La mañana del miércoles 10 de febrero amaneció fría y nublada, como marco ideal para las malas noticias. En el Salón de la Fama del Beisbol Mexicano nos reuniríamos, a las nueve, para una conferencia de prensa… de rutina.
Sin embargo, a pesar del gusto que siempre nos da reunirnos en torno al Rey de los Deportes, ese día había algunas caras largas, de preocupación.
El informe fue escueto y al grano: “Los convocamos para anunciar que Alberto Saucedo deja de ser el director y en su lugar queda Mario Morales, quien de ahora en adelante será el administrador”.
A lo largo del salón, adornado con fotos de los peloteros que han dado historia al beisbol nacional, decenas de periodistas nos mirábamos sin dar crédito a lo que acabábamos de escuchar.
Alberto Sacuedo, con apenas un año y ocho meses en el cargo, estaba haciendo un gran papel como director del nicho de los inmortales. Su dinamismo y planes eran lo que todos pensábamos “por el bien del Salón de la Fama”.
Por el contrario, con todo el respeto que merece el contador público Mario Morales, es un desconocido y desconocedor del beisbol.
¿Qué estaba pasando? ¿Por qué Femsa hacia un cambio que a grandes luces muestra un retroceso, a unos cuantos días del aniversario 37 del Salón de la Fama?
LA HISTORIA DETRÁS
DE LA VERDAD
Aunque por protocolo la empresa quiso mantener las cosas a bajo perfil, lo cierto es que el cambio llega en momentos de crisis en los que Cervecería Cuauhtémoc quiere bajar costos y ha despedido muchos ejecutivos.
En realidad la rueda de prensa fue “con calzador”, pues ellos preferían haber dado el paso sin hacer ruido. Escogieron la semana del Clásico de futbol para que los medios de comunicación no pusieran mucha atención… y lo lograron.
Al día siguiente, tanto en la prensa escrita como en la electrónica el golpe se minimizó… como suele pasar con el beisbol.
Cambiar a un promotor por un administrador es lo que hace la gran diferencia. El promotor hace que las cosas pasen, que haya brillo y se mantenga la tradición mejorando siempre.
El administrador se fija en cuidar hasta el último centavo como meta principal. Aunado a esto, Mario Morales no tiene experiencia ni en beisbol ni en museos.
UN PORVENIR GRIS
Tomando en cuenta los factores anteriores, lo que nos queda es pensar que la empresa dueña del Salón de la Fama lo ha puesto en “coma inducido” para mante-nerlo vegetando por tiempo indefinido con opción a que en un futuro no muy lejano puedan deshacerse de él.
Hay que recordar que en mayo de 2000 el Museo Monterrey, propiedad de Cervecería Cuauhtémoc y con una tradición de 22 años, cerró sus puertas a pesar de las críticas de la sociedad cultural, quien consideró aquella medida un “retroceso de 50 años en la cultura de la ciudad”.
Esa vez hubo personas que reunieron firmas, que se plantaron afuera de las instalaciones, fueron a los medios de comunicación y ni así les hicieron caso.
“Que abran viernes, sábado y domingo, y que de lunes a viernes lo empleen para otras cosas, así bajarían los costos de sus aportaciones que son los que sostienen este museo, ojalá y lo reflexionen; esperemos que ellos tengan la sensibilidad de revisar esa decisión y puedan de alguna forma considerarla para que esto no se pierda”, comentó en ese tiempo la pintora Lupina Flores.
LA SOLUCIÓN
El costo de mantenimiento del nicho de los inmortales no es tan caro como muchos podrían pensar. Entre 5 y 7 millones de pesos al año.
El beneficio para la sociedad es grande, porque a través del nicho se mantiene viva la historia del beisbol y, por lo tanto, de una parte de nuestras costumbre y tradiciones.
En caso de que Cervecería quisiera deshacerse del Salón de la Fama, es momento para que personas altruistas y cuya afición sea el Rey de los Deportes, levanten la mano y tomen su “turno al bat”.
Estamos hablando de personas como Alfredo Harp Helú o Carlos Bremer, cuyo amor por el beisbol es grande, como su potencial económico.