Como proyecto, el Salón de los Inmortales del Beisbol Profesional México (sic) luce magnífico. Estando atrás de él los nombres de Alfredo Harp Helú y Carlos Peralta no permiten ni siquiera pensar en cuestionarlo. Además, ese no es el tema. Bienvenido, si es para beneficio del beisbol.
Pero la presentación del mismo, la tarde del martes 20 de marzo en Monterrey, me recordó los viejos años de la Liga Mexicana, cuando Pedro Treto Cisneros era el que mandaba y su palabra era ley.
Con un fiel Néstor Alba Brito “operado” todos los detalles y con periodistas que fueron “invitados” de todas partes de la República, los organizadores cuidaron que el salón Sopladores de Fundidora estuviera lleno.
El camión de los Saraperos de Saltillo llegó al estacionamiento del parque Plaza Sésamo con una delegación de ¡ocho o nueve reporteros! Son esos mismos periodistas que batallan cuando quieren cubrir un Juego de Estrellas o Serie Final y no hayan quién les tienda la mano.
Aunque el nuevo salón de la fama va a estar en Monterrey, la prensa nacional -como en los viejos tiempos- tuvo mano representada por Tomás Morales, quien en un discurso sincero “pisó algunos cayos” hablando de la historia del “otro” salón de la fama… el que se muda a Culiacán y del que nadie en ese lugar quería hablar.
Ahí estaba Pepe Maiz, jerarca de los Sultanes de Monterrey y Alto Comisionado del Beisbol Mexicano (al menos hasta hace poco lo era). Pero como en los años ochenta y noventa, su presencia fue relegada a segundo término por no llevar una buena relación con Pedro Treto Cisneros, quien es ahora el presidente ejecutivo del proyecto y el que determina cómo se hacen las cosas.
Aún recordamos los días en que la directiva de los Sultanes pedía un cambio en la dirigencia de la LMB y que consiguió a finales de los noventa, dejando fuera a Treto Cisneros. De eso hay cientos de notas en los periódicos locales donde se habla de las diferencias entre la presidencia de la liga y el club regiomontano.
Regresando al evento, cuando Treto Cisneros tuvo la palabra y muchos esperábamos un discurso frontal, se dedicó a agradecer a los personajes de otras épocas que pusieron su granito de arena para que en este momento tengamos el beisbol que tenemos (usted decida si es mejor o peor que antes).
Y lo más llamativo fue cuando terminó su mensaje con un “Viva el Rey” y desde el fondo del salón sonó un coro de meseros para replicarle “Qué viva”. Ese montaje fue mejor que las porras que los partidos políticos preparan para darle sabor a un mitin. En menos de 30 segundos, esos meseros que por casualidad estaban allí y se “conmovieron” con el mensaje de Treto Cisneros, habían desparecido.
En el presidium había nombres importantes de la localidad, pero se sentía un hueco. El de la Liga Mexicana del Pacífico. ¿Acaso ellos se llevaron el otro Salón de la Fama? ¿Acaso la guerra está cantada y ya no se van a invitar a sus fiestas? Es cierto, el beisbol se juega en todo México todo el año, desde Tijuana hasta Yucatán y desde enero a diciembre. Pero si en este momento las dos ligas más importantes se dividen por un salón de la fama, darán un paso atrás como grupo.
Otro punto llamativo es que en el presidium estaban los mismos de hace tres o cuatro décadas, con sus mismas ideas, pero con muchos años a cuestas. ¿Por qué la LMB no ha producido una nueva generación de directivos que le inyecten nueva vida al circuito?
Tener un magnífico Salón de los Inmortales del Beisbol Profesional México (sic) quizás no sea la respuesta inmediata a un problema crónico que le ha impedido a la LMB acaparar reflectores como el futbol soccer, o el box.
Cuando tienes estadios que no cumplen con las medidas de comodidad que requiere el aficionado. Cuando el pelotero no tiene una asociación que lo proteja al quedar desempleado. Cuando hay plazas que ni en su más positivo sueño será campeonas porque tienen un presupuesto bajo y una administración deficiente.
Perdón por no echar las campanas al vuelo, pero me imagino una liga pobre con un recinto muy rico… algo parecido a la desigualdad que se vive en este maravilloso país, donde hay pocos con mucho dinero, pero millones sin una oportunidad de progresar.
¿Será coincidencia? v