“Pita entró con pasos firmes, como propietaria de esa casa desconocida. Un olor familiar se desprendía de aquellos muebles que la acompañaron durante su niñez. Reconoció la mesa de marquetería donde, junto a un florero vació descansaba la foto con los nueve Amor. Sobre la consola Luis XV, tan apreciada por su padre, enmarcados en plata, estaban los retratos de Mimí, Carito, Inés y Maggie, vestidas de novia al lado de sus cónyuges.
“Subió despacio. En el muro de la escalera colgaba el grabado de la hacienda, fuente de riqueza y tragedia: mina de oro y profunda melancolía. Se acercó a observarlo: al vidrio, de la esquina superior al inferior, igual que un rayo, lo atravesaba una grieta que dividía a San Gabriel en dos segmentos. Como un antes y un después, pero jamás hubo ese después con el que soñaba su padre”, se narra dentro del capítulo 6 de “Los demonios de mi cuerpo”, novela de Sandra Frid sobre la poeta Pita Amor.
Anteriormente, Frid había publicado una novela sobre Nahui Olin, una mujer que, como Pita, no se adaptó a los cánones sociales de su época, pero la autora comenta que tanto Carmen Mondragón como Guadalupe Teresa Amor Shmidtlein la inspiraron para escribir “La mujer que nació tres veces” y “Los demonios de mi cuerpo”, respectivamente.
Señaló que el hecho que haya elegido primero la vida de Nahui Olin, no fue intencional, porque después descubrió un libro de poemas de Pita Amor y de ahí surgió el interés de empezar una novela sobre la tía de la periodista y escritora Elena Poniatowska.
“No fue a propósito, fue completamente al azar, cuando terminé la novela sobre Nahui Olin, leí un poemario de Pita Amor y me quedé atrapada, me hechizó, y dije: tengo que averiguar quién está detrás de estas letras.
“Me impactó Carmen Mondragón porque no conocía bien su historia, pero me conmovió más descubrir a Pita Amor, quien tuvo una vida que me resulta muy conmovedora”.
Guadalupe Teresa (30 de mayo de 1918- 8 de mayo de 2000) fue la menor de siete hermanos, todos hijos de Emmanuel Amor Subervielle y Carolina Schmidtlein García Teruel, quienes antes de la Revolución gozaban de una situación económica privilegiada, pero después todo cambió.
“Ella siempre se quejó de sentirse como prisionera en la casa. Venía de una familia de abolengo muy tradicional pues el padre era dueño de la hacienda más grande del estado de Morelos, pero pierde todo con la Revolución y cuando esto pasa, don Emmanuel se hunde en su biblioteca deprimido a leer y escribir y su mamá se dedica a tratar de mantener la imagen de la familia rica ante la sociedad.
“Y ahí nace Pita, realmente ella no conoció la opulencia que conocieron sus hermanos y eso a ella le pesaba. Además, su mamá tuvo a Guadalupe cuando ya tenía cuarenta años y ya no tenía la energía para criar una niña”, mencionó.
“Se cambió de ropa y se fue al Café de París.
Los asiduos ya se habían acostumbrado a su presencia, a su voz aguda y a sus ocurrencias. AL acercarse, interrumpió la conversación que mantenían Villaurrutia y Salvador Novo – …cuál habría sido la vida que no escogimos, las posibilidades que dejamos pasar…-Xavier se levantó y jaló una silla para Guadalupe.
Mientras Pita echaba un vistazo a su alrededor, ellos continuaron hablando. La palabra insomnio, pronunciaba por Villaurrutia, llamó su atención. – ¿Tú también lo padeces? – preguntó—Xavier es un solitario. Sus mejores poemas los dedica a la noche-dijo Salvador. -Durante el insomnio, cuerpo y alma luchan por unirse, ambos sufren y viven…_Villaurrutia se enderezó la corbata de diminutos lunares blancos. – Crecí pasando las noches en vela… angustiada- confesó Guadalupe. Creí que era la única. Mi familia me veía como a un ser extraño, irritable, berrinchuda, siempre temerosa de la oscuridad”, se lee en las páginas de “Los demonios de mi cuerpo”.
“Lo que me resultó también muy conmovedor es que todo mundo creía que hacía berrinche y era una niña malcriada, pues se tiraba al piso y pataleaba, pero lo que a Pita le pasaba era que tenía ataques de pánico y estoy convencida de eso, porque he platicado con mujeres que lo padecieron desde niñas, y dicen que sienten que se van a morir, entonces eso es lo que sentía Pita.
“En esa época, cuando veían a una niña tirada en el piso pataleando, gritando le dicen: estás castigada, niña desobediente; además, crecer a la sombra de los hermanos es horrible”, manifestó la escritora originaria de Monterrey, Nuevo León.
PITA Y LOS INTELECTUALES
Pita Amor se relacionó con los intelectuales de su época, entre los que se encontraban Xavier Villaurrutia, Salvador Novo; el regiomontano universal Alfonso Reyes, Pablo Picasso, Gabriela Mistral, Elena Garro, por mencionar algunos, y ella entró a ese mundo deslumbrando con su personalidad y fue conocida como la undécima musa. Una mujer fuera de serie.
“A Pita se le abrió una puerta, que es cuando conoce a todos los intelectuales de aquel entonces, y es cuando realmente empieza a escribir”.
Sandra Frid leyó “Mi Casa” la autobiografía de Pita y un par de libros más de otros autores para trabajar en la novela sobre la provocadora y controversial poeta.
“Ella termina este libro justo cuando abandona la casa paterna. Leí todos sus poemarios para tratar de entender el momento en que ella escribía ; y está el libro Michael K. Schuessler “Pita Amor: la undécima musa”, y también “Redonda soledad: la vida de Pita Amor”, de Elvira García, quien también la conoció y la entrevistó.
Al inicio de la novela, a manera de prólogo, la escritora incluye una escena protagonizada por Pita y la actriz Patricia Reyes Espíndola, quien le regaló unos zapatos a la poeta, quien, en vez de agradecer el gesto, los despreció.
“Patricia narra en una entrevista que le hicieron, que los amigos de Pita la ayudaban económicamente, y ella le regalaba zapatos.
“La idea de que Pita rechaza los zapatos es por supuesto es ficción, pero Patricia cuenta que le regalaba zapatos y que a veces no le gustaban”, señaló la también autora de “Mujer sin nombre” (2012) y “Reina de Reyes” (2914), entre otros títulos.