Cuando el árbitro Armado Archundia pitó el final del partido de vuelta de la gran final del torneo Clausura 2008, la ciudad de Torreón se convirtió en una enorme pista de baile, pues el equipo de sus amores, el Santos Laguna, se convertía en el nuevo monarca del balompié nacional.
Felices, miles de aficionados del Santos Laguna tomaron las calles para celebrar la obtención del tercer título en la historia del club, mismo que no pudo llegar en mejor momento pues la onceava cumple 25 años en el futbol mexicano y es el equipo que más puntos sumó en el último año de competencia en el máximo circuito nacional.
El campeonato conseguido frente a la máquina del Cruz Azul enloqueció a la zona conurbada de Torreón, Coahuila, Gómez Palacio y Lerdo, Durango, tres ciudades que han entregado su corazón al equipo verde y blanco.
Apenas finalizó el encuentro -celebrado bajo una extenuante temperatura de 44 grados centígrados- cada calle y esquina de esta región se convirtieron en salones de baile, con miles de personas celebrando el título.
Y aunque la fiesta fue empañada con el deceso de un menor de 10 años y el arresto de una decena de personas quienes convirtieron el festejo en violencia, al final Torreón y sus ciudades vecinas supieron disfrutar de la fiesta del futbol.
Este, el tercer título del Santos, podría ser el último que el equipo ofrece en el mítico Estado Corona, un inmueble que ya es insuficiente para albergar la alegría y las esperanzas de más de un millón de personas que saben entregarse a los colores de un equipo de futbol.
Cualquier avenida, calle e incluso esquina, fueron un buen lugar para gritar, saltar y bailar al ritmo de los cánticos futboleros que dan cuenta de cómo un grupo de once guerreros se convirtieron en los mejores de la competencia azteca.
Y es que si el futbol es pasión, en la laguna el Santos es poco menos que una religión. Y si alguien no lo cree que le pregunte al sacerdote Gerardo Zataráin, párroco de la iglesia de San Juanito, quien se ganó la portada de El Siglo de Torreón al mostrar –socarrón- la camiseta la escuadra blanco y verde que porta orgulloso debajo de su sotana.
Este sacerdote es el mismo que hace un año -cuando el club estaba a punto de descender a los infiernos de la Primera División A- organizó una misa para solicitarle del Supremo que salvara al equipo del descenso.
Incluso al final de cada misa el prelado despide a sus feligreses con la siguiente recomendación: “señoras, señores, oren para que ganemos este partido”.
Posiblemente las oraciones dieron resultado, pues en esa ocasión el Santos derrotó dos goles a uno al mismo equipo con el que el pasado primero de junio disputaba el campeonato del torneo Clausura 2008: la máquina del Cruz Azul.
Quizás los cementeros están condenados a perder los juegos grandes en Torreón o a lo mejor todo se trata de una enorme coincidencia, pero el caso es que en esta región ya se sentían campeones.
Las calles de la laguna se convirtieron en un enorme tianguis santista, donde podían encontrarse camisetas, banderas, cintas para el pelo, monos de peluche y cualquier tipo de recuerdos verdes y blancos.
Los marchantes del soccer, compraron con singular alegría todos estos productos ¿qué importa que una banderita elaborada con una tela más delgada que el papel de china cueste 50 pesos?
Tanta venta dejó más que satisfechos a los integrantes de un ejército de vendedores ambulantes procedentes del Distrito Federal, quienes atentos a cualquier oportunidad de negocio, inundaron las calles de la laguna con sus productos. Efectos de la globalización futbolera.
Cuando faltaban unas horas para el pitazo inicial, todos los caminos conducían al Estado Corona. Carros, camionetas, motocicletas, camiones urbanos y hasta trailers sirvieron para transportar a los 20 mil suertudos que pudieron conseguir un boleto para el juego final.
Para muchas de estas personas la suerte no fue barata, pues debieron de pagar 3 mil pesos para hacerse de un boleto que eran ofertados hasta en la frecuencia de los radiotaxis que patrullan la ciudad.
Alrededor del Corona, la fiesta apenas iniciaba y todos querían participar en ella. Hinchas de la barra brava del Santos con sus caras pintadas y gargantas ruidosas acaparaban las cámaras fotográficas y de televisión.
Sin embargo hubo otros personajes que supieron evitar pasar desapercibidos, como el hombre que llegó con toda su prole (3 chamacos impecablemente uniformados con los colores verde y blanco) a bordo de un triciclo, la anciana de las semillitas quien sonreía a cuanta cámara se le pusiera enfrente y “el negro”, un can de raza callejera cruzada con de la calle que fue pintado con los colores del Santos por su propietarios.
A ninguno de ellos parecía importarles que cuando faltaba una hora para el inicio del partido la temperatura se encontraba a unos sofocantes 44 grados centígrados.
Era tanto el calor, que los directivos de la Federación Mexicana de Futbol decidieron guardar en un refrigerador la copa de campeón -elaborada en plata por el orfebre Juan José Marmolejo- ya que se había puesto tan caliente, que podía quemar las manos de quien la cargara.
En la víspera del juego, la confianza de la afición lagunera era más grande que el Estadio Corona, el Cristo de las Noas y el bosque “Venustiano Carranza”, juntos.
Por eso los asistentes al partido final se preocupaban más por mitigar el calor y la sed con los ríos de cerveza que fluyeron, que por el marcador que pudiera surgir al final de los 90 minutos.
Apenas pisaron la cancha, los jugadores del Cruz Azul fueron recibidos con una rechifla suficiente para sumir en la depresión a cualquier persona con una baja estima.
De hecho el único que se medio salvó de la silbatina y recordatorios maternales fue el portero Oscar “el conejo” Pérez y eso porque la afición ya sabía que no iba a jugar el partido y éste era su último encuentro con la casaca de los cementeros.
Los primeros minutos del encuentro transcurrieron entre el nerviosismo del Santos y los intentos –inútiles- del Cruz Azul por convertir el gol que los metería a la pelea.
Sin embargo, cuando los acercamientos del equipo azul parecían más peligrosos, el lateral lagunero, Edgar Castillo, consiguió una descolgada hasta la línea de meta para, desde ahí, enviar un pase atrasado que “el hachita” Ludueña controló con facilidad para, con una maestría que da miedo, colocar el balón en el extremo superior derecho de la portería cruazulina.
Ahí se selló la suerte de tanto Santos como Cruz Azul, quien aunque logró anotar al minuto 37 del segundo tiempo, no logró conseguir ningún otro acercamiento de peligro durante el resto del encuentro.
Tras una prórroga de cinco minutos Armando Archundia finalmente pitó el final del juego y la fiesta –que ya había empezado- en la Comarca Lagunera, realmente agarró ambiente.
Ebrios y felices, miles de aficionados tomaron las calles de la región celebrar el triunfo de su equipo. La ciudad estaba tan feliz, que hasta los integrantes del batallón del Ejército Mexicano encargados de la protección del aeropuerto se dieron permiso para subir a una torre y desde ahí, ondear una bandera del Santos Laguna.
Los festejos tuvieron sus manchas de tragedia. Un pequeño de 10 años de edad, quien festejaba el título con su familia desde el techo de un auto en movimiento, se resbaló, cayó al piso y murió atropellado.
Además están la decena de personas que fueron detenidas por protagonizar actos de vandalismo y violencia como golpear en la cabeza a un policía preventivo con una botella.
La mañana siguiente, Torreón amaneció feliz pero con una enorme resaca. Sin embargo todavía tuvo fuerzas para participar en el desfile por los tres municipios de la zona conurbada que se organizó con los jugadores del Santos Laguna.
La idea era presumir a la vista de todos el trofeo que quedará en manos de Torreón, por lo menos hasta que inicie una nueva temporada.
Por unos días, en esta desértica región del norte del país el futbol se volvió algo más importante que la vida misma… afortunadamente para muchos que el equipo de casa logró alzarse con la victoria.
EL PLANTEL DE LOS CAMPEONES
PORTEROS:
:: Oswaldo Javier Sánchez Ibarra
:: Miguel Becerra González
:: Francisco Javier González Medina
DEFENSAS:
:: Juan Pablo Santiago Santiago
:: Fernando Ortiz
:: Edgar Eduardo Castillo Carrillo
:: Rafael Alejandro Figueroa Gómez
:: Jorge Armando Becerra Toscano
:: Osmar Mares Martínez
:: Jorge Iván Estrada Manjarrez
MEDIOS:
:: Alberto Soto Pacheco
:: Johnnie García López
:: Juan Pablo Rodríguez Guerrero
:: Fernando Enrique Arce Ruiz
:: Walter Adrián Jiménez
:: Francisco Javier Torres Zamores
:: Daniel Emanuel Ludueña
DELANTEROS:
:: Oribe Peralta Morones
:: Vicente José Matías Vuoso
:: Agustín Enrique Herrera Osuna
:: Christian Rogelio Benítez Betancourt
:: Mario Alberto Sánchez Maldonado
TECNICO:
:: Daniel Guzmán Castañeda