En un país en donde apenas el 38 por ciento de la población lee libros, el escritor regiomontano Héctor Segovia de 29 años tomó la iniciativa de caminar por la urbe para dar a conocer sus trabajo y, de paso, convertirse en promotor cultural.
La inquietud por las letras le llegó desde niño, gracias a la influencia de sus padres, pero nunca imaginó que décadas más tarde su afición se convertiría en su modo de vida.
“Las letras vienen desde mis padres. Mi papá es biólogo y desde niño estuve pegado a las enciclopedias y mi mamá escribía todos los días en su diarios al verla, yo quería hacer eso y empecé a imitarla y así es como nació este gusto por las letras“, dijo el regiomontano.
Tras cuatro carreras fallidas (biotecnología genómica, derecho, comunicación y educación), el escritor callejero se percató que los salones de clase no eran lo suyo y a los 24 años decidió dejar todo, incluyendo un trabajo formal que ya tenía, para enfocarse a redactar historias, poemas y versos.
“Creo que sobre todo fue una manera en la que podía desfogar toda la imaginación que tenía yo. Yo era un niño que llegaba de la primaria y me ponía a jugar con muñecos y mi mamá me callaba porque estaba haciendo muchos ruidos y explosiones. Siempre estaba ideando e imaginando en el salón de clases“, aseveró el regiomontano.
Aunque la mayoría de los escritores que deciden vivir de las letras recurren a una editorial para darse a conocer, Héctor sentía que ya no tenía tiempo para intermediarios y planeó su peculiar estrategia: salir a las calles del centro de Monterrey con copias de sus textos para invitar a los peatones a conocerlo.
Además, si el resto de las expresiones culturales salen a la calle ¿por qué la lectura no?. Ese fue el cuestionamiento que llevó a Héctor a transitar las arterias de la mancha urbana para entregar sus panfletos de cinco hojas con historia diferentes cada día.
Los temas son variados y van desde la identidad de Monterrey hasta su tema favorito al momento: la realización de los sueños.
“Yo lo veo por dos aristas: el hecho de darme a conocer, de ganarme la vida de esta forma y la de poder promover un poco la cultura. Y tratar de que al menos uno se de la oportunidad de leerme“, expresó.
El “modus operandi“ para abordar a la gente comienza con la sencilla pregunta de “disculpa amigo, ¿te gusta leer?“. El resto de la historia la escribirá la respuesta del ciudadano.
La dinámica es simple, pero los resultados no siempre son los esperados. De hecho, en la mayoría de las ocasiones el joven obtiene negativas.
De acuerdo con Héctor de 100 personas a las que se acerca 90 le responden que no y 10 que sí, pero solo cinco de los que respondieron afirmativo se detienen para escucharlo.
Y es que, vivir de las letras no es tarea fácil en una ciudad como Monterrey y el primero en advertírselo fue su su papá cuando recién le informó que dejaría su última carrera para dedicarse a los textos.
“Para mi papá fue una especie de decepción porque me dio todas las oportunidades para que salga adelante y tú estás deciente irte a la calle a vender papelitos“, mencionó el escritor.
En 2017 Héctor salió a la calle para vender su primera historia. De 20 copias vendió 14, una buena cifra para debutar. Sin embargo, ninguno de sus compradores-lectores lo buscó después del primer texto.
Hoy, el escenario ya es distinto. En un buen día el regiomontano puede vender hasta 100 copias de sus textos.
Han pasado cinco años desde que la aventura del escritor callejero arrancó y aunque ha habido baches en la travesía, también ha recibido grandes recompensas que van más allá de lo económico.
“La gratificación más grande la recibo cuando alguien me dice que nunca leía y empezó a leer a raíz de que me conoció. La gente le agradece que se haya acercado“, indicó.
Incluso, la percepción que tenía su padre sobre vivir de la escritura ya cambió.
“En estos momentos mi papá se siente orgulloso, me lo reconoce mucho a diario e incluso me está apoyando con la intención de que ya salga el libro“, agregó.
Admirador de John K. Turner y José Saramago, Héctor anhela con un día llenar los estantes de las librerías como sus ídolos, pero aún más: aunque suene ambicioso su deseo es llegar a ganar el Premio Nobel de Literatura o un reconocimiento similar.
“Aunque suene soñador yo me veo en el futuro ganando un premio Nobel o algo parecido porque siempre he tenido la intención de hacer algo significativo. Creo que todos tenemos esa sed, esa hambre de hacer algo que quede para la historia y creo que la literatura es lo que más me acerca a alcanzar eso.
“Yo quiero poder vivir la vida que vive cualquier super estrella de la música, de los deportes, pero siendo escritor“, expresó.
Mientras tanto, el joven de 29 años sigue recorriendo las calles del centro de Monterrey, principalmente Morelos y Barrio Antiguo en la búsqueda de nuevos lectores.
Se le puede encontrar todos los días por la tarde, ya que, asegura, por las mañanas es más difícil que las personas atiendan su llamado.
Si alguno está interesado en contactar con el escritor, pero no transita por el centro de la capital también se le puede encontrar en sus redes sociales: Facebook (husegovia) e Instagram (hescritorsegovia).