No puedo evitar hacerle a Juan José Rossi una pregunta que nunca tendrá respuesta.
¿Hubiera sido mejor para ti aceptar la oferta de Rayados en lugar de la de Tigres?
“Eso no lo puedo asegurar, la verdad es que fui con una ilusión muy grande, con ganas de quedarme y dar lo mejor, pero a veces las cosas se presentan así y hay que aceptarlas”, dice el ex volante creativo, poco más de tres décadas después, desde su natal Rosario, Argentina.
Cuando uno escucha hablar a Rossi no puede más que pensar que el futbol quedó en deuda con él.
La tristeza transforma su mirada al recordar sus tres etapas en Tigres, a finales de la década de los 80 y principios de los 90. Transmite nobleza en sus palabras.
Era las semanas previas al arranque de la temporada 1989-90, cuando Rossi se volvió el centro de una forma diferente de vivir el Clásico entre Tigres y Rayados: Disputarse la contratación de grandes figuras.
“Los primeros que me contactaron fueron la gente de Tigres, creo que Alonso era el directivo de Tigres, y había un intermediario, pero el Club (Newell’s Old Boys) no sé por qué fue alargando, alargando, la reunión con la gente de Tigres, hasta que llegó el momento de hacer una reunión con la gente de Rayados, de Monterrey, viajamos a Aeroparque, en Buenos Aires, escuché a la persona, inclusive, me habían ofrecido más dinero que Tigres, pero yo ya había arreglado con la gente Tigres”, recuerda.
En la charla, Rayados le ofreció más dinero y le intentó convencer diciéndole que eran un Club con más pergaminos que Tigres. Pero Rossi, hombre de palabra, respetó lo que ya había acordado con los felinos. Mientras en Argentina se desarrollaban los intentos de los enviados de Tigres y Rayados por cerrar la contratación de Rossi, en Monterrey el caso era toda una novela mediática, que narraba las negociaciones de los rivales de la Ciudad por el jugador.
Rossi, volante creativo, era entonces jugador de Newell’s Old Boys, y una de las grandes figuras del futbol argentino de aquella época.Tigres era dirigido por Carlos Reinoso y Rayados por Pedro García. Ambos chilenos. Tigres ganó la negociación, y Rayados, derrotado en la disputa directiva, volteó hacia el mercado colombiano, donde encontró a otro argentino: Germán Ricardo Martellotto.
Para Rossi, sin embargo, las condiciones en Tigres no fueron como esperaban, a pesar de un buena presentación con la playera felina. Como había nacido uno de sus hijos en Rosario, pidió a la directiva que, tras ser presentado con el equipo, le dejaran regresar por su familia, pero al final no lo dejaron.
“Hubo un partido contra la Universidad Católica, me fue muy bien, la gente quedó muy entusiasmada, tenía que regresar, pero me pidieron que no regrese, que me quede para debutar”, relata Rossi.
“Pero en la semana sufrí un desgarro, me pidieron que jugara así, les dije que era imposible jugar desgarrado, tenía desgarrado el abductor, pero me insistieron, tuve que jugar y no fue bueno, se agravó la lesión”.
Esa decisión representó estar dos meses sin poder jugar.
“El resto del torneo las expectativas, tanto para mí, como para el Club, no fueron las mejores, creo que estaba en condiciones de dar mucho más de lo que se vio, pero también tuve que lidiar con muchas cosas que no compartía”, dice.
Rossi regresó a Argentina y volvió dos veces a Tigres, pero no se dieron las condiciones para poder mostrar su futbol.
Guarda un especial cariño por Francisco Avilán, quien lo dirigió en el tercer torneo que vino a Tigres.
Muestra tristeza al recordar que su ex timonel falleció hace poco, durante la pandemia. Rossi sueña con regresar a México, como técnico.
“Realmente sería algo muy bueno, y tal vez como técnico, demostrar lo que hubiese gustado mostrar como jugador”, expresa.