Dentro del IX Congreso Internacional sobre Patrimonio Industrial, realizado en la Escuela Adolfo Prieto, ex trabajadores de compañías industriales de Monterrey como Cementos Hidalgo, La Fundidora de Fierro y Acero.S.A. y Ferrocarriles Nacionales de México, compartieron las experiencias que tuvieron como empleados de las mismas.
Rosa María Sánchez, mencionó que al igual que sus siete hermanos, laboraron en Ferrocarriles Nacionales de México, empresa en la que ingresó cuando tenía 16 años en el año de 1968 y estuvo en el Hospital Ferrocarrilero, en Bodega de Carga en donde inició como mensajera y posteriormente como encargada general del Deportivo Ferrocarrilero y ahí conoció a su esposo, quien también trabajaba en la empresa.
“También representé a Ferrocarriles Nacionales de México en el equipo Rieleritas de voleibol de la sección 19. Y pertenecí al departamento de noticiero, donde llamaba a los clientes para que vinieran por sus facturas y pagarlas en la caja de la oficina”, relató.
Sánchez recordó especialmente cuando recibió capacitación en la Ciudad de México en un curso de computación, cuando empezó la era tecnológica, lo que le valió conseguir el puesto como empleada de confianza que mantuvo hasta su jubilación. Y en total logró 24 años de periodo laboral.
“Estos años me dieron una remuneración económica para poder vivir de manera plena y tranquila hasta el día de hoy, pero después de mi jubilación me seguía alistando para ir a trabajar y me ponía a llorar con mucha nostalgia”, manifestó la ex trabajadora.
Por su parte, Antonio Gerardo García, también ex ferrocarrilero, dijo que también siente nostalgia porque Ferrocarriles Nacionales fue una empresa próspera y contribuyó a en el desarrollo industrial de Nuevo León.
“El año de 1882 cuando llegó el primer ferrocarril a Monterrey, fue vital, no sólo para la misma empresa, sino para la ciudad y para el estado de Nuevo León, y para el norte del país y el resto de la República mexicana.En virtud de que en ese año como lo dicen la mayor parte de los historiadores, fue vital para el desarrollo del estado y de Monterrey concretamente.
“Con todo respeto, las empresas como Cementos, Fundidora, Cervecería, no hubiera sido posible su funcionamiento si no hubieran tenido la forma de transportar sus productos de insumos y de fabricación para consumo de la población, entonces creemos que todavía ocupa un lugar preponderante dentro de la economía nacional”, manifestó García.
Y como ex empleado de Fundidora, Ponciano Gámez, comentó que para él ha sido un orgullo pertenecer a esta compañía símbolo de la industria regiomontana.
“Para mí es un orgullo haber trabajado en la empresa Fundidora de Fierro y Acero Monterrey, una de las siderúrgicas más avanzadas en América Latina. Antes de llamarse Fundidora se llamó `La Maestranza´ e inició un 5 de mayo inició sus operaciones en este espacio del Parque Fundidora.
“La Maestranza iba de la mano con el inicio de Ferrocarriles, porque aquí se fabricaban las ruedas, los pernos y los rieles. Yo trabajé durante diez años: de 1976 hasta 1986, cuando fue declarada en quiebra por el gobierno federal que en aquel tiempo lo representaba Miguel de la Madrid”, señaló.
CIERRE DE COOPERATIVA
Los ex trabajadores de Cementos Hidalgo, Azucena Ovalle y Joel Rodríguez expusieron cómo cerró la cooperativa en 1993, pero es fecha que están tratando de recuperarla.
“La cooperativa no estaba en quiebra, pero aquí venían maquinando los consejos para vender la cooperativa porque Cementos Mexicanos siempre la había querido, y nosotros no queríamos venderla, pero se venía maquinando desde el consejo de Mario González.
“Y fue un fraude muy grande el que nos hicieron, por eso nosotros seguimos en la lucha, ya tenemos 27 años, pero no hemos quitado el dedo del renglón y aquí participaron muchos grandes políticos como Sócrates Rizzo, Carlos Salinas de Gortari y Alfonso Martínez Domínguez”, indicó Azucena Ovalle.
Joel Rodríguez sostuvo que no había razón para venderla y no tenía por qué estar en quiebra: “Se paraban los ingenieros ahí a ver qué hacía falta, pero no sabían, nosotros les teníamos que explicarles.
Destacó que aún se consideran cooperativistas porque tienen documentos que lo avalan como: “El presente certificado de aportación acredita los derechos en favor del señor Rolando Luna Guerrero, socio de esta cooperativa la cantidad de seis millones noventa y tres mil novecientos veintiséis ochenta y ocho por concepto de revalúo practicado por el arquitecto Alfredo Verástegui Chapa en los bienes del activo fijo propiedad de la sociedad cooperativa al 31 de diciembre de 1985…”, se señala en el avalúo que mostró en la mesa de diálogo.
“Nosotros todavía tenemos los papeles que nos acreditan como dueños, porque mientras no se ha liquidado esto, seguimos siendo dueños”, afirmó Rodríguez.