Desde los 13 años de edad, Karla Peña Duque fue una joven que deambuló por las empinadas calles de su colonia sin un rumbo fijo, pero con un objetivo claro: delinquir.
Junto a un grupo de amigos acostumbraba asaltar transeúntes y allanar hogares para mantener sus vicios de alcohol y drogas, mismos que le ayudaban a escapar de la cruda realidad que se vive en uno de los barrios más antiguos y bravos de la capital regiomontana: la Independencia.
Pero el historial delictivo de esta joven, ahora de 17 años, se selló hace seis meses cuando en su andar se topó con un espacio nuevo para rehabilitarse, que no se trata precisamente de una clínica sino un centro deportivo llamado La Casa del ex Boxeador, un espacio recientemente inaugurado que tiene la finalidad de acercar a los jóvenes del sector al deporte y alejarlos de las calles y el vandalismo.
Fue ahí donde Karla encontró la mejor terapia para aliviar sus problemas, basada en la fuerza de sus puños y el poder de unos guantes, una oportunidad que por años estuvo esperando, pero que apenas le fue otorgada.
Así como ella, decenas de personas de la Independencia asisten diariamente a La Casa del ex Boxeador o algún otro de los centros deportivos implementados por el Estado y que tiene el fin de crear espacios de calidad en las zonas más conflictivas de la ciudad.
SU HISTORIA
Como muchos de los jóvenes que habitan en las zonas altas de la colonia Independencia, Karla Peña proviene de una familia disfuncional, su madre la tuvo a los 17 años y su padre nunca se hizo cargo de ella.
Durante 13 años, lo que se supone debió de ser su hogar se convirtió en un recinto de disgustos y pleitos que la motivaron a buscar en las calles la compañía que nunca encontró en casa.
Una vez fuera, no fue complicado encontrar a jóvenes que padecieran situaciones similares a la suya y rápidamente hizo amistades. Fue en ese momento que el estudio se convirtió en un estorbo, por lo que abandonó la secundaria para formar parte de la pandilla MB o los Máster Barrio.
“Yo dejé la secundaria, me fui a la calle con mis amigos, yo andaba con una pandilla, eran puros chavos y nada más tres chavas. Una ya falleció en un accidente, la otra salió embarazada y nada más quedé yo”, comentó Karla.
La adolescente se volvió presa fácil de las calles de la colonia Independencia, aquellas que sólo pocos se atreven a transitar.
No tardó mucho para que las drogas, el alcohol y el cigarro se transformaran en un simulador de felicidad. Para complementar su diversión y sentirse ocupados el grupo cometía vandalismo a todas horas, pues finalmente no había más cosas que hacer en una zona que carecía de infraestructura recreativa.
“Me la pasé más de tres años en las calles, drogándome, tomando, fumando, metiéndome de todo, de lo que menos te imaginas, robando en las calles, haciendo destrozos, pero yo hacía todo eso porque yo me sentía feliz porque me sentía útil en eso”, mencionó la joven.
Fueron poco más de tres años los que Karla convivió con los peligros del barrio, aunque siempre inmune por su condición de local; sin embargo, hace seis meses aproximadamente la joven llegó al hartazgo.
Su estilo de vida acelerado y conflictivo se había convertido en una carga y quería cambiarlo. Nunca imaginó que cuatro paredes y un ring serían suficientes para transformarla.
“Yo ya estaba cansada, me drogaba mucho con resistol y después caí en algo más grave, en la cocaína. Ya cansada, yo quería hacer algo por mí, salir adelante pero no sabía cómo, porque no había nada. Pasaron los años, hasta que el gobernador vino y modificó todo”, dijo la adolescente.
LA TERAPIA
DEL BOXEO
La remodelación de La Casa del ex Boxeador fue más que un cambio de fachada para algunos como Karla, quien vio en ella una puerta para escapar de los vicios y de una muerte prematura.
Tiempo atrás, mientras vagaba por los laberintos de la colonia, ya se había percatado de aquel recinto, que aunque deteriorado tenía algo que le llamaba la atención, un ring, pero nunca se atrevió a ingresar.
“Una vez yo le dije a mi mamá que quería entrar y me dijo que no, que para qué quería ir, que aquí había puros hombres, que de seguro quería venir nada más por eso, no me ayudaba en nada, ni me inspiraba nada”, mencionó.
Fue hasta mayo, cuando autoridades estatales rehabilitaron el lugar, que la joven decidió sustituir las drogas por el deporte con el fin de sentirse útil, jamás pensó que el pugilismo terminaría por enamorarla y alejarla de los vicios.
“A mí desde siempre me había llamado la atención el boxeo y cuando lo remodelaron llegué aquí. Esto me inspiró porque yo dije que de verdad sirvo para boxear, no es cierto que soy una -don nadie-, yo puedo ser una gran boxeadora”, dijo.
Cada golpe al costal, cada puesta de guantes, cada día de práctica era una dosis de alivio y tranquilidad, que le permitía sentirse más útil que nunca, por esa razón Karla decidió dedicarse completamente al boxeo y abandonar a sus antiguos amigos.
“Yo amo el deporte, amo el box, por eso decidí alejarme de esas amistades, porque no quiero volver a caer en las drogas y el alcohol, me retiré de ellos, pero sí les digo que se animen, que con el deporte te sientes mejor que con las drogas y la cerveza”.
Hoy, Karla lleva más de medio año sin probar sustancias dañinas y su única adicción ahora es el deporte, al que le invierte dos horas diarias de lunes a sábado.
Gracias al boxeo su vida ha dado un vuelco completo, las ganas de superarse han llegado, al grado de retomar su educación y finalizar la secundaria. Ahora planea iniciar un bachillerato y en el futuro una carrera universitaria, a la par del pugilismo.
“Quiero terminar la preparatoria, hacer una carrera, pero más que nada quiero seguir teniendo peleas, estar en el ring, no por la fama, a mí no me interesa la fama, sino que me encanta el box, es mi pasión el box. Me siento como nunca antes. Me siento una persona útil. Ahora miro más hacia el futuro, no me quedo estancada en el pasado. Ahora quiero luchar por mí, eso es lo que me han enseñado aquí, a que luche”, mencionó Karla.
Y es que además de vislumbrar un mejor futuro, Karla Peña busca ser un ejemplo de lucha y esfuerzo para su pequeña hermana, con el fin de que ella no sea víctima del mal que parece ser huésped permanente de la zona.
“Tengo una hermana chiquita y no le quiero dar un mal ejemplo. A veces me la traigo a mi hermanita y anda encantada de la vida viendo a su hermana boxear, me da orgullo. No que antes, me pudo haber visto en una esquina y con el pomo, imagínate cómo se iba a sentir mi hermanita antes”, comentó.
Motivos hay de sobra, pero modelo aspiracional sólo una. Karla Peña Duque es gran admiradora de Arely “La Ametralladora” Muciño, pues sabe que la campeona nacional de peso mosca proviene de un barrio similar al de ella y logró sobresalir.
“Ésto me ha cambiado la vida bastante, yo pienso echarle bastantes ganas y le voy a echarle ganas para yo algún día ser una boxeadora”, mencionó.
Más que un espacio de entrenamiento, La Casa del ex Boxeador se ha convertido en un segundo hogar para esta joven. Su entrenador Rubén Reyna Ruiz es ahora como su padre, quien la ha impulsado a ser disciplinada.
“Aquí don Rubén es una estrella en mi vida, siempre me está dando ánimos, me dice que le eche ganas, que sí se puede, me reta a mí misma y cuando no vengo me marca para preguntarme que por qué no vine. Hasta mi familia ya se dio cuenta de mi cambio porque dicen ‘¡achis! ¿y a ésta qué le pasó?’, porque me ven que soy más responsable, de que si me dicen que llegue a una hora, de verdad llego a esa hora. Les digo que ya voy al box y todavía no se la creen”, platicó.
Agradecida de que finalmente los gobernantes hayan tomado en cuenta a su comunidad, Karla sabe que no es la única que está en un proceso de rehabilitación. Su misma suerte la comparten decenas de hombres y mujeres que han optado por el deporte como método de desintoxicación
“Hay bastante gente de aquí de la Independencia, que antes se drogaba o tomaba y ahora dejaron de hacerlo porque dicen que están entrenando y si vuelven a eso se desequilibran. Son mucha gente, hombres y mujeres”, dijo.
GOLPE A LA ADICCIÓN
Martín Herrera Almanza es un nombre desconocido para pobladores de la colonia Independencia, no así “El Pelucas” como en realidad todos llaman a este joven de 24 años, que se perfila como una promesa del boxeo local.
Sin embargo, su historia de superación no difiere mucho a la de la mayoría de los pugilistas mexicanos, pues durante su infancia tuvo que lidiar una batalla contra el hambre y la pobreza y a eso se le suma el sobrevivir en una zona conflictiva.
Y es que “El Pelucas” habita en lo alto de la colonia Independencia, en donde ha tenido que convivir con problemas familiares y sociales acentuados. Desde pequeño los gritos, regaños y pleitos fueron el alimento diario en su hogar, por lo que una manera de escapar de ellos fue errónemente refugiarse en las drogas.
“Por problemas en la casa, como todos, regaños de mi papá, de mi mamá, de mi hermana. Me metí de todo, coca en piedra, mariguana, de todo. Era drogadicto, andaba de pandillero y todo eso”, comentó el boxeador.
El consumo se salió de control, Herrera Almanza ya no era dueño de sus decisiones, pues la ansiedad lo obligaba a asaltar para obtener dinero y seguir consumiendo drogas.
Su vida se había convertido en un caos. En un intento deseperado por recuperarse llegó a La Casa del ex Boxeador tres años atrás cuando el recinto sólo era deterioradas paredes, costales improvisados y un ring de materiales reciclados.
Aunque el esfuerzo fue mayúsculo, vivir rodeado de “tentaciones” hizo que este joven volviera a caer en el mundo de las sustancias.
Fue en ese momento en el que los padres decidieron internarlo en Rehabilita, un centro de rehabilitación del primer cuadro de la ciudad, en donde finalmente le dijo adiós a sus vicios.
Una vez fuera del centro, debió encontrar una actividad que lo mantuviera ocupado y alejado de las calles, fue así que el nombre de La Casa del ex Boxeador saltó nuevamente a su cabeza.
Hoy, “El Pelucas” lleva nueve meses completamente limpio, sin drogas. Sú única debidlidad ahora es el boxeo, el cual le está ayudando a transformarse en una figura de los guantes.
“Poco a poco voy saliendo adelante. Esto es de sacrificio y disciplina también. Ya comprendí que las drogas no dejan nada bueno, mejor cuerpo sano en mente sana. Me he sentido bien, me he sentido rehabilitado, ya no pienso en drogas, nada más pienso en salir adelante, en ser alguien en el boxeo, ya vivo más traquilo, ya no es la ansiedad de antes”, comentó.
Y es que no se trata sólo de terapia, sino también de vocación, ya que Herrera Almanza descubrió que el ring es su mejor compañero, aquel que le regala momentos verdaderos de satisfacción.
El deporte le ha dado el reconocimiento que las calles no le pueden ofrecer, pues Martín ya obtuvo el premio Guantes de Oro en la Arena Coliseo y ha participado en la competencia denominada “Campeón de Barrio”, con buenos resultados.
Ahora en su mente sólo está el seguirse preparando y en un plazo no lejano debutar como profesional, a la par de obtener un trabajo formal.
“Mis planes pues son conseguirme un trabajo bien y enfocarme en el boxeo, a ver si un día debuto profesionalmente porque es mi sueño. Me gusta mucho el boxeo, pero también combinarlo con un trabajo formal”.
Así como para él, la remodelación de La Casa del ex Boxeador llegó en el momento más oportuno, pues dentro del oscuro panorama social del país y la colonia, el recinto se convierte en un ligero rayo luz para sus colonos.
ESPACIO DE OPORTUNIDAD
Ubicado en el costado sur del cerro de la Loma Larga, la colonia Independencia es uno de los sectores más tradicionales de Monterrey, debido a su antigüedad. Lamentablemente, su tradición sólo es equiparada a los índices de inseguridad que ahí se viven.
Con el recrudecimiento de la violencia en el país, el sector se convirtió en el “caldo de cultivo” perfecto para las bandas delincuenciales, en donde los asaltos, robos, secuestros, enfrentamientos y asesinatos están a la orden del día.
Como muestra, apenas el martes 1 de noviembre cinco jóvenes fueron privados de la vida con arma de fuego mientras se encontraban en la intersección de las calles Campeche y Libertad en la parte media de la Independencia.
Durante años, los habitantes de la zona fueron víctimas del olvido y la indiferencia de las autoridades, por lo que pensar en un espacio recreativo en sus inmediaciones resultaba simplemente una utopía.
Pero en septiembre de 2010, el Gobierno del Estado emprendió un plan de regeneración urbana que tiene entre otros objetivos, crear áreas de esparcimiento y recreación en las zonas más conflictivas del área metropolitana. Fue así que se llevó a cabo la remodelación de La Casa del ex Boxeador, que llevó una inversión aproximada de 2.5 millones de pesos.
“Me quedé sorprendida porque los gobiernos nunca -nos pelaban- pero ahorita estoy muy agradecida porque si no lo hubieran hecho, yo seguiría igual como estaba antes, echando a perder mi vida”, comentó Karla Peña.
Sin embargo, la idea de fomentar espacios de cultura y deporte como manera de contrarrestar los vicios en la juventud de la zona ya había nacido en 1974 de las manos de Rubén Reyna Ruiz, un ex boxeador profesional y presidente de la Asociación de ex Boxeadores, quien comenzó a erguir las primeras paredes del ahora centro deportivo.
“La Casa del ex Boxeador, empezamos en 1974 a levantar paredes para seguir fomentando el deporte, nosotros levantamos la barda, las paredes, improvisamos un ring de box, costales y así empezamos a entrenar jóvenes de aquí de la Independencia”, mencionó Rubén Reyna.
Las instalaciones eran precarias, el inmueble no tenía techo, por lo que los interesados en aprender a boxear dependían de las condiciones climatológicas, pues el frío, calor y lluvia obstaculizaban la formación de los pugilistas.
Aún así, los dos objetivos de la casa permanecían sólidos: pulir a futuros boxeadores y retirar a la juventud de las calles, mismos que logró por más de tres décadas.
Nombres como el de Clemente Sánchez Xicoténcatl fueron escritos con letras de gloria en sus deterioradas paredes, mismas que lucieron un nuevo rostro a partir de mayo de 2011 cuando el gobernador Rodrigo Medina reinauguró con bombos y platillos el centro deportivo.
Los cambios abarcaron desde regaderas hasta habitaciones en donde los aspirantes a boxeadores o antiguos pugilistas pueden arribar a pedir posada.
“La obra duró aproximadamente 6 meses, de septiembre de 2010 a mayo de 2011, se rehabilitó cerca de un 90 por ciento. Los baños de damas, de caballeros, regaderas, se rehabilitaron los cuartos, en donde se quedan los ex boxeadores que no tienen en dónde quedarse. Son dos habitaciones que tienen literas”, indicó Rubén Reyna, quien además es el administrador del complejo.
A raíz de la modificación, cada vez son más los jóvenes que se han acercado para comenzar a practicar deporte, pues de 12 que anteriormente asistía, aumentó a casi 50.
“Desde que se inauguró la casa del boxeo cambió la visión de La Casa del ex Boxeador, está cambiando la mentalidad de la gente, ahora vienen a hacer deporte, a hacer ejercicio. Los beneficios que están trayendo es que los chavos que estaban en las calles inhalando, ahora están tranquilos, están haciendo deporte”, mencionó el administrador.
El recinto está abierto de lunes a viernes de las 7:00 a las 20:00 horas y sábados de 7:00 a 13:00 horas, casi siempre con gran afluencia, con excepción de los días en los que se reportan balaceras en el sector y la gente se ausenta.
Sin embargo, su gusto por el boxeo los hace constantes, aunque no sólo a los fanáticos de los guantes, también al resto de las mujeres de la zona, quienes acuden a clases de bailoterapia, otra práctica que se puede realizar en el centro gracias al convenio que hicieron con las autoridades estatales.
“Hicimos un convenio con el Gobierno del Estado para que ellos nos apoyaran con la rehabiitación de la casa y ellos poner alguna otra actividad, pero teniendo el boxeo como prioridad, por eso también tenemos aquí la bailoterapia”, mencionó don Rubén.
Sin duda, la remodelación de La Casa del ex Boxeador es un pequeño paso para el cambio de imagen y mentalidad de los habitantes de la zona, que ven con bueno ojos la llegada del complejo deportivo.
“La gente quiere a La Casa del ex Boxeador, de repente hay balaceras y se ausentan, pero dos días después regresan, como quiera la gente viene, les gusta el deporte, el ejercicio. Hay jóvenes que dicen que el deporte les ha apoyado mucho, que ya no consumen drogas, que ya están completamente retirados de eso, gracias al deporte, gracias al boxeo”, informó el administrador.
Y es que por primera vez en su larga hisotoria, el área de la Independencia dibuja una nueva postal, una que está alejada del desorden y se esmera por recuperar la esencia del antiguo barrio regiomontano a través del deporte.
HOGAR PARA EX BOXEADORES
El nombre de La Casa del ex Boxeador no es simple casualidad, el complejo nació en la década de los 70 con la finalidad de pulir a futuras joyas del boxeo y a la par convertirse en un hogar para ex pugilistas, cuyos carreras se desplomaron, tirándolos en la lona.
Nuevo León es el único estado de la República que cuenta con un recinto que ofrece posada a ex boxeadores, servicio que se reafirmó cuando el centro fue remodelado.
Además de las instalaciones básicas como baños, vestidores y regaderas, el complejo ubicado en la calle Laguna de Tamiahua cuenta con dos recámaras, en donde se espera la pronta instalación de literas para albergar a ex pugilistas profesionales desamparados.
Nombres como los de Jesús Cortés, David Escobedo, Ernesto Herrera, Juan de la Rosa, Arturo Peña Duque, Samuel García y Francisco Limón, son sólo algunos de los que han pasado alguna temporada en La Casa del ex Boxeador.
La ayuda está abierta a todo pugilista de cualquier parte del país, el único requisito que se solicita para ingresar es comprobar que fueron boxeadores profesionales. v