El francés que confiesa su “amor a primera vista” con México.
Uno de los días fríos de los primeros meses del año 2015, Miguel Ángel Garza, delegado deportivo del Club Tigres, recibió una llamada de Europa por el interés de una persona que le recomendaba a un recio futbolista, de carácter fuerte pero muy entregado a su pasión por hacer goles, oriundo de un pueblo cercano de Marsella (a una distancia de París de 778 kilómetros por carretera) y con una gran imagen entre sus paisanos. Se hicieron los contactos respectivos, y al poco tiempo el enviado especial de los felinos estaba conociendo a André Pierre Gignac, entonces goleador del Olimpique, donde el argentino Marcelo Bielsa dejaba su huella como entrenador en el alma del jugador francés, también seleccionado de su país.
Puestas sobre la mesa las condiciones del fichaje y una vez obtenida la aprobación del técnico de Tigres, Ricardo “Tuca” Ferreti, entró en acción el presidente del club universitario, Alejandro Rodríguez, a fin de evaluar con los ejecutivos de Sinergia Deportiva los pros y contras de una decisión de tal envergadura, pues se afirma que su sueldo sería de 4 millones de dólares al año. Y fue así como la contratación caminó sobre ruedas.
Jugador siempre fiel a la camiseta, Gignac firmó con el Lorient y permaneció ahí cinco años. Se fue al Toulouse y se mantuvo tres, mientras que en el Olimpique de Marsella, después de cinco años, parecía inamovible, hasta que aceptó la oferta de los Tigres y llegó el 18 de junio de 2015 convencido de que México era una tierra de mucho futuro para su futbol de ataque. Fue “amor a primera vista”, ha dicho siempre en voz alta para que no quede duda de por qué eligió venir aquí.
Apasionado del futbol como muchos franceses, dice que nació para ser futbolista profesional y no otra cosa, quizás porque desde niño acudía a ver jugar a su padre, de perfil zurdo, que portaba el número 10, sin llegar nunca a ser profesional. “Era mejor que yo”, se sincera siempre ante el recuerdo de aquellos días en su tierra natal en que André-Pierre, a sus cuatro años de edad, trotaba ya en las canchas con un balón, pero por una ley de Francia no podía jugar hasta los seis años.
Soñando, como muchos amigos de su barrio, con ser profesional, jugaba en el estacionamiento de la escuela. Y ese grupo de 15 compañeros con quienes aún mantiene trato, tenía como referencia obligada a Zinedine Zidane, aunque Gignac después fijó su mirada en el holandés Ruud van Nistelrooy, por su estilo, jugando en el área con su pelo un poco largo, con aspecto de rebelde. Por cierto, el hoy goleador francés lo conoció hace poco, y en los dos minutos de charla le hizo ver que era su gran ídolo.
EL SUEÑO HECHO REALIDAD
Aquel chiquillo que escribió “futbolista profesional” en el papel que los maestros le dieron al terminar preescolar para saber qué deseaba ser en el futuro, muy pronto vio su sueño hecho realidad, ya que después de pasar por el centro de formación del Martigues de segunda división, un día se le acercó un agente y le ofreció una oportunidad en el FC Lorient. Pero su mamá no quiso que se fuera a probar a más de mil kilómetros de casa, lo que hizo enojar al chico quien buscó salirse con la suya para ser aprobado y firmar por cinco años (dos como semiprofesional y tres como profesional). Tenía entonces 17 años de edad y debió abandonar el hogar familiar en busca de alcanzar su meta en la vida.
Pero no se crea que todo ha sido fácil para Gignac. Su lucha por sobresalir ha sido intensa desde que en el FC Lorient, a sus 18 años, se lesionó y lo pasaron a préstamo por seis meses al Pau FC de tercera división. El equipo estaba en el fondo de la tabla, listo para descender, pero de enero a mayo llegó a 13 partidos sin perder, terminando en el lugar 14, y Gignac anotó ocho goles.
Finalizado el préstamo con el Pau, el Lorient, ya en primera división, tenía seis delanteros. Pero uno se fue, otro se lesionó y otro no andaba bien, lo que significó la ocasión inmejorable para el debut de André-Pierre en el primer partido, al minuto 63, quien ayudó con un gol en la victoria contra el equipo con el que no firmaría nunca ni por diez veces más de sueldo: Paris Saint-Germain. Su actuación le valió que, tres partidos después, su entrenador lo alineara desde el inicio frente al Nantes e hizo el primer triplete en 27 minutos.
El paso ascendente lo llevó a que el Toulouse se fijara en él y consiguiera su traspaso en 2007 por un monto de cinco millones de euros, justo en otra fecha significativa en su vida: el nacimiento de su primer hijo ese mes de junio. Sin embargo, apareció el otro lado de la moneda y se pasó toda la temporada en la banca. Y en su lucha tenaz por mostrar su valía, se impuso como campeón de goleo en la segunda temporada con 24 anotaciones, siendo convocado a la Selección Nacional para el Mundial 2010 en Sudáfrica, aunque durante una gira de preparación no se sentía en plenitud de facultades para participar, debido a una lesión, y como quiera se recuperó y jugó 15 minutos contra Lituania. Luego consiguió ser tomado en cuenta en esta Copa del Mundo, ¡quién lo habría de decir!, contra México.
André-Pierre Gignac guarda en su archivo sentimental no solamente sus logros, sino también los golpes de la vida que han moldeado su carácter.
“ Cuando yo tenía cinco años de edad mis padres se divorciaron, aunque ahora son buenos amigos y eso vale todo el oro del mundo. Luego sufrí una transición dura porque en mi tercer año en Toulouse pasé el mayor dolor de mi carrera, hasta hoy, por una lesión que no le deseo ni a mi peor enemigo. Como quiera fui al Mundial y estando en junio de 2010 en Sudáfrica nació mi hijo, pero cuando él tenía apenas tres meses me separé de mi esposa. Entonces me enojaba todo. Estaba en un estado mental bajo; fue un momento difícil en mi vida, más que en mi carrera ”, dijo a Mario Villagrán, reportero de la revista Life and Style (mayo de 2017).
A pesar de que después del Mundial fue contratado por el Olimpique de Marsella, el club de su corazón, las cosas no salieron como se esperaba porque quiso recuperar a los suyos por tanta ausencia y se fue a vivir cerca de ellos, al grado de que el futbol pasó a segundo término, hasta que su agente Jean-Christophe Cano le ayudó a corregir el camino y a través de una charla severa en diciembre de 2010 con el entrenador Didier Deschamps, cambió de casa y viviendo a 15 minutos del centro de entrenamiento no volvió a llegar tarde, de modo que pronto aparecieron los goles.
“ Pero vino la pubalgia (un especie de tendinitis) y me fue mal. Me operaron en junio y fueron cuatro meses de recuperación, infecciones y demás. Hice una pésima segunda temporada, casi sin jugar; de las peores en mi carrera. Después se fue Deschamps y vino el que había sido mi técnico en Toulouse. Terminamos segundo lugar y yo con 18 goles”.
Finalmente se encontró en el Olimpique de Marsella, durante dos años, con el acreditado técnico argentino Marcelo Bielsa, a quien Gignac llama “El señor futbol” y a quien agradece las enseñanzas en lo táctico, sin dejar de reconocer que es un genio; un entrenador muy difícil que hace trabajar al equipo bajo una gran presión, porque todos los días tiene un video que mostrar a los jugadores, todos los días le dedica dos horas al entrenamiento y todos los días hay una charla, con resultados estupendos cada fin de semana. A ello atribuye el francés sus 25 goles en una temporada.
TIGRES, SU DESTINO
Convencido de lo acertado de su elección, Gignac vive a gusto en el municipio de San Pedro y se siente seguro de su amor por Tigres y por México, pues su hijo Edén nació hace dos años, cuando el jugador llegó al club felino y es, orgullosamente para él, mexicano. La nena se ha adaptado a su nuevo ambiente y los dos mayores, cuando lo visitan en vacaciones, también se dicen encantados aquí. El nene, además, muestra más facilidad para el futbol, pues tiene un gran golpe de balón y eso le complace mucho al flamante papá.
Obviamente, el paso de Gignac ha sido impresionante. En el primer torneo hizo una estupenda mancuerna con el brasileño Rafael Sobis y, a la partida de éste, ha buscado la misma afinidad en la cancha con Lucas Zelerayán, además de reconocer que el entrenador “Tuca” Ferreti ha sido determinante en este tramo de su carrera porque le apretó la disciplina, además de que al francés le encanta la manera de trabajar de su ahora director técnico y su estilo tan familiar al estar en constante contacto con los jugadores y hacer bromas con ellos.
En cuatro torneos completos disputó 82 partidos, con 7 mil 270 minutos jugados; ha anotado 53 goles y, en seis finales disputadas, ha conseguido con Tigres dos campeonatos: en el Apertura 2015 y en el Apertura 2016. ¡Dos títulos de liga en 18 meses!
Refuerzo de lujo para las semifinales de la Copa Libertadores en junio de 2015, desde su llegada levantó un gran entusiasmo entre tumultos de aficionados que lo recibieron y ya lo querían ver jugar con Tigres en contra del Internacional de Porto Alegre, pero el conjunto nuevoleonés no pudo alzarse con el gallardete, a pesar de las esperanzas que sembró hasta el final ante el campeón River Plate.
De ahí en adelante, el francés comenzó a grabar con letras de oro su nombre en el futbol mexicano y fue mucho lo que contribuyó a vencer a los Pumas en el partido de ida de la gran final del Torneo de Apertura en diciembre de 2015 y luego, con un gol de antología, en el Estadio Olímpico de la ciudad de México, concluyendo con la tanda de tiros penales. Y a pesar de que en el Clausura 2016 Tigres fue eliminado en la liguilla por los Rayados de Monterrey, y el club felino amarró el subcampeonato de la Concachampions, André-Pierre Gignac obtuvo el título de goleo en la Liga MX, con 13 tantos, además de ser distinguido con tres balones de oro por mejor goleador, mejor delantero y mejor jugador del año futbolístico 2015-2016.
Enseguida fue llamado a integrarse con la Selección Nacional de Francia para disputar la Eurocopa en su propio país, lo que le privó de disputar con Tigres la definición de Campeón de Campeones ante Pachuca en Los Ángeles; pero, en cambio, vivió la emoción de entrar como suplente en el juego contra Portugal y estar cerca de anotar en la final de dicho torneo, al terminar en el poste el balón que disparó con la ilusión de dar el triunfo al equipo galo en la agonía del partido.
“ No dormí en una semana -dijo a Mario Villagrán-. Soñaba que entraba la pelota y que todos festejábamos. No quería ser el héroe; sólo quería dar una felicidad a mis compañeros. Los imaginé corriendo atrás de mí al minuto 92… Pura felicidad. Imagínate ganar la Eurocopa en tu país”.
En el desquite con Tigres, un torneo después (el Apertura 2016), André-Pierre Gignac hizo suya la liguilla, pues dejó atrás una racha de nueve juegos sin anotar y luego se despachó con seis goles entre cuartos de final, semifinal y final. Sin embargo, ocurrió algo sorprendente el 27 de noviembre de 2016 cuando el francés, queriendo salir de una sequía de 860 minutos sin conseguir un “pepino”, acudió con el famoso John Milton y luego, en un abrir y cerrar de ojos, se presentó ante los Pumas de la UNAM con otra mentalidad para hacer un triplete en el 5-0 definitivo y reflejar en el marcador su valía como delantero. El revuelo que causó esa noticia se prestó para mil comentarios y bromas en todo México, pero fue real el encuentro del gran profesional de la hipnosis y el futbolista.
No obstante, en el partido de ida contra el América en la final, pospuesta dos semanas porque los capitalinos jugaron el Mundial de Clubes en Japón, el francés sufrió, a los 72 minutos, un esguince cervical grado dos durante una caída en el Azteca que puso los nervios de punta a sus compañeros y a la afición, al encender los focos rojos en el vestidor felino. Con el tiempo encima para el cierre del torneo, apareció el quiropráctico Josimar García Román y en tres días muy intensos de sesiones lo dejó al cien, con una buena rehabilitación.
A fin de cuentas el esperado cotejo lo empató Jesús Dueñas con un gol de cabeza en el último minuto para llevar a tiempos extras las acciones, y no podía ser más clamoroso después de la tanda de penales, ya que ocurrió en plena fiesta de Navidad y ante un delirante Estadio Universitario que suscitó en el francés una vivencia única al dar la vuelta olímpica él solito con el trofeo, dejando atrás la estampa del enfrentamiento que tuvo con el entrenador del equipo visitante, Ricardo Antonio La Volpe, quien provocó al jugador diciéndole: “Qué rápido te curaste, mentiroso”.
Después vendría el mal arranque de Tigres en el Clausura 2017, hasta que amarró de panzazo su pase a la liguilla de los ocho grandes, y en la final el equipo marcado como favorito no pudo obtener el bicampeonato, pues las Chivas de Guadalajara le hallaron el modo de anular la peligrosidad de Gignac, quien terminó por caer en las provocaciones, al igual que Jesús Dueñas, quien al término de los 90 minutos persiguió a Miguel Ponce porque le dio un zape intencional en la cabeza.
Siempre en la mira de clubes internacionales que desean ficharlo de un momento a otro para que juegue en China o en el Galaxy de Los Ángeles, de la Liga MLS, André-Pierre Gignac, quien termina su contrato con Tigres en 2019, ha dicho a los dirigentes felinos que él y su familia están muy a gusto en Monterrey, por lo cual no desea salir de este club que lo ha atrapado en todos sentidos y de México, pues espera retirarse en el año 2022 vistiendo la camiseta auriazul de los universitarios.
“Me encantaría ser director técnico. Tengo dos títulos en Francia para optar por este camino…”.
Presto para el inicio del Torneo Apertura 2017, no se distrae con nada, ni tiene expectativa alguna de jugar el Mundial en Rusia porque acepta con toda humildad que la selección de Francia está muy bien con la llegada de muchos jóvenes.
“Yo ya tuve mi oportunidad y ya pasó mi tiempo…”.
Ahora, su meta es seguir ayudando a Tigres a escalar un mejor sitio en el afecto de sus seguidores y en la conquista de más y más logros deportivos, sin dejar que se apague el estruendoso grito en la cancha que lo emociona a más no poder: “G oh là là zo de Gignac”.