
La poeta Ofelia Pérez-Sepúlveda plasmó en 23 poemas diversas reflexiones sobre su niñez, la vida cotidiana, fundamentos filosóficos y otros temas que integran la antología “La Piedra y el Exilio”, dedicada a la memoria de Ninfa Sepúlveda Medrano, su madre.
El pasado martes 31 de mayo la autora presentó este poemario en la Casa Universitaria del Libro, acompañada de la también escritora Gabriela Riveros, la actriz Guadalupe Treviño y Manuel Herrera, académico de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL.
Riveros, leyó algunos poemas que seleccionó para compartir con el público: “De la última parte titulada “Éxodo”, está la infancia, un hermano ciego luminoso como herida, los inalcanzables juegos, una mujer sola, un demente que escapa de su jaula. En “Trasgonía” la voz poética enuncia: “Hay duelos que no acaban por caer del árbol, apergatados se columpian, se duelen y acaban reventados”.
“En ‘De Ingeniería’: ‘Juntaba las piedras del río La Silla, las lavaban mis manos, el agua corriente, tú las tirabas justo a la mitad del puente, y caían, siempre caían y brotaban alegres, cuántas piedras cayendo como flores minerales y frías, cuántos ríos sin presas, cuántos puentes han caído ahora como si en la honda y en su eco este cuerpo que soy se estremeciera, no eran flores, ni piedras, era lluvia mi boca’.
De “En el trayecto de regreso”, leyó: “En el principio fue la palabra, luego la metáfora, el anillo que se rompe, y allá va por túneles oscuros, a mezclarse con desechos, esta soy yo, y nada puede contra mí, ni siquiera tu silencio”.
“Esta es Ofelia y nada puede contra ella, ni el dolor de la ausencia. La poesía de Pérez-Sepúlveda me remite a Hugo Mújica cuando afirma que ‘la poesía no importa el argumento, sino el destello; porque la poesía es el lugar del acontecimiento, no del decir, la poesía no es un inventario, es un despojo de esencialidades’.
“Ofelia es una creadora que genera un mundo, que abre un espacio que no existía antes, nos ofrece una mirada desde un sitio que no había sido mirado”, expresó la autora de “Olvidarás el Fuego”.
ANTESALA, CORONACIÓN Y ÉXODO
Por su parte, Manuel Herrera, hizo alusión a las tres partes que está dividida la antología: Antesala, Conoración y Éxodo, e interpretó lo siguiente: “en esa antesala en donde se recibe al visitante, prevalece un espacio mitológico que lo prepara para ser admitido a la gran sala que es la vida, en esas reincidencias, en esa reiteración de esa misma culpa que se resalta en las acciones de las manos”.
“Cito: ‘Las manos se detienen, buscan y no encuentran ¿Qué buscan? la rueda se pregunta sin detenerse, sin destejer las sábanas. Esta mujer que somos ¿construye acaso la prehistoria? Las manos ausentes de caricias, regresan a la rueda, escriben páramo, bahía…éste es mi tren, mi desabasto’.
Argumentó que: “en este primer poema denominado ‘Reincidencias’, Ofelia nos muestra una mujer que teje las sábanas con las hebras de nuestras historias y alfombra nuestro andar por este desierto de piedras hasta llegar a una estación central, es un poema que nos prepara para transitar por los andenes en los que resalta que todo hombre es fuego y ascendencia”.
Lupita Treviño señaló que se sintió identificada con la estrecha relación madre e hija que aparece en varios poemas de “La Piedra y el Exilio”.
“En la poesía de este libro, se van a dar cuenta que muy pronto nos abraza un personaje, reconocemos en el inmenso amor de Ofelia, la presencia y la esencia de una relación inquebrantable, nos identificamos y hacemos nuestra de inmediato, a la figura de la madre.
“Mucho hay que agradecer en este ejercicio poético a doña Ninfa Sepúlveda; fue tu inspiración básica, tu columna, tu vida, su eterna fuente de amor, da vida a una lírica difícil de sentir ajena, ahí simplemente borramos los limites propios y nos reflejamos a través de esta cálida figura”, expresó Treviño.
Y leyó del poema “Anoche Madre”: “no sé por qué miré la foto en mi cartera en dónde tocas la guitarra y eres a princesa de mis cuentos, y me dormí abrazada de tu voz y me olvidé de la ciudad y sus demonios, y me sentí tocada por el mar, dentro del mar, bajo tu sombra”.
Ofelia Pérez -Sepúlveda agradeció a cada uno de los asistentes y recordó que hace más de 20 años que no hacía una presentación fuera de las ferias literarias.
También leyó algunos poemas de “La Piedra y el exilio”, y al concluir el evento comentó que escribir este poemario significaba un ritual creativo que le permitió superar en parte la pérdida de su madre.
“Además de un reflexivo ejercicio de lo que representa para mí la escritura: la oportunidad para dar voz a aquellos que no reconocemos como sociedad, los proscritos (como migrantes, mujeres anónimas, enfermos mentales y comunidades diversas), aquellos que se enfrentan a un exilio vital, cuyo punto de salvación está representado por la madre.
“Y también considero que escribir estos poemas fue un ritual creativo para reconstruirme desde el dolor ante la muerte de mi madre, quien me heredó la escritura”, afirmó.
Ofelia Pérez-Sepúlveda (Guadalupe, Nuevo León, 1970) estudió Letras Españolas en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Es escritora, investigadora y productora multidisciplinaria. Se ha desempeñado en la administración cultural, la docencia y el periodismo en prensa y radio.
Como escritora ha publicado: La Inmóvil Percepción de la Memoria (2000), De las Tantas Voces (2006) y El cielo de repente (2007). En cuanto investigación cultural figuran: Federico Sada González: Custodio de la Tierra (2018) y, en coautoría, Un Siglo en la Memoria (2013), además del libro de cuentos infantiles (Los Sueños) 2016.