Las emociones estaban a flor de piel, la cara de decepción e incertidumbre se convirtieron en lágrimas de alegría y los estruendosos gritos de “¡Campeón, campeón!” retumbaron el Palacio de Gobierno: Tigres consiguió la máxima presea del futbol mexicano, su ansiada cuarta estrella.
En un juego que parecía ser un simple trámite que alejaba a los auriazules del campeonato gracias a su ventaja en el marcador por tres goles, se convirtió en una odisea, pues los Pumas no se la dejaron nada fácil.
Los de Pedregal aprovecharon su localía para empatar el marcador global en dos ocasiones, llevar el juego a tiempo extra y posteriormente a penales.
Con gran dramatismo y desde los 11 pasos, con anotaciones de André-Pierre Gignac, “Juninho”, “Palmera” Rivas y Israel “Piloto” Jiménez, el equipo de San Nicolás se coronó campeón del torneo Apertura 2015.
Y quienes sufrieron por la “montaña rusa” de emociones durante los más de 120 minutos de partido fueron los hinchas de Tigres.
Domingo 13 de diciembre, el reloj marcaban las seis de la tarde y el desfile de playeras amarillas y banderas gigantes comenzó en los alrededores de Palacio de Gobierno.
La Explanada de los Héroes fue acondicionada con un escenario y dos pantallas gigantes para transmitir el partido y albergar el festejo posterior.
Gente de todas las edades, parejas, familias enteras y grupos de amigos poco a poco se fueron congregando en el lugar hasta llegar a los 60 mil aficionados (cifra oficial).
Apenas Fernando Guerrero, árbitro central de la final, dio el silbatazo inicial, los ánimos de la gente se desataron.
Como si estuviesen en Ciudad Universitaria, casa de los Pumas, la afición gritaba, cantaba y alentaba sus Tigres con porras, aplausos, una que otra “mentada” para los jugadores rivales y hasta sugerencias de estrategias técnicas para Ricardo Ferretti.
El paso de los minutos sin abrir el marcador y los constantes ataques de la ofensiva capitalina llenaron de nervios a los seguidores, quienes sufrían al ver que el balón se acercaba de más a la portería que protegía Nahuel Guzmán.
Pero fue al 44’ cuando Eduardo Herrera abrió el marcador a favor de los Pumas.
Lejos de “agüitarse”, los Libres y Lokos y demás afición alentaron con mayor fervor al equipo de sus amores para que no decayera el ánimo.
Apenas 10 minutos después del primer gol, Matías Britos remató de cabeza para ampliar la ventaja y dar esperanza a los pupilos de Memo Vázquez.
En ese momento, el silencio prevaleció en la explanada. Aunque algún aficionado quiso regresar el ambiente, fueron aislados los gritos de aliento para el equipo de San Nicolás.
Fue hasta que la transmisión del partido mostraba las imágenes del ambiente en el primer cuadro de Monterrey cuando la afición reaccionó y quiso demostrar que aún tenían ánimos.
Como si fuera una película, al minuto 86’, Silvio Torales, quien apenas jugó 10 minutos en todo el torneo Apertura 2015, puso el empate con un potente cabezazo, derivado de un tiro de esquina, el cual alargaba el delirio felino por 30 minutos más.
El silencio predominó en la afición por el resto de los minutos en la Macroplaza.
Las sonrisas cambiaron por caras de decepción, desesperación y tristeza. El futuro de los auriazules era incierto.
Pero André-Pierre Gignac hizo honor a su “título” de crack y con un golazo le regresó la ventaja a Tigres al 102’.
Fue así como la afición tuvo un regreso “incomparable” a la vida y la explanada explotó de emoción.
“¡Oe oe oe oe, Gignac, Gignac!” y “te quiero ver campeón, vamos Tigres” se escucharon al unísono por parte de los hinchas, las banderas se ondeaban sin parar y brincaban de emoción.
De nueva cuenta, la realidad superó a la ficción cuando a sólo un minuto de finalizar el tiempo extra, Gerardo Alcoba empató por segunda ocasión el marcador global. El encuentro se definiría en penales.
Desesperados, pero optimistas al grito de “¡Sí se puede!”, la afición los alentó hasta el fin y celebró las atajadas de Nahuel Guzmán, las fallas de los jugadores de Pumas y las anotaciones desde los 11 pasos de André-Pierre Gignac, Juninho, José Rivas e Israel “Piloto” Jiménez, quien cobró el penal decisivo.
Apenas se terminó el partido y la locura inició.
LA “INCOMPARABLE” CELEBRACIÓN
Con emoción a flor de piel, lágrimas de felicidad y gritos de “¡Campeón, campeón!, miles de aficionados de Tigres celebraron el cuarto campeonato del equipo.
El himno del equipo comenzó a sonar y el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, se unió a la celebración por el triunfo de la “banda de San Nicolás” y frente a toda la afición, se puso la camiseta del equipo.
Como ya es costumbre, durante la fiesta se acordaron del equipo rival. “Porompopón, porompopó, el que no salte es rayado maricón”, decían una y otra vez los seguidores felinos.
Los animadores de la celebración informaron que el equipo llegaría en el lapso de la madrugada a unirse a las celebraciones, por lo que los invitaron a quedarse.
Para amenizar la que sería una espera de casi cinco horas, el grupo musical El Plan, un dj, porristas y animadores salieron al escenario para evitar que el cansancio venciera a los asistentes.
Con el paso de los minutos, más aficionados fueron llegando a la Macroplaza para festejar el campeonato de los Tigres. De acuerdo a cifras oficiales, asistieron alrededor de 150 mil personas.
Las calles del primer cuadro de la ciudad quedaron paralizadas gracias al gran número de vehículos y personas que acudieron a la celebración.
Fuerza Civil desplegó un operativo en las calles principales para salvaguardar la seguridad de los asistentes.
El equipo arribó al Aeropuerto de Monterrey a las 2:40 de la madrugada del lunes, donde fueron recibidos por cientos de hinchas y medios de comunicación.
Acompañados del rector de la UANL, Rogelio Garza Rivera, el presidente del Club, Alejandro Rodríguez y demás directivos, los Tigres se dirigieron al Palacio de Gobierno a bordo de un “Tigrebus” para una reunión privada con el gobernador.
Posteriormente se tomaron la fotografía oficial al lado del ejecutivo.
Eran las 4:30 horas del lunes cuando el equipo por fin se unió a la celebración del título con su afición con el trofeo en mano.
Al son del clásico de Queen “We are the Champions”, una gran ovación y un show de pirotecnia, los campeones subieron al escenario.
Los jugadores y cuerpo técnico estuvieron acompañados de sus seres queridos durante la fiesta y vistieron la playera conmemorativa por el título conseguido.
“En nombre de todos los jugadores y todo el equipo, muchas gracias por todo su apoyo. Que Dios los bendiga ¡Gracias!”, expresó el director técnico, Ricardo “Tuca” Ferretti ante las miles de personas.
La afición respondió con gritos de “¡El bigote, el bigote!”, haciendo alusión a la tradición del “Tuca”, quien tras cada campeonato se lo rasura.
La celebración se extendió hasta pasadas las 05:00 horas del lunes.
Poco a poco la gente se retiró de la explanada del Palacio de Gobierno, algunos para dormir un par de horas e ir a trabajar, otros confesaron con una gran sonrisa en el rostro que faltarían a sus empleos o escuelas.
Eso sí, se irían tranquilos después de una noche tan cardiaca, la cual pasará a la historia de los auriazules como el día que los Tigres pintaron su cuarta y muy sufrida estrella.