El domingo 29 de mayo amaneció en Monterrey con un sol radiante. El verde chispeante de las hojas de los árboles eran anuncio de un día esplendoroso. El ambiente de fiesta futbolera que se respiraba en la ciudad, se reflejaba esa mañana en el bullicio de aficionados que acudían en tropel al lugar donde se hospedaban los integrantes del equipo de Pachuca que llegaron a la ciudad la noche del sábado. Fotos por aquí, fotos por allá con uno y otro jugador visitante, y la sonrisa de todos los presentes irradiando satisfacción a raudales.
De pronto se abre el elevador. La gente aplaude como si el que aparecía era Dios Padre o el showman más cotizado de la farándula o un actor de Hollywood. Pero no: es Óscar ‘El Conejo’ Pérez, quien había tenido una sobresaliente actuación, gracias también a su aparato defensivo, en el partido del jueves anterior en el triunfo de los “Tuzos” en la capital hidalguense, y que los puso en la antesala del título del torneo frente a los Rayados de Monterrey, esperanzados también en remontar el 1-0 para ser campeones en su nuevo estadio esa noche del domingo 29 de mayo.
El portero, que en el partido de ida se convirtió en el futbolista más veterano en disputar una Final en el futbol mexicano –tras cumplir 43 años de edad más cuatro meses (nació el 1 de febrero de 1973)–, se asombra por la presencia de tantos seguidores. Gira el cuello de izquierda a derecha y de derecha a izquierda sabiendo que no es la hora ni el sitio para entrenar. Levanta los brazos, se toca los hombros y sonríe a todos. Abre los ojos de canica como si tratara de retratar la escena a plenitud. Sale parsimoniosamente y abraza a quienes buscan una foto con él. Siempre amable, aguanta el desfile de seguidores que buscan una fotografía o un autógrafo. Por fin se acomoda en la silla colocada en una mesa para dialogar con un amigo, y ni ahí se incomoda por las interrupciones de quienes van a darle un saludo. Sin obstáculos también acepta la entrevista, condicionada a no hablar de su vida privada.
– Pase lo que pase esta noche (en la cancha del estadio BBVA-Bancomer), espero cumplir todavía el año de contrato que tengo con Pachuca, y entonces sí diré como un famoso locutor de aquí: “Es todo, amigos”. Pero antes, no –aclara enfáticamente ante las versiones de que su retiro será ya, pues desde que terminó el Mundial 2010 en Sudáfrica muchos lo señalaban como el de su retiro de las canchas.
– Todavía hay “Conejo” para rato porque mi plan es decir adiós hasta dentro de un año. Estoy muy feliz de poder seguir trascendiendo en un deporte que entretiene tanto al público, y ojalá me vaya con un campeonato por el que tanto hemos luchado mis compañeros y yo –expresó con el convencimiento de que esa noche de domingo podría ser su noche, como, en efecto, lo fue, al convertirse en factor fundamental para la coronación del Pachuca por sus atajadas en el arco.
– Le prometí a Gaby mi esposa, en nuestro décimo aniversario de matrimonio, y a mis hijos Emilio (9 años) y Santiago (7) que les iba a llevar la copa, y no les quiero quedar mal. Pero a ver qué pasa esta noche. Queremos ganar porque el segundo lugar no cuenta: pocos se acuerdan de los subcampeones.
> ¿Y después de más 20 años en el futbol profesional, qué sigue para Óscar Pérez?
– Ser entrenador. Porque me falta solamente un módulo para completar el curso y recibir mi título.
> ¿De qué equipo le gustaría ser entrenador?
– De Cruz Azul, porque ahí debuté en 1993 y me hice de un nombre con esa camiseta –admite, sin decir, claro, que es el amor de sus amores, porque hoy se debe al Pachuca. Pero todo mundo sabe que trae tatuado el nombre y los colores del club con el que aún se siente muy identificado, y del que es referente por el mayor número de partidos jugados aquí y por ser el portero más emblemático después del argentino Miguel Marín, club al que llegó desde las fuerzas básicas y a punto estuvo de no ser admitido por su baja estatura.
Sí, sí, es muy cierto. Muchos años después me vine a enterar que el entonces entrenador de la Máquina Celeste, Enrique “Ojitos” Meza, insistió e insistió para que me admitieran porque es sabido que casi todos los porteros miden arriba de 1.80 y yo apenas alcanzaba un metro con 72 centímetros. Ah, y también me presenté con un copetón que hoy nadie cree que tenía por mi abundante pelo.
> ¿Y entonces por qué ahora la calvicie?
– Porque soy muy susceptible a las tensiones y nerviosismo en este trabajo tan exigente, en donde un error por lo común se refleja en el marcador. Y por eso me quedé sin pelo.
“Está pelón por portarse mal”, dice Hirving Lozano, el más joven del equipo, a su paso por la mesa donde se apoya “Conejo” Pérez. Y suelta la carcajada.
LOS PRIMEROS PASOS
“Es un hombre siempre alegre y con una sonrisa de gratitud a la vida, y a mí me tocó verlo llegar de las fuerzas básicas del Cruz Azul al primer equipo”, dice Alberto Aguilar, ex portero en varios equipos e inclusive en la Selección Nacional de México y ahora dedicado a entrenar porteros. “Es una buena persona y un compañero que inyecta confianza a sus defensores en los momentos más complicados de un partido”.
Y las opiniones de otros de sus colegas coinciden, y algunos atribuyen ese modo de ser de Pérez a su gusto por la música y el rap, pues perteneció a “Los Guadalupes”, en la ciudad de México, de donde es originario y donde aún vive con su familia, a pesar de jugar en la capital del Estado de Hidalgo.
– Llegué a Cruz Azul en donde estuve un buen tiempo y en 1997 me tocó ser campeón y participar en la Copa FIFA Confederaciones e ir como tercer portero al Mundial de Francia 98 pero no jugué. Sin embargo, al siguiente me convocaron en 2002 como titular de la Selección Nacional en Corea y Japón, pero el 12 de junio de 2008 Tigres me contrató a préstamo, y como me fue mal aquí porque me lesioné, el club universitario trajo de Ciudad a Juárez Cirilo Saucedo y yo tuve que emigrar a Chiapas en el 2009.
> Todo por haber salido de Cruz Azul…
– Así es la vida profesional. Uno no sabe que hay en el futuro y cuando llegué el 15 de julio de 2010 al equipo de Necaxa, muchos pensaban que estaba cerca mi despedida, pero como Javier Aguirre me había llamado a la Selección Nacional y fui titular en los tres partidos de México en Sudáfrica, el panorama cambió para mí y en el draft del 2011 San Luis me dio la oportunidad de jugar muy bien otros dos años, hasta que en el torneo apertura 2013 Pachuca me contrató y aquí seguimos.
> ¿Y de dónde salió el apodo de “Conejo”?
– Fue Paco Palencia el que un día de 1991 me dijo que brincaba como conejo y que tenía mucha potencia en las piernas. Y al escuchar los compañeros ese comentario me bautizaron en grupo y se me quedó el apodo.
Óscar Pérez se cree a pie juntillas lo que le han dicho los especialistas muchas veces y ha leído hasta el cansancio: por una condición genética, su cuerpo está inundado de fibras musculares blancas sobre las rojas, mismas que determinan la velocidad de la contracción de un músculo, y le dan la velocidad y la potencia. Eso es lo que ayuda a saltar y a correr más rápido, por lo que no hay duda que, a nivel celular, él está plagado de ellas.
> ¿La preparación mental también te ayuda a hacer lo que haces en la cancha?
– Por supuesto. Es muy importante concentrarte en tu idea central y alimentarte espiritualmente de la autoestima y pensamientos positivos, aunque a veces las cosas no salen como tú quisieras.
> ¿Eres creyente?
– Claro que sí. Creo en muchas cosas y otras a las que te refieres con esta pregunta pero no quiero dar lecciones de nada.
LOS FESTEJOS
En los festejos de la noche del campeonato en el equipo hidalguense no hubo quien regateara un ápice del mérito de Óscar Pérez al conseguir ser el portero menos goleado en las 17 fechas y en la liguilla: “Fue el hombre del campeonato y del torneo”, fue la síntesis de algunos analistas profesionales, sin dejar de reconocer que el futbol es un juego colectivo, en el que no puede ignorarse la labor de nadie y menos la de Hirving Lozano, Franco Jara y Víctor Guzmán, el hombre del gol en el último minuto.
“Es un elemento de una jerarquía y experiencia que nos ayudó mucho en este esfuerzo de todos para dejar atrás la frustración de no ser campeones en los dos torneos anteriores”, expresó el técnico Diego Alonso. Y el dueño del club campeón, Jesús Martínez gritó una y otra vez en el vestidor de los nuevos monarcas: “Si alguien merecía este título fue ‘El Conejo’, aunque tardó mucho en obtener un campeonato”, a lo que Óscar Pérez respondió: “Valió la espera, valió la espera, porque ser campeón es lo máximo para coronar mi carrera”.
Las cuatro atajadas del “Conejo” la noche del domingo 29 de mayo no dejan lugar a dudas de que aún tiene cuerda para cumplir el contrato vigente con Pachuca y que ha equiparado el cariño que la gente en la Bella Airosa le sigue guardando a otro gran portero del equipo de Jesús Martínez: Miguel Calero (qepd).
Por su parte Omar González al comentar que valió la pena cruzar el Río Bravo y llegar a este gran equipo, calificó a Pérez como un gran ejemplo para la juventud que impulsa el club Pachuca. “Cuando llegué de Los Ángeles no sabía lo que me esperaba, y ahora me doy cuenta de que mis logros en Estados Unidos necesitaban lo que hoy he conseguido aquí”, subrayó emocionado el grandulón futbolista, hijo de madre regiomontana y sobrino de Everardo Rodríguez Plata, capitán en un tiempo de los Rayados de Monterrey.
El Estadio BBVA-Bancomer fue un escenario de respeto para la algarabía de los Tuzos. El equipo dirigido por Antonio Mohamed asimiló la frustración de echar por la borda el récord de 37 puntos en el torneo y ser la mejor delantera. Y si acaso lamentó la partida intempestiva en la Final de Carlos Sánchez, llamado por el entrenador de Uruguay para que se integrara una semana antes para defender a su país en la Copa América.
Pero nadie regateó méritos al Pachuca y a su portero “Conejo” Pérez en la obtención del cetro. Ni hubo incidentes la noche del domingo 29 de mayo que opacaran las congratulaciones que recibieron ahí mismo los nuevos monarcas. Se cumplió la promesa del “Conejo” de llevarles la copa a su esposa Gaby y a sus hijos Emilio y Santiago.
> ¿Les gusta el futbol a tus niños? – le había preguntado esa mañana luminosa de domingo en el hotel de concentración.
– Ah, ¡cómo no! Se la pasan corriendo por toda la casa y pateando un balón.
> ¿Y alguno de ellos podrá seguir tus pasos?
– Quién sabe, quién sabe – respondió pensativo como tratando de adivinar la respuesta en una bola de cristal.
Por lo pronto, lo que está más cerca es su retiro.
– Como te digo, el físico cuenta mucho en esta profesión y los años pesan, por lo que después de un contrato más con Pachuca voy a decir como un cronista de ustedes, aquí en Monterrey: “Es todo, amigos”. O “colorín colorado”.
Esta entrevista se ha acabado.