En las historia de las Ligas Mayores hay peloteros que llegan muy rápido y se despiden de la misma manera. En el caso del pitcher mexicano Fernando Salas la frase “más vale paso que dure y no trote que canse” parece quedar a la perfección.
Salido de las sucursales de los Saraperos de Saltillo, el de Huatabampo, Sonora, ha caminado un largo sendero de cinco años que ahora comienza a rendirle frutos al ser reconocido como el “cerrador” de los Cardenales de San Luis.
“Las cosas están saliendo bien, estoy teniendo una temporada muy buena que no me lo esperaba”, admite Salas. “Pero lo importante es el equipo que está teniendo buena racha”.
A sus 26 años de edad, Fernando se siente con la capacidad de ser el hombre que cierra la puerta en la novena entrada y prueba de ellos es que hasta el 20 de junio tenía 12 salvamentos y cuatro victorias, a pesar de que empezó la campaña en ligas menores y nunca ha sido notificado de su rol como “ejecutor”.
“Yo trato de hacer el trabajo, ya sea de relevo largo, preparador o cerrador. Simplemente hacer lo mejor y terminar el juego”, dice con la modestia de un joven que se abre paso en un mundo difícil como es el de las Ligas Mayores.
Salas llegó a los Estados Unidos en 2007 luego de un breve paso de dos años por la Liga Mexicana. Al igual que todos los extranjeros, tuvo que adaptarse a una cultura diferente y los resultados no fueron del todo halagadores.
“Empecé en Clase A fuerte y no me fue muy bien. Trataron de probarme como abridor, como relevo. Era difícil, no tanto el beisbol, lo que había afuera, desde la comida, los compañeros, la cultura. Fue lo que se me dificultó un poco”, recuerda el sonorense.
“Pero eso me dio una idea de lo que venía al siguiente año. La muestra fue que en el 2008 tuve una muy buena temporada y me invitaron al Juego de Estrellas de doble A y al de las Estrellas del futuro”, agrega.
Entre los pocos latinos que había en la organización cuando llegó recuerda a Marcos González, el reynosense Jaime García y últimamente a Eduardo Sánchez.
SU PADRE, EL EJEMPLO
Aunque ahora es un adulto serio, Fernando acepta que cuando niño fue demasiado inquieto, por eso se le dio destacar en el deporte.
“Jugaba futbol, beisbol, basquetbol. Mi padre fue beisbolista y me inculcó el beisbol, simplemente me dejó jugar”, manifiesta.
“A los 17 años me vieron los scouts de Saraperos, que me firmaron para el equipo de Saltillo. Fue un proceso lento pero gracias a Dios siempre estuve subiendo hasta llegar aquí”.
Recuerda gente valiosa que le enseñó los secretos del beisbol como Carlos Chávez, Ray Loya, Héctor Fajardo, Martín Enríquez, Sid Monge y Miguel Solís con Saraperos.
APOYO TOTAL
Desde hace cuatro años, la organización de San Luis tiene en la mira el potencial de Salas, ya que lo convirtieron en relevista y luego en cerrador. En 2008 salvó 28 juegos para la sucursal doble A de los pájaros rojos. El año pasado logró 19 para Memphis, de triple A.
En febrero, durante los entrenamientos previos a la temporada 2011, Salas salvó dos encuentros y luego fue mandado a triple A para que se mantuviera activo, pero Ryan Franklin falló y el puesto de cerrador quedó vacante.
Fue cuando Tony LaRussa decidió combinar a varios lanzadores para que demostraran su calidad y el turno de Salas fue el 28 de abril cuando logró su primer rescate del año ante los Astros de Houston.
“Tony es un tremendo manager, prueba de ello son los campeonatos. Se comunican (LaRussa y el coach Duncan) con nosotros, tratan de darnos la confianza en el terreno de juego. Nos ayuda a los jóvenes y trata de mantener al equipo en armonía.
“(Sobre el puesto de cerrador) No me lo avisaron. Uno ve las situaciones. Por ejemplo cuando estaba en la octava, séptima tenía una idea de lo que estaba haciendo. Ahora estoy tirando la novena, pero no es oficial que sea el cerrador”, dice.
Para no presionarlo, LaRussa y Duncan lo han llevado despacio, a veces desde el tercer tercio del juego y muchas más en la novena entrada.
“No me han querido apurar, me han llevado poco a poco”, comenta Salas, quien se defiende con una recta de entre 90 y 93 millas por hora, un buen slider y ahora un cambio de velocidad que ha ido mejorando.
“Pero sobre todo el control con mi recta, si me pongo arriba del bateador creo que puedo salir adelante”, dice.
Salas admite que antes de ser profesional era un aficionado al beisbol y sobre todo se fijaba en las actuaciones de los mexicano en Ligas Mayores.