüenza entre los equipos que hicieron bien las cosas dentro de la cancha”, señaló visiblemente molesto.