Terminó la Serie Mundial de Ligas Pequeñas en Williamsport, Pensilvania, en uno de los parques más beisboleros que se puedan encontrar.
Si bien la participación de México terminó en cinco juegos y se quedó a dos de la final internacional, la realidad es que el ambiente que se vive para todos los amantes de la pelota, es una experiencia inigualable.
Además, a sabiendas de que Nuevo León, específicamente su área metropolitana de Monterrey, le han dado los únicos tres campeonatos mundiales al país en este torneo, el último en 1997.
Desde que se ingresa al complejo deportivo ubicado al sur del pequeño poblado de Williamsport, se comienza a respirar el béisbol.
El olor a pasto recién podado, la brisa de aire en el rostro, la gran cantidad de niños, niñas, padres y madres de familia llegando para disfrutar del rey de los deportes. Todo genera una atmósfera única.
El Volunteer Stadium es lo primero con lo que nos encontramos. Un recinto de apenas 3 mil butacas que en un partido de alto interés, lucen repletas e incluso con gente de pie a las orillas del inmueble para poder apreciar el juego.
Inaugurado en el 2001 para albergar los juegos internacionales de la Serie Mundial, fue la casa en la que México, representado por Matamoros, comenzó a escribir su historia en el diamante.
El primer juego ante Aruba bajo el nombre de la Región Caribe, significó el quinto juego sin hit ni carrera en la historia de esta competición para los tricolores en su victoria de 2-0.
En esta ocasión, combinado entre Antonio Guerrero que trabajó cinco entradas y ponchó a 12, así como Raúl Hernández que bajó la cortina en el último capítulo con otros dos chocolates, ellos, abrían de extraordinaria forma la actividad.
Por otra parte, el Howard J. Lamade Stadium. Un recinto que desde que se ingresa, se puede palpar que en él, han sucedido cosas extraordinarias.
Imaginen que esas butacas nos pudieran expresar lo que han vivido desde que abrió sus puertas para la Serie Mundial en el año 1959.
Uno de esos momentos fue el campeonato mundial de la Liga Pequeña de Linda Vista de Guadalupe en 1997 en ese parque. La última vez que México ganó este certamen, momentos que para la gente que lo vivió, deben ser imborrables.
Sin lugar a dudas que Williamsport forma parte de la historia del deporte mundial, aún más con recintos de este calibre en el que han sucedido cosas fantásticas.
El segundo encuentro de México fue ante el combinado de Venezuela que representaba a toda la región de Latinoamérica. Desafortunadamente fue una caída dolorosa. Noqueados 10-0 en la cuarta entrada y el golpe anímico negativo azotó a los 13 peloteros.
Otro de los atractivos de este complejo deportivo es la famosa colina que se puede ver después de los jardineros en el Lamade. Una tradición de cientos o hasta miles de niños que se deslizan con un pedazo de cartón y que forma parte de la diversión dentro del lugar.
Es normal ver a los estadounidenses con sus sillas, algo de comer, algo de beber (pero nunca cerveza, porque está prohibido ingresarla a las instalaciones), viendo el juego de pelota que se les ponga en frente.
Tercer partido para los tamaulipecos. Una victoria contundente que necesitaban ante el equipo de Canadá por 8-0, sacudiendo un poco lo sucedido ante los sudamericanos y dando esperanzas de seguir vida.
El cuarto juego, un auténtico acto heroico el de los peloteros matamorenses. Perdiendo 4-1 en la baja del sexto capítulo. Último llamado para los tricolores. Un out de vida, corredores en primera y segunda.
Llegó Antonio Guerrero que al primer lanzamiento, hace tronar el aluminio que retumbó en todo el Volunteer, poniendo la pelota del otro lado de la barda para igualar la pizarra. Otro batazo poderoso de Ulises Ortiz que se iba por todo el izquierdo, remolcando a Raúl Hernández, dejó tendidos a los niños de Cuba que se iban eliminados. La épica estaba concretada.
Cómo no llamarlo el ‘Disneylandia’ de los peloteros si todos los jugadores tienen menos de 12 años y los llevan a los campos de los sueños a que se diviertan sin olvidar que son niños disfrutando en su máximo esplendor del deporte rey.
Evidentemente cuidadosos de no tener algún accidente que les impida seguir en el torneo, se divierten. Supervisados la mayoría del tiempo por su manager y sus coaches, quienes se convierten en sus mentores.
El último intento de esta selección fue de nueva cuente ante Venezuela, un rival que se sabía volvería a ser duro. Contra el que se luchó, pero se volvió a caer. Ahora 11-3 la derrota, luchando hasta el final, pero terminó la aventura en Pensilvania que nos hicieron soñar.
Si bien todos los años se lleva a cabo este torneo de talla mundial, son muy pocas las personas que pueden presumir haber disputado al menos un juego del mundial en estos míticos parques que dejan huella.
LOS PEQUEÑOS GIGANTES
El pasado 23 de agosto se cumplieron 67 años de que los Pequeños Gigantes conquistaron esa tierras que hasta ese momento, era desconocida.
Con las adversidades y todas las carencias que se pueden imaginar, aquellos niños escribieron una de las mejores historias del deporte mexicano de las que se tiene registro.
Siempre será recordado ese juego perfecto que lanzó Ángel Macías en la final de ese certamen. Lanzando con ambos brazos y retirando a cada bateador que se le ponía en frente, Macías puso en letras doradas su nombre debido a aquella hazaña.
Claro está, sin olvidar a los peloteritos que acudieron bajo el nombre de Liga Industrial de Monterrey : José Maiz, Ricardo Cantú, Baltazar Charles, Jesús Contreras, Alfonso Cortez, Francisco Dávila, Gerardo Elizondo, Rafael Estrello Sena, José Gonzáles Lovas, Ángel Macías, Roberto Mendiola, Mario Ontivero, Fidel Ruiz, Enrique Suárez y Norberto Villarreal.
El más recordado por los regiomontanos es don Pepe Maiz, actual dueño de los Sultanes de Monterrey y parte importante de la formación de peloteros, esto, al ser presidente de Ligas Pequeñas de México.
En su oficina, ubicada en algún punto de la ciudad, posee en una vitrina el uniforme con el que ganaron el campeonato mundial en 1957. Tiene el uniforme completo, excepto la gorra.
De hecho, con el paso de los años, todas las gorras de los peloteros que jugaron esa final, se perdieron. Solamente se sabe el paradero de una sola gorra. ¿Cuál? La que utilizó Ángel Macías en el dichoso juego perfecto.
Esta se encuentra exhibida en una de las salas del Museo de Ligas Pequeñas, ubicado dentro del complejo deportivo de Williamsport. Una pieza histórica para todos los fanáticos del beisbol.
Ojalá pronto pueda asistir de nuevo un equipo regiomontano a representar a México, aún más, para que las familias, pero sobre todo los niños, experimenten lo que es el Disneylandia del rey de los deportes.
Los 13 guerreros:
– Antonio Guerrero
– Raúl Hernández
– Isaac Garza
– Ulises Ortiz
– Luis Longoria
– Francisco Aguilar
– Santiago Sotelo
– Diego González
– Sergio González
– Dominic Balderas
– Ricardo Cavazos
– Carlos Salazar
– Gerardo Cisneros
Sus líderes:
– Jorge Villafranca, manager
– César Villafranca, coach
– Ramón Villafranca, coach
El camino:
– Aruba 0-2 México
– Venezuela 10-0 México
– México 8-0 Canadá
– Cuba 4-6 México
– Venezuela 11-3 México