Cuando llegué como modesto aprendiz de redactor a la revista “Trabajo y Ahorro” en 1965, y fui su director editorial de 1981 a 1983, Don Eugenio Garza Sada y su hermano Don Roberto eran la figura señera del Grupo Valores Industriales, S. A. (VISA). Eran — ellos y sus hijos mayores Eugenio y Alejandro Garza Lagüera así como el Ing. Bernardo y Dionisio (porque Roberto era el líder de Vitro) –, a quienes dirigían su atención Don Rafael Páez, Don Ricardo González Quijano, el Lic. Sergio Valdés Flaquer, Don Guillermo Padilla y el Ing. José Emilio Amores, los jefes de mis jefes Don Roberto González Acosta y Don Hermilo Garza Rodríguez.
Los hermanos empezaron a laborar en 1917 y 1918, y al fallecer su padre, Don Isaac Garza Garza en mayo de 1933, asumió la presidencia del Consejo de Administración de Cervecería Cuauhtémoc Don José Calderón Muguerza, quien ratificó la confianza que les tenía a los Garza Sada y los apoyó, e impulsó su creatividad empresarial. Pero Isaac Jr. decidió dejar la compañía y convertirse en inversionista inmobiliario y automotriz, por lo cual Don Eugenio y Don Roberto se pusieron al frente del Grupo Cuauhtémoc, cuya representación fue más significativa al jubilarse en 1938 Don Francisco G. Sada Muguerza, Gerente General desde 1894, cuyo hijo Don Luis G. Sada García dejó de existir en septiembre de 1941. Luego, en 1946 el accionista mayoritario, señor Calderón Muguerza, pasó a mejor vida.
Don Eugenio, ferviente devoto y practicante del lema “Trabajo y Ahorro”, fue siempre un entusiasta promotor del deporte en la Sociedad Cuauhtémoc y Famosa a la que, al alimón con su hermano Don Roberto, dotó del espacioso Centro Recreativo inaugurado en 1944 para que los socios participaran en las competencias internas y representando a la institución en torneos de la ciudad. Y también fue un enamorado de la comunicación interna que ejercía con mucha sobriedad, de modo que fundó “El Abanderado” para difundir la imagen de la empresa como una buena estrategia de mercadotecnia, y puso un celo especial en los mensajes y segmentos informativos del semanario “Trabajo y Ahorro”, que en un número especial de septiembre de 1983, a diez años del cobarde asesinato del que fue víctima en 1973, le dedicó la página 26 para evocar el hecho histórico de su apoyo al futbol profesional para que los Rayados permanecieran en la Primera División de México. He aquí la reproducción del texto:
“Monterrey no debe quedarse sin futbol”
No era un deportista acendrado; tal vez ni aficionado. Pero Don Eugenio no hacía lo que quería para él; hacía lo que se necesitaba, lo que el pueblo quería. Por eso impulsó tanto al deporte, considerándolo como un factor distensionante para el hombre que trabaja, que lucha por superarse día tras día.
“¿Quién nació para estar soportando pérdidas de alto peso en una iniciativa hecha exclusivamente para este pasatiempo? ¿Existe alguien tan generoso en el mundo que tenga tanta fe en el futuro de una obra, que quiera seguir erosionando sus haberes, viendo cómo el dinero se le va de las manos sin provecho propio, sin logro personal alguno?”.
Los cuestionamientos anteriores los plantea el editorial de “La Pandilla”, revista informativa del Club de Fútbol Monterrey, en su edición del 29 de septiembre de 1973. La respuesta apreció en el mismo editorial, en su párrafo siguiente:
“Contrariamente a lo que pudiera pensarse, sí existía ese hombre que mes a mes hacía la entrega de una determinada, pero fuerte suma de dinero, para pagar las malas cuentas del fútbol.
“Lo mejor del caso es que eso no lo hacía aquel hombre como podría usted imaginarse, con ademanes inconformes o rebeldes, ni siquiera con actitud triste o resignada. Todo lo contrario. Decía, serio y esperanzado, con una gran fe reflejada en su semblante: “Esto es para que el fútbol siga adelante. Monterrey no debe quedarse sin fútbol”.
Y los Rayados aún siguen unidos a esa herencia de Don Eugenio, pues sus sucesores han decidido abrazar el ideal del deporte como formador de hombres de bien entre quienes lo practican y como esparcimiento y vía de escape al estrés diario de los aficionados que siguen a sus equipos en los torneos profesionales. Y también han continuado la obra que tanto cuidaba este buen señor, pues “Trabajo y Ahorro” llega a sus cien años con la viva fuerza espiritual que le dejó a la revista, que antes se editaba todos los viernes y desde hace dos años es bimestral, con la impresión solamente de 600 ejemplares pues las nuevas tecnologías han permitido entrar a la moda de la difusión digital, haciendo olvidar los tirajes de 14 mil semanarios que se distribuían físicamente en todas las sucursales del país.
Al cumplir el centenario de vida, su calidad no ha menguado, y su presentación está a tono con la época.