El que crea que el espíritu olímpico está muy ajeno al dinero, como lo propuso alguna vez el barón Pierre de Coubertin, es un ingenuo o de plano vive en otro planeta.
Basta con enterarse cómo los Juegos Olímpicos de Atenas sobrepasaron por mucho el gasto presupuestado y dejaron la enorme duda sobre si contribuyeron a la prosperidad económica de la ciudad griega o si beneficiaron de alguna manera el comercio o el turismo.
Habida cuenta de los problemas financieros por los que pasa hoy la tierra de Sócrates, Platón y Aristóteles, muchos analistas recomiendan remitirse al boquete que dejó la organización de dichos Juegos Olímpicos, ya que la factura de las Olimpiadas de Atenas excedió, de largo, los 6 mil millones de euros previstos inicialmente, para llegar a más de 10 mil, según The Wall Street Journal. Mucho dinero con resultados inciertos.
Según Forbes, los presupuestos de Londres, ciudad sede a la que le pelearon el honor Madrid, París y Moscú, oscilan entre los 3 mil 200 millones de dólares, para empezar, porque la realidad termina siendo otra.
Desde los celebrados en Los Ángeles, en 1984, el costo se ha multiplicado como consecuencia de la competencia entre ciudades por hacerse con la organización. La puja por los juegos nos lleva al típico ejemplo de la maldición del ganador: gana la subasta aquella ciudad que concede más valor a los juegos. La más optimista que, generalmente, coincide con la que más se equivoca.
Por eso, desde antes del voto decisivo para las Olimpiadas de 2012, el periódico The Economist hizo público un artículo que comenzaba con un ruego envenenado: “Háganle un favor a Londres: concedan las Olimpiadas a París o a Madrid”.
A The Economist no le convencen los argumentos que nos hablan de las bondades económicas de las Olimpiadas. Y parece que no les falta razón.
El European Economic Outlook, de Pricewater House Coopers, publicaba hace unos meses un análisis de los resultados económicos de los anteriores Juegos Olímpicos. Así, los juegos de Munich y Montreal resultaron un desastre financiero. En el caso de Montreal, de mil 200 millones de dólares, sus ciudadanos siguen pagando el agujero, 30 años después, con impuestos especiales.
Por el contrario, Los Ángeles y Seúl ofrecieron abultados beneficios. Los resultados de Los Ángeles dieron lugar a la leyenda que dice que las Olimpiadas resultan, necesariamente, una buena inversión. Como consecuencia, aumentó el número de ciudades interesadas en albergar unos Juegos Olímpicos. Y se dispararon las especulaciones en dólares.
Pero el dinero no sólo es motivo de comentario en cuanto a las inversiones que requiere organizar este tipo de eventos, sino también motiva a revisar cuánto gasta cada país participante en movilizar a sus atletas y deportistas, además de los recursos que pone a su disposición para prepararse a conciencia en busca de una medalla y, lo que es más evidente, las sumas estratosféricas con que premian a los ganadores “por debajo del agua” o a través de patrocinios.
El dinero es el dinero y los competidores saben que no sólo obtendrán fama si coronan su mejor esfuerzo en las tablas de posiciones sino que también tendrán para vivir holgadamente al lograr contratos de publicidad o de imagen y al recibir bienes en especie o en metálico, especialmente si hablamos de primeras potencias económicas del mundo.
Así es que termina siendo una utopía la frase de que “lo importante no es ganar, sino competir”, pues en la sociedad de mercado el dinero es el que manda, si bien es cierto no se tiene un contrato específico por una cantidad, como ocurre entre los profesionales de otros deportes como el tenis, el golf, el futbol americano, el futbol soccer y el beisbol.
DINERO Y CORRUPCIÓN
No son hechos aislados los casos de corrupción por el dinero en el futbol soccer de países como Italia o Rusia, aunque sí llama la atención enterarse cómo el ex presidente de la FIFA, hasta 1998, el brasileño Joao Havelange y su ex cuñado Ricardo Teixeira, recibieron sobornos millonarios en dólares para otorgar derechos de los campeonatos mundiales.
Ya de por sí el organismo ha sido muy cuestionado por el caudal de dinero que significó la compra de votos para las elecciones a su presidencia, cuando la FIFA hace público un expediente archivado en un tribunal suizo que señala que Teixeira recibió al menos 12.74 millones de francos suizos (ahora 13 millones de dólares) entre 1992 y 1997 de parte de la agencia de mercadotecnia ISL, que quebró en el 2001.
Havelange, quien presidió la FIFA durante 24 años y lo conocimos como gran amigo de México 86, también es expuesto en flagrante corrupción a través de este documento de 41 páginas, pues se afirma recibió un pago de 1.5 millones de francos suizos en 1997 (cerca de un millón de dólares de la época), cuando todavía era presidente del organismo, pues se retiró del cargo en 1998.
Por eso sobran las lupas sobre la organización del Mundial del 2014 en Brasil y la realización de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro, ya que el país latinoamericano ha sido blanco de ataques de corrupción por parte de políticos y gente del sector privado.
MARCAS DEPORTIVAS
Sin embargo, al hablar del deporte y el dinero no puede dejarse de lado el peso que cargan sobre este tema las marcas deportivas, cuyas firmas mercantiles llenan sus arcas al patrocinar equipos, clubes y deportistas o atletas, ya que por simple imitación abundan quienes desean portar los mismos atuendos que los triunfadores.
No obstante, a veces la suerte les juega rudo a algunas marcas como en la pasada Eurocopa efectuada en Ucrania y Polonia, pues increíblemente Nike se quedó con ganas de sacarle jugo en la final al espectacular jugador inglés Wayne Rooney, pues los protagonistas del último partido el 1 de julio fueron España e Italia bajo el cobijo de Adidas (el campeón) y de Puma (la Scuadra Azzurra).
Cristiano Ronaldo, de Portugal, tampoco llegó a vindicar el nombre de la marca comercial de su camiseta, al ser eliminado por España en buena lid, de modo que fueron Iker Casillas, Andrés Iniesta o “El Niño” Torres quienes atrajeron las cámaras de tv sobre sus uniformes, al grado de ser vistos por 150 millones de espectadores en cada juego.
Eso hace que la UEFA gane más de 130 millones de dólares por derechos de transmisión y otros ingresos sustentados en la publicidad de productos que aprovechan cada minuto por los altos gastos que les significan los anuncios.
Y si de dinero hay que hablar en esta Eurocopa, no puede soslayarse la suma de 300 mil euros que se embolsó cada jugador ibérico, y los 250 mil “por piocha” entre los jugadores del país de la bota, aunque ellos sí obraron con solidaridad y donaron todo el monto en favor de sus paisanos afectados por el terremoto en el norte de Italia.
Nike, que llega a invertir hasta 2 mil millones de dólares, va atrapando a cuanto club o jugador puede para exprimirlo en su fama y por eso sus uniformes se cotizan muy alto entre los compradores masivos.
El dinero en el deporte, por eso mismo, lleva a millones de niños en todo el planeta a querer ser uno de esos agraciados que firman autógrafos por la fama con que revisten los medios, pero especialmente quieren ser de los afortunados con los sueldos de escándalo que se llevan los triunfadores.
De ahí que muchos sueñen con ser un “Chicharito” Hernández, que está de moda, o un Cuauhtémoc Blanco, ya en retirada, a nivel nacional, pues no es extraño que haya jugadores del futbol soccer que reclamen pagos de 5 millones de dólares, como “Kikín” Fonseca al club Tigres o Salvador Cabañas, exigiéndole una fuerte indemnización al club América.
El dinero y el deporte empiezan por asociarse con los pagos que las televisoras hacen para tener derecho de transmitir eventos de mucho rating, y más cuando se interponen cadenas internacionales como FOX Sport o ESPN, y sobre todo cuando SKY amarra los famosos pagos por evento.
Así las cosas, no queda en este terreno más que refrendar la consabida sentencia: “Poderoso caballero es don dinero”.