Una mañana del mes de julio de 1979, Osvaldo Batocletti se sorprendió con una rara noticia que los aficionados al futbol de Nuevo León saludaron con escepticismo: Luis Eugenio Todd, en sus últimos días como Rector de la UANL, anunciaba que los Tigres harían una gira por Europa, para inaugurar un estadio y jugar varios partidos amistosos.
Carlos Miloc era todavía el entrenador del equipo auriazul y no estuvo de acuerdo con la salida del equipo al extranjero, por lo que el capitán del equipo, Batocletti, fue llamado por el Dr. Todd para que motivara a sus compañeros y los preparativos no sufrieran retraso, pues estaba la palabra empeñada con el promotor Jorge Berlanga, entonces esposo de la actriz Rocío Banquels. Días después fue contratado el técnico brasileño Carlito Peters y lo acompañó su auxiliar, el uruguayo Dagoberto Fontes.
“A todos nos tomó por sorpresa”, aclara hoy día Batocletti, al desmpolvar los recuerdos de aquel julio de 1979, justamente a un año de haber obtenido Tigres su primer campeonato de liga. “Los equpos mexicanos no viajaban a Europa en aquel entonces y podría decirse que nuestro tercermundismo nos mantenía alejados de los escenarios internacionales pues no había ni mercado para jugadores de aquí”.
El argentino naturalizado mexicano no sufre mucho para echar a andar su memoria, y por eso al platicar una y otra anécdota lo primero que hace es contrastar las circunstancias de aquellos años, empezando por los cambios tecnológicos que ahora hacen fácil la comunicación a distancia y que en esa gira especial había que hace uso del teletipo para las noticias y de los teléfonos fijos si uno quería hablar a casa.
En la cabeza de Osvaldo, a rapa y con un brillo que lo ha distinguido durante décadas, parecen bullir los recuerdos más significativos en consonancia con su habilidad para expresarse y su trato amable. Mira con una mirada que escudriña en el alma de su interlocutor y que rasga el velo de las evocaciones importantes.
“El sábado 7 de julio, en punto de las 15:00 horas, salimos rumbo al aeropuerto de Dallas, Texas y de ahí, al anochecer a París, a donde llegamos a hospedarnos porque nos había dicho que jugaríamos contra un equipo local, pero a las pocas horas nos subieron de nuevo al avión porque no había ningún contrato de por medio y nos dijeron que la gira comenzaría en Yugoslavia”, indica Batocletti, todavía con el sello de la sorpresa porque pocos conocían tan extraño país y sus idiomas.
“Lo más cerca que habíamos sabido de ese país era Bora Milutinovic, como gran entrenador”, sostiene el ex capitán de Tigres.
Todavía ríe, a veces a carcajadas, cuando recuerda que sus compañeros decían que era más bien un viaje para turistear que para jugar. Por eso Batocletti fija su mente en el infinito, se toca la barbilla y se da una palmada en el hombro él solo como tratando de despertar de aquel sueño que bien pudo haber terminado en pesadilla.
Habla, habla y habla pero concatenando cada una de sus expresiones para terminar ponderando los buenos oficios de Luis Todd, “pues si no ha sido por él y sus contactos con embajadas y consulados, aquello hubiera sido un desastre, porque sí jugamos y no nos fue tan mal aunque nadie nos conociera por aquellos rumbos”.
La Yugoslavia de aquellas fechas estaba gobernada por la férrea mano del dictador Joseph Bross “Tito” y como satélite de la Unión Soviética, era férrea defensora del comunismo a ultranza, de modo que los turistas occidentales no conseguían ni un artículo o producto que tuviera el sello de los Estados Unidos y el capitalismo dominante, como los rollos de película Kodak.
Pero Osvaldo se emociona al revivir estampas inolvidables de sitios paradisíacos como Mostar, Split y Dubronic con sus encantadoras playas, y el centro de la ciudad de Belgrado, que dos años después fueron devastados por una cruenta guerra que dividió al país dejó miles de muertos y desaparecidos.
“No olvido a un buen hombre que había estudiado en Lima, Perú, y que era nuestro intérprete para traducir al serbio y al croata todo lo que queríamos decir, pero que se quedó llorando cuando subimos al autobús para cruzar los bosques de Viena y llegar a la capital de Austria. Él quería que lo metiéramos entre el equipo para huir de la dictadura de Tito, y lo hubiéramos podido sacar de su país, porque no nos revisaron ni los papeles en todo el trayecto”, doce Batocletti.
Otra vez apareció la incertidumbre en Viena porque no había juego contratado y de ahí el equipo debió ir a Buadpest, porque la embajada de México en Hungría se ofreció a conseguir rival para Tigres. E inclusive la noticia negativa que sobresalió fue el abandono del conjunto bengalés en Alemania, pues no había reservación para el regreso.
“Fue una chica muy atenta la que nos consiguió lugar en un avión que había sido desviado por un problema de neblina, y todavía tuvo el acierto de llamar a Nuevo York porque nos iba a suceder lo mismo al no tener espacio para viajar a Monterrey, y por eso una persona nos recibió y nos dio salida sin siquiera pedirnos documentación”, asienta Osvaldo.
La razón es que Luis Todd y su familia se fueron de paseo por Europa y Carlito Peters y Dagoberto Fontes viajaron a Sudamérica, de modo que el capitán del equipo, Osvaldo Batocletti, debió sacar la cara por sus compañeros hasta que arribaron a su destino en la urbe regiomontana.
Juan Roberto Zavala, asistente de Todd, era siempre el indicado para la atención de los jugador en la gira, y recuerda el susto que sellevó cuando la cuenta del hotel en París registró numeros estratosféricos, porque los muchachos hablaron por horas a sus casas. También fue incluido en el viaje el Dr. David González, gran amigo de Todd y afamado cardiólogo que hoy reside en Houston.
Por cuenta del Club también fueron el Dr. Roberto Alonso y el Dr. Fernando Reyes Alcrta, además del directivo Roberto Chapa y este reportero a quien le tocó utilizar los teletipos de los hoteles para las crónicas de los juegos de Tigres en aquellas extrañas tierras.
EL SEGUNDO CAMPEONATO
DE TIGRES
En el arcón de los recuerdos de Batocletti también tiene un sitio muy firme la fecha del segundo campeonato de liga de los Tigres, el 6 de junio de 1982.
“Hace 30 años y cómo no revivir esos momentos de gloria porque fue lo mejor que le dimos a nuestra afición”, puntualiza. “A mí, como capitán, me dejó marcado sostener la copa en medio del estadio Azteca como resultado del gran esfuerzo que significó llegar a la final contra el Atlante y vencerlo en los panelties, pues el cuadro capitalino tenía a un gran portero como Lavolpe”.
Y de inmediato tiene un reconocimiento a flor de labios para sus compañeros y, ese día en especial, para otro gran guardameta: Mateo Bravo, conocido como “el portero volador” y que se cubrió de gloria ese día ganándose un largo paseo en hombros y el mote de “San Mateo”.
“Yo estoy feliz de ese campeonato, cómo no, pero me ha dado también enorme felicidad que los nuevos aficionados de Tigres hayan disfrutado el tercer título, en diciembre del año pasado (2011)”, subraya.
Él lo vivió con la misma intensidad de hace 30 años, aunque ahora en el puesto de titular de las academias de Tigres, que lo hace viajar a Tampico, Tabasco y a donde funciona una de estas academias. “Y ojalá vengan más copas para las vitrinas de Tigres”, concluye el recio exdefensa central que ya es todo un ícono en la institución desde su llegada, de León, Guanajuato, como jugador en 1977.